Palabra de Antígona
Helena Ribinstein cuando llegó a Nueva York, en 1915, conoció al grupo de mujeres sufragistas que se pintaban los labios de rojo como símbolo de emancipación, con lo que se identificó.
Sara Lovera
México
D.F., 09 abr. 15. AmecoPress.- El 21 de marzo, al terminar mi trabajo
periodístico en la ONU a propósito de la 59 Sesión de la Comisión
Jurídica y Social de la Mujer, me topé con el Museo Judío, en la 5ª.
Avenida y la calle 92. Había una exposición temporal-homenaje a Helena
Rubinstein, conmemorativa del cincuentenario de su muerte. Nada más
alejado, me dije, de los propósitos de Beijín y las demandas pendientes
de las mujeres. Dudé, pero entré.
Helena
Rubinstein, pude leer en la exposición con más de 200 objetos
personales, fotografías, vestidos y joyas de esta acaudalada
empresaria, que revolucionó la cosmetología de su época, creadora de
los salones de belleza –el primero lo instaló en París en 1912-,
inventó más de mil cremas, rizadores de pestañas, el rímel resistente
al agua e instaló para la salud de la piel y el cutis los spa.
- Helena Rubinstein
A los 93 años,
a la hora de su muerte, dejó a su familia 15 fábricas y un capital de
millones de dólares. En los años cincuenta donó 500 millones de dólares
a la comunidad judía. Es considerada la primera empresaria gigante del
siglo XX, sus productos se globalizaron y tuvo al mismo tiempo cadenas
de tiendas en Londres, París y Nueva York; lugares donde también tuvo
sus casas diseñadas con lujo y buen gusto. Increíble.
Cuando llegó a
Nueva York, en 1915, conoció al grupo de mujeres sufragistas que se
pintaban los labios de rojo como símbolo de emancipación, con lo que se
identificó. Tenía claro, dice Viridiana Mirón, que la individualidad y
la independencia económica de las mujeres era el acto más
revolucionario de su época; lo mismo escribía Alejandra Kollantai en
1920 cuando fue nombrada embajadora de la Unión Soviética en México. Y
es una de las líneas de lo que se ha dado en llamar igualdad
sustantiva.
Helena
Rubinstein es considerada colaboradora de la “lucha”, conoció a algunas
feministas de principios de siglo XX, admiró a Elizabeth Cady Stanton
(12 de noviembre de 1815-26 de octubre 1902, participante de la
Asamblea de Seneca Falls, la primera convención sobre los derechos de
la mujer en los Estados Unidos, realizada del 19 de julio al 20 de
julio de 1848 en Seneca Falls Nueva York, Estados Unidos) y convivió
con Charlotte Perkins Gilman, (Hartford, 3 de julio de 1860-17 de
agosto de 1935) ésta última escritora, fundadora de la Asociación de la
Prensa de Mujeres Costa del Pacífico (PCWPA), de la Alianza de Mujeres.
De Rubinstein
se pudo ver, en los tres espacios de la exposición, una colección de
sus fotografías, obras escultóricas de sus colecciones, objetos
personales, sus vestidos, imágenes de sus departamentos y una muestra
de collares de varios hilos y pedrería, y una película.
Esta mujer que
medía un metro 47 centímetros de estatura, no guapa según los cánones
de la belleza vista por el patriarcado, amiga de Picasso, mecenas de
artistas, apoyó a las universidades y también a creadoras y creadores
que huyeron de Europa tras la primera guerra mundial, fue una estratega
de la publicidad y promotora del diseño y el arte, inspiró a otros
creadores, como lo hizo Nahui Ollin en México.
Ella acuñó una
frase simple, que por cierto le dio el nombre a la exposición en el
museo Judío, que estuvo abierta al público desde octubre de 2014 hasta
el 22 de marzo último: “La belleza es poder porque da libertad”. Ella
lo había probado señalando que la belleza se construye con trabajo y
esfuerzo. “No es para perezosas”. Vapores para limpiar la piel -como
decimos que sucede en el spa y el sauna-, se lee bajo una colección de
fotografías que la muestran, un cutis envidiable.
Pudimos
apreciar una película en blanco y negro, donde se ve cómo daba clases
de purificación de la piel a las mujeres; la estructura de los primeros
secadores de cabello; el uso de mascarillas y sobre todo una colección
de cremas. Ello me recuerda algunas escritoras en boga, que han venido
de este mundo de la perfumería y la cosmética. Más allá de la
conciencia de que la publicidad de cremas maravillosas puede “manipular
a las mujeres” intentó curar también el alma a base de vapores en la
cara y mascarillas relajantes; fue ella la que recomendó cepillar hasta
mil veces el cabello por la noche para mantenerlo vivo y brillante.
