Aguas con esos franceses
Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
Para nadie es un secreto que el Gobierno del DF se juega el pellejo con dos obras gigantescas: la llamada Supervía Poniente y el Tranvía del Centro Histórico. Ambas polémicas por sus enormes costos financieros y sociales. Pero defendidas vehementemente como indispensables.Más allá de cómo concluyen llama la atención que en el controversial proyecto del tranvía esté inscrita en la licitación una empresa muy peculiar, la francesa Alstom. Una de las más poderosas transnacionales del mundo en materia de transporte y generación de energía. Sobre la que oí hablar por vez primera durante una larga estancia en París en el año 98, cuando, a propósito del Mundial, realicé una serie de reportajes sobre la cultura, los medios y la economía franceses. Por esos días seguía vivo el escándalo por corrupción por el que fue sentenciado a tres años de cárcel Pierre Suard, presidente de Alcatel Alstom.
Si uno le pica tantito a internet, de entonces a la fecha no hay año en que no se detecte un escándalo de esta megaempresa: en el 2000, en Corea del Sur, cuando sus ejecutivos sobornaron a autoridades coreanas para obtener el contrato de construcción del tren de alta velocidad entre Seúl y Pusan; en el 2002, aquí mero en México en el escándalo por peculado y lavado de dinero que involucró al director de Luz y Fuerza Alfonso Caso Aguilar y al entonces director de Alstom México, el francés Bernard Prieur Lefafrais, quien estuvo retenido por la PGR; del 2003 al 2009 Alstom ha seguido eslabonando al menos una veintena de nuevos escándalos financieros como fraudes fiscales en Estados Unidos, sobornos en Grecia, alteración ilegal de precios en India, corrupción en el contrato del tren bala Buenos Aires-Rosario-Córdoba en Argentina y una larga lista de trastupijes más en países tan diversos como Suiza, Singapur, Brasil y Alemania; tan sólo en este 2010 añádase que tres ejecutivos de Alstom fueron detenidos en Inglaterra por corrupción, que en España hay un pleito por la falta de transparencia de Alstom en el ferrocarril de Jaén y que en Italia cuatro de sus directivos se declararon culpables de soborno apenas en marzo de este 2010.
Pero de toda esta relación de ilícitos vale recordar que ya en julio de 2007 la Secretaría de la Función Pública de este país decidió inhabilitar por dos años a Alstom en cualquier proceso de licitaciones públicas por sus probadas prácticas de sobornos.
La pregunta obligada es si los directamente responsables de las obras en el DF conocen o no la increíble y gananciosa historia de Alstom y su currícula desalmada.
Alberto Aziz Nassif
Los aplausos del vecino
Lo que hizo Felipe Calderón el pasado 20 de mayo, en la sesión conjunta del Congreso de Estados Unidos, fue presentar una síntesis de lo que han sido sus cuatro años de gobierno. Las paradojas de la vida muestran que ese discurso no lo ha podido pronunciar en el Congreso de la Unión en México, porque los informes de gobierno ya sólo se mandan por escrito. Sin duda, leer ese texto fue el acto central de su visita a Estados Unidos y contiene los argumentos más importantes con los que se ha gobernado en estos años.
Durante 34 minutos se presentaron los temas de la relación bilateral, en 27 ocasiones hubo aplausos y en más de 12 veces los aplausos se hicieron de pie. Hubo cuatro grandes partes y se expusieron en la siguiente secuencia: el combate a las drogas, la seguridad y el flujo de armas; las reformas estructurales, la recuperación de la crisis y la migración y la condena a la ley de Arizona. Cada tema estuvo vinculado por el estribillo de que México se moderniza.
La parte que despertó mayor polémica fue la petición de Calderón a los congresistas para que vuelvan a establecer el control de armas, que fue derogado en 2004. Las evidencias mostradas fueron: en tres años se han decomisado 75 mil armas, de las cuales 80% llegan de Estados Unidos. La reacción fue inmediata y tuvo un carácter bipartidista: mientras los demócratas aplaudieron, los republicanos permanecieron sentados y condenaron la supuesta “intromisión” de Calderón. El otro reclamo que les pegó a los republicanos fue el rechazo a la racista ley de Arizona. En el tema del combate al narcotráfico el discurso presumió un panorama muy positivo, una visión que se comparte poco en México, y no sólo porque se trate de un problema de percepción, como dice Calderón, sino porque no se ve el supuesto debilitamiento de las bandas del crimen, ni tampoco la reconstrucción de las instituciones de seguridad y de las policías; tampoco se ven resultados muy específicos en lo que se refiere a las reformas del sistema judicial y las acciones en contra de las adicciones en los jóvenes no se notan. En suma, los aplausos de los congresistas en Estados Unidos no se replicarían en México. Lo importante es saber qué pasará con la estrategia, porque si nos atenemos a las declaraciones presidenciales en Estados Unidos todo indica que en lo que falta del sexenio habrá más de lo mismo.
