Se construye en la práctica social
Por Gladis Torres Ruiz
México DF, 14 abril 09 (CIMAC).- La ciudadanía de las mujeres se construye en movimiento, en la práctica social, en la concentración de derechos y en la “deconstrucción de identidades patriarcales”, que propicien en las mujeres asumirse como sujetas de derecho, afirma la doctora Alma Rosa Sánchez Olvera.
En su documento El Feminismo en la Construcción de la Ciudadanía de las Mujeres en México, editado por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalla que uno de los grandes retos de la democracia actual es suscitar en mujeres y hombres procesos de participación e incidencia política, que los lleve a constituirse en sujetos que “conocen, exigen y defienden sus derechos.
Para el caso de las mujeres, señala que la ciudadanía plena es un proceso en construcción, el cual se ha visto nutrido por dos grandes movimientos sociales, (nacionales e internacionales): el de derechos humanos y el feminismo.
La especialista en Estudios de Género, agrega que la ciudadanía se constituye por la conjunción de tres elementos: “posesión de derechos, pertenencia a una nación y participación social”.
Se refiere a la intervención activa de las mujeres y hombres en la vida pública y se materializa en la participación, propuesta y construcción de nuevos derechos a la vez que exige condiciones y recursos para ejercer los históricamente logrados.
“Esta ciudadanía activa se expresa en lo individual como participación y en lo social, como responsabilidad, solidaridad, cooperación en la esfera público-social, y en el ámbito político como exigencia, fiscalización y rendición de cuentas, así como propuesta de intervención creación de leyes y de políticas públicas que beneficien a la comunidad”.
MOVIMIENTOS DE MUJERES
En los movimientos sociales de mujeres, agrega la especialista, es común observar la trascendencia política e ideológica que el feminismo ha dejado en México, “con su presencia como movimiento social toda una temática desconocida, oculta, negada y sepultada por siglos de prejuicios, prohibiciones y miedos, emergió para no retornar a la oscuridad”.
El discurso y la cultura feminista han tenido una trascendencia teórica y política significativa en el movimiento de mujeres, pues lo ha dotado de explicaciones que hacen comprensible por qué las diferencias entre los géneros devienen en desigualdades sociales.
En este sentido, Sánchez Olvera precisa que las demandas de género –igualdad laboral, política, cotidiana y doméstica—que caracterizaron el movimiento feminista durante los setenta, no son necesariamente, las mismas que enarbolan las mujeres en los 80, si bien en ambos momentos prevalece la figura femenina como sujeto social fundamental, la diversidad de demandas, las prioridades en la organización y en la lucha marcan las diferencias entre otros.
La renovación de la práctica política feminista en la década de los noventa, en cuanto a sus demandas y formas de hacer política, estuvo influida por acontecimientos externos e internos, en los primeros por las Conferencias Internacionales de la Mujer, Beijing en 1995 y sobre Población y Desarrollo el Cairo 1994, las cuales han ejercido una presión internacional dirigida a los gobiernos para llevar a cabo acciones a favor de las mujeres.
En lo interno, por razones de tipo coyuntural, en el ámbito político nacional: el terremoto de 1985, el proceso democrático en 1988, el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 y el primer gobierno de oposición en el Distrito Federal, han marcado el hecho de que hoy el feminismo mexicano intente articular las demandas de género al proceso democrático del país.
Así es como las mujeres van construyendo su carácter dinámico de la ciudadanía, pues este se construye permanentemente en la acción y propuesta política de sus movimientos, ya que estos movimientos tanto el Movimiento Amplio de Mujeres (MAM), como el feminista han creado en los últimos años una “agenda política que exige condiciones, recursos y poder, para ejercer sus derechos como ciudadanas”.
Por Gladis Torres Ruiz
México DF, 14 abril 09 (CIMAC).- La ciudadanía de las mujeres se construye en movimiento, en la práctica social, en la concentración de derechos y en la “deconstrucción de identidades patriarcales”, que propicien en las mujeres asumirse como sujetas de derecho, afirma la doctora Alma Rosa Sánchez Olvera.
En su documento El Feminismo en la Construcción de la Ciudadanía de las Mujeres en México, editado por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), detalla que uno de los grandes retos de la democracia actual es suscitar en mujeres y hombres procesos de participación e incidencia política, que los lleve a constituirse en sujetos que “conocen, exigen y defienden sus derechos.
Para el caso de las mujeres, señala que la ciudadanía plena es un proceso en construcción, el cual se ha visto nutrido por dos grandes movimientos sociales, (nacionales e internacionales): el de derechos humanos y el feminismo.
La especialista en Estudios de Género, agrega que la ciudadanía se constituye por la conjunción de tres elementos: “posesión de derechos, pertenencia a una nación y participación social”.
Se refiere a la intervención activa de las mujeres y hombres en la vida pública y se materializa en la participación, propuesta y construcción de nuevos derechos a la vez que exige condiciones y recursos para ejercer los históricamente logrados.
“Esta ciudadanía activa se expresa en lo individual como participación y en lo social, como responsabilidad, solidaridad, cooperación en la esfera público-social, y en el ámbito político como exigencia, fiscalización y rendición de cuentas, así como propuesta de intervención creación de leyes y de políticas públicas que beneficien a la comunidad”.
MOVIMIENTOS DE MUJERES
En los movimientos sociales de mujeres, agrega la especialista, es común observar la trascendencia política e ideológica que el feminismo ha dejado en México, “con su presencia como movimiento social toda una temática desconocida, oculta, negada y sepultada por siglos de prejuicios, prohibiciones y miedos, emergió para no retornar a la oscuridad”.
El discurso y la cultura feminista han tenido una trascendencia teórica y política significativa en el movimiento de mujeres, pues lo ha dotado de explicaciones que hacen comprensible por qué las diferencias entre los géneros devienen en desigualdades sociales.
En este sentido, Sánchez Olvera precisa que las demandas de género –igualdad laboral, política, cotidiana y doméstica—que caracterizaron el movimiento feminista durante los setenta, no son necesariamente, las mismas que enarbolan las mujeres en los 80, si bien en ambos momentos prevalece la figura femenina como sujeto social fundamental, la diversidad de demandas, las prioridades en la organización y en la lucha marcan las diferencias entre otros.
La renovación de la práctica política feminista en la década de los noventa, en cuanto a sus demandas y formas de hacer política, estuvo influida por acontecimientos externos e internos, en los primeros por las Conferencias Internacionales de la Mujer, Beijing en 1995 y sobre Población y Desarrollo el Cairo 1994, las cuales han ejercido una presión internacional dirigida a los gobiernos para llevar a cabo acciones a favor de las mujeres.
En lo interno, por razones de tipo coyuntural, en el ámbito político nacional: el terremoto de 1985, el proceso democrático en 1988, el levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en 1994 y el primer gobierno de oposición en el Distrito Federal, han marcado el hecho de que hoy el feminismo mexicano intente articular las demandas de género al proceso democrático del país.
Así es como las mujeres van construyendo su carácter dinámico de la ciudadanía, pues este se construye permanentemente en la acción y propuesta política de sus movimientos, ya que estos movimientos tanto el Movimiento Amplio de Mujeres (MAM), como el feminista han creado en los últimos años una “agenda política que exige condiciones, recursos y poder, para ejercer sus derechos como ciudadanas”.
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