Por Gloria López
Madrid, 12 dic. 19. AmecoPress.- Tanto en la
COP25 como en el conjunto de actos, talleres, conferencias y
movilizaciones que se han organizado coincidiendo con su celebración en
Madrid (Cumbre Social por el Clima) la perspectiva de las mujeres en la
lucha contra el cambio climático ha ocupado un lugar importante y ha
contado con la participación de muchas jóvenes.
Que las mujeres se ven afectadas en mayor medida por las
consecuencias del cambio climático es algo que viene denunciándose desde
hace años. Tampoco es nuevo un movimiento que pretende que veamos la
degradación ambiental y la desigualdad de género como dos caras de una
misma moneda: el ecofeminismo.
Varios foros han propuesto una reflexión sobre la sostenibilidad de
la vida con perspectiva de género. El 7 de diciembre, Marta Pascual, de
Feministas por el Clima, coordinó un taller titulado ‘Ecofeminismo para
principiantes’, que contó con una amplia participación. Allí explicaba
que el ecofeminismo es una “práctica política y una filosofía” que
defiende que “la destrucción de la tierra y el sometimiento de las
mujeres y de los pueblos del sur, son prácticas profundamente
relacionadas”. Por tanto, “la lucha contra esas prácticas puede hacerse
conjuntamente”. “Necesitamos luchar contra esta cultura de la
devastación, de la jerarquía y de la apropiación”, aseguró, para añadir
que “muchas mujeres del mundo lo están haciendo de manera muy valiente,
poniendo sus cuerpos y sus vidas en riesgo”.
Pero, a pesar de que las mujeres son las más afectadas por el cambio
climático, son también las que menos representación tienen en los
órganos de poder desde los que se lucha contra este fenómeno. Si bien en
Naciones Unidas reconocen el principio de paridad en la conformación de
los órganos de decisión, vemos que esto no se refleja en las COP,
marcadas todavía por una masculinización de los espacios de decisión.
Por eso son muy importantes los esfuerzos realizados en distintos
ámbitos para incluir la participación de las mujeres en el diseño e
implementación de propuestas orientadas a “salvar el planeta”.
El martes la COP25 acogió el panel "Mujeres liderando acciones por el
clima", que contó con la participación de diversas expertas que
argumentaron la necesidad de aunar las luchas contra el cambio climático
y contra la desigualdad entre mujeres y hombres. De hecho, según
Bridget Burns, directora de Women’s Environment and Development
Organisation (WEDO), "el cambio climático es un elemento que exacerba
las desigualdades". La feminista y activista medioambiental aseguró que
"no hemos llegado a ver los efectos positivos de los principios
feministas de una economía del cuidado".
Dorah Marema, experta en género y cambio climático, enfatizó que "la
mayoría de la población afectada por el cambio climático en África son
mujeres" y defendió la importancia de integrar un "necesario enfoque
interseccional" al afrontar problemas como el recurso del agua.
Las reflexiones y enfoques que aúnan la lucha medioambiental con la
perspectiva de género incorpora a las mujeres como sujetos activos y
plantea así el objetivo de "revertir el papel de víctimas que se ha dado
a las mujeres y representarlas como vectores del cambio", en palabras
de Dina Garzón Pacheco, integrante de Xenergia, Cooperativa Mujeres con
Energía y Coordinadora de la Red Ecofeminista.
Alicia Puleo, una de las más importantes referentes del Ecofeminismo
en el estado español, abogó por una "nueva mirada sobre la naturaleza" y
defendió que es "el momento de reivindicar los cuidados como plenamente
humanos, valiosos e imprescindibles". Puleo criticó los ataques a Greta
Thunberg, -la izquierda le reprocha un discurso blando y la derecha de
su absentismo escolar- como parte de la misoginia que atraviesa el
sistema patriarcal.
Y es que efectivamente, para el ecofeminismo la conexión entre ambas
formas de dominación (degradación de la naturaleza y la opresión de las
mujeres) tienen una raíz común: una estructura de poder
patriarcal-capitalista.
“Para resolver la crisis climática se están basando en los mismos valores que la han creado”
Es necesario reclamar y fomentar la participación activa de las
mujeres y proponer nuevas políticas –climáticas y de desarrollo– que
contribuyan a transformar las estructuras sociales, productivas,
económicas e institucionales de modo que fomenten la igualdad de
oportunidades y el desarrollo sostenible. Lo dice la ONU: luchar contra
el Cambio climático pasa por conseguir la igualdad de las mujeres, entre
otras cosas.
Sin embargo, este enfoque no es el que está primando en la COP25. Lo
explicó ayer Gisela Torrents en la V Asamblea Plenaria de la Cumbre
Social por el Clima, celebrada en la Universidad Complutense de Madrid,
en la que participaron numerosas organizaciones ecofeministas.