Cuando contrastamos el panorama de las reformas que se presumieron como los grandes cambios de los primeros años del sexenio calderonista: pensiones, fiscal, Pemex y la construcción de infraestructura (esta última no es propiamente una reforma) con las perspectivas de las inciertas reformas en un futuro cercano, el resultado es poco alentador. La reforma de pensiones deja un panorama incierto para las nuevas generaciones, el tema fiscal no ha dejado de ser problema abierto, y lo logrado con Pemex no alcanza para tener una nueva estrategia energética. Las reformas al régimen político, a los medios y las telecomunicaciones, para no mencionar el reaccionario proyecto laboral del panismo, están atrapadas en una compleja trama de intereses, a la que se suma una débil coalición de gobierno, la falta de liderazgo y la cercanía de la próxima sucesión presidencial, que hablan de un clima poco reformador.
La salida de la crisis económica y el rebote de la recuperación de los primeros meses de este año le sirvieron al Presidente para afirmar que su plan de políticas anticíclicas ha funcionado. Se cumple el supuesto de que México, con la crisis, no haría un replanteamiento más profundo de su modelo de desarrollo, sino que simplemente esperaría la recuperación de Estados Unidos para volver a reactivar la economía. Tal cual sucedió. Junto a esto, Calderón presumió su política social, el programa Oportunidades, las inversiones en educación y salud, pero la verdad es que con este modelo se confirma la exclusión, no se logran crear los empleos necesarios, no se fortalece el mercado interno y la informalidad crece de forma imparable, lo cual conduce, entre otras cosas, a un creciente flujo migratorio. Habría que mirar más a Brasil y a lo que ha hecho Lula en los últimos ocho años, para entender cómo México está a años luz de dar un giro profundo hacia un modelo de desarrollo incluyente e integrador.
Calderón se queda con los aplausos, pero la realidad es que Obama le dijo que no tiene los votos para una reforma migratoria, y el asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Dan Restrepo, declaró que no se contempla ningún proyecto de regulación de armas. Así que sólo quedan los aplausos del vecino…
Investigador del CIESAS
Durante 34 minutos se presentaron los temas de la relación bilateral, en 27 ocasiones hubo aplausos y en más de 12 veces los aplausos se hicieron de pie. Hubo cuatro grandes partes y se expusieron en la siguiente secuencia: el combate a las drogas, la seguridad y el flujo de armas; las reformas estructurales, la recuperación de la crisis y la migración y la condena a la ley de Arizona. Cada tema estuvo vinculado por el estribillo de que México se moderniza.
La parte que despertó mayor polémica fue la petición de Calderón a los congresistas para que vuelvan a establecer el control de armas, que fue derogado en 2004. Las evidencias mostradas fueron: en tres años se han decomisado 75 mil armas, de las cuales 80% llegan de Estados Unidos. La reacción fue inmediata y tuvo un carácter bipartidista: mientras los demócratas aplaudieron, los republicanos permanecieron sentados y condenaron la supuesta “intromisión” de Calderón. El otro reclamo que les pegó a los republicanos fue el rechazo a la racista ley de Arizona. En el tema del combate al narcotráfico el discurso presumió un panorama muy positivo, una visión que se comparte poco en México, y no sólo porque se trate de un problema de percepción, como dice Calderón, sino porque no se ve el supuesto debilitamiento de las bandas del crimen, ni tampoco la reconstrucción de las instituciones de seguridad y de las policías; tampoco se ven resultados muy específicos en lo que se refiere a las reformas del sistema judicial y las acciones en contra de las adicciones en los jóvenes no se notan. En suma, los aplausos de los congresistas en Estados Unidos no se replicarían en México. Lo importante es saber qué pasará con la estrategia, porque si nos atenemos a las declaraciones presidenciales en Estados Unidos todo indica que en lo que falta del sexenio habrá más de lo mismo.
Cuando contrastamos el panorama de las reformas que se presumieron como los grandes cambios de los primeros años del sexenio calderonista: pensiones, fiscal, Pemex y la construcción de infraestructura (esta última no es propiamente una reforma) con las perspectivas de las inciertas reformas en un futuro cercano, el resultado es poco alentador. La reforma de pensiones deja un panorama incierto para las nuevas generaciones, el tema fiscal no ha dejado de ser problema abierto, y lo logrado con Pemex no alcanza para tener una nueva estrategia energética. Las reformas al régimen político, a los medios y las telecomunicaciones, para no mencionar el reaccionario proyecto laboral del panismo, están atrapadas en una compleja trama de intereses, a la que se suma una débil coalición de gobierno, la falta de liderazgo y la cercanía de la próxima sucesión presidencial, que hablan de un clima poco reformador.
