Algunas
de las mujeres guerrilleras que formaron parte de los grupos armados
que se gestaron en los años 60 y 70 perdieron la vida en combate;
murieron –como lo describen las compañeras que han rescatado su
historia– luchando contra “las injusticias del gobierno”.
Su historia y en algunos casos el paradero de sus restos se supo muchos años después, mediante los informes presentados por el Comité Pro Defensa de Presos Perseguidos Desaparecidos y Exiliados Políticos de México.
Así como cuando se hizo pública una parte de las actas informativas de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) –policía política del régimen que recababa información de actividades subversivas–, historia que se completó con los reportes de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
El libro “Guerrilleras”, de reciente publicación, es una obra que busca que la memoria histórica no olvide el paso de estas mujeres combatientes por un México que intentaron cambiar, y rescata algunas de las historias de a quienes les fue arrancada la vida en algún enfrentamiento armado.
Teresa Hernández Antonio, integrante de la Brigada Roja de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC-23), es una de ellas; la madre de dos hijos perdió la vida en un dispositivo especial montado por agentes de la DFS y la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, del mismo órgano de inteligencia.
El operativo fue para capturar a activistas en Ciudad Universitaria. Teresa fue acribillada y ultimada en la sien con el llamado “tiro de gracia”. Su cuerpo inerte permaneció en la zona conocida como “Las Islas” hasta que fue levantado por el Servicio Médico Forense.
María Margarita Marcela Andrade Vallejo, también fue integrante la LC-23. Ella custodiaba una de las casas de seguridad del grupo guerrillero, que fue descubierta cuando capturaron y torturaron a varios de sus compañeros.
REPRESIÓN Y RESISTENCIA
El 14 de abril de 1977, al menos 100 agentes de la policía cercaron la casa de seguridad, en la colonia Avante, en la Ciudad de México. En un primer momento María Margarita se defendió, pero cuando vio que la superaban en número y en armas decidió entregar a su hijo de apenas dos años de edad a las trabajadoras del hogar que estaban en el domicilio. Ellas pudieron ponerlo a salvo.
Margarita lanzó dos bombas de fabricación casera a los agentes, una bala de su propia arma le alcanzó accidentalmente el parietal derecho (cráneo) y la mató.
Pese a que ella cayó en combate, el número de policías incrementó y se realizaron cateos violentos en las casas aledañas que provocaron daños económicos en las viviendas. Su familia también fue detenida con el objetivo de arrancarles información sobre todo lo que Margarita Marcela pudo haberles contado.
Olivia Ledezma Flores, “La Güera”, también integrante de la LC-23, fue asesinada el 6 de julio de 1977 cuando agentes de la DFS apoyados por miembros de la Brigada Especial (el grupo paramilitar conocido como Brigada Blanca) instauraron un dispositivo frente a su domicilio, en la colonia Reforma Iztaccihuatl –también en la capital del país–, que también fungía como casa de seguridad de algunas y algunos de sus compañeros.
Los agentes abrieron fuego contra ella y su esposo sin previo aviso. Ambos cuerpos presentaron el tiro de gracia.
Entre las guerrilleras muertas en combate también está Cruz Elena Montoya Ortiz, originaria del estado de Chihuahua. Esta mujer fue capturada el 28 de agosto de 1974 por patrulleros de la policía municipal de Ciudad Juárez. En 1976 fue absuelta y se reintegró a la LC-23. Murió en un enfrentamiento el 1 de septiembre de 1977.
Junto a ella quedó el cuerpo de la también guerrillera Alma Celia Martínez Magdaleno, de apenas 18 años de edad. Ambas perdieron la vida cuando agentes de la Brigada Especial instalaron un dispositivo en el exterior del mercado “Benito Juárez”, en la colonia Electricista, en la capitalina delegación Azcapotzalco.
Tras haber torturado a integrantes de la LC-23, la Brigada Blanca sabía que las guerrilleras y algunos de sus compañeros acudirían ese día a una cita en el mercado. Al principio intentaron detenerlos, pero se desató un tiroteo que acabó con las vidas de las y los sublevados.
CRÍMENES DE ESTADO AÚN IMPUNES
Un fragmento de la historia de María de los Ángeles Sánchez, esposa de Juan Manuel Ramírez Duarte, uno de los principales dirigentes de la LC-23, también forma parte del libro.
Ella fue detenida con lujo de violencia el 10 de junio de 1977 en Tlatelolco, en la Ciudad de México. Con apenas 19 años de edad fue llevada al Campo Militar Número 1 donde fue brutalmente torturada.
Aunque fue liberada con vida el 25 de octubre de 1977, finalmente murió el 6 de septiembre de 1978 a consecuencia de las torturas por parte de la Brigada Blanca.
Hasta el día de hoy no han sido castigados los responsables de estos y otros crímenes cometidos contra mujeres y hombres que lucharon por un México más justo y democrático.
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-
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