4/14/2009

“Mexicanizan” explotación laboral en el mundo


Autor:
Ana Lilia Pérez

12 Abril 2009
Con la crisis económica mundial, las multinacionales justifican violaciones a los derechos laborales de millones de trabajadores. Sindicalistas, defensores de derechos humanos y observatorios de trasnacionales, consultados por Contralínea, alertan del latrocinio patronal
Belém Do Pará, Brasil. Trabajar hasta el triple por el mismo salario, reducción de la paga, pérdida de seguridad social y, en algunos casos, subyugarse a castigos corpóreos son las nuevas reglas impuestas por las trasnacionales a las que millones de trabajadores han tenido que sujetarse a partir de que se oficializara la crisis financiera mundial.
“Aceptas o pierdes la única vía de sustento, mientras que las trasnacionales negocian con los gobiernos locales millonarios apoyos económicos, créditos y exenciones fiscales para sacarlos de la crisis que ellos mismos provocaron”, dice Ramón Cardona, presidente de la Federación Sindical Mundial (FSM).
“Con la crisis económica mundial el modelo de trabajo se mexicanizó”, explica Mauricio Minolfi, integrante de la Transnational Information Exchange (TIE), organización dedicada a documentar el desempeño de las trasnacionales en el mundo con sede en Amsterdam, Holanda, y con representaciones en Alemania, Rusia, Brasil, Chile, Estados Unidos, Senegal y el norte de Asia.
El brasileño Minolfi recorrió, en los últimos 15 años, maquilatitlán: de Tehuacán a Tapachula, de Reynosa a Tijuana.
“Con la crisis, el modelo mexicano se extendió a todo el mundo, y está ahora en su nivel más bajo: primero porque se quiere que los trabajadores paguemos la crisis; segundo, con la justificación de la crisis se ha intensificado el discurso del Estado mínimo, a pesar de que el Estado máximo nunca existió.
Ahora es Estado mínimo para los trabajadores y Estado máximo para las empresas.
“Las trasnacionales presionan a los gobiernos con un discurso lloradero.
Dicen que están perdiendo ganancias sin aceptar que también son responsables de este colapso, mientras que los gobiernos buscan una salida negociada antirrecesiva, dejando de lado la parte social. Nunca repartieron sus ingresos pero sí sus pérdidas, como ha pasado en México durante años, y hoy ocurre lo mismo en Centro y Sudamérica, en Asia y hasta en Europa; por ello hemos adoptado una frase de que el mundo laboral se está mexicanizando”, detalla Minolfi, también asesor de organizaciones como la Coalición pro Justicia en la Maquila.
Sindicalistas, organizaciones gremiales y sociales, defensores de derechos humanos y observatorios de trasnacionales denuncian que, en medio de la crisis económica, lo vital es conservar el empleo. Agregan que en distintas regiones del mundo las empresas violan derechos laborales. Ello, alertan, significa el peor detrimento de las conquistas obtenidas en luchas como la de los Mártires de Chicago, que pelearon la jornada de ocho horas; o las masacres de Cananea y Río Blanco, que lograron los salarios mínimos y contratos colectivos de trabajo; derechos que, a 100 años, son letra muerta.
La precarización laboral –como los sociólogos definen la incertidumbre del empleo, pérdida de garantías sociales, flexibilización de los modelos de contratación a destajo o por banco de horas, además de la pérdida del poder de negociación de los trabajadores o sus sindicatos con los patrones– es un esquema que se expandió con la imposición del modelo neoliberal en la década de 1980.
Xesús Ramón González Boán, de la Confederación Intersindical de Galicia, reconocido como uno de los principales líderes sindicales europeos, explica: “Ahora las empresas justifican todo con la crisis; como están en época de crisis no pagan salarios, no hay horas extras ni finiquitos. El parámetro es Europa, donde se tenía un mayor respeto por la seguridad social, pero desde el año pasado se deterioró mucho.”
Las peladoras de Tánger
Hace varios meses que la artritis deformó las articulaciones de sus manos. Los nódulos que bordean las muñecas y sus dedos índice y pulgar dan la impresión de que la mujer sufriera gigantismo. Su sistema óseo está prácticamente quebrado, así que el andar enjuto la hace ver anciana, aunque Fátima no rebasa los 40 años. El médico le ha dicho que en poco tiempo la artritis le afectará el corazón.
Fátima es una de las cientos de peladoras de camarones en Marruecos que padece esa enfermedad. Los anales médicos indican que la exposición a cambios bruscos de temperatura acelera la deformación y, durante 18 horas al día, Fátima descascara gambas refrigeradas 25 grados bajo cero.
Lo ha hecho los últimos 10 años. Tánger es actualmente uno de los mayores productores del crustáceo, cuyo destino final son los mercados europeo y norteamericano. En las maquilas se procesan unos 27 mil kilogramos cada cuatro horas. El 80 por ciento de la mano de obra es femenina. Casi el 40 por ciento, menores de entre 11 y 16 años. La artritis es una pandemia aun entre las más jóvenes.
Postradas en una silla y encorvadas durante horas, mujeres y niñas escarban los congelados crustáceos hasta desnudarlos dentro de las cajas de plástico que sostienen sobre sus rodillas. En pocos años desarrollan, además de la artritis, insuficiencia renal y respiratoria, alergias, infecciones en la piel y fallas cardiacas. Las que más antigüedad tienen en el oficio son menos hábiles: en su fase severa, la artritis provoca la pérdida de capacidad para desgarrar o pellizcar. Entonces las peladoras son desempleadas sin liquidación ni seguridad social. Por época de crisis los patrones les cancelaron el servicio médico.
Turistas frecuentes de maquilatitlán, a finales de la década de 1990, corporativos holandeses importaron el modelo a Marruecos. Se instalaron en Tánger, a 15 kilómetros de España, sobre el Estrecho de Gibraltar, aprovechando las exenciones fiscales que el gobierno les dio en esa zona, decretada como la zona franca del Mediterráneo.


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