La crisis climática es producto de una visión productivista de la
naturaleza, socialmente vinculada a valores masculinos. Es una crisis
cuyas consecuencias afectan más a las mujeres, tanto en el norte como en
el sur del planeta. Frente a esto, no solo es que falten mujeres en
Naciones Unidas, en la COP (curiosamente solo están mayormente
representadas en las ONGs que participan) y en general en los espacios
de decisión para afrontar el cambio climático, sino que “para resolver
la crisis climática se están basando en los mismos valores que la han
creado”, esto es, “competencia entre países, el valor del dinero, la
demostración de quién es más fuerte y tiene más poder”.
“La solución tiene que ver con trabajar en un cambio de paradigma que
ponga la vida en el centro e incluya el principio femenino como motor
de cambio y solución a la crisis climática”, defendió Gisela Torrents.
Ese nuevo paradigma fue desarrollado, con distintos matices y
apoyadas en diferentes experiencias, por las mujeres que ayer expusieron
su visión y propuestas en la V Asamblea Plenaria de la Cumbre Social
por el Clima: la Red Ecofeminista, la Plataforma Feministas por el
Clima, Madres por el Clima, Red de Apoyo al Pueblo Mapuche, Modatima,
Amigas de la Tierra, AVAM (Asociación de mujeres artistas de Madrid),
Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, Marcha Mundial de
las Mujeres y Laura Zúñiga Cáceres (hija de la activista hondureña Berta
Cáceres), entre otras.
Todas valoraron la fuerza del “trabajo en red” y la necesidad de una
“mirada interseccional”, es decir, “el cambio de modelo solo se puede
afrontar desde una mirada que contemple las diferencias de raza, de
etnia, de origen, de clase y también la desigualdad de género”,
explicaron desde la Red Ecofemnista, enfatizando el planteamiento de
“cambio radical”.
Las voces latinoamericanas pusieron nombre a las denuncias. Empezando
por el extractivismo de las transnacionales que están destruyendo el
planeta y cuyas acciones golpean de manera especial los cuerpos de las
mujeres. “Existen más de 300 empresas españolas en territorio mapuche
que están destruyendo el ecosistema”, dijo Nelida Molina, exhortando a
“denunciarlas desde aquí”.
Ese es otro de los objetivos fundamentales del ecofeminismo:
visibilizar movimientos de resistencia de mujeres en toda la Tierra que
plantan cara a negocios extractivistas de muchos tipos y al orden
patriarcal que las ningunea y hace recaer sobre ellas los principales
daños de la destrucción. Laura Zúñiga Cáceres es una de estas mujeres.
Su potente discurso pudo escucharse ayer en la asamblea, compartiendo
una crítica al “capitalismo verde” y abogando por profundizar e ir a la
raíz del sistema y de sus abusos: golpes de Estado que se han ido
produciendo en distintos países de Latinoamérica, respondiendo a los
intereses de las transnacionales; extractivismo y militarización y en
definitiva, legitimización de la violencia patriarcal sobre los cuerpos
de las mujeres. Es un verdadero “feminicidio capitalista”, dijo Mafalda
Galdames Castro, secretaria general de la Asociación Nacional de Mujeres
Rurales e Indígenas de Chile, y “nosotras somos las guardianas de las
semillas en el mundo”.
Pluralidad y luchas globales
Las activistas resaltaron la pluralidad y el valor de las luchas
globales que las mujeres están encabezando y que se articulan como
verdadera alternativa. Desde Feministas por el Clima explicaron la
intención de crear una red de organizaciones que contribuya a crear
teoría feminista y a coordinar acciones conjuntas -8M y movilizaciones
por el clima previstas para el mes de abril-. También la Marcha Mundial
de las Mujeres tiene prevista la quinta acción internacional para el
2020: comenzará el 8 de marzo y durará hasta el 17 octubre. Son lo que
Laura Zúñiga Cáceres llama “acciones globales, resistencia de los
pueblos”.
El ecofeminismo defiende la fuerza de la inteligencia colectiva para
modificar el modelo de desarrollo vigente, basado en una razón meramente
instrumental y que acarrea la destrucción del ecosistema global. Las
reivindicaciones que se han hecho desde el colectivo, en el marco de la
cumbre del COP25, implican un decrecimiento, realizado de forma
feminista, empática y según los principios de la ecojusticia. La
economía feminista y la ecológica defienden que el valor debe estar en
la posibilidad de que toda la humanidad tenga una vida digna en un medio
natural sano; en ese modelo, la universalización de los cuidados es una
pieza angular.
Las mujeres como sujetos activos y diversos y feminismo y ecologismo en alianza: claves en la lucha contra el cambio climático.
Fotos: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario