Tercera y última parte
Normalidad y anomalía:
De acuerdo con ello, la Teoría Queer (TQ) rechaza la clasificación de
los individuos en categorías universales como “homosexual“,
“heterosexual“, “hombre” o “mujer“, sosteniendo que éstas esconden un
número enorme de variaciones culturales, ninguna de las cuales sería más
fundamental o natural que las otras. Contra el concepto clásico de
género, que distinguía lo “heterosexual” socialmente aceptado (en inglés
straight) de lo “anómalo” (queer), la Teoría Queer afirma que todas las
identidades sociales son igualmente anómalas.
Contra las clasificaciones tradicionales:
La Teoría Queer critica las clasificaciones sociales de la
psicología, la filosofía, la antropología y la sociología tradicionales,
basadas habitualmente en el uso de un solo patrón de segmentación —sea
la clase social, el sexo, la raza o cualquier otra— y sostiene que las
identidades sociales se elaboran de manera más compleja como
intersección de múltiples grupos, corrientes y criterios (Papalia,
2001).
El borrado de las mujeres
Esta teoría no sólo ignora los avances de las ciencias sociales y la
biología, desconociendo a la propia naturaleza, negando la existencia de
las mujeres, nombrándonos mujeres cis o cuerpos menstruantes o
gestantes. Negar la violencia contra las mujeres, promoviendo la
explotación sexual y reproductiva de las mujeres, incluso, para algunos,
la pederastia y pedofilia, ya que se ha comprobado en varios casos de
alquiler de vientres en que las niñas y niños comprados acaban en la
prostitución o la pornografía infantil.
La Filantropía, el Lobby Proxeneta y el Transactivismo
El lobby proxeneta, la filantropía de las Open Societies, encabezadas
por George Soros que no sólo financian a las organizaciones pro
“trabajo sexual”, sino también apoya al transactivismo y la ideología
queer empeñada en invisibilizar a las mujeres y sus demandas. Pero que
también ofrece becas a las universidades para formar cuadros para su
ideología.
George Soros y Bill Gates son de los pocos empresarios que se dan el
lujo de asistir con voz al Foro Económico de Davos. Y es muy interesante
darnos cuenta que el transactivismo y el lobby proxeneta acompañados de
la ideología queer no sólo son un troyano que busca destruir al
feminismo desde adentro, y, por supuesto, al sujeto político del
feminismo, las mujeres. Lo que significa que el capitalismo y el
neoliberalismo son enemigos del movimiento feminista que a últimas
fechas ha demostrado ser una fuerza importante que avanza. Incluso el
discurso queer es un discurso que favorece al patriarcado y la violencia
contra las mujeres. Y por eso hoy cobra mayor vigencia esa consigna
que dice: “patriarcado y capital son una alianza criminal”.
Tenemos que erradicar de nuestro discurso todas las veces que
hablamos de género: como violencia de género, hoy debemos de manejar
violencia contra las mujeres; o igualdad de género, debemos usar
igualdad entre mujeres y hombres; y paridad de género, por paridad para
las mujeres, porque de lo contario los avances que tenemos los
tendríamos que compartir con el colectivo trans a mujeres, como la
paridad en todos los niveles de gobierno.
Y el movimiento LGTTTIQ+ creció, se consolidó y logró reconocimiento
gracias al apoyo del movimiento feminista y hoy regodeándose en su
justificación y su auto victimización, nos tildan a todas las que
pensamos distinto, y lo manifestamos, de transfóbicas.
“Ser feminista, no es una vivencia intima o personal, es ser parte de
un movimiento político y social. Ser feminista es identificarse con una
agenda. Y no traicionar la agenda para hacer que se adapte a las
expectativas de cada uno o cada una en lo individual.”
Es no caer en las trampas conceptuales sobre la identidad de género,
basadas en la subjetividad y diversidad. Ser feminista es
des-identificarse de las pautas de adscripción de género, justo lo
contrario del modo de operar transgénero, que pretende que nos
identifiquemos al género.
El debate se traslada de la igualdad a la diversidad, de los derechos
a los deseos, de la vindicación colectiva a la subjetividad individual.
Un nuevo sujeto omnímodo que no duda en disputar al feminismo sus
espacios, queriendo convertirlo en transfeminismo a partir de categorías
fluidas e inestables. Se trata de la imposición reactiva de la
misoginia patriarcal. Y si no aceptamos esta imposición de otra teoría
con su propia jerga, nos inventan nuevos insultos que integran la serie
de loca, puta, bruja, transfóbica o terf.
Y entonces resulta que no importa el sexo con el que nacemos mujeres y
hombres, si no nuestras preferencias, y nuestros gustos para cambiar
nuestra identidad en el momento en que se nos antoje. Pero también se
atreven a defender que también los niños y las niñas pueden elegir
cambiar su identidad de género, mediante el uso de bloqueadores de la
pubertad. Trampa en que han caído distintas autoridades, sin medir las
consecuencias que sobre la salud de las niñas y niños puede tener el que
elijan una identidad distinta al sexo con el que nacieron.
Y resulta que quienes impulsan el reconocimiento de la prostitución
como trabajo y que también impulsan los vientres de alquiler, ahora
impulsan que el Estado reconozca a niñas y niños trans.
Bajo el discurso de que el Gobierno de México respeta todas las
orientaciones sexuales e identidades o expresiones de género, una alta
funcionaria del gobierno pidió al Poder Legislativo avanzar en las
normas legales que otorguen mayores derechos a quienes integran este
sector de la sociedad, incluso desde que son menores de edad, lo que es
brutal, cuando en el gabinete hay una ex ministra de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, cuando nuestro derecho civil establece que en el
caso de niñas y niños hay vicio en el consentimiento.
Y la Convención de los Derechos de la Niñez, que si bien establece
Derechos Humanos para las niñas desde el nacimiento, también establece
obligaciones para su cuidado y desarrollo, ya que hay derechos que van
adquiriendo conforme se desarrollan, pero además le da la obligación
subsidiaria al Estado para su cuidado y desarrollo.
El feminismo debe dar la batalla contra el discurso de asignación de
género y buscar la anulación de esa categoría y sus consecuencias.
Tenemos mucho que perder.
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