Seis de cada 10 asesinatos de mujeres se cometen con armas de fuego en México. El hogar se ha convertido en el principal lugar de agresiones con pistolas y fusiles de asalto. Ya era peligroso un macho con cuchillo, lo es más con armas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas que se trasiegan a México desde Estados Unidos
Las mujeres son las principales víctimas de las armas de fuego en México. Más allá de los enfrentamientos de los cárteles de la droga en las calles y brechas del territorio nacional, los hogares se han convertido en el principal lugar de acción de armas cortas y largas de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas. Seis de cada 10 asesinatos cometidos contra personas del sexo femenino se cometen en 2022 con pistolas y revólveres beretta y fusiles de asalto AK47, AR15 y Uzi.
Especialistas en seguridad y en violencia de género advierten de los estragos del trasiego de armas de fuego desde Estados Unidos entre el sector femenino de la población mexicana. El hogar repunta como zona de guerra, lugar donde se ejerce violencia machista con lo que haya a la mano. La irresponsabilidad del gobierno estadunidense y de las armamentistas de ese país se traduce en México en mayor número de mujeres asesinadas. Si hay armas disponibles, se incrementan lógicamente las agresiones, explican especialistas por separado.
En la reducción o estabilidad de la explosión absoluta de violencia armada en México, estadísticamente hay un primer pico de homicidios que baja y vuelve a subir, pero ahora estamos en ese pico de reducción de homicidios en hombres que es más dramática en proporción que las mujeres, advierten expertas en violencia de género.
El 2021 se redujeron homicidios de hombres, pero esto indica que la explosión de asesinatos tiene que ver con violencia armada en particular. Lo mismo pasa de asesinatos cometidos con arma de fuego, advierte Estefanía Vela excoordinadora académica del diplomado en género sexualidad y derecho en el Instituto Tecnológico Autónomo de México ( ITAM).
“Mientras que cifras de homicidios con armas de fuego han sido mucho mayor en hombres que en mujeres, en ambos casos empiezan a tener picos similares, donde se observa que las armas de fuego empiezan a representar más casos de asesinatos, tanto de hombres como de mujeres”, indicó.
Sin embargo, dijo que el cambio ahora es más dramático en el caso de asesinatos de mujeres, porque “empezamos a ver una violencia que empieza a afectar más a mujeres como nunca antes, significa que la brecha de género se está cerrando”.
Durante su intervención en el seminario El negocio de la letalidad: El tráfico de armas a México, de El Colegio de México, afirmó que mientras en el año 2000 de cada 10 homicidios perpetrados con arma de fuego, tres fueron de mujeres, para 2022 ya son seis por cada 10 homicidios de mujeres.
Ahora no es sólo el porcentaje, sino la tasa de asesinatos cometidos contra hombres y mujeres con arma de fuego. En una gráfica a escala libre, se observa que siempre matan a más hombres que a mujeres, pero se observa cómo tienen una tendencia muy similar.
Los principales lugares donde se cometen asesinatos tanto de hombres como mujeres son las calles o carreteras y las viviendas. Pero cuando se habla sólo de crímenes contra mujeres, la mayoría de los ataques son en casa.
Es decir, no significa que se han quedado estables, sino por el contrario: la explosión es en la calle y también en las dinámicas de los hogares, lo cual se puede ver también en el caso de homicidios en hombres y mujeres por grupos de edad.
Por ejemplo, el único grupo de edad de mujeres para el cual las armas de fuego no son el modo más común de asesinato es el de mayores de 71 años. Para el resto de los grupos de edad las armas de fuego son la causa número uno con la que son asesinadas, incluso en niñas de cero a los 10 años ya representan prácticamente tres de cada 10.
Las diferencias de edad y particularmente para jóvenes y adultos jóvenes resultan “brutales”. El impacto en los distintos momentos de su vida, lo mismo para cada entidad federativa el porcentaje de los homicidios cometido con arma de fuego.
En el caso de las mujeres, para 2021 sólo hay tres entidades en las que las armas no son la causa más común de homicidio: Yucatán Tlaxcala y Coahuila, pero es la forma más común en 16 entidades. Representan más de la mitad del país y, para Zacatecas y Guanajuato, representan ocho de cada 10. “Entonces hay diferencias entre entidades federativas, cada vez más”, adujo Vela.
Consideró que el impacto de las armas de fuego en la violencia contra las mujeres y en las vidas de las personas pertenecientes a grupos históricamente discriminados “seguimos sin contar con datos estadísticos públicos que permiten dar cuenta el fenómeno”.
Estefanía Vela es activista en torno a la igualdad al derecho y de la no discriminación, y directora ejecutiva de Intersecta, una organización feminista que se dedica a la investigación y promoción de políticas públicas para la igualdad de género.
