Gabriela Rodríguez
El
ejercicio de los derechos humanos y la equidad de género, más que el
crecimiento poblacional, fue colocado en el centro de la agenda mundial
de población desde 1994 en que se realizó la Conferencia Internacional
de Población y Desarrollo en El Cairo. Hoy que se realiza la evaluación
de los logros a 20 años, el subcontinente de América Latina y el Caribe
logró un avance inédito en términos de los derechos sexuales y
reproductivos de adolescentes, de jóvenes y de las mujeres.
Cuando por primera vez hay un Papa latinoamericano, la ratificación del carácter laico de los estados parece un impulso secular para fortalecer la democracia y la autonomía ciudadana, el consenso precisa el compromiso de “invertir en la juventud, a través de políticas públicas específicas y condiciones diferenciales de acceso, especialmente en la educación pública, universal, laica, intercultural, libre de discriminación, gratuita y de calidad…” Inédito es también el compromiso por avanzar en el acceso al aborto: “Eliminar las causas prevenibles de morbilidad y mortalidad materna, incorporando en el conjunto de prestaciones integrales de los servicios de salud sexual y salud reproductiva medidas para prevenir y evitar el aborto inseguro, que incluyan la educación en salud sexual y salud reproductiva (…) asegurar, en los casos en que el aborto es legal o está despenalizado en la legislación nacional, la existencia de servicios de aborto seguros y de calidad para las mujeres que cursan embarazos no deseados y no aceptados e instar a los Estados a considerar la posibilidad de modificar las leyes, normativas, estrategias y políticas públicas sobre la interrupción voluntaria del embarazo…”
El
actual presidente de la República Oriental de Uruguay, José Mujica
Cordano, quien fue líder del Movimiento de Participación Popular,
sector mayoritario de la fuerza política de izquierda Frente Amplio, en
su mensaje sobre la inversión en los jóvenes afirmó: “Hay mucho dinero
pero está concentrado, y hay mucho más egoísmo que dinero… Nadie le va
a regalar a los jóvenes, nunca les regalaron nada; los jóvenes en la
historia humana se abrieron paso a los codazos, los jóvenes no son
imberbes o niños, son adultos fuertes y pueden y deben (…) Yo creo que
no tenemos crisis con los jóvenes, tenemos crisis civilizatoria que es
distinto, que incluye a jóvenes viejos y al destino de la vida humana
arriba de la Tierra... y mucho mas grave, nos queremos consolar
creyendo que esto se arregla gastando un poco más en los jóvenes y
educándolos, calificándolos, y no les preguntamos ¿por qué estamos
vivos?.... Para luchar por ser felices y libres, el concepto de
felicidad no se cuantifica: este es el problema si queremos que
trabajen ocho, diez o doce horas, paguen impuestos y las cuotas de
jubilación… eso queremos, un mundo arregladito, como se nos ocurre a
nosotros, como hemos tenido que soportar nosotros. ¿Será ese el destino
del hombre? O en las rebeldías y en las inconformidades juveniles
aletea algo que no podemos definir, tal vez un destino de libertad y
civilización distinta… No lo tengo claro, permítanme: ese mundo
cuadradito y organizado no hace feliz a la gente. Son interrogantes que
no son sencillas de contestar (...) No se puede mejorar el mundo a
costa de perder la libertad, de ser un tipo esclavizado con una rutina
que empieza hoy y termina en el cajón; creo que nuestra civilización
cristiana y occidental es un gigantesco fracaso, porque ha transformado
a la vida en una operación para gastar, consumir y acumular y lo que se
está despilfarrando son horas de vida arriba del planeta. Y creo que
los jóvenes lo sienten porque necesitan tiempo, tiempo libre, tiempo
que no se cuantifica, tiempo para amar, tiempo para cualquier cosa…”
Twitter: @Gabrielarodr108
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