La salida de la crisis económica y el rebote de la recuperación de los primeros meses de este año le sirvieron al Presidente para afirmar que su plan de políticas anticíclicas ha funcionado. Se cumple el supuesto de que México, con la crisis, no haría un replanteamiento más profundo de su modelo de desarrollo, sino que simplemente esperaría la recuperación de Estados Unidos para volver a reactivar la economía. Tal cual sucedió. Junto a esto, Calderón presumió su política social, el programa Oportunidades, las inversiones en educación y salud, pero la verdad es que con este modelo se confirma la exclusión, no se logran crear los empleos necesarios, no se fortalece el mercado interno y la informalidad crece de forma imparable, lo cual conduce, entre otras cosas, a un creciente flujo migratorio. Habría que mirar más a Brasil y a lo que ha hecho Lula en los últimos ocho años, para entender cómo México está a años luz de dar un giro profundo hacia un modelo de desarrollo incluyente e integrador.
Calderón se queda con los aplausos, pero la realidad es que Obama le dijo que no tiene los votos para una reforma migratoria, y el asesor del Consejo de Seguridad Nacional, Dan Restrepo, declaró que no se contempla ningún proyecto de regulación de armas. Así que sólo quedan los aplausos del vecino…
Investigador del CIESAS
Alejandro Encinas Rodríguez
Oro negro por cuentas de vidrio
Atento a las lisonjas de los propietarios de los principales consorcios españoles, Felipe Calderón recibió de las manos del Presidente español –un activo socialista promotor del libre mercado–, el reconocimiento al “Desarrollo Económico y la Cohesión Social”.
Poco importó la falta de previsión ante la crisis hipotecaria en Estados Unidos que anunciaba colapso financiero, el catarrito oficial convertido en pulmonía. Tampoco importó la critica de premios Nóbel al manejo de la crisis –deberían estudiar y conocer México, se les descalificaba–, menos la ruptura del tejido social: 3 millones de empleos perdidos; 5 millones de mexicanos que ensanchan la pobreza; la inmoral concentración del ingreso en 30 familias y 23 mil ejecutados en un país envuelto en la zozobra.
Lo que importa es que las empresas españolas participen en proyectos de “privatización” impulsados por Calderón, en especial el sector eléctrico, telecomunicaciones y transporte, donde como en Pemex, se consienten contratos más flexibles para las empresas; así, el gigante español de la electricidad, Iberdrola, generaría energía alternativa con parques eólicos, por ello Calderón ofreció “permisos para generar energía renovable sin costo, aparte de la mejora en contratos de interconexión que acrediten el excedente o autoabastecimiento de energías renovables, y tarifas competitivas”: Oro negro por cuentas de vidrio.
Diploma en mano, Calderón se trasladó a Washington, donde fue recibido con todo protocolo. Calderón se ve radiante, hace realidad un sueño. Recibe, allende la frontera, reconocimientos de los que no goza en su país. Demanda derogar la ley antiemigrante de Arizona y una nueva ley sobre migración. Obama responde: no tengo los votos para la reforma.
Habla ante el Congreso norteamericano. Lo que no puede hacer en su país. Informa a los legisladores allá que está “haciendo la tarea”. Presenta su visión de México como “moderno”. Resalta la colaboración con Estados Unidos y su “respeto a la Constitución americana”. Los congresistas brindan aplausos. Calderón pide se prohibía la venta de armas de alto poder “usadas por los criminales, no sólo para atacar a bandas rivales, sino también a civiles mexicanos y a las autoridades locales”. La Casa Blanca responde: de ninguna manera, Business are business.
Acude, a la tumba del soldado desconocido en Arlington. Rinde homenaje a “héroes” de intervenciones militares injustas. En ese cementerio descansan veteranos de todas las guerras , entre otros, quienes encabezaron las intervenciones a México: el almirante Frank Friday Fletcher, quien invadió Veracruz en 1914; y el general John Pershing, quien invadió México en persecución de Francisco Villa. Ahí yacen soldados mexicanos y méxico-estadounidenses, obligados a emigrar hacia oportunidades que no obtuvieron en su país, combatientes en el Ejército norteamericano de guerras ajenas. Es un acto de “diplomacia” dice la numerosa delegación mexicana, que más allá de parafernalia, no alcanza resultado alguno. “Dios bendiga a Estados Unidos, viva México” remata Calderón.
Los nulos resultados de esta gira remarcan la ausencia de una agenda nacional. La modernización de México no puede seguir atada a la privatización del patrimonio público y al debilitamiento del Estado, empeñando el país a los intereses privados. El fracaso de este modelo salta a la vista: nulo crecimiento económico, creciente desigualdad, debilitamiento del mercado interno y mayor dependencia del exterior. Lo mismo con la agenda bilateral, con un vecino cada día más incomodo, que exige mucho, no comparte responsabilidades y alienta el racismo y la violencia. México debe adoptar decisiones propias, independientemente que incomoden a los Estados Unidos.
