12/04/2020

El respaldo ciudadano a AMLO

Utopía



Eduardo Ibarra Aguirre

Los analistas del oligopolio mediático, particularmente del trinomio de la televisión en pronunciada caída en las audiencias, padecen un quebradero de cabezas para lograr una explicación creíble, convincente para las mayorías que no los ven, menos los leen y tampoco los oyen, por desgracia o por fortuna, sobre el fenómeno del impensable respaldo ciudadano a dos años de gobierno de AMLO y en plena crisis económica y de salud sin precedentes en México y el mundo. Y esta última circunstancia la omiten en forma deliberada y, por ello, sus lecturas resultan incompletas y tendenciosas, pero estiman que son útiles para la puja partidista y empresarial del primer domingo de junio de 2021, pues sin duda de eso se trata.

En la víspera del segundo aniversario de la Cuarta Transformación hecha gobierno, las muestras demoscópicas brotaron como hongos a pesar de que no es la mejor temporada sexenal para este negocio que nunca rinde cuentas sobre sus grandes y reiteradas pifias, pero todas muestran un presidente Andrés Manuel con muy alta aceptación ciudadana y que en un promedio de encuestas fue colocado en 61% y la no aceptación en 33%.

Por otra parte, el 71.1% de los encuestados por la Secretaría de Gobernación –fuente de la que no se enteró Hernán Gómez Bruera–, se pronunció porque López Obrador continúe despachando en Palacio Nacional. Es decir, si la revocación del mandato fuese hoy, el presidente la ganaría 7 a 3. Lo cual seguramente desanimará a los que montaron el espectáculo de las cientos de casas de campaña vacías en el Zócalo y los rijosos líderes descansando en residencias u hoteles de lujo.

Los comentaristas subrayan uno u otro aspecto del gobierno de la 4T para explicar la muy alta aceptación presidencial en la ciudadanía, entre los que destacan: la política social con sus principales componentes elevados a rango constitucional y que, por ello, es por completo opuesto a lo clientelar (Ana Laura Magaloni, dixit). El combate a la corrupción pública y privada (evasión fiscal, factureras y huachicol en todas sus modalidades). La extraordinaria capacidad de comunicador social del presidente. La honradez personal, la sencillez y la austeridad del tabasqueño de Tepetitán (Macuspana), Tabasco. La política salarial sin precedente desde 1976-82. Porque la gente se siente identificada con él y pasó a formar parte de su identidad (Denise Maerker) y muchas otras razones y argumentos.

Sin duda es por lo enlistado y muchos más argumentos que juntos formarían parte de un balance sin las filias de sus partidarios, pero también sin las predominantes y ofensivas fobias de la comentocracia, con la autocrítica apenas enunciada por Obrador con “En dos años no todo es perfecto…” y que constituye una de las asignaturas pendiente del presidente y su gobierno. Los claroscuros de siempre.

Con todo, es perceptible el afán de los críticos por convicción y también por comisión –sobre todo por las pérdidas con la política de la austeridad republicana y el combate decidido al cáncer de la corrupción, que algunos obtusos se niegan a registrar, para reducirlo todo a las virtudes y las características personales de López Obrador. Y subrayar así que no son los programas, las políticas y los hechos gubernamentales los que suscitan el amplio respaldo ciudadano. Apoyo que sólo Jorge Germán Castañeda se atreve a compararlo con el que tenía su jefe Vicente Fox, obviando el doctor nada más y nada menos que una crisis sanitaria y económica sin paralelo en México y el orbe.

Acuse de recibo

AMLO no da su brazo a torcer en el uso del tapaboca, exigido por el director general de la OMS: “pediríamos a México que fuera serio”, sentenció con muy poco tacto diplomático el etíope Tedros Adhanom Ghebreyesus… Un estudio de la Universidad Imperial de Londres sostiene que México es uno de los países que más utiliza el cubreboca con 80% de usuarios, de acuerdo a la encuesta realizada por la UIL, lo que coloca a nuestro país por encima de Estados Unidos y Canadá… En 2004, una decena de reporteros convocados por el Club de Periodistas (Celeste y Mouris), fuimos invitados a comer con Juan de Dios Castro Lozano, presidente de la Cámara de Diputados, quien falleció el pasado 24 de noviembre y por lo que envío el pésame a sus familiares. Allí habló con insistencia el coahuilense de Torreón de “el Peje” por aquí y “el Peje” por allá, hasta que escuetamente le pregunté: “¿El Peje, señor diputado?” A partir de ese momento habló “del señor jefe de gobierno del Distrito Federal, licenciado…” Resultó soporífero el monólogo (¿a tres voces?) de Denisse Dresser y Pablo Mahluf, excelentes voceros de las políticas y conductas de odio a López Obrador y con burdas tergiversaciones, además el conductor de “Es la hora de opinar”, Leo Zuckermann, no cantó mal las rancheras… Y Rubén Luengas (La Octava, 8.1 de tv) regañó a los que muestran “intolerancia” hacia su invitado Alfonso Zárate, pero no transmitió las críticas.

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