4/18/2009

Periodistas pal café....



Editorial La Jornada.

En Trinidad y Tobago, rectificaciones necesariasLa quinta Cumbre de las Américas, celebrada en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, inició ayer con expectativas en torno al establecimiento de una nueva relación entre Estados Unidos y América Latina y, en particular, con especial atención hacia dos de los protagonistas de la reunión, uno presente y el otro ausente: el nuevo gobierno estadunidense –encabezado por el presidente Barack Obama– y la República de Cuba. Al respecto son significativos, por un lado, el discurso inaugural pronunciado por la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, quien demandó el fin del bloqueo económico que Washington mantiene desde hace casi medio siglo en contra de la isla y, por el otro, la postura de los gobiernos integrantes de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba) que, encabezados por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, han advertido que vetarán la declaración final de la cumbre, entre otras cosas porque prolonga la exclusión de La Habana del llamado sistema interamericano.Sin duda, mucho han cambiado los entornos regional y mundial desde que, en 1994, se realizó la primera de estas reuniones en Miami, Florida, entonces con el propósito de Washington de imponer sobre el resto de la región un proyecto de control económico, cuyo eje principal sería el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). La lógica económica dominante en aquellos años hoy se ha colapsado como consecuencia de su propio carácter depredador, y un buen número de los países latinoamericanos han optado por gobiernos y modelos alternativos al neoliberalismo que aún rige en nuestro país, en algunas naciones centroamericanas y en Colombia y Perú. Es innegable, asimismo, que tras la llegada de Obama a la Oficina Oval, hace casi tres meses, la política exterior de Washington ha dado muestras de cambios en su retórica, sus acciones y su proyección hacia el resto del mundo y que esta serie de transformaciones, en conjunto, obligan a una reconfiguración en los términos de las relaciones norte-sur en el continente.El reconocimiento de esta necesidad por parte de los gobiernos latinoamericanos y del propio Barack Obama es sin duda un hecho positivo; sin embargo, es impostergable que este viraje comience a manifestarse en hechos más relevantes y en la rectificación de errores e injusticias históricas como las cometidas y avaladas por Washington en contra del pueblo cubano.La exclusión de Cuba del ámbito de la política continental fue una determinación tomada en el marco de un orden bipolar y de una confrontación político-ideológica hoy superados. Adicionalmente, el empeño por mantener aislada a la nación caribeña en lo político y lo económico representa, en la circunstancia presente, una profunda inconsistencia con la política que el gobierno de Estados Unidos ha comenzado a practicar (cabe recordar que el lunes pasado el propio Obama ordenó el levantamiento de las restricciones a los viajes y el envío de remesas a la isla). Por el contrario, cuando la mayoría de los países del continente se han pronunciado a favor de la inclusión de Cuba en el sistema interamericano y del fin del bloqueo económico, el mantenimiento de las posturas tradicionales de Washington en uno y otro casos terminaría por refrendar el carácter unilateral y arbitrario que privó durante la desastrosa era de George W. Bush.En la actualidad, además de un anacronismo y una injusticia, las restricciones de Washington hacia Cuba constituyen lastres fundamentales para lograr un mayor acercamiento y establecer una nueva relación entre Estados Unidos y las naciones ubicadas entre el río Bravo y la Patagonia. Cabe hacer votos por que el nuevo mandatario estadunidense lo tome en cuenta y por que, de conformidad con el espíritu que recorre la región, la de Trinidad y Tobago sea la última de estas reuniones en que La Habana esté ausente.

Enrique Galván Ochoa: Dinero
Apesar de la abundante publicidad que recibió la visita del presidente Barack Obama a México, el sondeo de esta semana muestra que el 49 por ciento de los encuestados contestó que no espera nada concreto, el 36 por ciento tiene pocas expectativas, muchas el 8 por ciento y un 7 por ciento dijo que no le interesó.MetodologíaEnviamos el cuestionario a 2 mil 500 miembros de El Foro México. Recibimos la respuesta de 56 por ciento. Algunos foristas emitieron su opinión. Enseguida reproducimos algunos fragmentos. Los textos originales pueden leerse en el foro
Gloria Muñoz Ramírez: Los de Abajo
os caminos de la selva Lacandona están secos. Los campesinos han empezado a quemar el monte para prepararlo para la siembra. Otros esperarán a que se acerquen las primeras lluvias para iniciar el ciclo y así evitar que se expandan los incendios con las altas temperaturas. El asfalto va ganando terreno en las cañadas. De Las Margaritas el camino ya llega hasta el poblado zapatista de San José del Río, la comunidad anfitriona de la película Corazón del tiempo. Y se espera que llegue hasta la comunidad priísta de San Quintín, que alberga el cuartel militar más grande de la zona. Los camiones repletos de soldados siguen siendo la estampa constante desde el 9 de febrero de 1995, cuando el gobierno federal optó por la militarización y paramilitarización para eliminar a los zapatistas.Siete gobernadores han pasado por Chiapas desde el inicio de la guerra de enero de 1994. Todos, sin excepción de color o filiación, han enfrentado al EZLN con armas y sin ellas, han intentando todo para minar sus bases y sin ninguna originalidad anuncian cada tanto la defunción del movimiento. La existencia de cientos de comunidades en resistencia afirma lo contrario.El gobierno de Jaime Sabines continúa la misma política de hostigamiento y en tan sólo una semana ocurrieron dos agresiones que corroboran que Chiapas sigue siendo un polvorín en el que actúan como cómplices todos los niveles de gobierno.Al grito de “¡Vamos a tomar sangre! ¡Vamos a matar a estos pinches zapatistas!”, los miembros del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de Zinacantán agredieron a las bases de apoyo de Sok’on, poblado despojado de su manantial desde hace nueve años por este mismo grupo. Fue el pasado 12 de abril cuando 26 personas procedentes de Nachij, encabezadas por las autoridades perredistas municipales, amenazaron con picos y palos a la población zapatista. “Todo tiene un límite”, advierte la junta de buen gobierno con sede en Oventic. En esta ocasión, señalan, “no sucedió nada, sólo porque los zapatistas no caemos en provocaciones (ni) enfrentaremos a nuestros hermanos indígenas, aunque estén siendo usados por el mal gobierno sabinista”.Por otra parte, en la zona norte del estado el Ejército federal disparó en seis ocasiones para romper el bloqueo que a la altura de las cascadas de Agua Azul organizaron pobladores del ejido San Sebastián Bachajón, en demanda de la liberación de seis tzeltales detenidos y torturados desde el pasado 14 de abril. Al plantón arribaron, además del Ejército, miembros de la Policía Federal Preventiva (PFP) y de la policía estatal, quienes lograron que se levantara el bloqueo, aunque éste fue reinstalado horas más tarde y hasta el momento permanece bajo amenaza.losylasdeabajo@yahoo.com.mx.
