Carlos Bonfil
Como una actividad especial de la exposición General idea: tiempo partido
que presenta el Museo Jumex hasta el 12 de febrero, la Cineteca
Nacional proyecta actualmente un breve repaso del trabajo del escritor,
cineasta y activista político estadunidense Gregg Bordowitz.
Diagnosticado en 1988, a los 24 años, portador del VIH (virus de
inmunodeficiencia humana), el realizador de los documentales Fast trip, long drop (1993) y Habit (2001)
ha sido hasta la fecha un cronista muy crítico y puntal de la historia
de la epidemia del sida en Estados Unidos y de la lucha por garantizar
los derechos civiles y el libre acceso a tratamientos eficaces de las
personas afectadas en todo el mundo.
En el momento de realizar su primer documental Fast trip, long drop, trabajo
eminentemente autobiográfico, el cineasta piensa que sus días están
contados y considera necesario ofrecer un testimonio vigoroso y
provocador, lleno de indignación e ironía, de su experiencia cotidiana.
Valorado ahora –a una distancia de más de dos décadas, cuando el VIH es
ya un padecimiento crónico y no una irrevocable sentencia de muerte, y
cuando el propio Bordowitz puede contar a sus 52 años con casi tres
décadas de supervivencia–, su documental aparece como el recuento de una
resistencia personal y del trabajo de aquellos activistas que
exitosamente desafiaron a una indiferencia gubernamental que,
ignorándolos, les aceleraba la muerte. Su documental es un trabajo
pionero y anuncia, con mucha anticipación, la estupenda recopilación de
experiencias colectivas titulada ¿Cómo sobrevivir a una plaga? (2012), del también realizador estadunidense David France.
La novedad en el trabajo de Bordowitz reside en su manera de
presentar un testimonio desenfadado y por momentos cáustico de la
experiencia diaria del infectado, referida en primera persona y en un
momento en que una virtual conspiración de silencio parecía acallar las
voces críticas en los medios y, sobre todo, desterrar las armas del
humorismo como respuesta frontal a la hipocresía moral de una parte
importante de la opinión pública. Es el reverso documental de lo que en
ficción representó la cinta francesa Las noches salvajes (Les nuits fauves), de Cyril Collard, filmada un año antes de Fast trip, long drop. La primera estrategia del artista fue la parodia emprendida en el programa de televisión por cable Living with AIDS,
donde se mofaba del sensacionalismo, la ignorancia y la corrección
política de quienes en diversos medios opinaban sobre el sida. Un
auténtico trabajo de guerrilla mediática que no escatimaba en su ironía,
incluso las posturas de activistas radicales como Larry Kramer. ¿Es
necesario precisar que el origen judío del paria sexual que ha sido
Bordowitz está relacionado con el tipo de humor presente en sus
películas?
En su segundo documental, Habit (2001), el cineasta
muestra que su ya larga supervivencia tiene mucho que ver con la
disciplina de su apego a los tratamientos disponibles, para entonces ya
muy eficaces, pero también a la capacidad de indignación política frente
a la injusticia que representa ver a millones de personas infectadas en
países pobres condenadas a una suerte muy distinta a la suya. En la
Conferencia Internacional sobre el Sida en Durban, Sudáfrica, en 2000,
un personaje formidable, el juez Edwin Cameron elige hacer pública su
condición serológica positiva para solidarizarse, como persona
privilegiada de raza blanca, con los infectados africanos que viven la
tragedia de tener que morir de un padecimiento que en otras partes es
muy atendible. A la ceguera de una sociedad y de unos medios que
consideran resuelto el problema del sida, Gregg Bordowitz sigue
oponiendo su vigilancia crítica y la vigencia de su labor artística.
Durante la reciente presentación de sus documentales en México,
alerta por ejemplo, con la indignación y experiencia de muchos años,
sobre los peligros que le depara al mundo la embestida actual de la
ultraderecha moral y política en Estados Unidos. Asistimos a un
neoreaganismo dramáticamente reforzado, reloaded. Pero también,
como en los años 80 del siglo pasado, a una intensa movilización
ciudadana de resistencia política, como la reciente marcha de
millones
de mujeres que tiene como uno de sus antecedentes memorables la
protesta masiva de aquellas personas que al peso de una enfermedad
mortal debían sumar el oprobio nocivo de un conservadurismo extremista.
La historia se repite hoy de modo perturbador, y el tenaz sobreviviente
que es Gregg Bordowitz sigue agitando, desde el activismo artístico,
muchas conciencias adormecidas
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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