Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- Hace pocos días, nuestro país se sumió en un debate que fácilmente podría haberse dado en septiembre de 1947 cuando el Congreso de la Nación sancionó la ley 13.010 de sufragio universal femenino. O quizás, para no ir tan lejos, en 1991 cuando se sancionó la Ley de Cupo que impuso a los partidos políticos un mínimo de 30% de mujeres en sus listas. Pero no… estamos en 2013, en nuestro país gobierna una mujer, y desde hace más de 20 años se viene ampliando el marco internacional de Derechos Humanos que promueve la necesidad de garantizar la plena participación de las mujeres en los cargos públicos, la representación política y la toma de decisiones en todos los niveles.
Muchas mujeres creímos retroceder 100 años cuando Hilda “Chiche” González de Duhalde, de larga trayectoria en el mundo de la política, aseveró que Cristina Fernández de Kirchner “se maneja más por su lóbulo emocional que el racional”, es un “mal ejemplo para las mujeres”, puso en duda la eficacia de la Ley de Cupos e incluso se atrevió proponer un debate nacional para analizar “si la mujer está preparada para ejercer la política per se, con sus características, con sus condiciones y convicciones, o si simplemente va a acompañar el proyecto de alguien”.
Hay que decir que no es la primera vez que se descalifican las ideas de la presidenta -que se pueden compartir o no- apelando a su género. En esta oportunidad, llama más la atención y se agrava por el hecho de que es una mujer política la que ataca con estas palabras nada más, ni nada menos que a sus propias congéneres. El golpe es para todas, no sólo para Cristina Fernández.
Pero esto no es exclusividad de quienes hoy están en la oposición; el oficialismo también recurrió varias veces a esta “táctica” para descalificar a sus adversarias/os políticos/as: en diciembre del 2011 cuando Victoria Donda se presentó con un vestido corto y escotado a jurar como diputada, militantes de La Cámpora comenzaron a cantarle “trola, trola”, mientras que a principios de este año el diputado Andrés “Cuervo” Larroque le gritó “cállate atorrante” a Laura Alonso durante un debate en el Congreso. Estos episodios y otros fueron recogidos por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), que compiló a fines de julio los “Diez momentos sexistas en la política Argentina”. Para la directora Ejecutiva de ELA, Natalia Gherardi, este relevamiento “muestra situaciones que tienen muchas veces alto contenido de discriminación y/o de misoginia y que sin embargo no han sido identificados como tales de un modo generalizado, ni por las personas en lugares de decisión, ni por los medios de comunicación ni por la sociedad en general…es una muestra del grado de naturalización de la subvaloración de las mujeres en nuestra cultura”.
Por otra parte, el tuit de la presidenta que desencadenó las declaraciones de la ex senadora Hilda Duhalde también contiene un sesgo de género. Cuestionando a su ex jefe de gabinete, ahora principal candidato a diputado en la provincia de Buenos Aires, Sergio Massa, la presidenta tuiteó: “Ahora quieren hacer el Plan Duhalde II. Con carita más joven. Si hasta tiene su ‘chiche’ Yo me acuerdo. Era senadora”. Se refirió de esta manera, que roza la cosificación, a Malena Galmarini, esposa del intendente de Tigre cuyo protagonismo fue creciendo durante la campaña. Este aspecto pasó casi inadvertido por la mayoría de los medios de comunicación.
Un debate nacional….y provincial
Esta lógica de descalificación política que se viene imponiendo en los últimos años, no se reduce a casos aislados como los arriba mencionados. Más bien es una práctica bastante habitual, tanto a nivel nacional como provincial y local. Durante la última campaña para las elecciones primarias (PASO) en Neuquén, se dio una virulenta cruzada de descalificación en la interna del Movimiento Popular Neuquino (partido que gobierna la provincia) y que tuvo como blanco a la primera pre candidata a senadora por la lista A del oficialismo y actual vicegobernadora, Ana Pechén.
