Mumía Abú-Jamal
29/11/08
Mientras la economía de la nación oscila entre burbujear y reventar, la gente se está dando más y más cuenta de los niveles obscenos de desproporción entre el trabajador promedio y sus CEOs (De su denominación en inglés, Chief Executive Officers, CEO, Jefes Oficiales Ejecutivos.)
Durante las audiencias en el Congreso donde los hombres de negocios rogaron y los políticos sermonearon, mucho se habló de los lujosos aviones privados que los CEO usaron para llegar a Washington.
Pero éso en verdad era sólo una miseria cuando se habla del asunto que raramente se discute: los salarios y compensaciones de los ejecutivos.
Cuando vemos a 12 de las economías más avanzadas del mundo, Estados Unidos supera ampliamente a todas la otras en las tasas de pagos entre los CEO y los trabajadores promedio.
En 2006, el CEO promedio hizo 364 veces más que el trabajador promedio. Tan increíble como ésto suena, esta cantidad fué substancialmente más baja de lo que hizo el año 2000, cuando un CEO ganó
525 veces más que un trabajador. En 2007, fué 344 veces más que el trabajador promedio.
Tan disparatado como ésto suena es normal si uno considera la burbuja que son las salas de juntas de la nación, en las que compadres cuidan a sus compadres, casi completamente divorciados del rendimiento de la compañía.
La otra razón por la que tales arreglos raramente son puestos en duda con éxito es que los arreglos son basados en contratos firmados entre las juntas de las corporaciones y los CEO, y generalmente ésos son los términos bajo los cuales un CEO se une a una firma.
Los contratos son la roca base de los negocios norteamericanos, y, en verdad, están entre los principios de fundación de Estados Unidos. ¿Porqué digo éso?
Veamos la Constitución. Aquí está: Artículo I; Sección 9:
Ningún Estado deberá... pasar ninguna ley... que perjudique el cumplimiento de los contratos...
Así que, ¿qué si un contrato dice que un CEO sea pagado 30 millones de morlacos al año, y la compañía perdió 200 millones de dólares en ganancias? Despidan a 25,000 trabajadores! Contratos son contratos. ¿No es cierto?
Esa es la forma norteamericana de hacer las cosas. Por lo menos éso es lo que los grandes negocios impusieron en las últimas décadas. En 1980, el CEO promedio hacía
42 veces más que el trabajador promedio. Para 1990, esa cantidad más que se dobló y llegó a 107 veces más.
Mientras la economía se desmoronaba como castillo de naipes, Wall Street pagó, sólo el año pasado, 33 billones de dólares en bonos a sus ejecutivos.
Es difícil resistir la tentación: los negocios sólo son una máquina -- máquina para hacer dinero -- para beneficiar a los CEO, a las juntas de directores, a sus amigotes, ocacionalmente a los accionistas -- y por último, a los empleados.
Es precisamente esta máquina la que creó los problemas de costos de producción, la plaga de las hipotecas, y las repercuciones económicas actuales de la última explosión de la burbuja de la salvaje avaricia especulativa...mientras se paga a los CEOs fortunas propias de reyes.
--(c) '08 maj
Fuentes:
Heather Landy, "Salarios de los Ejecutivos Desatan indignación" (Executive Pay Sparks Outrage, The Washington Post, Edición Semanal Nacional, Noviembre 24-30, 2008, páginas 7-8.)
Brenna Maloney and Todd Lindeman, "Detrás de los Grandes Días de Pago," (Behind the Big Paydays, The Washington Post, Noviembre 24-30, 2008, Edición Semanal Nacional, gráfica de tasas de pago, página 7.)
Traducción libre del inglés enviado
por Fatirah, litestar@aol.com, hecha en
REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
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