La pandemia de coronavirus
ha vuelto a cobrar fuerza en Asia. Lo más preocupante no son los
rebrotes en China y Corea del Sur, sino el número sin precedente de
nuevos casos reportados en India y Pakistán (15 mil y 7 mil,
respectivamente), países que suman una población de casi mil 600
millones y cuyos sistemas hospitalarios –sobre todo el del segundo–
carecen de posibilidades razonables de hacer frente a un pico epidémico
agudo.
Inquieta, además, que en India la mayor parte de los contagios tiene
lugar en zonas rurales. Mientras tanto, en América, no hay signos de que
las infecciones vayan a la baja.
El fenómeno epidémico ha reducido su intensidad en la costa
nororiental de Estados Unidos, donde en meses pasados se tradujo en un
catastrófico número de fallecimientos; no obstante, se ha trasladado a
los estados del oeste y el sur.
Brasil ocupa desde hace semanas el segundo lugar mundial en muertes
por Covid-19 y el primero en nuevos contagios diarios (55 mil el domingo
anterior), después de Estados Unidos (alrededor de 37 mil), en una
trágica situación que es en buena medida atribuible a la pésima gestión
de la crisis sanitaria por parte del presidente Jair Bolsonaro, y en
México la enfermedad parece encontrarse en una meseta interminable.
A finales de la semana pasada, Tedros Adhanom Ghebreyesus, director
general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aportó un dato
estremecedor para destacar que el fenómeno se sigue acelerando: pasaron
más de tres meses para que ocurriera el primer millón de casos en el
mundo, pero el último millón se acumuló en solamente una semana.
La lejanía de una reducción significativa de la pandemia a escala
global resulta desoladora, sobre todo si se tiene en cuenta que amplios
sectores de la economía mundial han resultado devastados por las medidas
de confinamiento y distancia social que la crisis sanitaria ha obligado
a adoptar con la finalidad –no siempre lograda– de reducir el ritmo y
el número de las infecciones.
El transporte aéreo y el ramo aeroportuario, la hotelería y el sector
de restaurantes enfrentan un desastre mundial, pero también se
encuentran en una situación angustiosa el rubro de fabricación de
automotores y la industria manufacturera en general, los espectáculos en
vivo y los deportes que solían congregar a masas de espectadores y que
hoy deben realizarse únicamente con fines de transmisión televisiva y en
estadios vacíos de público.
Por lo demás, parece claro que la reactivación de la vida en aquellas
naciones en las que parece haber pasado lo peor de la epidemia ha de
ser acotada de manera necesaria, parcial y sujeta a resultados, y no
será posible recuperar el pleno ritmo social, económico y político en el
planeta, mientras no se disponga de vacunas de distribución
generalizada y de tratamientos eficaces en contra del Covid-19.
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