La violenta y real cara de la crisis
Por Leticia Puente Beresford/ corresponsal
Nueva York, 17 dic 08 (CIMAC). - La expresión “violenta y real cara de la crisis” sale a boca de jarro: “La verdad, está duro. No sé mucho y menos de economía global, pero el tal Bush me dejó en la calle. La crisis es grave”, expresó la residente mexicana Concepción Pérez.
Ésa es la otra cara de la violencia, la violencia económica, mejor conocida como “crisis”, o “ya no alcanza”, como decimos en casa.
Es completamente el acabóse, el desastre, la separación, el rompimiento. Se quebrantó la paz y la tranquilidad de todos los hogares, en los que se escucha: “Y ahora, ¿quién cuidará a los niños?, ¿quién limpiará la casa?... ¡¡¡La ropa!!!... ¡¡¡La comida!!!... Mi perro, ¿quién lo sacará a caminar?”
Esto es lo invisible, lo no dicho por la crisis. La historia no contada, pero es la realidad lo que está golpeando fuertemente a la gente, afirmó Aijen Poo, de Domestic Workers United.
“Hay mucho miedo alrededor de la posible pérdida de trabajos”, afirmó el New York Times en su edición del jueves titulada Trickedown Downsizing.
Cimacnoticas, no obstante, dio a conocer lo anterior con anticipación. Pero hoy, el enojo se combina con la desesperación, acompañado con el “Jesús” en la boca, las malas palabras y hasta las maldiciones.
Concha Pérez, quien ya hasta “se sentía parte de la familia”, a ocho años de trabajo, dijo: “Fue difícil la separación, las dos lloramos. Qué digo las dos. Todos. Ni ella ni yo podíamos creerlo. Es más, creo que le pudo más a ella. Lloraba como María Magdalena. Pues la verdad, no sabe hacer nada, bueno, digo... aquí en la casa”.
Concha lo resume:
“La crisis está dura, pero ahorré lo suficiente como para aguantar un rato la crisis. Ya la doña está ofreciéndome por todas partes entre sus amistades. En fin, ya caerá algo. Espero conseguir trabajo pronto. Bueno, eso espero”.
En tanto, el New York Times expone que, tan sólo en la gran manzana, son miles de empleadas y empleados domésticos los que están siendo afectadas y afectados.
Pero la verdad, así está en todo el país.
“Trabajadoras y trabajadores domésticos desempleadas, desempleados, que están en búsqueda de otros nuevos empleos posiblemente aceptarán bajos salarios, dice Jaime Hochhauser, encargada de Right Staff, agencia de niñeras y trabajadoras domésticas en la zona triestatal.
Actualmente, la oferta salarial es de 20 por ciento menos que hace seis meses. El descenso es consistente, incluso entre las familias de excelente posición económica.
El desastre económico es global, en otras palabras, afecta a todas y todos. O como lo dicen en las noticias afecta más al doméstico, al interno, al que se siente más aquí entre familia. Al de casa.
En tanto en la gran manzana, dice el diario neoyorkino, alrededor de 200 mil empleadas y empleados domésticos se están viendo afectadas y afectados.
Pero la realidad es otra. Eso pasa en toda la nación.
08/LPB/VRI/CV
Por Leticia Puente Beresford/ corresponsal
Nueva York, 17 dic 08 (CIMAC). - La expresión “violenta y real cara de la crisis” sale a boca de jarro: “La verdad, está duro. No sé mucho y menos de economía global, pero el tal Bush me dejó en la calle. La crisis es grave”, expresó la residente mexicana Concepción Pérez.
Ésa es la otra cara de la violencia, la violencia económica, mejor conocida como “crisis”, o “ya no alcanza”, como decimos en casa.
Es completamente el acabóse, el desastre, la separación, el rompimiento. Se quebrantó la paz y la tranquilidad de todos los hogares, en los que se escucha: “Y ahora, ¿quién cuidará a los niños?, ¿quién limpiará la casa?... ¡¡¡La ropa!!!... ¡¡¡La comida!!!... Mi perro, ¿quién lo sacará a caminar?”
Esto es lo invisible, lo no dicho por la crisis. La historia no contada, pero es la realidad lo que está golpeando fuertemente a la gente, afirmó Aijen Poo, de Domestic Workers United.
“Hay mucho miedo alrededor de la posible pérdida de trabajos”, afirmó el New York Times en su edición del jueves titulada Trickedown Downsizing.
Cimacnoticas, no obstante, dio a conocer lo anterior con anticipación. Pero hoy, el enojo se combina con la desesperación, acompañado con el “Jesús” en la boca, las malas palabras y hasta las maldiciones.
Concha Pérez, quien ya hasta “se sentía parte de la familia”, a ocho años de trabajo, dijo: “Fue difícil la separación, las dos lloramos. Qué digo las dos. Todos. Ni ella ni yo podíamos creerlo. Es más, creo que le pudo más a ella. Lloraba como María Magdalena. Pues la verdad, no sabe hacer nada, bueno, digo... aquí en la casa”.
Concha lo resume:
“La crisis está dura, pero ahorré lo suficiente como para aguantar un rato la crisis. Ya la doña está ofreciéndome por todas partes entre sus amistades. En fin, ya caerá algo. Espero conseguir trabajo pronto. Bueno, eso espero”.
En tanto, el New York Times expone que, tan sólo en la gran manzana, son miles de empleadas y empleados domésticos los que están siendo afectadas y afectados.
Pero la verdad, así está en todo el país.
“Trabajadoras y trabajadores domésticos desempleadas, desempleados, que están en búsqueda de otros nuevos empleos posiblemente aceptarán bajos salarios, dice Jaime Hochhauser, encargada de Right Staff, agencia de niñeras y trabajadoras domésticas en la zona triestatal.
Actualmente, la oferta salarial es de 20 por ciento menos que hace seis meses. El descenso es consistente, incluso entre las familias de excelente posición económica.
El desastre económico es global, en otras palabras, afecta a todas y todos. O como lo dicen en las noticias afecta más al doméstico, al interno, al que se siente más aquí entre familia. Al de casa.
En tanto en la gran manzana, dice el diario neoyorkino, alrededor de 200 mil empleadas y empleados domésticos se están viendo afectadas y afectados.
Pero la realidad es otra. Eso pasa en toda la nación.
08/LPB/VRI/CV
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