En su exposición, apunta que la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) y otros registros del Inegi sobre defunciones no permiten dar cuenta de la orientación sexual e identidad de género de las personas y la poca información que hay se recoge del trabajo de periodistas, activistas y organizaciones de la sociedad civil y de la academia.
“En la calidad de la información sobre violencias específicas, o de homicidios, robos, por ejemplo, todas las dinámicas de violencia familiar nos quedamos cortos porque justo el fenómeno la violencia armada no se limita a los homicidios y la capacidad que tenemos de entender dinámicas de control que suceden en casas”, argumenta.
“¿Cuáles son las armas que se utilizan y de dónde vienen estas armas? Por ejemplo, datos de homicidio del Inegi [Instituto Nacional de Estadística y Geografía] suponen que deben de registrar algo tan básico como si se utilizaron armas largas o armas cortas, pero en el 99 por ciento de los casos, ni siquiera cuenta con esa información tan básica, de qué tipo de armas se utiliza. “
Por ello, agrega, al abordar la violencia armada contra mujeres, desproporcionadamente impacta más a los hombres; pero no según los registros de atención de homicidios de cada fuente de asesinatos que son perpetrados con arma de fuego, sino también de cómo se procesa las mujeres por delitos.
“Es decir, cómo políticas de mano dura tenemos que analizar las claves para entender y prevenir los asesinatos de mujeres en México, porque no sabemos cuántas de las mujeres que son privadas de la legibilidad son feminicidios y cuántos homicidios”, acota.
Refirió que un estudio de 2019 de Intersecta –con cifras del Inegi– da cuenta de los patrones de asesinatos de mujeres y de hombres entre 2000 y 2021. Se identifican distintos cambios en cómo matan a las mujeres y uno de esos cambios enormes es precisamente la relevancia que adquieren las armas de fuego en estos crímenes.
“En noviembre 2022 el Inegi publicó los últimos datos de homicidios con arma de fuego contra mujeres y las formas en las que matan a los hombres, resulta que, en el caso de mujeres, son significativamente distintos, y en la mayoría de los casos de feminicidio, resulta que casi ninguno es con arma de fuego”, destacó.
Igual, “si pensamos en los casos que se mediatizaron antes de la pandemia, cuando fue esa irrupción feminista en 2020 todos eran casos que tenían que ver, por ejemplo, con estrangulamiento, mucho de lo que se ha hecho en torno a los asesinatos de mujeres enfatizan la diferencia y creo que esto ha impedido que veamos con claridad el papel que ha adquirido la violencia armada en los asesinatos de mujeres”.
Al comparar cómo matan a hombres y a mujeres para cada año desde 2000 hasta 2021, precisó que los homicidios cometidos por asfixia, en el caso de las mujeres, es mucho más grande que en el caso de los hombres, lo cual evidencia que sí hay diferencias, pero también hay muchas similitudes.
2007, punto de quiebre en uso de armas
El 2007, durante el inicio del gobierno de Felipe Calderón, fue el punto de quiebre por enfrentamientos en los que estaban involucradas las Fuerzas Armadas que empezaron a ser mucho más común los homicidios asociados con armas de fuego, con un drástico incremento a nivel municipal.
Entre 2007 y 2018, tanto para hombres como de mujeres en calles y hogares homicidios con arma de fuego y sin arma de fuego, se encontró que ahí donde hay enfrentamientos armados estadísticamente no se ve una reducción de los asesinatos; por el contrario, siempre van en aumento.
También, al explorar los efectos de la militarización en ese periodo, indicó tres puntos relevantes relacionados con la violencia armada: en primer lugar, la preocupación por la violencia armada ejercida directamente por las autoridades.
La Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPPL) del Inegi, señala que el 43 por ciento manifestaron que una autoridad las amenazó con un arma de fuego, el 5.4 por ciento manifestó que la autoridad les disparó con un arma de fuego y finalmente el 1.4 por ciento dijo que fue herido con un arma de fuego por una autoridad. “Se trata de la espiral de violencia que ejercen con las armas las mismas autoridades”, concluye.
Respecto del control de armas, las autoridades encargadas de ello en México se enfrentan a la paradoja combatir el trasiego y recurrir al apoyo de la militarización de los organismos policiacos y civiles.
Estefanía Vela apunta que un estudio del impacto de violencia de género con armas en donde además de acudir a lo estadístico Intersecta entrevistó a 11 mujeres e integrantes de la comunidad de la diversidad sexual (lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual, queer y otras identidades, LGBTTQ+), sobrevivientes, familiares de víctimas, activistas y defensores que trabajan con la violencia armada, desveló la violencia de género del machismo.
Sin embargo, dijo que ahora con hombres armados ha impactado mucho más la violencia porque “esas riñas que antes podían ser golpes, ahora pueden ser disparos; por lo que la idea de que siempre va a haber un macho con cuchillo y un macho con pistola son machos los dos, pero el riesgo es distinto, son un país machista en un país clasista”.
