Rodrigo Vera
Alfredo
del Mazo Maza, hijo y nieto de exgobernadores del Estado de México y
primo del presidente Peña Nieto, se alista para ocupar el Palacio de
Gobierno en Toluca. El representante de la más joven generación del
Grupo Atlacomulco tuvo que hacerse a un lado hace cuatro años, cuando
Eruviel Ávila desafió a ese poderoso clan político y se encaramó en la
gubernatura. Ahora todo indica que a Del Mazo se le está allanando el
camino con una serie de enroques y maniobras en aquella entidad y a
escala federal. “Realeza” contra “plebeyos”, las huestes de Arturo
Montiel –cabeza actual del grupo– vuelven por sus fueros.
TOLUCA, MÉX. /Proceso).- El pasado 7 de enero el mexiquense Alfredo
del Mazo Maza renunció a la dirección del Banco Nacional de Obras y
Servicios Públicos (Banobras) a fin de conseguir en junio próximo una
diputación federal por el Estado de México, desde donde podría acceder
a la gubernatura de esa entidad y así recuperarla para la dinastía del
Grupo Atlacomulco.
Dirigida minuciosamente desde Los Pinos, esta maniobra –según
algunos analistas– intenta desplazar del gobierno estatal al grupo
político del actual mandatario, Eruviel Ávila, ajeno al clan de
Atlacomulco y quien llegó a la gubernatura en 2011 tras amenazar con
dejar las filas del PRI si ese partido no lo apoyaba como candidato.
El Grupo Atlacomulco cedió –debido a la gran popularidad local de
Ávila y su amenaza de ser candidato de la oposición– y sacó de la
contienda a Del Mazo Maza, su preferido de entonces y quien ahora
regresa a la arena política: buscará la diputación federal del XVIII
distrito electoral, con sede en Huixquilucan, municipio del cual fue
presidente municipal (2009-2012).
Primo del presidente Enrique Peña Nieto, a Del Mazo la diputación le
servirá para foguearse sobre el terreno y saltar a la gubernatura a fin
de darle continuidad a la tradición dinástica de su familia: su abuelo,
Alfredo del Mazo Vélez, fue gobernador de 1945 a 1951, y su padre,
Alfredo del Mazo González, lo fue de 1981 a 1986.
Algunos observadores ya hablan de una disputa por el poder entre la
“realeza” del Grupo Atlacomulco –representada por el junior Del Mazo– y
los advenedizos “plebeyos” de Ávila, cuya zona de influencia se ubica
en el populoso oriente mexiquense. Vaticinan el rotundo triunfo de los
primeros por detentar la Presidencia de la República, desde donde han
maniobrando contra el actual gobernador.
“En las elecciones de junio próximo vamos a ver una lucha entre la
realeza y los plebeyos. Los resultados influirán en la elección para
gobernador de 2017 e incluso en la presidencial de 2018”, asegura Félix
Santana de los Ángeles, secretario general del Movimiento de
Regeneración Nacional en el Estado de México.
Asegura que para Peña Nieto, otro de los cachorros del Grupo
Atlacomulco, es importante mantener el control del Estado de México por
tratarse de su cuna política y principalmente porque es la entidad que
maneja más recursos económicos y tiene el padrón electoral más grande
del país. El lugar ideal para combinar los negocios con la política.
Santana compara: “El presupuesto del Estado de México es el más
cuantioso. Tan sólo este año es de aproximadamente 200 mil millones de
pesos. Ni siquiera lo iguala el Distrito Federal, cuyo presupuesto
ronda los 150 mil millones de pesos.
“Y electoralmente es la entidad más importante: tiene casi 11
millones de votantes, muy por encima de los alrededor de 8 millones del
Distrito Federal.”
Por su parte Arturo Chavarría, presidente del Colegio de Arquitectos
y Urbanistas del Estado de México, resalta que las mayores inversiones
en obra púbica de los últimos años se concentraron en la entidad: el
Circuito Exterior Mexiquense y el Viaducto Bicentenario, “emprendidas
por grupos empresariales ligados en sus negocios con la poderosa clase
política local”.
Ambos enfatizan que la obra más ambiciosa proyectada en el actual
sexenio, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, también se
levantará en suelo mexiquense; lo mismo que la mayor parte del trayecto
del tren México-Toluca, el único proyecto ferroviario que no se
canceló, como ocurrió con el fallido México-Querétaro o el
Transpeninsular.
