Comprar sin medida te hace sentir solo y aislado. Pero, según un estudio, los shopaholics tienen menos efectos negativos que los que adquieren bienes materiales para ser felices o medir su éxito
Lunes 19 de agosto de 2013
Comprar
sin cesar no logra otra cosa más que hacerte sentir solo. Aunque los
expertos aseguran que la terapia de compras –con moderación– brinda
beneficios útiles, una nueva investigación indica que no sirve de nada.
De hecho, alega que comprar y valorar lo material solamente aumenta la
sensación de soledad y aislamiento de una persona.
Según una investigación publicada por Journal of Consumer Research,
el shopping, valorar la ropa y los accesorios como medida de éxito o
incluso como un tipo de terapia está asociado con un aumento del
sentimiento de soledad con el tiempo.
Rik Pieters, autor del estudio e investigador del departamento de
mercadotecnia de la Tilburg School of Economics and Management, en
Holanda, dice que hay tres tipos de materialismo, “centralidad en la
adquisición”, “la posesión definida por el éxito” y “adquisición como
fuente de felicidad”.
La más común o la que sirve mejor para clasificar nuestra acción de
comprar es la “centralidad en la adquisición”, en otras palabras se les
conoce como “shopaholics” (o adictos a las compras).
“La posesión definida por el éxito” es la clásica valoración del
éxito y el poder en cuestión de números. Mientras que la “adquisición
como fuente de felicidad” es ese sentimiento que les da a las personas
cuando llegan a una edad y quieren obtenerlo todo y su vida gira en
torno a lo que puedan adquirir o no.
Creer que el éxito y la felicidad se pueden medir con lo que se
adquiere solo provoca que la persona quiera comprar más y más… a la par
crece su sensación de aislamiento y soledad.
Te preguntarás por los shopaholics o los que entran en la
“centralidad en la adquisición”, curiosamente ellos son los que tienen
menos efectos negativos en relación a las compras.
Ya que “se liberan de sus sentimientos de soledad al desestresarse comprando”.
Pieters explica que los compradores deben entender que “cuando
compras un zapato, no estás comprando el pedazo de felicidad que
falta... estás comprando... un zapato (...) ¿te gustan los zapatos? ve
a comprarlos. Es posible que te haga incluso un poco más feliz
(comprarlos). Pero un zapato, es solo un zapato”.
Así que si compras porque te gustó un vestido o un pantalón, porque
son los de moda o incluso si solo se trata de un capricho por la ropa
cara, no te preocupes, Pieters dice que “valorar las pertenencias por
el placer que generan disminuye el sentimiento de soledad”, pero que
ese valor de lo material puede hacer que caigas en un círculo vicioso
del que solamente saldrás con un sentimiento de soledad e
inconformidad.
Es muy importante que tomes en cuenta que tanto Pieters como su
equipo de expertos de la Universidad de Chicago, consideran que el
problema llega cuando centras tu felicidad en la experiencia de comprar.
El estudio también indica que cuando las personas se sienten solas, recurren a comprar para “aliviar sus síntomas antisociales”.
Y que “ser materialista puede combatir la soledad en algunas
situaciones. Pero si se dan las circunstancias equivocadas, adquirir
bienes materiales puede hacer que la persona se sienta más aislada que
antes”.
Para esta investigación, Rik Pieters y su equipo monitorearon a 2
mil 500 consumidores durante seis años y midieron –año con año– sus
niveles de soledad y materialismo.
Todo con medida
Pieters añade que “se cree que hay un círculo vicioso en el que la
soledad te lleva al materialismo y el materialismo contribuye a la
soledad (...)”.
Y es que, contrario a la creencia popular sobre los peligros del
materialismo, la búsqueda de posesiones materiales como parte de un
estilo de vida de ‘hedonismo feliz’ realmente no puede ser perjudicial
para el bienestar del consumidor cuando se mantiene dentro de ciertos
límites”, concluye Rik.
¿Te avergüenza
tu carrito (en el
supermercado)?
La mayoría de las personas han sentido vergüenza por lo que llevan en su carrito de supermercado, alguna vez en su vida.
Inclusive casi todos han adquirido cosas que no iban a comprar solo
para “despistar” lo que realmente tienen en el carrito o en la lista
que llevan para surtir.
Por lo general, cuando una persona no quiere que el resto de los
consumidores vean lo que lleva en su carrito, toman una lata de
refresco o una revista y no solo para meterlo al carrito y simular que
es la compra (evitando que el resto de las personas vean tampones,
medicinas para indigestión o cosas por el estilo), sino que ¡en
realidad lo compran!
Según otra investigación publicada también en Journal of Consumer
Research, el 90 por ciento de los consumidores que va al supermercado
se ha llevado objetos que tomó solo para despistar lo que realmente
quería comprar.
Y otro estudio señala que el 33 por ciento de los jóvenes compra
objetos adicionales cuando quiere adquirir mercancía de higiene e
intimidad. Los hombres que compran revistas pornográficas, también se
llevan chicles o dulces, según Smithsonian Magazine.
Sin embargo, los resultados del estudio publicado en Journal of
Consumer Research también apuntan a que meter objetos para disimular
solamente empeora las cosas y hace aún más evidente que la persona
tiene vergüenza.
Las marcas han tratado de que sus empaques y envolturas sean menos
obvias y más estéticas, de manera que el consumidor no sienta “pudor”
alguno al adquirir su mercancía y que sienta libertad del tan
estereotipado “¿qué dirán?”
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