Jenaro Villamil
MÉXICO, DF, 25 de mayo (apro).- No hay manera de aminorar el escándalo generado por el caso Paulette y menos el impacto en la imagen del priista Enrique Peña Nieto, el gobernador que le apuesta todo a la mediocracia y a la mediocridad. Ni la renuncia de Alberto Bazbaz, tan esperada y anunciada, después de amortiguar el resultado con un fin de semana futbolero. Mucho menos con el contraataque de Peña Nieto al PRD y al PAN que han pedido la reapertura del caso.
¿Por qué el caso se le está enredando a Peña Nieto en el copete?
1. La percepción de la corrupción generalizada en la procuración de justicia del Estado de México encuentra en el caso Paulette el ejemplo con mayor impacto mediático. Víctimas de su propia estrategia, tanto los padres que saturaron los medios electrónicos con sus llamados a encontrar a su hija, como el procurador Bazbaz que ofreció el 31 de marzo una inédita rueda de prensa en vivo y en directo, adelantando de manera inusitada una investigación no concluyente, quedaron atrapados en sus contradicciones y en el giro de 180 grados –de homicidio a accidente involuntario-- que tuvo como precedente una presión política muy clara.
¿Por qué el secretario general de Gobierno, Luis Enrique Miranda Nava, se convirtió en el principal gestor de los intereses de la familia Gebara para exculpar al padre? ¿Por qué “metieron mano” múltiples intereses políticos y empresariales para obligar a Bazbaz a hacer el ridículo más grande en la historia de los procuradores estatales?
La respuesta está en la mayoría de las redes sociales y en varias encuestas: por la red de corrupción y de intereses que dominan en una Procuraduría tan desprestigiada como la del Estado de México. Por ejemplo, a la pregunta de ¿por qué el procurador Bazbaz concluyó que la muerte de Paulette fue un accidente y no un homicidio?, 50% de los participantes opinó que era para “proteger la red de intereses entre el gobierno y los papás”; 24% opinó que “para proteger a Enrique Peña Nieto”; 24% para “proteger a los padres”, y sólo 1% consideró que “porque dijo la verdad” (ver www.jenarovillamil.wordpress.com).
Otra encuesta, levantada por la empresa Ipsos Public Affaire, preguntó a mil ciudadanos entrevistados a domicilio cómo calificaban el trabajo de Enrique Peña Nieto en relación con el caso. El 43% lo consideró “malo” y 37% como “muy malo”. La reprobación suma 80%. Sólo 13% opinó que trabajó “muy bien”. En el caso del procurador Bazbaz, 36% lo calificó de “malo” y 52% de “muy malo”. Ambos rubros suman 88%.
En esa misma encuesta, levantada entre el 7 y 10 de mayo (antes de que se conociera el polémico resultado final de las investigaciones), 75% de los encuestados opinó que el gobierno mexiquense “no quiere resolverlo”, y 12% consideró que el gobierno de Peña Nieto “no puede resolverlo”.
Es muy claro en estos y otros sondeos que ha realizado el gobierno del Estado de México, que el caso Paulette constituye el expediente más delicado y negativo para la administración peñista.
2. En el caso Paulette están involucrados los personajes más polémicos y cuestionados de la red de intereses políticos que forman parte del gobierno de Enrique Peña Nieto. Por si fuera poco, el caso es un retrato de la fatuidad e ineficacia con la que se maneja la administración mexiquense, encabezada por el precandidato priista más adelantado y “popular”.
Bazbaz fue designado por Peña Nieto como su tercer procurador el 12 de marzo de 2008, en sustitución de Abel Villicaña Estrada. Bazbaz no tenía experiencia política previa. Sus grandes padrinos eran el exprocurador general Eduardo Medina Mora, quien lo incorporó en 2007 a la PGR, y el expresidente Carlos Salinas de Gortari.
El despacho de Bazbaz trabajó en el traslado de Raúl Salinas de Gortari de la prisión federal del Altiplano (antes Almoloya) al penal estatal, y estuvo también involucrado en el caso de Enrique Salinas de Gortari, asesinado el 8 de diciembre de 2004.
Su trabajo para la familia Salinas no fue suficiente para que Bazbaz demostrara eficacia. Por el contrario, su primer desafío fue el de los 24 ejecutados en la zona de La Marquesa, en septiembre de 2008. La Procuraduría mexiquense nunca aclaró en éste y en otros casos vinculados al crimen organizado las causas de la matanza.
En los dos años de Bazbaz al frente de la Procuraduría, los índices de delincuencia se dispararon: existen más de 30 mil órdenes de aprehensión sin cumplimentar; 90% de los 672 crímenes contra mujeres no han sido esclarecidos; 95% de los homicidios registrados en la entidad siguen sin esclarecerse. En las últimas semanas se han registrado tres casos de linchamiento o de intento de “justicia por propia mano” en igual número de municipios mexiquenses. Y se tienen sólo mil 300 policías judiciales para atender a una población que rebasa los 14 millones de habitantes.
Otros índices delictivos han crecido en la entidad. Tan sólo en 2009 los índices de secuestros crecieron 11%, y el robo a carros ha crecido en 35% entre 2008 y 2010, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros. Durante el 2009, sólo 1.9% de los autos robados (722 unidades) fueron recuperados por las autoridades.
3. Peña Nieto se quejó este martes por la utilización política del caso Paulette. Sin mencionarlos explícitamente, condenó al PAN y al PRD de pretender “llevar ganancia política hacia su terreno”, y luego lamentó la actitud de la oposición frente a la tragedia.
Es claro que tanto el PAN como el PRD y no pocos adversarios internos del PRI están pendientes de los resbalones del gobierno de Peña Nieto para registrarlos, magnificarlos o denunciarlos. Pero el principal responsable de este fenómeno es el propio gobernador priista. No existen figuras intermedias en su gobierno. Toda la publicidad y difusión del gobierno está orientada a la exaltación de la figura de Enrique Peña Nieto.
El uso y abuso de los medios y del infoentretenimiento para promocionarlo en todos los espacios mediáticos posibles le está jugando una mala pasada al Golden Boy.
El caso Paulette es un boomerang peligroso. Peña Nieto tuvo la oportunidad de revertir este efecto reabriendo el caso y desmantelando las increíbles conclusiones de su exprocurador. Sin embargo, ha preferido la vía de la victimización y el ataque a sus críticos.
¿Realmente Peña Nieto esperaba aplausos después de manosear la tragedia de una pequeña que resultó doble víctima de su familia y de la Procuraduría que negoció los resultados de su muerte?
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