Hasta ahora han
fracasado todos los intentos del conservadurismo mexicano por
desestabilizar al gobierno de López Obrador. Ni la campaña mediática ni
los esfuerzos por crear las condiciones para dar un golpe de Estado han
tenido éxito. Por eso los conservadores están apelando a su carta
maestra: la intervención militar de Estados Unidos.
Pero
tampoco se observa que se trate de un recurso eficaz. Porque a pesar de
la retórica siempre amenazante de Donald Trump hasta ahora las palabras
no han pasado a convertirse en hechos.
El famoso muro para
contener la migración indocumentada no ha pasado de ser un proyecto
odioso y verborreico. La amenaza de imponer aranceles punitivos a las
exportaciones mexicanas a EU se quedó en pura palabrería. Y tampoco se
le ve al magnate yanqui disposición para embarcarse en una aventura
militar fuera de sus fronteras.
Uno tras otro han fracasado
los esfuerzos de la derecha mexicana por crear las condiciones para una
confrontación entre EU y el gobierno mexicano. A todos éstos López
Obrador ha respondido con serenidad y sin ex abruptos. Esta conducta del
presidente mexicano ha evitado el encono en una relación bilateral
siempre tensa y compleja.
Y como objetivamente no hay visos
de enfrentamiento con el poderoso vecino, la derecha mexicana quiere
construirle a López Obrador la imagen de un gobernante colaboracionista,
si no es que entreguista. Pero esa estrategia perversa tampoco va por
buen camino.
La gente entiende que un conflicto mayor con EU
no es bueno para nadie. Y tiene a la vista los esfuerzos del gobierno
mexicano por evitar una escalada indeseable.
La diplomacia
está haciendo su trabajo siempre apegada a los principios
constitucionales mexicanos y sin concesión alguna en esa materia, como
se ha visto recientemente con el generoso asilo político concedido al
derrocado presidente boliviano Evo Morales. Y como también se vio en la
visita de Estado del presidente cubano, Miguel Díaz Canel.
Suavidad
en la palabras y firmeza en los hechos está siendo la divisa de López
Obrador en la relación con Washington. Una política que recibe la
aprobación de la inmensa mayoría de la población mexicana.
Contra la estridencia de Trump, la serenidad de López Obrador. Este, sin
duda, es el camino correcto. Aunque los conservadores pretendan
convencernos de lo contrario. Parafraseando a Teddy Roosevelt, López
Obrador habla suavemente pero empuña un haz de principios tan
patrióticos como irrenunciables.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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