Carlos Fernández-Vega: México SA
l Fondo Monetario Internacional ha lanzado un dardo envenenado directamente al corazón del discurso optimista” con el que pretenden “gobernar” y “convencer” algunos grupos instalados en el poder (el calderonista en primerísimo lugar, sobre todo en tiempos electorales), los cuales alegremente propagan la endeble versión de que “en muy corto plazo” (el inquilino de Los Pinos dice que “en el verano”) se concretará la “recuperación y despegue” económico.El organismo internacional divulgó ayer sus renovadas Perspectivas de la Economía Mundial, y entre sus conclusiones destaca una que desmorona el citado discurso: “es probable que la recesión actual sea excepcionalmente larga y profunda, y su recuperación, lenta”. Además, advierte, “en caso de ser recesiones sincronizadas a escala mundial, suelen durar aún más e ir seguidas de recuperaciones aún más débiles… el hecho de que la actual desaceleración sea muy sincronizada y se vincule a crisis financieras profundas indica que es probable que sea persistente, con una recuperación más débil que el promedio”. Nada alentador para el de por sí escalofriante panorama económico, que en el caso mexicano pretendió minimizarse a golpe de “catarritos” y “gripas” de discurso.En su más reciente análisis sobre la perspectiva económica mundial, el FMI señala que “sin contar el actual, desde 1960 se han registrado tres episodios en los que 10 o más de las 21 economías avanzadas de la muestra atravesaron simultáneamente una recesión: en 1975, 1980 y 1992. La duración de la recesión sincrónica es, en promedio, casi 1.25 veces más larga que la de una recesión típica. Las recuperaciones son generalmente lentas, debido a la debilidad de la demanda externa, especialmente si Estados Unidos también está en recesión: durante las recesiones de 1975 y 1980, la marcada caída de la importación estadunidense contribuyó a una importante contracción del comercio mundial. El análisis indica que es probable que la conjunción de la crisis financiera y la desaceleración mundial sincronizada originen una recesión excepcionalmente profunda y extendida en el tiempo. Esta combinación es poco común en la historia y se debería tener cautela a la hora de extraer conclusiones. No obstante, el hecho de que la actual desaceleración sea muy sincronizada y se vincule a crisis financieras profundas indica que es probable que sea persistente, con una recuperación más débil que el promedio”.Para hacer frente a la recesión mundial actual, indica, “habrá que coordinar las políticas monetarias, fiscales y financieras. Se precisan enérgicas medidas monetarias y fiscales para apuntalar la demanda agregada en el corto plazo. Aun haciéndolo, una de las lecciones más importantes de los episodios de crisis financieras es la importancia fundamental de restablecer la confianza en el sector financiero para que las políticas macroeconómicas sean eficaces y la recuperación se consolide”.Las crisis financieras en las economías avanzadas “se han propagado de una manera rápida e intensa a las economías emergentes, y las vinculaciones financieras han sido uno de los principales canales de transmisión. La disminución de los flujos de capital hacia las economías emergentes puede ser prolongada después de una crisis, dados los problemas de solvencia que afrontan los bancos de las economías avanzadas que proporcionan financiamiento sustancial a las economías emergentes. Se requiere una respuesta de política económica coordinada por parte de las economías avanzadas y las emergentes, ya que la reducción de las vulnerabilidades de cada país, por sí sola, no puede aislar a las economías emergentes de un shock financiero a gran escala en las economías avanzadas”.Las recesiones vinculadas a crisis financieras generalmente “han sido graves y prolongadas. Las crisis financieras habitualmente se producen tras periodos de rápida expansión del crédito y fuerte aumento del precio de los activos. A menudo, la debilidad de la demanda privada y del crédito suele frenar el avance de la recuperación después de estas recesiones, lo que obedece en parte a los esfuerzos de los hogares por aumentar las tasas de ahorro y estabilizar sus balances. Generalmente las recuperaciones se ven impulsadas por una mejora del comercio internacional neto a raíz de las depreciaciones cambiarias y la caída de los costos unitarios”.Puntualiza el FMI que los indicadores históricos “parecen indicar” que el papel decisivo que desempeñaron los bancos en la crisis actual “puede presagiar una caída prolongada de los flujos de capital hacia las economías emergentes. Los datos de episodios anteriores de tensiones bancarias sistémicas en las economías avanzadas (la crisis de la deuda en América Latina a principios de los años 80 y la crisis bancaria japonesa en los años 90) muestran que la caída de los flujos de capital suele ser sustancial y prolongada. Dada su considerable exposición al riesgo, las economías emergentes podrían verse gravemente afectadas”.Las rebanadas del pastelPues nada, que los “signos alentadores” (Calderón dixit) para la economía mexicana brotan por doquier. No sólo la alegría de los 4 mil empleos presumidos por el inquilino de Los Pinos, quien “olvidó” por completo los 600 mil cancelados en cinco meses, sino las cifras más recientes aportadas ayer por el Inegi: en febrero pasado la producción industrial en el país se desplomó 13.2 por ciento en términos reales y a tasa anual, un alarmante resultado negativo que se suma al igualmente terrible reporte de enero, cuando el mismo indicador se derrumbó 11.1 por ciento. Desmenuzado el dato, en el segundo mes de 2009 el sector de las industrias manufactureras cayó 16.1 por ciento en términos anuales; la construcción 11.3 por ciento; la actividad minera 7 por ciento, y el sector de la electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final 6.5 por ciento. Un mes atrás, en enero, las caídas registras en los mismos sectores fueron de 14.9, 8.5, 3.3 y 2.9 por ciento, respectivamente. Entonces, alentador, lo que se llama alentador, parece que no es… Después de medio siglo, y tras miles de atentados políticos, económicos y sociales a la isla, el gobierno de Estados Unidos parece que por fin se dio cuenta: “sentimos que nuestra política hacia Cuba ha fracasado”, reconoce la secretaria de Estado estadunidense, Hillary Clinton. Entonces, es sencillo: cambien esa política y levanten el ilegal bloqueo.cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx
Emir Sader: “Welcome, Mr. Obama. What about Cuba?”