Resultan necesarias visión de Estado, decisión política y respaldo popular. Lo que se antoja difícil frente a una administración más interesada en evitar una “crisis de confianza” en los consorcios extranjeros, que en encabezar causas nacionales. Cuanta vigencia cobra la recomendación de Richard Lasing al presidente Wilson en 1924: “México es un país…fácil de dominar…basta controlar a un solo hombre: el presidente…Debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades,…educarlos en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de los Estados Unidos…Con el tiempo, esos jóvenes se adueñarán de la Presidencia”.
alejandro.encinas@congreso.gob.mx
Coordinador de los diputados federales del PRD
Poco importó la falta de previsión ante la crisis hipotecaria en Estados Unidos que anunciaba colapso financiero, el catarrito oficial convertido en pulmonía. Tampoco importó la critica de premios Nóbel al manejo de la crisis –deberían estudiar y conocer México, se les descalificaba–, menos la ruptura del tejido social: 3 millones de empleos perdidos; 5 millones de mexicanos que ensanchan la pobreza; la inmoral concentración del ingreso en 30 familias y 23 mil ejecutados en un país envuelto en la zozobra.
Lo que importa es que las empresas españolas participen en proyectos de “privatización” impulsados por Calderón, en especial el sector eléctrico, telecomunicaciones y transporte, donde como en Pemex, se consienten contratos más flexibles para las empresas; así, el gigante español de la electricidad, Iberdrola, generaría energía alternativa con parques eólicos, por ello Calderón ofreció “permisos para generar energía renovable sin costo, aparte de la mejora en contratos de interconexión que acrediten el excedente o autoabastecimiento de energías renovables, y tarifas competitivas”: Oro negro por cuentas de vidrio.
Diploma en mano, Calderón se trasladó a Washington, donde fue recibido con todo protocolo. Calderón se ve radiante, hace realidad un sueño. Recibe, allende la frontera, reconocimientos de los que no goza en su país. Demanda derogar la ley antiemigrante de Arizona y una nueva ley sobre migración. Obama responde: no tengo los votos para la reforma.
Habla ante el Congreso norteamericano. Lo que no puede hacer en su país. Informa a los legisladores allá que está “haciendo la tarea”. Presenta su visión de México como “moderno”. Resalta la colaboración con Estados Unidos y su “respeto a la Constitución americana”. Los congresistas brindan aplausos. Calderón pide se prohibía la venta de armas de alto poder “usadas por los criminales, no sólo para atacar a bandas rivales, sino también a civiles mexicanos y a las autoridades locales”. La Casa Blanca responde: de ninguna manera, Business are business.
Acude, a la tumba del soldado desconocido en Arlington. Rinde homenaje a “héroes” de intervenciones militares injustas. En ese cementerio descansan veteranos de todas las guerras , entre otros, quienes encabezaron las intervenciones a México: el almirante Frank Friday Fletcher, quien invadió Veracruz en 1914; y el general John Pershing, quien invadió México en persecución de Francisco Villa. Ahí yacen soldados mexicanos y méxico-estadounidenses, obligados a emigrar hacia oportunidades que no obtuvieron en su país, combatientes en el Ejército norteamericano de guerras ajenas. Es un acto de “diplomacia” dice la numerosa delegación mexicana, que más allá de parafernalia, no alcanza resultado alguno. “Dios bendiga a Estados Unidos, viva México” remata Calderón.
Los nulos resultados de esta gira remarcan la ausencia de una agenda nacional. La modernización de México no puede seguir atada a la privatización del patrimonio público y al debilitamiento del Estado, empeñando el país a los intereses privados. El fracaso de este modelo salta a la vista: nulo crecimiento económico, creciente desigualdad, debilitamiento del mercado interno y mayor dependencia del exterior. Lo mismo con la agenda bilateral, con un vecino cada día más incomodo, que exige mucho, no comparte responsabilidades y alienta el racismo y la violencia. México debe adoptar decisiones propias, independientemente que incomoden a los Estados Unidos.
Resultan necesarias visión de Estado, decisión política y respaldo popular. Lo que se antoja difícil frente a una administración más interesada en evitar una “crisis de confianza” en los consorcios extranjeros, que en encabezar causas nacionales. Cuanta vigencia cobra la recomendación de Richard Lasing al presidente Wilson en 1924: “México es un país…fácil de dominar…basta controlar a un solo hombre: el presidente…Debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades,…educarlos en nuestros valores y en el respeto al liderazgo de los Estados Unidos…Con el tiempo, esos jóvenes se adueñarán de la Presidencia”.
alejandro.encinas@congreso.gob.mx
Coordinador de los diputados federales del PRD
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