Madrid, 26 nov. 20. AmecoPress.- Las mujeres mayores sufren violencia de género en mayor medida que las jóvenes, aunque denuncian menos que estas. Además, son discriminadas por su edad más que los hombres.
Con la violencia machista en este rango de edad hay cierta invisibilidad y normalización en la sociedad y en muchos de los medios, puesto que la mayoría de las campañas van dirigidas a mujeres jóvenes, dejando de lado a las de más edad. Luchar contra esta lacra es importante porque las relaciones de las más mayores sirven de ejemplo a las nuevas generaciones, que repiten modelos machistas y violentos.
Aunque las leyes han avanzado a lo largo de los años en busca de una igualdad, una gran parte de la sociedad que creció durante la dictadura, sigue pensando como en aquella época, no dejando opinar a las mujeres o infravalorándolas, sin tener en cuenta sus sentimientos, insistiendo en saber dónde están en cada momento o separándolas de sus amistades o familiares. Mujeres que ahora son mayores y ni siquiera saben que han sufrido o están sufriendo violencia de género.
En diciembre de 2019, la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género presentó el estudio ‘Mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género’, durante la Jornada conmemorativa de los 15 años de la Ley Orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
La investigación se centró en analizar los resultados de una encuesta realizada a mujeres de entre 65 y 83 años víctimas de violencia machista atendidas por el Servicio de Atención y Protección para Víctimas de la Violencia de Género (ATENPRO).
La subdirección General de Sensibilización, Prevención y Estudios de la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno Contra la Violencia de Género, explicó que el objetivo principal del estudio era “analizar la situación de las mujeres mayores de 65 años víctimas de violencia de género, evaluando los factores que determinan su especial vulnerabilidad, con el fin de aportar información para diseñar medidas y actuaciones que contribuyan a la detección de los casos y faciliten el acceso de las víctimas a recursos especializados”.
En cuanto a los recursos disponibles para ayudar y proteger a quienes sufren violencia de género, las mujeres mayores en muchas ocasiones desconocen a dónde acudir y cómo hacerlo. Otras veces, desconfían en el sistema y en la efectividad de la aplicación de estos, ya que desconocen sus derechos y los procedimientos judiciales, en muchas ocasiones demasiado lentos. Debido a las pocas ayudas económicas que ofrecen, muchas mujeres se ven acorraladas por una violencia económica.
La violencia económica es uno de los principales instrumentos de control masculino, ya que lo ejercen sobre la economía del hogar, como privando a las mujeres del uso de dinero para gastos no relacionados con la vivienda o impidiendo que trabajen (34%), para que no dispongan de dinero propio. El hecho de no disponer de unos ingresos hace que muchas mujeres tengan que permanecer en el hogar por miedo a no sobrevivir sin dinero o no poder mantener a sus hijas e hijos.
Los datos del estudio reflejan esta realidad, puesto que uno de los más relevantes es que un 40% de las mujeres entrevistadas sufrió violencia durante más de 40 años y el 27% a lo largo de entre 20 y 30 años. No solo la violencia económica lo produce, sino el terror a que el maltratador ejerza su violencia contra las hijas e hijos (32%) o el miedo a perder su propia vida (35%). El 46% de las entrevistadas considera que el riesgo de que el maltratador cometa una nueva agresión es alto o muy alto.
El miedo es una de las emociones que han sentido o sienten a día de hoy las mujeres encuestadas (98%). Hay que resaltar que el 53% manifiestan tener miedo “siempre y constantemente” y un 16% lo experimenta “de vez en cuando”.
Las actuaciones orientadas a detectar el maltrato en el colectivo de mujeres mayores de 65 años y a facilitar su acceso a recursos especializados son: “formar a los colectivos profesionales sobre las características de la violencia de género en las mayores; diseñar protocolos específicos o incorporar medidas especializadas en los que ya existen, para la atención de mujeres mayores; y adecuar los materiales, lenguaje y contenidos a las percepciones y enfoques de las mujeres mayores, de forma que puedan sentirse identificadas”, según explica la Delegación de Gobierno contra la Violencia de Género.