lusiona a Barack Obama ser recibido de otra manera en la reunión de Trinidad y Tobago: podrá hablar de la crisis, de nuevas posturas de su gobierno frente a Irak e Irán, de tantas cosas, pero lo que no conseguirá será eludir la centralidad que tiene su postura con relación a Cuba.La posición estadunidense sobre Cuba representa, en síntesis, la visión imperial de Estados Unidos con relación a América Latina. Se evidenció cuando sintió que estaba ante un proceso realmente revolucionario, que no sólo tumbaba una de las tantas dictaduras que Washington apoyaba en la región, sino que el nuevo poder reivindicaba de forma radical la soberanía del país, al tiempo que avanzaba en la construcción de una sociedad justa, comenzando con la reforma agraria.Hasta allí los movimientos antidictatoriales y/o nacionalistas siempre habían sido conjurados o cooptados. Pasó con los más fuertes, como los de Juan Domingo Perón y Getulio Vargas, pasando por la revolución boliviana de 1952. Cuando se dio cuenta de que perdía el control sobre un país que había sido su más importante neocolonia, Estados Unidos inició una ofensiva para intentar impedir que el poder revolucionario se consolidase.Se valió de todos los instrumentos que tenía a la mano: de los ataques con fósforo blanco –iniciados sobre territorios liberados de la región oriental de la isla incluso antes de la victoria de Fidel Castro y sus compañeros– a los atentados contra el líder de la revolución, el envío de comandos terroristas, la provisión de armas a los grupos contrarrevolucionarios de la cordillera central del país, agregando a todo la calumnia informativa y la tentativa de bloqueo económico y diplomático.Actuaba Estados Unidos de acuerdo con la máxima según la cual “Sin cuota no hay país”; esto es, si el poderoso vecino del norte dejaba de comprar la zafra de azúcar, el país no sobreviviría. La burguesía cubana cerraba entonces sus casas y partía a Estados Unidos como quien va de vacaciones, esperando que el nuevo gobierno cayese bajo el impacto del boicot estadunidense.En paralelo, Washington desataba la mayor ofensiva contra un país del continente, que incluyó el intento de invasión en 1961 y el bloqueo naval de 1962. Asimismo, Estados Unidos impuso desde un decreto continental de aislamiento contra Cuba, que supuso la ruptura de las relaciones de todos los gobiernos con la isla –menos México, que mantuvo el intercambio diplomático–, cerrando así el cerco económico en momentos que Washington dividía entre países con gobiernos serviles la cuota de azúcar dejada de adquirir a los cubanos.Pasaron más de cuatro décadas y 10 presidentes estadunidenses, y Cuba sobrevivió y rompió de hecho el bloqueo, tanto en sus vínculos con otros países del continente –Costa Rica, finalmente, acabó restableciendo las relaciones–, como el propio intercambio en turismo, cultura y comercio que fue siendo repuesto. Cuba mantuvo su dignidad y su soberanía, al tiempo que construía la sociedad más justa del mundo, para lo cual fue indispensable afectar profundamente intereses estadunidenses en el país.Esto último es lo que Estados Unidos nunca perdonará a Cuba: su independencia y su papel de ejemplo al romper con la dominación imperialista sobre la isla y sentar los embriones de un nuevo tipo de sociedad, el socialismo.Cuba le propone normalizar las relaciones, sin demandar siquiera la devolución de Guantánamo –como sería absolutamente justo que ocurriera–, exigiendo como contrapartida que cada país respete el tipo de sociedad del otro y haya intercambios recíprocos de igualdad y respeto.El problema para Obama es que si quiere probar en los hechos que tiene una actitud distinta con América Latina, tendrá que hacerlo poniéndole fin al bloqueo y normalizando las relaciones con Cuba. Por el carácter de Estados Unidos como sobreviviente de la guerra fría y de expresión más acabada de la prepotencia imperial en las relaciones con el continente, Obama no podrá quedarse únicamente en la flexibilización de la circulación de personas, envíos de remesas y sostenimiento del comercio ya existente. Tendrá que avanzar en la concreción de reuniones directas con los dirigentes cubanos y el establecimiento de relaciones normales con la isla como el último gobierno de América que se resistió a ello.De la respuesta a los saludos con que todos recibirán a Obama en Trinidad y Tobago dependerá la apertura de un nuevo periodo en las conturbadas, violentas y hasta aquí prepotentes relaciones de Estados Unidos con América Latina.Traducción: Ruben Montedónico
Armando Bartra/ V y última: La Gran crisis
ay dos visiones generales del recambio civilizacional al que nos orilla la Gran crisis: la de quienes siguen pensando, como los socialistas de antes, que en el seno del capitalismo han madurado los elementos productivos de una nueva y más justa sociedad que habrá de sustituirlo mediante un gran vuelco global, y la de quienes vislumbran un paulatino –o abrupto– proceso de deterioro y desagregación, una suerte de hundimiento del Titanic civilizatorio al que sobrevivirán lanchones sociales dispersos. La primera opción, una versión socialista o altermundista de las promesas del Progreso, ha sido objetada por visionarios como Samir Amin e Immanuel Wallerstein, para quienes la historia enseña que la conversión de un sistema agotado a otro sistema contenido en germen en el anterior ha consistido en pasar de un orden inicuo a otro, de un clasismo a otro clasismo, de modo que la “decadencia o desintegración” son más deseables que una “transición