Pedro Echeverría V.
1. López Obrador, que parece hoy que al fin obtendrá la Presidencia
de México por las elecciones de julio de 2018, ha repetido mil veces que
no es vengativo y perdonará a todo mundo de la política, los militares y
hasta a los narcotraficantes. Quizá se podría decir que los militares
fueron simples obedientes y los narcos aprovecharon y ayudaron a
descomponer más al país; pero políticos como Salinas, Zedillo, Fox,
Calderón, Peña y muchos más, ¿por qué perdonarles si ellos programaron y
pusieron en práctica las políticas que hicieron cada año más miserable
al pueblo causando la muerte de más de 500 mil mexicanos? Todas las
cárceles del país están llenas de gente pobre que se robó unos pesos
para comer, pero los políticos que ordenan, mandan, roban y asesinan, se
les perdona porque, después de todo, pertenecen a la misma clase
dominante.
2. Madero, el máximo dirigente de la revolución burguesa mexicana de
1910-11, no tuvo tiempo para arrepentirse de querer gobernar con el
mismo aparato porfirista de dominación; más aún, para que los zapatistas
y orozquistas (campesinos revolucionarios) se rindan exigió que
entreguen sus armas al gobierno para pacificar al país. ¿Se había visto
acaso a un revolucionario tan imbécil que ordene desarmar a sus
compañeros para beneficiar a sus enemigos? Obviamente, al perdonar López
Obrador a los asesinos, ladrones de los desgobiernos, no es exactamente
lo que Madero hizo, pero hay que tener muy en cuenta que en el
capitalismo el dinero y el individualismo mandan. El tonto Madero fue
calumniado y apresado en 1913, encarcelado y después asesinado conforme a
“la ley fuga” ideada por los yanquis a partir del Pacto de la Embajada.
3. Nunca he dudado que el famosísimo Chapo Guzmán es menos hijo de
puta que cualquier político de los altos mandos. Mientras el Chapo debe
andar “a salto de mata”, escondiéndose, disfrazándose y cuidándose de
traiciones, los altos gobernantes dedican todo su tiempo a realizar
negocios en lujosas salas, a acumular gigantescos capitales en paraísos
fiscales y a dar órdenes para que se haga todo según sus deseos. A todos
los expresidentes debe juzgárseles para aplicarles la ley que
seguramente los llevará a la cárcel. ¿Qué tonto pensaría o diría que es
por venganza cuando casi todos en México saben que es por justicia
contra los cinco fantásticos, los ex del PRI y el PAN? Me los imagino
con su uniforme de rayas blancas y negras queriendo dar órdenes a sus
antiguos subordinados.
4. El jefe de esa hamponería, o como dicen: el jefe de capos durante
30 años, sigue siendo Salinas. No solo por lo mucho que desfalcó en el
país él, sus hermanos y amigos que alcanzaron acumular cientos o miles
de millones de pesos, sino esencialmente por la política privatizadora,
el neoliberalismo, que impuso desde el sexenio anterior de Miguel de la
Madrid (1982-88). Salinas –con la participación directa de los
dirigentes del PAN (Fernández de Cevallos, Carlos Castillo y Luis H.
Álvarez) ordenó la privatización y reprivatización de: tierras, bancos,
paraestatales, estrechó relaciones con el Vaticano, etcétera. Salinas le
llamó “liberalismo social” y el PAN declaró: “al fin el presidente
Salinas del PRI está aplicando nuestro programa histórico privatizador,
como si quisiera robárnoslo”. Salinas resucitó al PAN y lo colocó por el
camino de los cargos.
5. La realidad es que el presidente Zedillo (1994/2000) –que surgió
como suplente de la candidatura presidencial al ser asesinado el
candidato Colosio y, por lo tanto, no había sido preparado por el PRI
para el ejercicio presidencial- parece opacar ante la “viveza” de sus
colegas del PRI y el PAN. Zedillo –el que nunca traía “cash”- se destapó
con la llamada crisis de diciembre, preparó el gigantesco fraude de
Fobaproa, fue quien buscó atrapar mediante un traición al líder Marcos
del EZLN; fue Zedillo quien vendió ferrocarriles a los yanquis y entregó
el gobierno del PRI al panista Fox. A pesar de su larga lista, fue
ampliamente superado en latrocinios y asesinatos por Fox, Calderón y
Peña. Ninguno de esos políticos merecen perdón alguno si se contabilizan
con justicia todas sus fechorías.
6. Por ello me preocupa que AMLO perdone al “jefe de capos”, Carlos
Salinas y sucesores en la Presidencia: Escribe mi amigo Jenaro Villamil:
“De los 19 gobernadores priistas que acompañaron a Enrique Peña Nieto
en su toma de posesión en diciembre del 2012, 11 se enfrentan a cargos
por corrupción. Tan sólo en el caso de Javier Duarte, ex mandatario de
Veracruz, la Auditoría Superior de la Federación ha calculado
irregularidades en 36 mil millones de pesos del presupuesto. En
Chihuahua, el ex mandatario prófugo César Duarte dejó al menos 1, 200
millones de pesos de desvío de fondos. Y el ex gobernador de Quintana
Roo, Roberto Borge, es acusado por presunto quebranto que asciende a 900
millones de pesos, sólo por la compra-venta ilegal de terrenos, sin
incorporar los 2,700 millones de pesos de desvíos de recursos que
documentó el Congreso” ¿También estos deben ser perdonados? (27/I/18)
alterar26@gmail.comA
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