FOTO: SAÚL LÓPEZ /Archivo CUARTOSCURO.COM
El gran fraude dizque verde
Pablo Gómez
Nada
hizo falta más que dos apoyos básicos (Televisa y Azteca) para que el
Partido Verde, así llamado, se lanzara en septiembre a una campaña
electoral anticipada mediante anuncios del todo ilegales. Nada hizo
entonces falta para que prosiguiera con su campaña ilegal más que el
silencio cómplice de Lorenzo Córdova y otros consejeros del INE, por
petición del gobierno federal. Todo parece en realidad una conspiración
delictiva, una forma de asociación para eludir y violar toda clase de
disposiciones legales tan largamente procesadas en muchas negociaciones
entre los partidos políticos de México.
Casi 400 mil impactos de televisión (spots) y muchos miles de cineminutos,
así como una cantidad inusitada de letreros en autobuses, paraderos,
espectaculares y otras muchas formas de publicidad, así como
calendarios y tarjetas de descuento enviados a los domicilios de
personas desconocidas para ese partido. El flamante INE, con sus nuevos
y viejos consejeros se tomó la libertad de no hacer caso de las quejas
presentadas, negó las llamadas medidas precautorias, es decir, la
suspensión de los spots televisivos, pero también demoró una
investigación que en realidad no era para investigar absolutamente
nada sino para hacer tiempo. Finalmente, el PRD recurrió al Tribunal
Electoral para solicitarle que detuviera la campaña en televisión
aunque fuera a destiempo, lo cual fue admitido por dicha instancia y
así empezó todo: van 185.5 millones de pesos en multas, entre otras,
por haber desobedecido la suspensión de los cineminutos, así
nomás, por su propia decisión y en abierta transgresión de sus más
elementales obligaciones como partido político, así se autonombra.
Al Verde, así llamado, le han multado
por casi todo, pero ahí no terminará el asunto: existe una queja de
fiscalización presentada por el PRD en la que se denuncia al así
llamado por recibir aportaciones de sociedades mercantiles, en especie.
¿Cuáles podrían ser tales sociedades? Ni más ni menos que las dos
grande televisoras del país que le entregaron los spots a precio reducido fuera de mercado, lo cual está, obviamente, prohibido.
El Partido Verde, así llamado, carece
de vínculos con las asociaciones internacionales de partidos
ecologistas del mundo, no tiene tampoco la menor relación con otras
organizaciones defensoras del medio ambiente. En México, carece de
contacto con cualquier agrupación ecologista, ya sea de asociaciones no
gubernamentales o de grupos de la academia. Es más, todos los
ecologistas de México y del resto del mundo se avergüenzan por el hecho
de que el PVEM, así llamado, se ostente como verde y como ecologista sin tener la menor relación con el movimiento nacional y mundial de defensa de la naturaleza.
El Verde fue producto de una decisión
del gobierno de Salinas. Después, apoyó a Fox. Luego se alió con el
PRI. Nunca ha sido nada por sí mismo. Es un grupo de personas que se
dedica al negocio del tráfico de influencias, carente del menor
principio ideológico o político, con capacidad de argumentar lo que sea
en el momento que sea para defender a quien sea, siempre que todo eso
deje dinero.
En alguna ocasión negué mi firma para
un dictamen sobre la autorización legal de la destrucción de manglares
en zonas de desarrollo turístico. Había dos senadores que querían la
reforma de la ley: el presidente de la comisión de ecología, un
“verde”, y otro legislador, priista por añadidura y actual gobernador
por suerte (de sí mismo), de Sinaloa, donde los manglares ya han sido
destruidos en más de la mitad. Por azares de la vida y de la política,
mi voto resultó decisivo en la comisión de estudios legislativos,
integrada por tan solo cuatro senadores, de tal manera que se rechazó
el proyecto. ¿Cuánto dinero iban a aportar los dueños de las compañías
hoteleras que querían constuir? O para decirlo en palabras del llamado
“niño verde”, líder “verde” del partido “verde”: “¿cuánto nos va a
tocar a nosotros?”.
El Tribuna Electoral ha sido, por su
parte, demasiado simpático para el Verde, así llamado, pues le ha
puesto las cosas muy cómodas. El Verde, así llamado, puede pagar todas
las multas porque los spots y los cineminutos le
salieron baratos. 165 millones no es nada para un partido que inició su
campaña electoral en septiembre y lo hizo como el único partido. El INE
debió haber detenido la campaña anticipada del Verde, así llamado, pero
el gobierno le ordenó a ese Instituto, también así llamado, que no
metiera las manos. Al final tuvo que hacerlo, pero ya era
calculadamente tarde. Esto se llama falta de credibilidad de las
instituciones. Y luego se preguntan de dónde viene el llamado fenómeno
de la falta de confianza.
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