controlada” (Immanuel Wallerstein, Impensar las ciencias sociales. Editorial Siglo XXI, México 1998, p. 27). El hecho es que –mientras vemos si cambiamos de timonel o de plano hundimos el barco– en las últimas décadas proliferó en las costuras del sistema un neoutopismo autogestionario hecho a mano que busca construir y articular plurales manchones de resistencia, tales como economías solidarias, autonomías indígenas y toda suerte de colectivos en red. Estrategia que tiene la “posmoderna” virtud de que no parte de un nuevo paradigma de aplicación presuntamente universal, sino que adopta la forma de una convergencia de múltiples praxis (Euclides André Mance, Redes de colaboración solidaria. Aspectos económico filosóficos: complejidad y liberación. Universidad de la Ciudad de México, México, 2006. Boaventura de Sousa Santos y César Rodríguez, “Para ampliar el canon de la producción” en Desarrollo, eurocentrismo y economía popular. Más allá del paradigma neoliberal. Ministerio para la Economía Popular, Caracas, 2006).El sujeto. Sin sujeto no hay crisis que valga. Los desórdenes que socavan al neoliberalismo, al capitalismo en cuanto tal, a la propia sociedad industrial y al imaginario de la modernidad conformarán una crisis civilizatoria si, y sólo si, las víctimas asumimos el reto de convertir el magno tropezón sistémico en encrucijada societaria. Los tronidos y rechinidos de la máquina de vivir y el descarrilamiento de la locomotora productiva plantean preguntas acuciantes, interrogantes perentorios, pero la respuesta está en nosotros.Jürgen Habermas nos recuerda que tanto en la medicina como en la dramaturgia clásica el término crisis se refería al “punto de inflexión de un proceso fatal” y aun si en las disciplinas en que el concepto debutó el curso de la enfermedad o del destino se imponían, la noción de crisis “es inseparable –dice Habermas– de la percepción interior de quien la padece”, de la existencia de un sujeto cuya voluntad de vivir o de ser libre están en juego. “Dentro de la orientación objetivista –continúa– no se presentan los sistemas como sujetos; pero sólo éstos (...) pueden verse envueltos en crisis. Sólo cuando los miembros de la sociedad experimentan los cambios de estructura como críticos para el patrimonio sistémico y sienten amenazada su identidad social, podemos hablar de crisis” (Jürgen Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1975, p. 15-18).Primeras insurgencias. A mediados de 2008 tuvimos un evento de la crisis alimentaria porque a resultas de la carestía de los granos básicos se presentaron emergencias sociales contestatarias en más de 30 países, entre ellos Argentina, Armenia, Bolivia, Camerún, Costa de Marfil, Chile, Egipto, Etiopía, Filipinas, Madagascar, México, Pakistán, Perú, Somalia, Sudán, Tajikistán, Uganda, Venezuela. Movilizaciones que en el caso de Haití, donde el precio del arroz se duplicó en una semana, dejaron varios muertos, decenas de heridos y la caída del gobierno. Los desórdenes ambientales, que por su propia índole son de despliegue relativamente lento y duradero, han ido configurando una crisis con el surgimiento del movimiento ambientalista en la segunda mitad del siglo pasado. Los éxodos trasnacionales y la creciente presencia de migrantes indocumentados en las metrópolis pasaron de dato demográfico a crisis social cuando 3 millones de personas, mayormente transterradas de origen latino, se movilizaron en las principales ciudades de Estados Unidos en defensa de sus derechos. Y la crisis económica es crisis económica, no tanto porque hay semblantes angustiados en la bolsa de valores cuando caen el Dow Jones o el Nikei, como porque millones de personas aquejadas por el desempleo, las deudas y la pérdida de su patrimonio comienzan a manifestarse en la calle, como sucedió en las masivas jornadas de protesta y en defensa de los puestos de trabajo y la capacidad adquisitiva del salario, escenificadas en Francia el 29 de enero y el 19 de marzo de 2009.Y es que las crisis convocan al pensamiento crítico y la acción contestataria. O, mejor dicho, el desarreglo sistémico deviene crisis en la medida en que involucra la praxis de los sujetos. Protagonistas del drama que son a la vez constituidos y constituyentes de la crisis.En esta perspectiva, la debacle ambiental, alimentaria, energética y migratoria, a la que hoy se añade la depresión económica, conforman una crisis sistémica en tanto han congregado ya una amplísima gama de discursos cuestionadores que ven en ella el fin de la fase neoliberal del capitalismo. Pero en este diálogo se escuchan igualmente las voces de quienes pensamos que la devastación que nos rodea resulta del pecado original del gran dinero: la conversión en mercancía de un orden humano-natural que no puede reproducirse con base en la lógica de la ganancia; de quienes creemos que si para salvarse de sus propios demonios el capitalismo deja definitivamente de ser un sistema de mercado autorregulado, también deja de ser capitalismo y entonces el reto es desarrollar nuevas formas de autorregulación social; de quienes sostenemos que lo que se desfondó en el tránsito de los milenios no es sólo un mecanismo de acumulación, sino también la forma material de producir y consumir a él asociada, el sistema científico tecnológico y la visión prometeica del progreso en que deriva, el sentido fatalista y unilineal de la historia que lo sostiene...Si, a la postre, éstas son las percepciones dominantes, entonces –y no antes– estaremos ante una crisis civilizatoria.