Las características sociodemográficas de las mujeres entrevistadas, nos muestran que el 98% son de nacionalidad española y su nivel de estudios es mediobajo: el 9% no han asistido nunca a la escuela y el 61% han realizado estudios primarios. Esto es debido a que en las familias se les enseñaba a mantener un hogar y muchas no sabían ni leer ni escribir, mientras que los varones iban a la escuela o al trabajo.
La mayoría de las mujeres maltratadas vive en un entorno rural o en una ciudad pequeña. El 67,7% de las entrevistadas vive sola, aunque el 70% han vivido 21 años o más en el mismo lugar. El 60% reside en una ciudad pequeña, municipio o aldea aislada, el 27% en una ciudad mediana o en un entorno periurbano y el 13% en una ciudad de más de 500.000 habitantes.
Mujeres rurales víctimas de violencia de género
FADEMUR, Federación de Asociaciones de Mujeres rurales, presentó la pasada semana los datos de violencia de género rural en Extremadura, mediante su estudio ‘Mujeres víctimas de Violencia de Género en el mundo rural’. En él, recogen las experiencias de mujeres rurales y de las de profesionales que trabajan contra la violencia. Además, destacaron que en los pueblos hay falta de profesionales especializados, horarios limitados, falta de conocimiento y de accesibilidad a los centros por las distancias excesivas y la falta de transporte público.
En el entorno rural las mujeres perciben esta violencia como una cuestión de ámbito familiar y privado y no como un problema social. El dato más relevante es que el 24,1% de las mujeres extremeñas sufren violencia de género en cualquiera de sus formas. Una de ellas es la violencia sexual, más invisibilizada en el medio rural, donde las mujeres sufren violaciones frecuentes con la obligación de realizar actos sexuales no deseados. Las consecuencias después del maltrato para las mujeres son: dificultad para mantener relaciones sexuales con otras personas a través de las palabras, gestos y silencios.
Aunque cada vez hay más equiparidad en la realización de las tareas domésticas (33%), en un 52,15% de los casos son las mujeres las que se encargan de hacerlas solas y un 7,5% las realiza la madre o la suegra. Esto supone que el 59% de las mujeres que participaron en el estudio son las encargadas de realizar las tareas; lo llamativo es que ninguna de ellas vive sola, pero cargan solas con el peso del hogar.
La organización, con los datos que le ha proporcionado el portal Feminicidio.net, ha elaborado un informe sobre los asesinatos machistas producidos en los pueblos de nuestro país en lo que llevamos de 2020. De las 41 asesinadas por violencia machista a manos de sus parejas o exparejas, 15 eran mujeres de municipios rurales. Esto supone el 36,58% de los casos. Además, 12 de las víctimas vivían en localidades de menos de 10.000 habitantes y cuatro en localidades de menos de 5.000.
En cuanto a las comunidades autónomas de procedencia de las asesinadas en medios rurales, cuatro eran de Andalucía, dos de las Islas Baleares, dos de Castilla-La Mancha, dos de la Comunidad Valenciana, una de Galicia, una de Cataluña, una de las Islas Canarias y una de Castilla y León. Por lo tanto, Andalucía fue la comunidad autónoma con más víctimas rurales entre las asesinadas por la violencia de género en lo que llevamos de 2020.
Uno de los problemas de las mujeres víctimas de violencia machista que viven en un pueblo o ciudad pequeña es la pérdida del anonimato y la cultura patriarcal que está impuesta en el medio rural. Esto provoca que la violencia de género esté más invisibilizada, ya que existe una visión androcéntrica de la realidad, especialmente arraigada en el mundo rural, con estereotipos, mandatos de género y creencias machistas que hacen una división sexual del trabajo y un sistema de dominación-sumisión.
Por otra parte, casi la mitad de las casas de las mujeres que han participado en el estudio se encuentran en situación de privación material severa (47%). Esto se debe, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), a que no pueden permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año, no tienen capacidad para afrontar gastos imprevistos o han tenido retrasos en el pago de gastos relacionados con la vivienda, entre otros.
‘Hazte Visible, hazme visible’, proyecto de detección y atención a mujeres mayores de 60 años
La Fundación Luz Casanova aborda la violencia que sufren las mujeres mayores, vulnerables por su edad y por la duración del maltrato. Cristina Pérez, psicóloga de la fundación, explica que “no todas las mujeres mayores tienen la misma facilidad para desplazarse del norte al sur de Madrid, por ejemplo, para acudir a los servicios de atención a mujeres víctimas de violencia de género”.
