Pedro Miguel
La Jornada
El PRI es más que sus
siglas y que su logotipo: es una forma perversa de ejercicio del poder
para el saqueo del erario, la imposición de intereses corporativos, el
uso patrimonialista de los recursos gubernamentales para la perpetuación
del control de las instituciones (incluidas las electorales) por un
grupo de operadores enriquecidos y la preservación de una red de
impunidad que recorre los sexenios. Esa identidad es plenamente
compartida por Acción Nacional, el Partido de la Revolución Democrática,
Nueva Alianza, Verde y demás franquicias electorales, lo que ha sido
llamado PRIANRD o Partido del Pacto por México (PPM). Desde esa
perspectiva el priísmo no perdió nada en las elecciones del pasado
domingo 5 de junio.
A estas alturas hay tanto en juego en las pugnas electorales entre
priístas, panistas y perredistas como en un partido de futbol: los
equipos luchan por imponer sus colores propios sobre los contrarios y
por hacerse de los beneficios económicos del campeonato, pero jamás para
cambiar las reglas técnicas, mediáticas y monetarias del juego. No es
posible encontrar una diferencia sustancial, por ejemplo, entre el
Rafael Moreno Valle priísta y el Rafael Moreno Valle panista o entre el
Miguel Ángel Yunes priísta y el Miguel Ángel Yunes panista;
independientemente de su filiación partidista coyuntural, se trata de
individuos corruptos, represores, inescrupulosos y sin otro propósito de
gobierno que el del beneficio para sí mismos y sus respectivos grupos.
Ya sea con su escudo principal o mimetizado en los del PAN, el PRD,
Nueva Alianza, Verde y demás, el PPM ha procurado reducir los comicios a
una rebatinga familiar por el reparto de cargos. Lo ha conseguido, en
alguna medida, pero a un precio muy alto: la creciente erosión de su
fracción principal –la priísta, gran perdedora en las elecciones del
domingo–, y la pérdida de identidad de otras dos, la panista y la
perredista, las cuales marchan hacia un proceso de virtual fusión. Las
numerosas alianzas panredistas ponen en evidencia que en las
organizaciones que las conforman no queda ya gran cosa de ideología,
principios ni programa y que la motivación de ambas es, simplemente,
preservar y ampliar cuotas de poder y acceder al control de filones del
presupuesto. En general, el baile de alianzas en el territorio nacional
–Nueva Alianza puede ir coaligada al PRI en Veracruz y al PAN en la
vecina Puebla, en tanto que el PT va con el verde y el PRI en Chihuahua
pero camina con el PAN y Nueva Alianza en Puebla, por ejemplo– muestra
la obscena carencia de diferencias reales entre los partidos políticos,
su falta de memoria y escrúpulos y la conversión de los procesos
electorales en meras oportunidades de negocio.
Ante ese panorama el Movimiento Regeneración Nacional ha ido a
las urnas en solitario respecto del resto de los partidos pero en
acuerdo con movimientos sociales como el de los maestros, grupos
ambientalistas, y organizaciones populares de diversa índole y se ha
consolidando, en apenas un año –del 7 de junio de 2015 al 5 de junio de
este año– como la única fuerza electoral dispuesta a jugar para cambiar
las reglas del juego. Incluso con el catálogo de suciedades desplegado
por el PRD en el Distrito Federal, Morena consiguió ratificarse como la
primera fuerza política capitalina. Otro tanto ocurriría en Veracruz si
se descontara el ostentoso fraude operado por el PRIANRD para cerrarle
el paso a ese partido emergente. El Prep del Ople veracruzano se parece
tanto al inverosímil recuento que exhibió el Ife de Luis Carlos Ugalde
en 2006 para meterle a la candidatura panista más votos de los que
obtuvo en las urnas e incrustar a Felipe Calderón en la Presidencia. Ese
mecanismo de fraude cibernético, combinado con la compra masiva de
votos por los primos Yunes, pretende desplazar al tercer sitio al
candidato de Morena, Cuitláhuac García.
Pero incluso en las cifras increíbles del Ople de Veracruz, Morena es
el partido más votado en la entidad, otro tanto ocurre –a pesar de la
montaña de mapacheos– en Oaxaca, y en otras entidades la organización
que encabeza López Obrador está en segundo o en tercer sitio, lo que
habla de un avance formidable no sólo de su votación, sino en la
recuperación de los procesos políticos nacionales secuestrados y
desvirtuados por el PPM. Muy a su pesar los comicios tienen, pues, mucho
más contenido político, social y económico que un partido de futbol.
Twitter: @Navegaciones
No hay comentarios.:
Publicar un comentario