Gustavo Leal F.*: El México “ganador” de Calderón y la cúpula sindical del IMSS
n octubre de 2006, un instantáneo congreso sindical celebrado en Morelia, Michoacán, entre protestas, enfrentamientos y gases lacrimógenos, eligió” a Valdemar Gutiérrez Fragoso como secretario general del SNTSS para el periodo 2006-2010.El veranillo democrático de la organización había terminado. Las imposiciones, represión, sanciones a granel, ampliación de periodo hasta 2012 y “reformas” estatutarias a modo consolidaron una restauración neocorporativa que –sin rendición de cuentas– “negocia” desde entonces a su arbitrio con el calderonismo el contrato colectivo de trabajo más completo de América Latina –sacrificando vía Afore a los trabajadores de nuevo ingreso– y subasta al mejor postor político la “representación” sindical para las obsesivamente acariciadas candidaturas electorales 2009.A finales de 2006, Gutiérrez Fragoso se opuso reiteradamente a que el IMSS operara el Seguro Popular y oootra de las ocurrencias de campaña de Calderón: el “seguro” sólo para los recién nacidos o Seguro Popular petit.Primero manifestó que el IMSS “no estaba en condiciones de formar parte del Seguro Popular, porque está saturado en sus servicios e incluso existen rezagos en infraestructura y personal”. Luego lo calificó de “proyecto sexenal para justificar el uso de recursos federales, pero que no tiene cifras reales. No vamos a firmar un convenio de colaboración para que sean afiliadas personas que no sean derechohabientes”.Inmediatamente agregó que el instituto “no tiene capacidad para cumplir con la promesa que hiciera Calderón de otorgar un seguro universal de salud para los niños que nacieron a partir del primero de diciembre de 2006. Pensar que el Seguro Social puede atender a esos beneficiarios sería una locura. Simplemente no se puede. Hablan de programas para atender pacientes con cáncer y no sabemos dónde los atienden, ni si esos pacientes serán cargados al IMSS”.El Seguro Popular y el universal, remarcó, “son pura demagogia, populacheros y si se endilga al IMSS esta tarea, se colapsarán varias áreas médicas y decaerá peligrosamente la atención. Ambos seguros están en el aire y son pura demagogia porque no hay nada concreto. No se planearon bien”.El 10 de enero de 2007, Molinar Horcasitas anunció que el IMSS “participará en la atención de los niños amparados por el Seguro Médico para una Nueva Generación, un gran paso en la construcción de una mejor seguridad social en el país. Para este esfuerzo se unen no solamente las instituciones federales y estatales de salud, sino también las privadas”. Y aclaró que la atención se proporcionaría por conducto del Seguro Popular. Éste enviaría casos debidamente identificados y acreditados. Los servicios que así otorgue el IMSS, remató, “le serán pagados. No afectará su operación”.Seis días después la Unión Nacional de Trabajadores publicó un desplegado signado por su presidencia colegiada (Gutiérrez Fragoso, Hernández Juárez y Agustín Rodríguez) en el que en enfatizaba que el seguro calderonista para los recién nacidos “amenaza la viabilidad del IMSS, carece del sustento económico necesario y compromete su ya deteriorada situación financiera. Lejos de atender el diagnóstico sobre la crítica situación del IMSS, la Presidencia de la República añade una carga extra al Seguro Social”.Sin embargo, 30 días después, “la locura” se transformó en cordura y Gutiérrez Fragoso aprobó la operación del Seguro Popular petit. El IMSS, sostuvo, “recibirá 200 millones de pesos para brindar la atención: sólo 40 mil infantes, lo cual no representa una sobrecarga. Ya bien explicado –matizó– y dicho como es, vemos que no genera problemas. El trabajo se repartirá en 300 clínicas. No hemos tenido la sobrecarga que pensábamos”.Al día siguiente en Pachuca, Gutiérrez Fragoso criticó las políticas federales de salud y externó su inconformidad con el Seguro Popular, que debería “desaparecer –comentó–, porque mientras se le incrementa el presupuesto, al IMSS se le disminuye”.¿Puede sorprender que el 24 de diciembre de 2008 declarara que “consensuamos con las secciones y se tomó el acuerdo de que el CEN apoye al PRI y nosotros pediremos dos diputaciones plurinominales” y que, sólo dos meses después, el PRD-Ortega le “prometiera” otra candidatura “a cambio de hacer campaña en favor del partido”?¿Puede sorprender que –eliminado de la lista/Ortega– reapareciera en la del PRI para, finalmente (siguiendo los penosos pasos de Diódoro Carrasco y Benjamín González Roaro), aceptar “la mejor oferta” del PAN de Calderón, amparado en la “democracia” de dedo que priva en su fantástico Consejo Sindical?¿Cuándo consultó a los 378 mil trabajadores activos que le pagan cuotas por 243 millones de pesos anuales?“Defender” la seguridad social para Gutiérrez Fragoso y su casta es vil demagogia subastable. Es una capa gestora de ambiciones huecas de poder. Las arañadas candidaturas son fusibles para su trapecista usufructo personal.Afortunadamente, el SNTSS y sus trabajadores son más que ese antidemocrático CEN y dilatada estructura.Además del compromiso para que su candidatura ejecute los acuerdos sindicato-PAN que “impulsen programas de salud como el Seguro Popular”, tal como reveló Germán Martínez, el México panista “ganador” de Calderón sigue cumpliéndole al IMSS con desnaturalizados “representantes” sindicales diputados, finanzas y servicios cada vez peores (Levy, Molinar Horcasitas y Karam) y un Seguro Popular petit en operación.Y, sobre todo, con la expectativa de usar electoralmente esa dilatada estructura sindical (a la Elba Esther Gordillo en el SNTE) y que su regresiva “reforma” laboral sea pronto votada por los diputados panistas, entre ellos, Gutiérrez Fragoso.*Universidad Autónoma Metropolitana - Xochimilco
Miguel Concha: Llamamiento mundial por la infancia
Gustavo Gordillo: La nueva frontera