Resalta Santana: “Tan sólo la inversión calculada para el aeropuerto
internacional en los próximos años es de 169 mil millones de pesos. Un
monto muy por encima de los recursos públicos que reciben las entidades
del país. De manera que el Grupo Atlacomulco podrá seguir haciendo
jugosos negocios en el Estado de México, siempre y cuando el PRI
mantenga su control político. De ahí la importancia de las próximas
elecciones”.
En los comicios de junio próximo se renovarán las 125 alcaldías mexiquenses, así como 45 diputaciones locales y 40 federales.
Ya se vive una efervescencia política en la entidad. Por ejemplo, se
está dando el fenómeno de los alcaldes priistas “chapulines”, quienes
pidieron licencia en sus presidencias para ser candidatos a diputados
federales.
Es el caso de Carolina Monroy del Mazo, prima de Enrique Peña Nieto,
sobrina de Alfredo del Mazo González y quien dejó la alcaldía de
Metepec. Lo mismo hicieron la alcaldesa de Toluca, Martha Hilda
González Calderón; el alcalde de Naucalpan, David Sánchez; el de
Tlalnepantla, Pablo Basáñez García; el de Ecatepec, Pablo Bedolla; la
de Tultitlán, Sandra Méndez Hernández; el de Cuautitlán, Gabriel
Casillas Zanatta; el de Jilotepec, Édgar Castillo, y el de Chicoloapan,
Andrés Aguirre, entre otros.
Algunos empujan a sus juniors: la alcaldesa de Zinacantepec, Olga
Hernández Martínez, postuló a su hija Olga Esquivel Hernández, de 26
años, por el distrito 40; Guillermina Cacique, exalcaldesa de Amatepec,
lanzó a su hija Ivette Bernal Cacique a la candidatura por el distrito
36 con sede en Tejupilco; Francisco Osorno, presidente municipal de
Chalco, hizo lo propio con su hija, Susana Osorno Belmont…
En este grupo destaca Ignacio Pichardo Lechuga, hijo del
exgobernador Ignacio Pichardo Pagaza y quien compite por el distrito
23, con sede en Valle de Bravo. Ya había ocupado una curul en San
Lázaro, de 2009 a 2012.
El cachorro
Pero la figura estelar de estos comicios es sin duda Alfredo del
Mazo Maza. En el ámbito político mexiquenses circulan versiones en el
sentido de que incluso está destinado a coordinar la bancada priista en
San Lázaro antes de ir por la gubernatura. El Grupo Atlacomulco tiene
todas sus esperanzas puestas en él porque encabeza el relevo
generacional.
De 40 años, Del Mazo Maza estudió administración de empresas en el
Instituto Tecnológico Autónomo de México. Sus primeras actividades
profesionales las realizó en la iniciativa privada, principalmente en
Banco Azteca y el Grupo Financiero Serfín. Su primer cargo
gubernamental fue la Gerencia de Financiamientos y Análisis de Mercados
de Pemex.
En 2005, tan pronto llegó Peña Nieto a la gubernatura, colocó a su
primo Del Mazo al frente de Dirección de Fomento a la Micro y Pequeña
Empresa de la Secretaría de Desarrollo Económico. Después, en 2008, lo
nombró secretario de Turismo del estado, cargo al cual renunció en 2009
para ocupar la presidencia municipal de Huixquilucan, donde estuvo
hasta 2012.
Era alcalde cuando, en 2011, lo impulsaron para la candidatura del
PRI al gobierno del estado, pero las maniobras de Ávila lo hicieron a
un lado. Después, cuando Peña Nieto llegó a la Presidencia de la
República, se le puso al frente de Banobras. Hoy nuevamente lo perfilan
para la gubernatura.
En su libro Los juniors del poder, Francisco Cruz Jiménez,
especialista en el estudio del Grupo Atlacomulco, hace un recuento de
los privilegios, las torpezas políticas y la frivolidad de “Alfredito”,
como lo llaman sus allegados.
