8/20/2013

Decir(se) desde el género




Por Adiel Martínez Hernández
Maestro en Comunicación y Antropología por la Universidad Nacional Autónoma de México. Docente e investigador de temas de semiótica, género y masculinidad, e identidades y cambios culturales.


El columnista manifiesta que para hablar de perspectiva de género se deben conocer los postulados teóricos para que, al momento de exponer el tema, no se quede solo en discurso sino buscar la transformación social.

Todo acto discursivo en tanto manifestación del lenguaje permite identificar a los sujetos participantes y las circunstancias en que se realiza el discurso. Como sostienen Maturana y Varela en su obra El Árbol del conocimiento, todo lo dicho es dicho por alguien y eso es lo que constituye la experiencia humana.
La perspectiva de género puede ser entendida como un bloque discursivo que permite la observación-explicación de las condiciones de relación entre mujeres y hombres en cada cultura y en cierto tiempo histórico. También permite adoptar una postura crítica ante dichas condiciones, buscando transformarlas hacia una situación más igualitaria.

El lenguaje es un estructurador de pensamiento y realidad. Un discurso se puede pensar como un espacio sígnico donde el sujeto construye su subjetividad y su potencial comunicante. De ahí que el género como discurso permita la construcción de la identidad de las personas. El género en tanto proceso discursivo le proporciona al sujeto una serie de significados de lo femenino y lo masculino que le serán útiles para observar-explicar la realidad.

Desde el plano individual y psíquico, cuando un sujeto ya estructuró un discurso implica que ya se apropió de los signos y significados que le permitirán la interacción social. Cuando se habla, se están reproduciendo dichos significados, los cuales nos pueden mostrar desde qué espacio o bloque discursivo se están diciendo y con qué intención discursiva se están empleando.

En las instituciones y en las políticas públicas, los postulados de la perspectiva de género han servido para obtener escaños y beneficios personales. Poco se ha reflejado en las condiciones en que viven mujeres, niños y hombres. Las dependencias que fueron creadas para atender los delitos contra la mujer, hacen caso omiso ante las exigencias de emitir la alerta de género ante el incremento de los feminicidios en algunas regiones del país.

Destaca por su alcance social, el uso que hacen los medios de comunicación de la perspectiva de género. Considerándolo un componente más del discurso mediático que atraerá a ese sector del público interesado en los temas de género. O simplemente con poner al frente a una mujer o un grupo de mujeres, consideran que están mostrando aspectos de la perspectiva de género.

Recientemente la columnista Ivette Laviada del periódico Milenio de Yucatán, que subtitula su columna como "periodismo con perspectiva de género", escribió un artículo que criticaba la decisión de la Corte de permitir el matrimonio homosexual en el estado. El texto, que a todas luces tenía un sentido homofóbico, fue duramente criticado. Mostrando los equívocos de algunos periodistas al querer aprovechar el discurso de género para conseguir espacios en los medios.

Los discursos no son cerrados ni estáticos. Al ser expresión de un contexto histórico y cultural contiene un dinamismo que lo hace transformarse para enriquecerse y ser útil para el sujeto en el proceso de observación-explicación. De ahí que identifiquemos cómo en la perspectiva de género se ha integrado la mirada y las experiencias de otras minorías, como la diversidad sexual y las masculinidades emergentes. Sumadas a las visiones críticas de mujeres feministas han consolidado ese bloque discursivo que busca la transformación social.

Es por ello que debemos ser cautos y responsables al sumarnos al discurso de la perspectiva de género. Debemos conocer bien sus postulados teóricos y su postura política. Debemos reflexionar qué queremos decir desde el género; a quién se lo queremos decir y para qué lo queremos decir. Debemos también estar atentos ante aquellos oportunistas que poco aportan a la reflexión de las condiciones en que vivimos mujeres y hombres.

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