Ciudad de México. La suspensión de clases, el
confinamiento y el aumento de personas enfermas de COVID-19 está
generando una crisis en los cuidados en el mundo, lo que ha afectado con
sobrecarga de trabajo a las mujeres, principalmente las que reciben
ingresos bajos, advirtió ONU Mujeres.
A través de una tarjeta informativa, ONU Mujeres señaló que la
experiencia de las crisis del Ébola y del VIH mostraron que, cuando los
sistemas de salud fallan, son las mujeres quienes intervienen como
cuidadoras no remuneradas en el hogar, a menudo con impactos
“devastadores” en su propia salud. Durante esta pandemia, las mujeres
han estado en la primera línea en la provisión de cuidados remunerados y
no remunerados a nivel global.
En el mundo, mujeres representan más de dos tercios de la fuerza
laboral en el rubro de los cuidados. En México, de acuerdo con la
Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, las personas trabajadoras en el
cuidado de otros, que incluye a niñas, niños, personas con discapacidad
y personas mayores, tanto en establecimientos como en casas
particulares, ascienden a 360 mil personas, de las cuales 96 por ciento
son mujeres, señaló el organismo internacional.
Las trabajadoras del hogar, por su parte, constituyen otro sector que
aporta en gran medida a cubrir el trabajo de cuidados de manera
remunerada. Solo en América Latina se calculan alrededor de 18 millones
de personas dedicadas al trabajo doméstico remunerado, de las cuales 93
por ciento son mujeres.
En México hay 2.2 millones de personas trabajadoras del hogar; 90 por
ciento son mujeres, de las cuales 75 por ciento no tiene prestaciones
sociales. Muchas de las mujeres que se dedican de manera remunerada al
trabajo doméstico y de cuidados, además de ganar salarios bajos, carecen
de protección social, lo que incrementa su vulnerabilidad, expresó el
organismo.
De acuerdo con ONU Mujeres, las mujeres en la “primera línea del
cuidado” se han visto afectadas por la contingencia sanitaria de varias
maneras. A muchas de ellas les han suspendido sus empleos para prevenir
contagios en el sitio de trabajo. En otros casos, han incrementado
sustancialmente las labores domésticas y de cuidado en las casas
particulares, producto del confinamiento y la suspensión de las clases
presenciales en las escuelas, aumentando su sobrecarga física y
emocional. Además, podrían estar insertas en escenarios con alto riesgo
de contagio de COVID-19, al tener que cuidar a personas infectadas.
En México, la suspensión de clases para prevenir contagio del
COVID-19 hace que 25.5 millones de personas en edad de ser cuidadas por
una persona adulta se queden en sus hogares durante el confinamiento. En
al menos un cuarto de los hogares del país hay una persona menor de 6
años.
Esto se suma al tiempo que las mujeres ya dedicaban al cuidado de
familiares en el hogar previo a la pandemia y, en muchos casos, al
trabajo remunerado que muchas mujeres están desarrollando desde casa,
denunció la ONU. A nivel mundial, las mujeres dedican 2.6 veces más
tiempo que los hombres a realizar trabajo doméstico y de cuidados no
remunerado y, en México, el triple de horas. “Lo anterior implica una
sobrecarga que impacta el bienestar físico y mental de las mujeres y a
su dinámica de vida durante la pandemia de COVID-19”, detalló el
organismo.
Otro rubro esencial en el que participan activamente las mujeres es
en las ocupaciones vinculadas con los servicios, explicó la ONU. En
México, 79 por ciento de mujeres ocupadas labora en el sector terciario,
de las cuales, 33 por ciento trabaja en comercio y 15 por ciento en
restaurantes y servicios de alojamiento. Adicionalmente, muchas mujeres
participan en los servicios y la atención que se da en establecimientos
esenciales en el periodo de confinamiento, tales como farmacias y
supermercados. De acuerdo con la ENOE 2019, 62 por ciento de 1.04
millones de personas que se desempeñan en este tipo de empleo en México,
son mujeres, por lo que en este periodo de cuarentena están en un mayor
riesgo al no poder quedarse en casa.
Por todo ello, ONU Mujeres recomendó priorizar la protección social
de la población dedicada a los cuidados remunerados, de las trabajadoras
del hogar y de las mujeres que trabajan en la informalidad, y asegurar
la inclusión de las mujeres en situación de riesgo en fondos de
contingencia, así como proteger los empleos, negocios y medios de vida
de todas las personas, especialmente de las mujeres más vulnerables, y
poner en marcha, lo antes posible, medidas que garanticen empleos
decentes y una recuperación económica equitativa y sostenible.
El organismo también pidió garantizar el acceso de las mujeres a
servicios de salud mental y apoyo psicológico por el desgaste y la
contención que implica el trabajo de cuidados. Impulsar acciones para
reconocer, reducir y redistribuir el trabajo doméstico y de cuidados,
remunerado y no remunerado que realizan mayoritariamente las mujeres y
promover la corresponsabilidad y solidaridad al interior de los hogares.
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