La Jornada:
Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
▲ Acuerdos de apoyo de Angela Merkel yXi Jinping a la OMS, así como a la promoción de la cooperación internacional en la ONU, habrían irritado a Donald Trump.Foto Ap
El catalán y socialista Josep Borrell, a cargo de la política exterior de la Unión Europea (UE), definió su nueva política con China y EU como doctrina Sinatra, quien inmortalizó la canción My way, que no toma partido en la confrontación de Washington contra Pekín.
La autoría de la canción es del sirio-estadunidense Paul Anka y ya había sido enunciada dos semanas antes de la caída del muro de Berlín en 1989 por Guennadi Guerasimov (GG), portavoz de Gorbachov, ex mandamás soviético.
GG optó por la doctrina Sinatra –en contraste a la doctrina Brejnev, donde la URSS imponía su ley a los países satélites– que en forma cándida le otorgaba a Polonia y a Hungría, independientemente de la legitimidad de sus veleidades geopolíticas, la latitud de escoger una vía diferente, lo cual marcó el inicio de la balcanización de la URSS (https://bit.ly/3efv5dY).
Sylvie Kauffmann (SK), editorialista del rotativo galo Le Monde, explaya la doctrina Sinatra e incurre en acrobacias lingüísticas, en medio de las tensiones noratlánticas en la fase de Trump, para diferenciar el
no-alineamientode la UE en la disputa de EU y China, lo cual no significa
equidistanciacuando existe una franca
asimetría, que se agudizó con la pandemia del Covid-19, que debe
poner freno a las ambiciones de Pekín, sin caer en la trampa de una confrontación entre China y EU que se ha vuelto estructural (sic).
A inicios de junio, en una conversación telefónica, el mandarín Xi Jinping y la canciller alemana Angela Merkel (AM) –por tercera vez desde el brote del Covid-19– acordaron varios puntos, como el apoyo a la OMS, que es anatema para Trump, y la promoción de la cooperación internacional en la ONU y con el G20, además de acelerar los intercambios geoeconómicos (https://bit.ly/3eiLVbS).
Se espera la visita del mandarín Xi a Alemania para septiembre –sea en forma presencial o por una videocumbre– para dialogar con los 27 miembros de la UE.
El Covid-19 profundizó la relación franco-alemana, y la reciente visita de AM a su homólogo francés Emmanuel Macron expuso eldeseo mutuo de mantener relaciones estables y sanas con China, pese a las fuertes presiones de la dupla Trump/Mike Pompeo para adoptar una confrontación de corte sinofóbica (https://bit.ly/3hLZGCa).
Es probable que la resurrección europea con su doctrina Sinatra y el coqueteo de la canciller AM con el mandarín Xi hayan contribuido a la exasperación de Trump, quien acaba de ordenar el retiro de 9 mil 500 efectivos de Alemania para septiembre –de un total de 34 mil 500 y que en un momento dado de rotación pueden alcanzar 52 mil (https://on.wsj.com/3dlrqKe)–, debido al incumplimiento, según sus decires, de aumentar su gasto militar en el seno de la OTAN. Coincidentemente, cuando se gesta la cumbre entre el mandarín Xi y la UE-27 que presidirá Alemania, es cuando EU retira sus tropas, de las que se ignora cuál será su nuevo destino (https://bit.ly/3eiMKS0).
A Trump le ha irritado que Alemania no haya detenido el gasoducto NordStream2 proveniente de Rusia, y no faltan legisladores pugnaces del Partido Demócrata, como Bob Menendez y Eliot Engel, quienes disparatan de que el retiro de tropas estadunidenses beneficia al zar Vlady Putin (https://bit.ly/2YWzNXs).
En su mÁs reciente artículo, SK comenta que la
pandemia del Covid-19 hizo mover las líneas en Europa que podría salir transformada, mientras en el campo de la geopolítica mundial “la crisis exacerbó las grandes tendencias en curso sin cambiar fundamentalmente la sustancia (https://bit.ly/2YinsOe)”, por cierto, tesis de Bajo la Lupa.
SK confiesa que la UE estuvo a punto de
desintegrarse, pero
se recuperó y después del estadio de sideración (sic), eligió el camino inverso, el de una integración más profunda, para levantar sus economías y resistir mejor los futuros choques.
Falta mucho por avistar si las rediseñadas tendencias centrípetas superan a las fuerzas centr ífugas, así como ver qué tanto funciona la doctrina Sinatra, que ya fracasó una vez y comporta el grave error de menospreciar a Rusia.
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