Pablo Gómez
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El financiamiento
público de los partidos suele ser uno de los elementos de las
democracias competitivas. En consecuencia, está integrado en el sistema
político mexicano. Sin embargo, no existe una regla única. No hay en el
mundo uno idéntico a otro.
El jueves 12 de diciembre, el PRI y el PAN, junto con otros cuatro
institutos políticos, votaron en contra de la reducción del
financiamiento a la mitad, propuesta por Morena en la Cámara de
Diputados. Ambos acusaron a este partido de querer deshacer el actual
sistema político y buscar su predominio.
En el fondo, esos dos viejos partidos creen que ahora, más que nunca,
requieren un fuerte subsidio del Estado para tratar de recuperar su
votación anterior al 2018. No obstante, la idea de que los recursos que
hoy reciben les resultan indispensables es mala por ser falsa. En la
reciente elección federal, el PRI y el PAN incrementaron el dinero
gastado, pero cayeron en número de votos obtenidos. El partido que más
sufragios obtuvo fue el que menos dinero había recibido.
Las reglas del financiamiento no se limitan a las campañas
electorales, como ocurre en muchos otros países, sino que comprende
también el llamado gasto ordinario que se entrega mensualmente. La bolsa
anual de dinero para todos los partidos se conforma al multiplicar el
número de ciudadanos inscritos en el padrón electoral por 65% del valor
diario de la Unidad de Medida y Actualización. El 30% de ese total se
reparte entre los partidos de manera igualitaria y el resto se asigna a
cada cual según el número de votos obtenido en la más reciente elección
de diputados federales. Además, las entidades federativas cuentan con
sendos mecanismos de subsidio a los partidos.
Morena ha planteado siempre que esa bolsa debe reducirse. No se trata
sólo de canalizar unos 2 mil 500 millones anuales (la mitad del
financiamiento actual) hacia otros gastos necesarios, sino también de
bajar las erogaciones públicas que se destinan a sostener pesadas
burocracias partidistas.
El proyecto de disminución del financiamiento a los partidos partió
de reiteradas expresiones populares. El subsidio ha ido subiendo a una
cantidad importante, más aún cuando la bolsa aumenta un 30% en los
comicios intermedios y en un 50% en el año de la elección presidencial.
La demanda de reducir este financiamiento no sólo tiene años sino que
en 2018 fue una insistente promesa de Morena y su candidato a la
Presidencia, los cuales admiten su existencia pero rebaten la cuantía.
Es así de simple.
Durante meses se sostuvieron diálogos entre varios partidos en aras
de alcanzar la mayoría requerida para emitir una nueva norma. Hace unos
días se vio claro que no sería posible, pero al proyecto ya se le había
dado publicidad y estaba listo para ser votado en el pleno de San
Lázaro.
Morena no quiso más demoras porque nada indicaba que la situación
fuera a cambiar y, además, su obligación era cumplir con una promesa
política de campaña aún cuando no fuera posible alcanzar el éxito por
ahora.
La mayoría absoluta de la Cámara de Diputados (274 votos) se ha
pronunciado por bajar el subsidio a los partidos pero, en México, la
norma es constitucional y para modificarla se requiere dos tercios en
ambas cámaras y la aprobación de la mayoría de las legislaturas de las
entidades federativas.
En síntesis, los responsables de que el próximo año se sigan erogando
unos 5 mil millones de pesos en gastos de operación de los partidos son
quienes han votado en contra: PAN, PRI, MC, PVEM, PRD y PT.
El debate sobre este tema, sin embargo, continuará.
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