La presencia del presidente Obama en México destapó muchos de los problemas estructurales que tenemos entre la clase política mexicana.La “desinvitación” a la cena en el Museo de Antropología dejó al descubierto la mezquinidad y cortedad de miras de unos y otros. Queda claro para unos, el poco respecto que les merece el poder legislativo y para otros, la escasa importancia que le conceden a las funciones de Estado, como era la cena con el presidente Obama.También es posible suponer que las condiciones de seguridad con las cuales viaja el presidente Obama impidieron que se diera un contacto más directo y espontáneo con la ciudadanía. Pero en Praga realizó un reunión tipo town hall al aire libre con jóvenes, y lo mismo hizo en Turquía, aunque en un local cerrado. ¿Por qué aquí no? ¿Será que los jóvenes mexicanos son más incisivos que sus contrapartes en la República Checa o en Turquía? ¿O será, más bien, que para la clase política mexicana todo lo que sea interacción directa sin mediaciones, con los ciudadanos, tiende a desnudarle sus profundos instintos autoritarios? Argüir que se podía perder el control de la reunión es un tanto ridículo, después de haber visto hace unas semanas el buen oficio con el cual Televisa organizó reuniones con ese formato, a las cuales asistieron funcionarios y políticos de primer nivel, sin haber sufrido mayor zozobra que la de responder preguntas que generalmente están desprovistas de retórica y van directo al meollo del asunto.La expectativa mayor y la que mejor pinta a un sector importante de la clase política y también de la sociedad era esperar que Obama viniera a México a resolver nuestros problemas. El eje discursivo que tomó el presidente Calderón, el de la nueva era en las relaciones México-Estados Unidos, es absolutamente crucial, a condición de que lo llenemos de contenido y no de retórica. Más aún tanto para México como para Estados Unidos la construcción de una nueva agenda bilateral requiere de coaliciones políticas que vean al mundo con distintos ojos. Obama desde su campaña lo viene haciendo con el Partido Democráta, las cámaras legislativas e incluso mediante las organizaciones ciudadanas agrupadas alrededor del conjunto Organizing for America.En México, en cambio, lo que se ve es cortoplacismo, mezquinidad, disputas sin salida y una política deliberada de desarticulación social. Nada que pueda construir fortaleza para negociar en mejores condiciones esa nueva era de las relaciones bilaterales.En condiciones dramáticas y frente a una sociedad estadunidense desconcertada y dividida, el presidente John F. Kennedy encontró un eje discursivo que apeló a los mejores sentimientos de un pueblo que deseaba abrazar un nuevo proyecto de nación. Les dijo: nos encontramos en el borde de una nueva frontera, la de los sueños y las esperanzas no cumplidas. Esta nueva frontera tiene que ver con los problemas no resueltos de la paz y la guerra, con los espacios no conquistados de la ignorancia y el prejuicio, con las preguntas aún sin respuestas sobre la pobreza y la riqueza.La nueva frontera que hoy buscamos muchas mexicanas y muchos estadunidenses no divide, sino une; no es un muro, sino un puente. La nueva frontera apela al concimiento y a la competencia. Es la frontera de nuestros sueños en común.http://gustavogordillo.blogspot.com
Bernardo Bátiz V.: Violencia contra jóvenes
on motivo de mi colaboración en el gobierno legítimo como secretario de Justicia y Seguridad, he tenido ocasión de conocer diversos casos de jóvenes que son involucrados en delitos graves o aparentemente graves, por los cuales van al reclusorio y soportan procesos judiciales sin derecho a libertad causional.Muchos casos son hechos inventados o exagerados por los policías que buscan obtener las recompensas que sus jefes les dan si logran detenciones importantes; en mi colaboración anterior para la sección Capital de La Jornada, mencioné el caso de una joven que en una discusión sin importancia, sobre un juego de futbol, arrebató una playera con un valor ínfimo al simpatizante de un equipo rival y fue detenida por granaderos, puesta a disposición del Ministerio Público y luego consignada por robo agravado en pandilla; llegó al timorato juez que le dictó auto de formal prisión y con ello convirtió una travesura, que merecía cuando mucho una reprimenda o un arresto de pocas horas, en una tragedia para la vida de una estudiante de 18 años.He sabido de otros casos en los que los policías que intervienen en discusiones o pleitos entre taxistas y sus pasajeros aconsejan a los primeros para que acusen a sus rivales en una pelea intrascendente, de asaltantes en transporte público, que también constituye una agravante y por tanto incremento de la pena y prisión preventiva por largos meses, en tanto que se acredita la verdad.Lo anterior, hace que en las cárceles abunden jóvenes, mujeres y hombres, que entran a un verdadero calvario por actos que pueden ser antisociales, pero que no merecen una pena como la que los muchachos y muchachas reciben en los reclusorios. Es indispensable que las autoridades de seguridad pública, procuración de justicia y judiciales sean muy cuidadosas en los asuntos en los que sale peor el remedio que la enfermedad. La sociedad pierde mucho si un estudiante o un joven trabajador es segregado de su entorno familiar, para quedar rodeado de un ambiente dañino en alto grado para su formación, costoso para su familia en grado extremo, y todo por la aplicación rigorista y sin criterio de disposiciones destinadas a verdaderos delincuentes y no a personas que cometen errores, que no son asesorados debidamente o que, de ser responsables, deben pagar en justicia, pero sin excesos.Es más valioso socialmente que una muchacha o un muchacho reciban asesoría adecuada de la defensoría de oficio y del Ministerio Público en forma oportuna a que tengan que padecer, ellos y sus familias, un verdadero drama que se prolonga por largos y angustiosos meses y a veces años.Mucha razón tiene el rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, Manuel Pérez Rocha, al señalar lo grave que es que en la capital del país se queden sin acceso a la educación superior más de 200 mil aspirantes; nuestros dirigentes sociales deben poner mayor atención en una política preventiva, que pasa necesariamente por la educación y reducir las acciones represivas que tan graves daños causan a las personas, en particular, y a la sociedad en su conjunto.jusbbv@hotmail.com
¿Tiene sentido no votar?
