Enrique Calderón Alzati
Hace poco más de 75
años terminó la Segunda Guerra Mundial, dejando en ruinas la mayor
parte de Europa y buena parte de Asia, con la pérdida de más de 50
millones de vidas humanas y en medio de una crisis económica sin
precedente; sin embargo, 60 años después la mayor parte de los países
que más sufrieron esa destrucción se ubicaban como las principales
economías del mundo y, en los primeros años del siglo 21, se han seguido
desarrollando y ampliando la brecha que los separa de las naciones
subdesarrolladas, entre las que encontramos desafortunadamente a la
nuestra. Por ello, vale la pena preguntarnos cuál ha sido la razón de
este fenómeno, encontrando como respuesta central los esfuerzos
realizados por esos países para asegurar los mejores niveles de
preparación de sus niños y jóvenes de manera que sus conocimientos y
capacidades fuesen comparables con las mejores del planeta; México ha
hecho esfuerzos importantes en esta materia, pero sin lograr resultados
parecidos.
¿Cuál ha sido el error cometido por nuestros gobiernos y por la
sociedad mexicana en su conjunto? Si bien se trata de un proceso social
complejo, varios aspectos nos son ahora conocidos: El primero fue el
pensamiento dominante en el gobierno y en la sociedad en su conjunto, de
que, asegurando un lugar en las escuelas para todos los niños y niñas,
de manera que ellos pudieran terminar su educación básica, su
preparación debía mejorar significativamente. Cuando las primeras
evaluaciones internacionales (PISA) fueron realizadas en 2000 y sus
resultados conocidos, nos percatamos de que estábamos en un error, el
nivel de conocimientos y capacidades de nuestros estudiantes al terminar
la educación básica era significativamente menor que el de esos países.
El problema no se podía resolver sólo asegurando lugares en las
escuelas para todos los niños y niñas, igualmente necesarias eran las
actualizaciones de los planes de estudio para cubrir los aspectos
relacionados con los avances científicos y tecnológicos, el uso de
laboratorios que permitiesen a los alumnos aprender a realizar
experimentos y comprobar que los conocimientos recibidos de sus maestros
fuesen verdaderos, así como de talleres que les permitiesen desarrollar
habilidades manuales para resolver los problemas de la vida cotidiana
ydesempeñar actividades complementarias, relacionadas con el desarrollo
tecnológico eran igualmente necesarias.
Desafortunadamente el empoderamiento de los grupos de tendencias
neoliberales que llegaron al poder en 1982 y principiaron un modelo
económico y social diferente al establecido a partir de la constitución
de 1917, de acuerdo con los ideales de la Revolución iniciada en 1910,
seguramente pensando en que con este modelo permitiría mejorar
significativamente los niveles de conocimientos y competencias de las
nuevas generaciones de estudiantes, mostró que sus tesis y metodologías
estaban equivocadas, no sólo en materia educativa, sino también en los
aspectos económicos y de distribución del ingreso.
El triunfo de Andrés Manuel López Obrador, luego del fracaso
neoliberal, cuyos resultados no han sido otros que la concentración de
la riqueza en unas cuantas familias, la dependencia tecnológica y
alimentaria de otros países, el aumento exponencial de la corrupción y
el retroceso educativo de la nación, requiere hoy de un gran esfuerzo
colectivo y de manera particular de un rencauzamiento del sistema
educativo nacional como elemento central para la transformación del
país. ¿Qué elementos deben constituir la base de este propósito?
Si bien es importante que nuestros estudiantes terminen su educación
primaria, secundaria y media superior y que éstas les den los
conocimientos que tienen los estudiantes de las naciones avanzadas en
matemáticas y ciencias, así como la comprensión y el manejo del
lenguaje, también lo son los relacionados con la administración, las
artes y la cultura nacional, más los aspectos fundamentales de la ética;
de manera que ellos puedan enfrentar y resolver problemas que impliquen
conocimientos interdisciplinarios y puedan tener acceso a instituciones
de educación superior. Por otro parte, es importante reconocer los
índices de violencia, corrupción, delincuencia y de responsabilidad y
cuidado del medio ambiente, los cuales constituyen los más graves
problemas que enfrenta nuestro país y que debiéramos erradicar, o al
menos reducirlos a los niveles existentes hace 40 o 50 años.
Desafortunadamente, estos temas hasta ahora sólo han formado parte
marginal de los programas de estudio y pocos son los maestros que los
atienden, se requiere que reciban una preparación adecuada. El tema del
desarrollo tecnológico que con vertiginosa rapidez está cambiando el
planeta, debe ser igualmente área de atención para el sistema educativo;
no se trata de preparar a nuestros jóvenes como operadores de tales
tecnologías, sino como sus desarrolladores e innovadores. Es importante
la preparación de quienes en el futuro accedan a puestos directivos en
las instituciones gubernamentales y empresas, para que tengan una visión
diferente de la que ha privado.
Aprovecho para despedirme por un tiempo de mis lectores, porque mi
trabajo como director del Instituto Latinoamericano de Comunicación
Educativa me dificulta preparar mis artículos para nuestro gran
periódico La Jornada, del cual me siento orgulloso de haber colaborado los pasados 31 años; espero tener oportunidad de escribir ocasionalmente.
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