Con una manta que
tiene como propósito cubrir toda la plancha del Zócalo de la Ciudad de México,
exigieron un alto a las agresiones en contra de las mujeres de todas partes del
mundo, a través de pintura, bordado, fotografía, poesía y cualquier técnica que
exprese los sentimientos de niñas, mujeres y adultas mayores ante la violencia
de género.
El proyecto, que será
exhibido el 26 de enero de 2020 a la 10:00 hrs, reunirá cientos de retazos de
tela de 70 x 70 centímetros, que serán unidos el día del evento para conformar
la megamanta que ha servido a un proceso alternativo de sanación para muchas
mujeres. Después del Zócalo se van a Tijuana en abril, en semana santa, para
trabajar con casas de migrantes; después visitarán Quintana Roo.
La curadora de la
obra, Marietta Bernstoff, aseguró en entrevista con Cimacnoticias, que esta
forma de expresión y sanación se debe a que cuando haces arte “creas, sacas
muchas cosas y sentimientos, pero en vez de golpear o ser violento, lo sacas a
través de tus manos, y eso es lo que hacemos, expresar todo ese dolor que las
mujeres sienten”.
Bernstoff, quien es
originaria de Oaxaca, tiene una perspectiva muy clara de la relación que existe
entre el cuerpo y el territorio, por lo que es importante cuidar no sólo a la
Madre Tierra, sino a las niñas y mujeres de la violencia. “Estas mantas vienen
de muchas partes como Veracruz, Quintana Roo, Chiapas y Oaxaca; pero también de
otros países como Estado Unidos, Canadá, Francia, Alemania, España y Escocia
porque no sólo México sufre; hay 53 afroamericanas desaparecidas, 20
nativo-americanas perdidas en Estado Unidos, y en España, los feminicidios
están incrementando considerablemente”.
La manta de sanación
convoca a cualquier mujer o niña que desee expresar, a través del arte, su
sentir con respecto a tres temas: violencia contra las mujeres, violencia
contra niñas y niños y violencia contra la Madre Tierra. Se puede utilizar
cualquier técnica como pintura, bordado, fotografía, acuarela, etc; con la
finalidad de mostrar que “si eres mujer no eres débil, porque cuando estamos
juntas, nos protegemos unas a otras, cuando hablamos de problemas y
estructuramos cosas concretas, se quedan en la memoria de la sociedad siempre,
y eso es lo importante de este proyecto”, comenta Bernstoff.
“Agarrar hilo y aguja es como meditar”
Ivonne Ortiz estudió
artes plásticas y es parte esencial de este proyecto. Colabora como maestra de
aquellas mujeres que se han acercado a las instalaciones de “La Casa del
Tiempo” de la Universidad Autónoma Metropolitana para aportar desde sus
experiencias a la obra, pero también para sanar.
“El arte debe ser
parte esencial de nuestra vida, creo que es algo que nos tiene que acompañar
desde pequeños porque a veces no podemos decir con palabras lo que sentimos, ya
sea positivo o negativo, y el arte, la música o la danza, son una herramienta
para canalizarlos, es una manera de sanar muchas cosas”.
Guadalupe decidió
replicar en su manta un dibujo que su hija le hizo. Habla del corazón de la
naturaleza y del daño que le estamos haciendo día a día. “El dibujo es
significativo porque es el corazón de la Madre Tierra que nos da todo pero no
lo aprovechamos, no valoramos lo que da. A la manta le añadí la frase: “Desde
la tierra hasta el cielo, somos uno”, porque yo perdí a un hijo y todo lo que le
quiero decir, se lo digo con esta frase, le llega hasta el cielo”.
Ivonne señala que
anteriormente a las mujeres se les enseñaba la técnica del bordado para
“mantenernos ocupadas, tranquilas, lejos de los libros y atentas a crear
nuestro ajuar de bodas como único propósito”, pero hoy resignifican el bordado
y lo utilizan para protestar y exigir un alto a la violencia de género, a las
desapariciones forzadas de sus hijos e hijas y para sanar, porque “ es una
especie de meditación, es pensar lo que haces y eso es refrescante para el
espíritu, por eso resulta sanador”.
Magali decidió bordar
un rostro que represente la dualidad de la mujer. Por un lado, muestra la
censura, el silencio y violencia a la que las mujeres y niñas se enfrentan,
pero por el otro, decidió colocar un ojo y una boca abierta, gritando y
rompiendo el silencio para expresar que “es muy importante que las mujeres
digan lo que sienten y lo que les pasa. Me siento muy orgullosa de ser vocera y
de ser un ejemplo para mi hija que también está haciendo su manta. Sientes un
compromiso de género, pero también con la humanidad de decir que se puede
levantar la voz de forma pacífica y creativa”:
Por su parte,
Virginia expresó su solidaridad con el movimiento de mujeres. Su manta tiene la
leyenda “camino a casa quiero ser libre, no valiente” porque aseguró, “no
podemos ser libres, no podemos salir a las calles tranquilas. Yo tengo amigas,
hijas, nietas y no sé si cuando me dicen que van a salir, van a regresar. Yo
misma no sé si voy a tener la oportunidad de regresar a casa”.
Las historias son muchas y varían de acuerdo al contexto de cada
mujer que decide tomar el arte para expresar su sentir, pero también
como proceso para poder sanar heridas y dejar esa manta como un cachito
de memoria para que mujeres de otras generaciones no olviden lo que está
pasando y puedan evitar que siga sucediendo.
Ciudad de México.
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