Por ejemplo, cuenta que cuando era funcionario de Pemex se le dio
“de manera irregular” una beca, por 257 mil pesos, para ir a estudiar
un posgrado a la Universidad de Harvard. Del Mazo tenía apenas tres
meses de haber ingresado a la paraestatal y los estatutos exigían por
lo menos tres años de servicio para beneficiarse de esa prestación.
Tampoco era “profesionista de planta”, otro de los requisitos. Ni
siquiera tenía título profesional para estudiar un posgrado. Se le
inició la averiguación previa 09/DAFMJ/2002.
En esa jugada resultaron involucrados Juan José Domene Berlanga,
entonces director Corporativo de Finanzas, y Carlos Juarusti Septién,
director Corporativo de Administración. Gracias a su apellido,
“Alfredito” se salvó de ser sancionado.
Después, cuando fungía como secretario de Turismo en el Estado de
México, a Del Mazo se le ocurrió el proyecto Resplandor Teotihuacano,
con el cual buscaba instalar en la zona arqueológica de Teotihuacán
glamorosos espectáculos de luz y sonido.
Planeaba contratar los servicios de la trasnacional Phillips para
iluminar las pirámides con potentes reflectores. Y el gobernador Peña
Nieto, en septiembre de 2008, anunció que esos shows serían el gran
proyecto de su gobierno para atraer al turismo internacional.
Sin embargo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia se
opuso tajantemente al proyecto por los graves daños que le ocasionarían
a la zona arqueológica. Hubo discusiones y movilizaciones. Al final Del
Mazo se vio obligado a suspender su disparatado plan. Fue un descalabro
político.
Luego, como alcalde de Huixquilucan, se vio torpemente involucrado
en el caso de la muerte de la pequeña Paulette Gebara Farah; tenía una
relación amorosa con una tía de la niña y visitaba constantemente el
domicilio de los Gebara mientras se realizaba la investigación.
En Los juniors del poder se señala que Del Mazo –motejado El
Caballero de Huixquilucan por la prensa de sociales– era “un junior
frívolo quien sólo pensaba en divertirse, un joven engreído y vanidoso,
amante de los placeres de la mesa, más a gusto en la barra de una
cantina y en la pista de la disco de moda”.
Menciona el libro cómo la revista Caras –de Televisa– empezó a
candidatear a Del Mazo para el gobierno mexiquense. Pero el paso se lo
cerró Ávila, hijo de un matrimonio que no concluyó la primaria y quien
de niño fue cobrador en un camión de pasajeros y después vidriero en un
negocio de cristales para autobuses. Y “Alfredito” fue obligado a
destapar como candidato priista a la gubernatura a su rival la noche
del 25 de marzo de 2011.
Sobre este punto comenta Félix Santana: “El Grupo Atlacomulco tomó
una decisión de pragmatismo político puro: sacrificó a su cachorro. No
tenía otra opción más que apoyar a Eruviel, quien era muy popular y
amenazaba con contender por el PRD y el PAN en caso de no ser el
candidato del PRI. Hubiera también ganado. Eruviel sorprendió y
chantajeó al Grupo Atlacomulco, que decidió darle tiempo al tiempo.
Supo esperar. Hoy vuelve a impulsar a Del Mazo a la gubernatura”.
Indica que la zona de influencia de Ávila se concentra en el oriente
del estado, principalmente en los municipios de Ecatepec (el más
poblado del país y de donde fue alcalde), Cuautitlán, Tlalnepantla,
Tultitlán y Coacalco. Representa a los políticos del Valle de México,
quienes siempre le han peleado los espacios de gobierno al Grupo
Atlacomulco, asentado en el Valle de Toluca.
–¿Ávila no tiene margen de maniobra para imponer a su sucesor? –se le pregunta a Santana.
–No. Es muy difícil. Entre los eruvielistas no veo ninguna figura
que despunte, como ya está despuntando Del Mazo por el Grupo
Atlacomulco. El gobernador y sus cuadros están muy debilitados. Y más
todavía a raíz de la matanza de Tlatlaya, los feminicidios y toda la
ola de violencia desatada en el estado.
–¿Qué futuro le espera a Eruviel?
–Tal vez seguir sacando provecho de su territorio político, de los
presupuestos de los municipios eruvielistas. En el Estado de México
todo es control de territorios, de ponerse de acuerdo y decir: “Yo
respeto tus territorios y tú respeta los míos”, como hacen las mafias.
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