En una carta que dirigió a Jorge Omar Sobisch, presidente del partido y referente de la lista opositora que finalmente se impuso en la interna, Pechén denunció métodos patoteriles, antidemocráticos y violencia de género expresados en la destrucción de la propaganda callejera de su lista que incluyó el borrado de su imagen y de la primera candidata a diputada nacional Olga Guzmán. “Existe un agravio al género de las mujeres a quienes tanto nos ha costado, en toda nuestra historia partidaria argentina, hacer valer nuestros derechos”, señaló en la carta al tiempo que enfatizó que el borrado de la imagen de las candidatas representa un “símbolo de los métodos patoteriles y antidemocráticos que deseamos desterrar por siempre de aquellos que nos han querido silenciar a las mujeres en una contienda electoral”. Paralelamente, presentó una denuncia ante la Justicia Electoral.
Consultada por COMUNICAR IGUALDAD acerca de este punto, la vicegobernadora de Neuquén expresó que si bien el MPN ha tenido participación de mujeres desde su fundación y formado importantes referentes -como la fallecida intendenta de San Martín de los Andes, Luz Sapag – eso no implica que esté exento de los sesgos de género y sea difícil el debate como en el resto de los partidos. “En esta campaña que vivimos con las PASO hubo claras intenciones de borrar las imágenes de las mujeres en el caso de nuestra lista, que éramos dos mujeres la que encabezábamos las candidaturas a senadora y diputada y no hubo ningún respeto”, remarcó. Agregó que no sólo hubo “las chicanas que se hacen en general en la política de poner anteojos o bigotes en los carteles, sino que en este caso se pintaban de blanco o de negro con la idea de que desaparezcan las imágenes de las mujeres”. Comentó que no tuvo ninguna respuesta ni del partido, ni de la Justicia electoral sobre su denuncia, que a su vez atentaba con el entendimiento de la ciudadanía acerca de las candidaturas.
En el marco del diálogo, Ana Pechén se refirió también a los dichos de Hilda Duhalde: “Sentí que estábamos en la Edad Media, que se echaba por tierra la lucha de tantas mujeres a lo largo de tantos siglos por tener equidad de género… Parece mentira que en una Argentina que ha tenido tantas mujeres que han luchado por sus derechos no se reconozca esa tarea y se siga imponiendo las jerarquías en la vida social, en la vida política donde las mujeres tenemos un relación de subordinación con los hombres”. La vicegobernadora calificó las declaraciones como “un retroceso de siglos” y manifestó su extrañeza de que “una mujer que ejerce la política tenga nociones de esa naturaleza”.
¿Hacemos la diferencia?
La representación parlamentaria de las mujeres sigue siendo minoritaria respecto a los varones, pero ha venido ampliándose desde que se sancionó la Ley de Cupo. Según una investigación de ELA, aquella legislación permitió que las mujeres pasaran de ser menos de un 5% en 1983 a casi un 40% en el Congreso Nacional de 2010. Si bien en el Poder Legislativo las mujeres ocupamos el 37,7% de las bancas, el porcentaje de las que ocupan cargos de máxima autoridad en el mundo político es inferior al 20%. El informe de ELA remarca que “de cada 10 puestos políticos clave, 2 son ocupados por mujeres y 8 por varones”.
Entre las críticas que suscitaron las declaraciones de “Chiche”, se hizo hincapié no sólo en el avance que representa la mayor participación política de las mujeres, sino también en lo que aportan al avance general de los derechos. En opiniones recogidas por Página 12 especialistas coincidieron en valorar que la mayor presencia de mujeres parlamentarias ha permitido avanzar en la legislación sobre políticas sociales vinculadas con la mujer, niñez y salud y sobre cuestiones de género y diversidad sexual.
La directora Ejecutiva de ELA, Natalia Gherardi, aporta otra mirada sobre el tema y opina que los dichos de la ex senadora apuntan hacia un aspecto de la participación política de las mujeres que considera como un tema en sí mismo: ¿deben las mujeres aportar algo diferente a la política? ¿Debemos esperar algo distinto de las mujeres en política respecto de la forma de trabajar, de relacionarse, de tomar decisiones de los varones?
