2. No olvidemos que el capitalismo lleva dominando el universo más de 500 años. Siglo tras siglo ha regado su basura ideológica, su pensamiento, sobre todos los seres humanos. Las minorías siempre dominantes nos impusieron por medio de sus ejércitos, la religión, luego por las escuelas y los medios de información, las ideas y creencias en el sentido de que los seres humanos son desiguales, por ello una minoría de propietarios deben imponer su poder sobre la inmensa mayoría de la población trabajadora. Esta idea de la desigualdad ha sido determinante para justificar la opresión económica, política y social.
3. La población, por obligación (con el látigo) sólo aprendió a trabajar, a producir, para toda la sociedad; se le mantuvo en la ignorancia total, en la imbecilidad, a fin de que nunca comprenda lo que son las clases sociales, los opresores y los oprimidos, los explotadores y los explotados. Por ello, cuando los poderosos impusieron las escuelas, impusieron también los programas escolares redactados por sus sirvientes. Por ello todas las escuelas, en todos los grados, son centros de capacitación para el trabajo –incluso las profesiones de las universidades- son absolutamente técnicas, sin conocimiento alguno del mundo que los rodea.
4. Hace unos seis meses escribí un artículo acerca del pensamiento del coreano Byung-Chul Han. Hoy leo otro de Ilán Semo sobre el mismo tema. El coreano piensa que “el trabajador es un sujeto ambiguo que es amo y esclavo. Que ahora la contradicción ya no transcurre en el ámbito social sino dentro de cada individuo, que al fracasar se culpa a sí mismo y no al sistema; que el enemigo ha sido sustituido por el criminal”. Byung-Chul pertenece a una corriente de pensamiento no revolucionaria, sino claramente reformista al servicio del capital. Es el intelectual bien pagado por el capital que, como el 99 por ciento de su clase social, combate contra las ideas revolucionarias.
5. Las clases dominantes de ricos empresarios y políticos, nunca han dejado de agitar las banderas de la falsa igualdad y de justicia social para tapar la profunda desigualdad social en México y los demás países del mundo. Incluso apoyan a partidos y gobiernos reformistas con el fin de frenar el descontento social. Pero sus intelectuales burgueses y políticos reformistas no podrán esconder la realidad de la desigualdad que se manifiesta en todas partes. Sólo hay que esperar –no sé cuánto tiempo- que resurjan las ideas revolucionarias que entierren para siempre las ideas de opresión y a los personajes que las han encabezado por siglos. (8/XI/22)
http://pedroecheverriav.
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