La señora
Rubinstein nació en Cracovia, Polonia, en 1872, la mayor de ocho hijas
en una familia judía de escasos recursos. A los 30 años, para huir de
un matrimonio arreglado, se fue con un tío a Australia a un pequeño
pueblo cuya tranquilidad permitió imaginar las tres cosas que la
hicieron libre: crear una primera crema a base de lanolina (con la
grasa de las ovejas) llamada Velazé; un lugar para que las mujeres
hablaran: el salón, y acumular dinero que la hiciera libre. En 1908 ya
tenía un capital de cien mil dólares, al morir dejó más de 750 millones.
Un texto a la
entrada de la exposición fue elocuente: De una granja de ovejas en
Australia (1908) pasa a tener quince fábricas de cosméticos, miles de
puntos de venta y 40 mil empleados a finales de los años cincuenta.
Poco antes de su muerte, en 1965, confesaba: "Quisiera que el negocio
durase por lo menos trescientos años más”.
A partir de
1917, Helena Rubinstein logró que la fabricación y distribución de sus
productos al mayoreo abrieran cientos de espacios para dar trabajo a
obreras de la cosmetología. Creó el "Día de la Belleza" en los
diferentes salones y se convirtió en un gran éxito.
Fundó el
pabellón de Arte Contemporáneo de Tel Aviv y en 1957 se estableció la
beca arte Helena Rubinstein. En 1953, se hizo filántropa y creó la
Fundación Helena Rubinstein para proporcionar fondos a organizaciones
especializadas en la salud, la investigación médica y rehabilitación,
así como a la Fundación Cultural Israel Latina y, además, otorgó becas
a los israelíes. Fundación Cultural que ella creó.
En 1959,
Rubinstein representaba la industria de los cosméticos de Norteamérica
en la Exposición Nacional de Estados Unidos en Moscú. Su industria,
tras su muerte en Queens en 1965, fue comprada por la trasnacional
Palmolive y luego por L’Oreal. Se cree que los Premios L’Oreal-UNESCO
para las Mujeres en la Ciencia también conocidos como los Mujeres
Rubinstein, fueron inspirados en su historia.
Fue una
coleccionista de obras de arte. Su trato con Picasso, se ve en la
exposición, hizo que el artista malagueño hiciera varios retratos de
ella, le regaló los bocetos que mostró el museo ubicado frente al
Parque Central de Nueva York y fue Andy Warhol quien elaboró algunos de
los carteles publicitarios de esta mujer. El autor de un cartel famoso
de Marilyn Monroe.
Una visita
aleccionadora. Me hizo recordar a las Pelonas en México, al Charlestón
de los años veinte, cuando las mujeres tiraron a la basura el corsé y
delineaban sus cejas como era costumbre en Antonieta Rivas Mercado y
Rosario Castellanos; se maquillaron discretamente y alargaron sus
pestañas gracias a algunos de los secretos descubiertos por
Rubisnstein.
Una curiosa
muestra de que la lucha sufragista que este año tendrá un nuevo
capítulo en México, estuvo acompañada por Coco Chanel y el traje
imprescindible y duradero; la belleza eternizada y muy diversa de las
mujeres libres como se muestran en los retratos del Dr. Atl, los
desnudos azules de Picasso, los pectorales de joyería que han vuelto a
la moda, los vestidos de pedrería que ahora se usan de día, el me da la
gana de ponerme lo que se me ocurra para sentirme bien, las sesiones de
cirugía plástica que de vez en vez atacan a algunas de nuestras mejores
funcionarias, diputadas y hasta una que otra feminista.
Así como el no
me apena tener varios trajes tipo Chanel y admiro la valentía de Gala,
la compañera de Dalí y su revolución sexual. En fin, que no podemos
olvidar nuestra construcción en muchos sentidos y nuestra permanente
decisión de ser libres.
El museo Judío
de Nueva York se aloja en la antigua mansión de Felix Warburg, posee
una impresionante colección de objetos religiosos, pinturas y objetos
de plata y hasta un mosaico de una sinagoga de Persia del siglo XVI y
obras contemporáneas de pintura, fotografía y escultura. Siempre ofrece
exposiciones temporales. Imaginé que vería una colección de cosméticos,
carteles publicitarios y fotografías. Y me encontré con esta historia.
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario