Silvia Ribeiro*
derechode las trasnacionales de agrotóxicos y semillas transgénicas a envenenar a la gente y contaminar semillas nativas, suelo y aguas. Como lo estableció el Tribunal Permanente de los Pueblos capítulo México, este tipo de tratado comercial ha sido un instrumento clave del desvío de poder que ha ocurrido por varios sexenios,
con el objetivo de favorecer y garantizar jurídicamente la satisfacción de los privilegios e intereses privados de unas cuantas empresas trasnacionales en contra de las necesidades y aspiraciones históricas del pueblo mexicano(https://tinyurl.com/bdercaj7).
Empresas cada vez más poderosas, al fusionarse o ser engullidas por otras y controlar enormes porcentajes de mercado. El reporte 2022 del Grupo ETC, Barones de la alimentación, muestra con cifras este proceso. Muestra la irrupción en toda la cadena agroalimentaria de inversores especulativos y titanes tecnológicos (https://tinyurl.com/yujwu5z9), que agravan la amenaza a la salud pública y a la soberanía alimentaria de la cadena industrial. No les interesa ni la agricultura, ni la alimentación, ni la salud, solamente la ganancia.
Hace 25 años, el Grupo ETC informaba que 10 empresas controlaban 40 por ciento del mercado de semillas comerciales. Hoy ese porcentaje lo acaparan sólo dos empresas Bayer (que engulló Monsanto) y Corteva (fusión de DuPont/Pioneer y Dow). Esas dos empresas son, además, las que en México controlan la mayor parte del mercado de semillas comerciales de cualquier tipo y en semillas comerciales de maíz, cerca de 90 por ciento del mercado nacional. Las dos que les siguen en el sector semillero son el Grupo Syngenta (propiedad de ChemChina) y BASF. Entre las cuatro controlan más de la mitad del mercado global y mucho más del mercado mexicano.
Son las mismas empresas que dominan en la venta de agroquímicos: entre las cuatro controlan 62 por ciento del mercado global de agrotóxicos. Entre las 10 mayores acaparan casi completamente el mercado de agrotóxicos y semillas comerciales.
Niveles de alta concentración y enormes porcentajes de mercado se repiten en el resto de la cadena agroalimentaria industrial, no solamente en insumos agrícolas, también en genética animal y vegetal, maquinaria agrícola, comerciantes y procesadores de alimentos, supermercados. El informe da cuenta de estos niveles de concentración en 11 sectores claves (https://tinyurl.com/yujwu5z9).
Los mayores gestores de inversión globales (BlackRock, Vanguard, State Street) poseen alrededor de 25 por ciento de varias de las acciones de las principales empresas de la cadena agroalimentaria, como Corteva (semillas y agrotóxicos), ADM (comercio), Tyson (cría animal y forrajes), Mosaic (fertilizantes), Pepsico (procesadores de alimento), Kroger, Walmart (supermercados). Tienen porcentajes relevantes de acciones en todas las trasnacionales de la cadena agroalimentaria.
Otro factor del que da cuenta el informe es la integración horizontal entre corporaciones, no sólo en su sector, sino con otros. Esto es importante para entender cómo funcionan la demanda de importar maíz transgénico a México y por qué sigue creciendo aunque México no lo necesite para su alimentación. Como explica Ana de Ita de Ceccam, en las negociaciones hacia el TLCAN, México liberalizó el mercado de importación de granos que pasó a ser controlado por empresas trasnacionales de comercio, como ADM, Cargill, Dreyfus y otras que luego se fusionaron con éstas, así como por grandes criadoras industriales de aves, cerdos y vacunos. Varias de estas empresas que importan maíz a México desde Estados Unidos, también tienen contratos con los productores de Estados Unidos. Algunas han pasado a ser también productoras de ganado en México, cerrando así su cadena de lucro, ya que controlan la oferta y la demanda.
Por ejemplo, Cargill es la mayor empresa global de comercio de
cereales y forrajes, la tercera global en cría animal y ahora la novena
en alimentos y bebidas procesadas. Es decir, produce maíz transgénico
(por contrato), es la principal vendedora de forraje pecuario y lo
demanda para cría animal y producción de comida chatarra.
Adicionalmente, Cargill siempre ha tenido colaboración con las
semilleras, especialmente con Monsanto (ahora Bayer) para la producción
de granos. Este tipo decírculos o similares repiten también otras
empresas y recrean así todo el tiempo la supuesta demanda de México
de importar maíz, lo cual es realidad no un negocio de México, sino de las trasnacionales y grandes pecuarias.
Son esos intereses los que defiende el gobierno de Estados Unidos contra la salud y la soberanía alimentaria de México. Es importante el anuncio oficial de no permitir la importación de maíz transgénico para consumo humano. El problema es que la mayoría de las importaciones son de empresas que aunque declaren importarlo como insumo pecuario, lo pueden derivar a otros usos. Debemos continuar desde las comunidades y organizaciones con la resistencia contra toda forma de siembra y uso de maíz transgénico, contra el glifosato y demás agrotóxicos.
* Investigadora del Grupo ETC
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