La solución a la pregunta que provoca este texto no es sencilla ni tiene conclusiones irrefutables. Para algunos la respuesta es sí; opinión de quienes ven en el abstencionismo una postura política, un pronunciamiento de rechazo a la oferta electoral que se le pone enfrente; una manera de estimular el cambio mediante la descalificación de los jugadores del momento. Para otros, la respuesta es no; negarse a votar es renunciar al ejercicio de la política, dejar a otros las decisiones que a todos afectan; una expresión de cinismo que poco aporta a la transformación de lo que se pretende cambiar. Me parece que la respuesta habría que encontrarla a medio camino entre esas dos posturas, en un modelo que permita hacer del abstencionismo un mecanismo de expresión. Veamos cómo. En primer lugar, el debate empezaría por distinguir ese fenómeno que llamamos abstencionismo. ¿Entendemos por ello el simple hecho de no votar o podemos incluir en este esquema todos aquellos votos anulados de manera intencionada? La distinción es pertinente pues el solo hecho de referirse a los que no participan nos deja en un terreno lleno de ambigüedades. ¿No acudieron a las urnas porque los candidatos y los partidos no eran de su agrado? ¿Se quedaron en sus casas para ver el futbol? ¿Nunca les ha interesado votar? ¿O se resistieron a legitimar con su voto un sistema electoral? Como es evidente el dato en bruto no aporta mucho y sería un error asumir que todos los que no participan lo hicieron por las mismas razones, por lo que sólo una encuesta o un síquico podrían decirnos las verdaderas causas. Fenómeno que no se produce cuando una persona acudió a las urnas pero claramente (es decir, sin que se trate de un error) opta por invalidar su voto en una declaración que señala que nada de lo que ahí había merecía su preferencia. Una vez planteado este tema (la intención del que se abstiene) habría que abordar un segundo punto: el efecto del abstencionismo. Mucho se dice desde la ciencia política que los bajos niveles de participación repercuten en la pérdida de legitimidad de las autoridades que surgen de dichos procesos. Planteamiento que en la teoría quizá resulte cierto pero que en los hechos, en la mayoría de los casos, resulta irrelevante. ¿O alguien conoce de un particular que se niegue al cumplimiento de una ley bajo el argumento de que los legisladores que la aprobaron tenían poca legitimidad? En realidad no es así porque lo que termina por hacer legítimos a los gobernantes es el propio diseño de las instituciones, de tal suerte que no importa si votaron muchos o pocos, sino si las condiciones en las que se desarrolló el proceso democrático —competencia real, equidad, libertad de expresión, debate de las ideas, etcétera— fueron respetadas. Condición a la que se agrega un factor central: nuestro sistema electoral no contempla un porcentaje mínimo de votos para que un proceso sea considerado como válido; de forma que podría votar sólo 10% del padrón y no habría razones legales para invalidar la elección. Visto así, ¿cuál es el efecto de que un porcentaje de la población se abstenga? Tanto para el funcionamiento de la institución como para el ejercicio de las personas que ocupan los cargos en disputa: ninguno. Por ello es que si quisiéramos convertir al abstencionismo en un instrumento real de expresión —con efectos concretos—, habría que contemplar la posibilidad de que un porcentaje de votos anulados (que sí podrían ser interpretados como un acto consciente y no como abstencionismo fruto del mal clima el día de la votación) pudieran ser suficientes para declarar nulo un proceso. Quede la propuesta para la discusión; bienvenido el debate. blogs.eluniversal.com.mx/campoTwitter: mariocampos Politólogo y periodista

César Cansino
El voto de castigo
No existe una regla aceptada por los expertos que dé cuenta con certidumbre del comportamiento electoral y sus variaciones en las democracias modernas. Tanto una copiosa concurrencia en las urnas como un marcado abstencionismo se pueden deber a un sinnúmero de causas coyunturales y estructurales. Por ello, no hay encuesta confiable ni cálculo infalible para anticipar con precisión quién o qué partido va a ganar una elección, cuál será el grado de participación o de abstencionismo, qué campaña será exitosa y cuál un desastre. Con todo, una cosa es cierta: en aquellas democracias en las que se ha registrado al menos una vez una concurrencia elevada a las urnas por parte de la ciudadanía, un repentino descenso en dicha participación o un incremento considerable del abstencionismo no se explica por razones de una cultura política escasamente democrática que aleja a los ciudadanos de las urnas, sino al contrario: por la existencia de una ciudadanía lo suficientemente madura e informada como para discernir que la oferta política que se le presenta es pobre y por tanto no merece ser respaldada en las urnas. Consideraciones así son importantes, porque es muy frecuente descargar en los ciudadanos las insuficiencias de partidos y candidatos para conectar con sus potenciales seguidores. Por esta vía, el abstencionismo vendría a ser la expresión de una ciudadanía poco participativa y políticamente apática. Obviamente, pintar las cosas de ese color es muy cómodo para los políticos profesionales, pero no hace justicia a los hechos. Así como no hay una regla que explique puntualmente las variaciones en el comportamiento electoral de una elección a otra, tampoco el abstencionismo es sinónimo de una pobre o escasa cultura democrática, sino de una ponderación más o menos razonada de la mayor o menor utilidad del voto. El argumento aplica perfectamente para el caso de México que, no obstante ser una democracia joven, ha mostrado patrones de comportamiento irregulares, desde la afluencia masiva a las urnas, sobre todo en algunas elecciones presidenciales decisivas, hasta de marcado abstencionismo, sobre todo en elecciones federales intermedias y en muchas locales. Y si bien, por lo mismo, no se puede establecer una tendencia neta sobre el comportamiento electoral dominante en el país, una cosa parece cierta: los mexicanos se preocupan y se ocupan cada vez menos de ir a votar. Teóricamente, las razones del abstencionismo pueden ser muchas y muy complejas: creciente malestar hacia la clase política, desencanto con la democracia y hartazgo hacia los partidos o existencia de un umbral elevado de confianza o aceptación de la democracia electoral que en lugar de motivar la participación la mantiene en niveles mínimos. Ambos casos —el malestar y la confianza básica—, aunque contradictorios entre sí, tienen algo en común: nacen de la sensación o percepción de que gane quien gane, para bien o para mal, con la democracia no pasa nada, o al menos nada decisivo y trascendental como para involucrarse activamente. Obviamente, la primera razón del abstencionismo —el malestar— es más frecuente en democracias poco consolidadas y con fuertes tradiciones autoritarias no muy lejanas en el tiempo, mientras que la segunda —la confianza básica— es típica de democracias consolidadas y de larga data. De acuerdo con lo anterior, no es descabellado anticipar que el principal protagonista en las próximas elecciones federales intermedias y en la gran mayoría de las elecciones locales concurrentes será el abstencionismo. Podrá ganar un partido la primera mayoría en el Congreso; otro, alguna plaza municipal o estatal relevante; un tercero caerá en sus cálculos más optimistas. Pero en todos los escenarios, los ciudadanos nos sentiremos menos estimulados que en otros años para asistir a la cita. Y entre las razones posibles, la que prevalece en México es el malestar hacia la clase política más que la confianza básica a la democracia. A riesgo de ser muy general, la lectura prevaleciente entre muchos electores se acercará a la siguiente: el PAN tuvo su oportunidad, pero ha sido un fracaso en el poder; el PRD merece su oportunidad, pero sus élites se la pasan destruyéndose entre sí; el PRI está siendo prudente y busca capitalizar el desgaste de los demás, pero no deja de ser el inefable “partidazo” de la era autoritaria; y la chiquillada ha exhibido siempre grandes dotes de oportunismo y falta de compromiso con las causas nacionales. En consecuencia, diremos muchos: “¿Para qué votar? Todos los partidos son un asco, y además no tienen ningún compromiso con la ciudadanía”.