La Asociación Luz Casanova dispone de ‘Las mayores tienen voz’, una guía con claves para el acompañamiento a mujeres mayores en situación de violencia de género. En ella explican que muchas mujeres no denuncian la violencia que están sufriendo porque carecen del apoyo de su entorno más cercano; sienten una presión religiosa y valor de su entrega personal y el matrimonio en su comunidad; tienen dependencia económica y social con su maltratador; desconfían en el sistema judicial; o la falta de recursos específicos en atención a violencia de género en mayores.
La asociación dispone de grupos de mujeres, espacios que no son específicos de violencia de género, porque, si lo llaman así, muchas mujeres no asistirían. En ellos, “acaban saliendo casos de violencia al hablar unas con otras y van aprendiendo con el grupo. Nosotras vamos haciendo con ellas un proceso de acompañamiento, donde muchas de ellas, al final, acaban nombrando las situaciones por las que han pasado. Otras, rompen sus relaciones con el maltratador y van recuperando su identidad poco a poco, descubriendo qué es lo que les gusta”, puntualiza Cristina Pérez.
Pero llegó la pandemia y las mujeres mayores no podían reunirse porque son población de riesgo. Entonces, desde Luz Casanova hicieron una partida presupuestaria para comprar tablets y les enseñaron a usarlas para que pudiesen realizar conexiones entre ellas y no perder el contacto tan importante que tenían las unas con las otras.
Por otra parte, según explican las especialistas, las mujeres mayores también se enfrentan a barreras internas: como no saber identificar la violencia que están sufriendo, ya sea porque está normalizada o por las estrategias de control y sometimiento del agresor, plasmadas perfectamente en el ciclo de la violencia. En este esquema, el maltratador va mostrando diferentes caras según en la fase en la que se encuentre, lo que genera en la mujer confusión. “En la asociación trabajamos explicando cómo funciona el ciclo y muchas acaban pidiéndonos ayuda para hacer frente a su situación”, explica Cristina.
A menudo, el agresor se muestra como un marido ejemplar, educado y atento con su esposa, pero en el ámbito privado es hostil y violento. También hay que tener en cuenta la importancia del tiempo, puesto que después de muchos años de convivencia, es habitual que se produzca un sometimiento afectivo que provoca daños psicológicos, que derivan en problemas físicos sin origen o causa orgánica, alteraciones psicológicas como agotamiento emocional, apatía, falta de motivación y de compromiso, ansiedad, estado de alerta, dificultades para dormir, etc.
Las mujeres, en muchas de las ocasiones, tienen miedo a perder el afecto de sus hijas e hijos o a que la violencia recaiga sobre ellos, por eso deciden no separarse o denunciar los maltratos. También les preocupa alterar su situación personal o socioeconómica, ya que la mayoría de las mujeres mayores no han podido trabajar a lo largo de su vida.
‘Si la escuchas, la verás’
Emakunde, el Instituto Vasco de la Mujer, presentó la campaña ‘Si la escuchas, la verás. Solo una sociedad atenta puede detectar la violencia más oculta’, que ha estado activa hasta el pasado 25 de noviembre, con motivo del Día Internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres.
En este proyecto, siete mujeres de entre 55 y 79 han aportado testimonios reales de la violencia que estuvieron viviendo durante años. “De las siete, dos han sufrido, además de la violencia psicológica, violencia física. La aportación de su testimonio no ha sido nada fácil para estas mujeres, pero lo han hecho con el objetivo de “ayudar a otras mujeres”.
Desde el Instituto pretenden mostrar que la violencia de género no solo se produce en mujeres jóvenes y sensibilizar a la población sobre la que reciben las mujeres mayores, por su especial vulnerabilidad. Además, instan a contribuir en la detección de casos y a facilitar el acceso a recursos más especializados.
Desde la organización recuerdan que “es necesario seguir visibilizando a las mujeres mayores para que ellas mismas sean más conscientes de su situación, puedan nombrar la violencia como tal y para que la sociedad vea que la violencia contra las mujeres afecta a mujeres de todos los tipos y todas las edades”.
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