También cambian las dinámicas de violencia cuando se agrega un arma de fuego si vamos más allá de los homicidios y feminicidios, se observa que de cada 10 mujeres trans asesinadas, cinco son asesinadas con arma de fuego y los disparos en zonas de trabajo sexual son cosas cotidianas, señaló.
“Esto no es sólo el que te priven de la vida, sino el uso de armas y el abuso sexual si el cliente te llega con un arma de fuego eso cambia absolutamente toda la dinámica y la posibilidad de detectar a la gente que sufrió un disparo por arma de fuego, saber qué delitos fueron cometidos con arma de fuego y reconocer para cada año hay un mayor porcentaje de hombres que de mujeres”, acotó.
En 2021 casi 18 por ciento de todos los delitos en términos totales, 4 millones según la Envipe cometidos con arma de fuego, si juntamos todos los delitos y para cada tipo de delito que contabiliza para hombres y para mujeres, los que están más en riesgo o los que sufren más las armas son los hombres, pero violación y agresiones sexuales desproporcionadamente impactan a las mujeres, pero a esas dinámicas de género le sumamos las armas de fuego.
Esto nos indica que el análisis no se debe quedar sólo en homicidios, sino todas las otras violencias, justo la manera en la que las armas están impactando en nuestra vida cotidiana.
Cuando las mujeres cometen delitos cada vez más hay armas de fuego presentes, pero sigue siendo menor. Demuestra que la perspectiva de género no sólo sirve para ver a las víctimas, sino también a los agresores, este es el fundamento más importante que tenemos en México para explorar esta masculinidad y la tenencia y el uso de armas en la comisión de delitos.
¿Homicidio o feminicidio?
Ana Pamela Romero, egresada de la facultad de derecho de Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), señaló por su parte que una cosa es que hayan aumentado los homicidios y la otra que haya evidencia suficiente para analizar y revisar cómo ha ido moviéndose y cambiando el fenómeno entre homicidio y feminicidio, pues se sigue sin entender la diferencia.
“Lo vemos incluso ahora en este exceso de atención que le están dando las fiscalías a las muertes violentas de mujeres, criminalísticamente hablamos de muerte violenta de una mujer cuando no muere de una razón natural, pero muerte violenta puede ser accidente, suicidio, etcétera, pero ahora vemos cómo se sobre compensa homicidio y feminicidio.”
El feminicidio, desde el punto de vista de la investigación de delitos, es la búsqueda de hechos relevantes jurídicamente para el contexto penal con base en evidencias. Encontramos elementos para comprobar que, lamentablemente, se sigue diciendo que se investigó secuestro, robo. “No, en realidad, investigamos hechos y la forma en la que se reportan los homicidios”, enfatizó.
Observamos que se ha disparado en forma alarmante la manera en la que matan a las mujeres. Antes se les asfixiaba, se pasaba por accidente tirándola de las escaleras, etcétera, se les trataba de hacer ver como un suicidio, ahora la hipótesis es que la mayoría de muertes de mujeres es por arma de fuego dentro de los hogares, donde la violencia es mucho más fácil que surja con un arma, es mucho más letal.
Consideró importante estudiar los lugares donde están asesinando mujeres, como en el ámbito público, donde también están muriendo más por arma de fuego y la mayoría de las que son heridas.
Planteó necesario considerar la evidencia analítica como punto de partida para llamar la atención de quienes hacen políticas públicas y toman decisiones porque “necesitamos cambio de leyes, datos desde la investigación del delito, eso es lo que está fallando”, consideró.
Advirtió que los datos de homicidio del Inegi se supone que desde 2003 deben registrar si el asesinato ocurrió o no en un contexto de violencia familiar, pero en 2021 en el 99 por ciento de los casos no se incluye esta variable.
“Eso nos podría indicar ´ya tienes arma y algo de contexto asociada a esta variable como el parentesco entre la víctima y el presunto agresor, esposo, concubino esposa, tío, abuelo´, pero en el 99 por ciento de los casos nos registran, para mí eso sería un punto de alianza posible entre académicos y organizaciones no gubernamentales de cómo garantizar que estas variables sí se recojan.
Ya lo había señalado al Inegi justo la última Envipe 2021, indicó que en 2020 a la pregunta de arma de fuego y arma blanca está en todos los ámbitos, permitiría ver violencia armada en la escuela, el trabajo, la familia, en la pareja y en la comunidad.
Registros de homicidios, por ejemplo, también tienen el potencial de mejorarse en la base de datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, no nada más por cuestión de urgencia de todas las instancias que atienden directamente a mujeres y los protocolos tienen para atender la violencia armada.
Habría que incluir datos de hospitales, fiscalías, centros de justicia y tribunales y, por supuesto, refugios como otras de las acciones urgentes, se puede empezar a organizar, para las mujeres que ya trabajan órdenes de protección con tribunales.
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