Andrés Lajous
Un acto contra el cinismo y la indiferencia
El voto en México necesita ser defendido frente a dos adversarios que son difusos y cada vez más fuertes. Entre más se fortalece uno de ellos, con más fuerza repercute en el segundo. Funcionan como un ciclo combinado que corroe quizá irreversiblemente nuestra democracia electoral. Estos enemigos no tienen una sola cabeza. A veces se corta una, pero es sustituida por las demás. Sobreviven a lo largo del tiempo entre más los ignoramos, obviamos su existencia o provocan la abstención. El primer paso para enfrentarlos es poniéndoles el nombre de la actitud que los llama a existir: el cinismo y la indiferencia. Los malos políticos en México viven de nuestro propio cinismo. De nuestra renuncia a tratar de describir un país diferente. Cada que pedimos a alguien que no sea ingenuo, que no sueñe, que acepte la realidad tal y como la definen quienes hoy gobiernan, le estamos pidiendo que no le exija nada a quienes nos representan frente a las instituciones. Le estamos pidiendo que no los empujen a representarnos mejor. Cuando aceptamos en la frustración que “así es la política”, garantizamos que la política siga siendo como es. Cumplimos nuestra propia profecía. Es de esta profecía que viven hoy los malos políticos. Con ella los invitamos a seguir haciendo lo que hacen: no ofrecernos algo que podamos considerar bueno, y nos incitan a conformarnos con el menos peor. Felipe Calderón lo confirma al decir “lo posible es enemigo de lo mejor”, pero evita decirnos que lo posible hoy son este gobierno, estos partidos con estos políticos. Su diagnóstico no falla, están muy lejos de ser lo mejor. Podemos votar por el menos peor, una o dos veces, pero para la tercera votar pierde todo sentido. ¿Para qué tomarnos el tiempo de votar, si ni siquiera podemos votar por algo que creamos que sea mejor? Aun así los malos políticos saben que para ganar elecciones necesitan que los pocos que siguen votando voten más por ellos. Ahora están metidos en su propio problema. Su cinismo, con el que renuncian a competir imaginando y proponiendo lo que consideran mejor, les deja como única estrategia de movilización infundir el miedo entre la ciudadanía. Por un lado, el gobierno del PAN, en medio de una guerra entre crimen, policía y Ejército, sin recato le transfiere el nombre del enemigo público al PRI al declararlo en su publicidad “narco”. Por el otro lado, el PRI desde la toma de posesión de Calderón nos amenazaba con tener en las manos la estabilidad (o inestabilidad) del país. Ahora, meses antes de la elección aprovecha para reafirmar su amenaza: “La estabilidad está en juego”. Nada más. Aun con el miedo como motor electoral, muchos ciudadanos no verán razón para votar. Los malos políticos les dicen “vota por el menos peor”, “vota por el que te dé menos miedo”. Esas no son buenas razones para votar, sino para quedarse en casa, protegerse, aislarse de la sociedad, no volver a abrir la boca y ser indiferentes frente a lo que suceda fuera de nuestra seguridad individual. Así parecen expresarlo los spots del PRD: “Ustedes quédense en casa, sean indiferentes, nosotros desde nuestro centro de análisis (vestidos de negro) podemos tomar todas las decisiones”. De la indiferencia también viven los malos políticos pero, aún más grave, con ella se gesta el autoritarismo. Cuando las personas se dejan de presentar a votar porque sólo pueden votar por lo menos peor, cuando prefieren quedarse en casa porque creen que su voto no vale o tienen demasiado miedo para salir, ya no hay manera de castigar a los políticos por hacer la política que hacen. Las democracias electorales viven de quienes votan y de quienes cuentan los votos. Si no cumplimos una de esas dos condiciones es difícil que el sistema electoral sobreviva. Los políticos que pueden gobernar sin votos suelen ser malos gobernantes. El autoritarismo ya no tiene la excusa de ser buen gobierno. La democracia electoral en México no depende sólo de los partidos, pese a lo que sus dirigentes digan, sino de los miles de voluntarios que contarán los votos, y de los otros miles que van a los consejos distritales del IFE a verificar los padrones. También depende de las personas que se levantan ese día y deciden expresarse a través del voto. No hay duda: si ese día no hay votos por contar y votos contados, no hay democracia, aunque haya partidos. La elecciones no sólo son un sistema de elección de gobernantes, sino uno de información. Permiten saber qué preferencias, preocupaciones y objetivos tiene la sociedad. Cuando unos votan por las izquierdas y otros por las derechas, tenemos una idea de cuántas personas quieren cierto tipo de gobierno con ciertas prioridades. Pero si las opciones no satisfacen a nadie y sólo se vota por el menos peor, entonces no tenemos la fotografía que la sociedad necesita para conocerse, entenderse y tomar decisiones de manera informada. Por eso hay pocas cosas tan graves para una democracia electoral como la abstención. La sociedad y sus gobiernos se quedan sin saber qué piensan los que no votan. El cinismo provoca la indiferencia y la indiferencia la abstención. Ese es el ciclo del cual se alimentan buena parte de nuestros políticos. La única manera de reventar el ciclo es votando por lo que sí queramos votar. No tenemos por qué aceptar la regla del cinismo y expresarnos por el menos peor, por qué dejar que nos quiten la capacidad para expresar que queremos algo mejor que lo que hay. Votar no es un favor ni un deber; es un llamado que nos hacen nuestras mejores convicciones para actuar y expresarnos. Si este año esas convicciones son que ningún partido que hoy compite las representa, entonces anular el voto es el acto que así lo expresa. El llamado al voto nulo no debe asustar a nadie. Es un paso para reconocer que buena parte de los problemas del país se debe a cómo nos representan quienes se supone que lo hacen. Incluso es motivo de celebración para quienes creemos en las instituciones electorales de nuestra democracia. El llamado representa el interés de ciudadanas y ciudadanos por comunicarse con el resto a través del voto, aunque no se sientan representados por ningún partido. No hay mejor forma de mandar el mensaje: “Creo en la democracia y en las elecciones, pero no creo en ninguno de los que hoy quieren ser nuestros representantes”. Si quienes quieren protestar no lo pueden hacer a través del voto, dejarán de votar. Cuando nadie vota ahí sí es cuando tenemos que preocuparnos, ahí es cuando la semilla del autoritarismo deja de ser semilla y se convierte en raíz. andres.lajous@gmail.comhttp://andreslajous.blogs.com
Analista

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