MÉXICO,
D.F. (proceso.com.mx).- La mezcla de farándula y política puede tener
un buen inicio, pero casi nunca culmina bien. En Argentina, Evita Perón
logró lo que pocas primeras damas alcanzaron en América Latina:
convertirse en un fuerte capital social a favor de su esposo, pero fue
víctima de sus propios excesos. Y en Francia, el romance de Nicolás
Sarkozy con Carla Bruni le generó popularidad efímera al mandatario de
centro-derecha, pero no evitó su caída ante los votantes franceses.
En México, el “romance de telenovela” entre Enrique Peña Nieto y
Angélica Rivera toma cada vez más tintes de pesadilla o de mal
melodrama.
La versión oficial de esta telenovela es que inició como un
“flechazo” entre el entonces gobernador del Estado de México y la
actriz de Televisa que prestó su imagen para la campaña televisiva de
los 300 logros peñistas.
La versión extraoficial es que hubo un claro acuerdo contractual
para que ambos aparecieran como “la pareja del año” en portadas de
revistas de sociales, programas de espectáculos y Peña Nieto recibiera
el impulso necesario en esta mezcla de entretenimiento y publicidad
(advertainment) para alcanzar las mieles de la popularidad.
La fórmula funcionó, como suele ocurrir con la mercadotecnia
televisiva. La Gaviota le inyectó rating, popularidad y cierto glamour
a un personaje menor en el escenario político nacional que en menos de
cinco años logró el “milagro” de ser conocido por el 95 por ciento de
la población.
Rivera y Peña Nieto prolongaron su noviazgo a conveniencia de los
tiempos electorales. Se casaron en 2010, a pesar de las dudas sobre la
anulación matrimonial de la primera frente al Vaticano. Formaron una
“pareja feliz” en las revistas de la socialité mexicana. Disciplinada,
la “Mamá Gaviota” también participó en la campaña presidencial del 2012
y prestó su imagen, de acuerdo a lo convenido.
La fórmula comenzó a tener problemas, cuando Rivera no se limitó a
ser una primera dama cualquiera. No aceptó el bajo perfil y mucho menos
el papel secundario para fortalecer a su marido. Algo en el guión de
esta telenovela falló. Y La Gaviota surcó los pantanos de la corrupción
y el conflicto de interés con más ansias de protagonismo de lo usual.
En menos de dos años y medio, los principales problemas relacionados
con Angélica Rivera y sus desplantes telegénicos fueron provocados por
ella misma. Veamos:
1.-La principal pista sobre la propiedad de la ahora famosa Casa
Blanca la aportó la propia Angélica Rivera. Con desparpajo apareció
fotografiándose en las mismas revistas de sociales que la encumbraron
presumiendo una “casa nueva” y al arquitecto que la rediseñó.
No fue necesario que el exjefe de Gobierno capitalino, Marcelo
Ebrard, “filtrara” al equipo de investigación de Carmen Aristegui los
datos necesarios para encontrar la trama entre Grupo Higa y la Casa
Blanca. Fue la propia Angélica Rivera la que abrió las compuertas del
infierno.
2.-Su respuesta ante el escándalo de noviembre de 2014 fue un video
en su blog personal mal hecho, con una versión “oficial” de los
ingresos de Angélica Rivera que la convirtió de primera dama en
hazmerreír nacional. En los mismos pasillos de Televisa pegaron el
grito al cielo ante los millonarios salarios que La Gaviota ventiló. El
ridículo mayúsculo de la primera dama se vio acrecentado por la
soberbia de la actriz y su incapacidad de empatía en uno de los
momentos más críticos del gobierno de Peña Nieto.
Sin experiencia, sin capacidad de convencimiento, Rivera fue lanzada
al ruedo de los leones furiosos de la crítica con la pretensión de
salvar a su esposo. El resultado fue exactamente el contrario. Hundidos
ambos, la “pareja presidencial” decidió incrementar su soberbia e
indiferencia frente al encono social.
¿Cómo era posible que el presidente que encabezaba la “Cruzada
Nacional contra el Hambre dejaba que su esposa posara provocativamente
para presumir la remodelación de Los Pinos y su nueva casa en las Lomas
de Chapultepec?
3.-Reincidente, Rivera pretendió recuperar su sitio entre las
revistas de la socialité y cometió nuevos excesos que ahora la
convierten en símbolo de la frivolidad. En la reciente gira de Peña
Nieto a Londres, junto con una comitiva de 200 invitados, Angélica
Rivera convirtió sus cenas, paseos y visitas al palacio de Buckingham
en un set fotográfico para lucirse en la revista Hola!
“La impactante reaparición de la primera dama en su estilosa visita
oficial a Reino Unido”, tituló la famosa revista de resabios
franquistas en la portada donde aparece La Gaviota en pose mal
fotografiada de La Doña, María Félix.
Rivera presumió sin recato vestidos de más de 20 mil dólares junto con
sus hijas que seguramente fueron engalanadas a costa del erario. La
insensibilidad de esta portada coincidió con el despido de Carmen
Aristegui en MVS Noticias y el resurgimiento del tema de la Casa Blanca.
4.-Este martes 7 de abril, la cadena Telemundo publicó un reportaje
televisivo donde mostró a Angélica Rivera en su única afición
ampliamente documentada: la compra compulsiva de ropa en las tiendas de
marca de Beverly Hills, acompañada de sus hijas y de las de Peña Nieto.
“Mamá Gaviota” ya no parece simpática sino abusiva. Una mala réplica
de Imelda Marcos y sus cientos de pares de zapatos, mientras México se
encamina a uno de los peores años económicos ante el recorte del gasto
público.
O Peña Nieto ya no controla a su Frankeinstein o francamente es un
desplante convenido entre ambos. O simplemente asistimos a la
transformación de la telenovela en un melodrama político-electoral con
tintes de corrupción, soberbia y profunda ignorancia a las formas y
fórmulas del recato presidencial. Uno de los riesgos más altos de
mezclar farándula y política.
La Gaviota pasó de ser el principal activo político a uno de los
pasivos más grandes para el gobierno de Peña Nieto que atraviesa por
los peores índices de aceptación pública, que ya acumula varios
escándalos de colaboradores Mirreyes que utilizan helicópteros públicos
para fines privados (David Korenfeld) y de miembros del clan
Atlacomulco que repiten con un cinismo inaudito los peores gestos del
priismo nepotista y cleptocrático.
Twitter: @JenaroVillamil
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