MUJERES Y SALUD MENTAL
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
Cimacnoticias | México, DF.-Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la familia es el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, teniendo derecho a la protección de la sociedad y del Estado (1).
La familia nuclear moderna no es el único modelo de familia, sin embargo, sí ha sido el modelo legitimado como hegemónico de lo que se impone culturalmente como “normal”.
La familia, como cualquier sistema social y eje dinámico, cambia y tiende a adaptarse al contexto de una sociedad, lo que explica la gran cantidad de familias extensas en las sociedades tradicionales, y el aumento de familias monoparentales en las sociedades industrializadas.
Y últimamente, el reconocimiento legal de las familias homoparentales en sociedades donde la legislación ha reconocido el matrimonio homosexual y lésbico, por lo que la vida familiar está presente prácticamente en todas las sociedades.
Las formas de la vida familiar son muy diversas, porque dependen de factores sociales, culturales, económicos y afectivos, por lo que existen diferentes modelos de familia.
Me enfocaré en este artículo en el modelo sobreprotector de familia, por considerarlo el más establecido en nuestra sociedad resultado del comportamiento que mujeres y hombres tenemos al ser influenciadas e influenciados por los mandatos de género.
Es natural que cuando somos niñas y niños dependamos de nuestra mamá y de nuestro papá para todo, y a medida que vamos creciendo, nuestra autonomía tendría que ir aumentando hasta desarrollar de manera total nuestra personalidad.
Existen diferentes tipos de sistemas familiares entre los cuales se encuentra el modelo de familia sobreprotectora que es un modelo donde hay mucho afecto involucrado porque tanto la madre como el padre manifiestan interés por el bienestar de sus hijas e hijos y están pendientes de sus necesidades.
En este tipo de familia se corre el riesgo de que al dar tanto “amor” en lugar de enseñarles a las y los hijos a que se responsabilicen de satisfacer sus necesidades, sean la mamá y el papá quienes terminen responsabilizándose de esas necesidades.
El problema no es amar, sino que al sobreproteger no se fomenta su autonomía emocional ni personal, y mucho menos se les fomenta la responsabilidad para fijarse metas por sí mismos.
Una mamá o papá sobreprotectores creen ser los únicos responsables de lo que a su descendencia le puede pasar, también piensan que mientras puedan, procurarán que disfrute todo lo que sea posible porque ya la vida pondrá enfrente inconvenientes en la edad adulta.
Generalmente este tipo de mamás y papás están sumamente nerviosos y aprehensivos cuando sus hijas e hijos hacen algo sin apoyarse en ellos o no requieren de su supervisión.
Incluso pueden enojarse cuando los menores de edad toman la iniciativa, transmitiéndoles sus miedos a través del exceso de preocupación y por otro lado, se sienten culpables cuando no consiguen protegerles del dolor físico y emocional.
En definitiva, tratan de evitar que la niña o el niño la pase mal.
Cuando hijas e hijos empiezan a ir a la escuela, están continuamente avisándoles de todos los posibles peligros existentes y aún más, les acompañan a todo lo que pueden, son las mamás y los papás quienes les resuelven sus problemas.
Desde mi punto de vista, la familia sobreprotectora se vincula así porque la manera de sobreproteger de la madre como del padre, está determinada y enfatizada por el rol que la sociedad les ha impuesto.
Las mujeres lo ejercen desde su rol de entrega y ser para “las y los otros” (independientemente de además trabajar fuera de casa), a través del cuidado y el sacrificio, proyectándose en sus hijas e hijos y viviendo la vida de ellos sobre todo si carece de un proyecto de vida personal, colocando su autoestima en la sensación de ser necesitada.
En el hombre que es padre tratará de proporcionar seguridad y protección, especialmente desde su rol social de proveedor, tomando muchas veces las decisiones por sus hijas e hijos, generando que ellos duden de su propio criterio y reforzando la obediencia con aprobación y afecto.
Estas son algunas posibles consecuencias emocionales de la sobreprotección: autoconcepto bajo o muy pobre de sí mismos, dificultad para tomar decisiones, búsqueda de seguridad en otras personas, baja o nula tolerancia a la frustración, dificultades en el aprendizaje y en la puesta en práctica de habilidades sociales, relaciones conflictivas con la madre y el padre, y en grado extremo, depresión.
Es obvio que es importante para el desarrollo de cualquier niña o niño tener cariño, cuidados y amor por parte de quienes son sus cuidadores; sin embargo, no es conveniente impedir que hijas e hijos asuman responsabilidades, para que aprendan a solucionar sus problemas y obstáculos a los que se enfrenten en su vida y logren ser autónomos.
Creo conveniente para que una familia no se convierta en una familia sobreprotectora, y lograr educar a hijas e hijos como seres independientes, confiar en ellos permitiéndoles que exploren sus habilidades y exploten su desarrollo, guiándoles y supervisándoles en el proceso y lo más importante, que las mamás y los papás cuenten con intereses propios que alimenten sus vidas.
Wikipedia en español (1)
www.saludmentalygenero.com.mx
*Psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.
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