“En mi opinión, no hay un colectivo ‘mujer’ y por lo tanto ‘las mujeres’ son tan diversas como todas las personas, y no tienen por naturaleza una capacidad particular para pensar los temas de una manera distinta que les sea propia”, analiza. “La diferencia está dada no por la naturaleza sino por la cultura, las expectativas que la sociedad coloca en ‘las mujeres’ y el grado en que esa expectativa es aceptada o no (…) Las distintas repercusiones que han tenido estas declaraciones muestran también la pluralidad de reacciones que genera la posibilidad de poner en cuestión la participación de las mujeres en política, las formas de hacer política, el por qué y para qué de esa participación”, concluye Gherardi.
Sobre este punto, y las polémicas declaraciones, consultamos también a la precandidata a diputada nacional por el FAP en Neuquén y ex legisladora provincial, Paula Sánchez (Libres del Sur). “Lo que revela Chiche Duhalde es, por un lado, una incapacidad para debatir en el plano de las ideas sus diferencias políticas con el kirchnerismo y por otro lado, un desprecio profundo a la conquista de los derechos de la mujer en la participación política”, remarcando además que “no se ha expresado solamente en contra de la participación de la mujer en la política, sino que ha tenido posiciones sumamente conservadoras y discriminadoras respecto a otros temas como el matrimonio igualitario o la legalización del aborto…posiciones que realmente son retrógradas y que no tienen otro fundamento que su mirada conservadora respecto de las mujeres”.
Desde su experiencia como legisladora provincial, Sánchez enfatiza que le tocó trabajar en una Legislatura donde eran muchas mujeres: “Teníamos posiciones claras y un protagonismo fuerte en el debate de muchos temas centrales como la renegociación de los contratos petroleros del 2008, la ley del foro educativa o la cuestión ambiental”. Agrega que le tocó actuar en una legislatura donde se pudieron llevar adelante temas de género como la ampliación de las licencias por maternidad o la sanción de leyes de prevención de la violencia contra las mujeres, pero remarca que “el debate se centró en la mirada que teníamos las mujeres y fue minoritaria la participación de los varones, como suele suceder en la argumentación de estos temas”.
Avanzamos, pero falta camino por recorrer
En una segunda investigación, ELA vuelve a concluir que la participación de las mujeres es todavía un terreno a ser conquistado: la legislación de cupo facilita el acceso, pero presenta limitaciones en su alcance y dificultades para sostener los logros obtenidos. Y analizando la composición parlamentaria destaca que “la mayor proporción de solteras y el menor porcentaje de casadas, junto a la menor cantidad de hijos/as entre ellas, indica que a mayor nivel de responsabilidades familiares las mujeres tienen menores probabilidades de aspirar a una carrera legislativa que sus pares varones”. El lugar que las mujeres seguimos ocupando en la reproducción y sostenimiento de la sociedad, en el que prevalece nuestro rol doméstico, se erige así como una de las principales trabas para el crecimiento de la participación política.
Opina Gherardi que a pesar de los avances y de la gran visibilidad que tienen muchas mujeres que actúan en espacios de poder, todavía es excepcional contar con mujeres en los cargos principales de distintas instituciones: “Esta excepcionalidad genera una mirada particular sobre qué hacen estas mujeres, qué dicen y cómo actúan, y al mismo tiempo, esta participación de mujeres se da todavía en un contexto donde la norma, lo habitual, es el poder “de traje y corbata”, y donde las distintas formas de violencia y de sexismo todavía están ampliamente naturalizadas”.
La polémica generada por Chiche Duhalde, quien ya en 2010 había descalificado a la presidenta con un sesgo de género al aseverar que su modo de hacer política expresaba “un modelo masculino con ropaje femenino”, preocupó pero a su vez abrió la posibilidad de rediscutir estos temas. La lluvia de críticas a sus palabras y las reflexiones que suscitó demuestran que amplios sectores de la sociedad no están dispuestos a retroceder en el protagonismo que las mujeres venimos ganando.
Hubo alarma, pero también reacción. Cuando una idea retrógrada emerge, surgen miles de voces que demuestran que vamos en buen camino pero que hay que redoblar la apuesta para, efectivamente, no dar ni un paso atrás.
Notas relacionadas:
Catarata de repudios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario