Las mujeres juchitecas también se unieron a la lucha. Todas hablan de lo que les duele… cuando decidieron oponerse al nuevo proyecto eólico bajo la consigna "el aire, el mar y la tierra, no están a la venta. El istmo es nuestro y lo vamos a defender".
México,
19 feb. 13. AmecoPress/SEMlac.- No pasa un solo día en el mundo que no
se oiga hablar de acontecimientos ligados a empresas trasnacionales:
compras y fusiones, despidos, corrupción, enfrentamientos o
contaminación.
México
no escapa a esta premisa. En el istmo de Tehuantepec, la región del
estado de Oaxaca con mayor presencia indígena del país, donde conviven
huaves, zapotecos y zoques, más de un centenar de mujeres y hombres
realizaron una protesta para impedir que la compañía multinacional
Mereña Renovables construya un nuevo parque eólico en San Dionisio del
Mar.
- Parque eólico en Oaxaka - Mexico
Llevan más de
un año con esta lucha. Aseguran que la instalación de los parques
eólicos con sus molinos de viento modernos solo les ha traído
conflictos intercomunitarios, la pérdida de miles de hectáreas de
cultivo y afectaciones al medio ambiente.
Unidos por la
defensa de su territorio reiteraron que, aunque se les acuse de
oponerse al progreso, no permitirán la entrada de la empresa hasta
tanto se resuelvan los históricos litigios de tierras, despojos,
violaciones a derechos humanos e intimidaciones.
Denunciaron
también que el lugar en donde se quiere construir este nuevo proyecto
es una zona sagrada, de una gran biodiversidad, donde hay cientos de
hectáreas de manglares, selva, laguna, peces y aves.
La aspiración
de la trasnacional Mereña Renovables es montar allí el parque eólico
más colosal de México y uno de los más grandes de América Latina.
Unas 132
turbinas servirán, fundamentalmente, para proporcionar electricidad a
las mayores empresas de bebidas de América Latina: Femsa y Cuauhtémoc
Moctezuma, que se ahorrarían así 10 por ciento en sus gastos
energéticos y aumentarían sus beneficios, según declaraciones de
representantes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad
que apoya proyectos de generación de energía limpia.
Debido a su
elevado potencial de vientos, el Istmo de Tehuantepec, la parte más
estrecha de la República Mexicana, es el principal sitio de operación
de parques eólicos en México, en particular en los municipios de
Juchitán de Zaragoza, El Espinal, San Dionisio del Mar, Asunción
Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Santo Domingo Ingenio, entre otros.
Las empresas
eólicas trasnacionales, junto con el apoyo del gobierno mexicano e
instituciones financieras internacionales, pretenden avanzar a marcha
forzada y tienen contemplada la instalación de más de 5.000
ventiladores en una extensión de 130.000 hectáreas de tierras ejidales
y comunales.
Carlos Bea
Torres, coordinador de Programas de la Unión de Comunidades Indígenas
de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), denunció que ese proyecto de
desarrollo provocará prácticamente la desaparición de la agricultura en
la zona.
En La Venta,
ejemplificó, los aerogeneradores se instalaron en tierras donde se
obtenían anualmente alrededor de 12.000 toneladas de alimentos y hoy
solo se produce electricidad barata y limpia para una industria
cementera.
Los beneficios, "un mito"
Desde que se
instalaron los primeros aerogeneradores surgieron tensiones entre las
empresas inversionistas y los propietarios de la tierra, en su mayoría
ejidatarios y comuneros. Las principales disputas se centraron en
conflictos por las tierras y el pago por su usufructo.
Hubo además un
cambio de tenencia de la tierra colectiva a privada y se realizaron
contratos con clara desventaja para los propietarios de terrenos, ya
que les permitieron a las empresas obtener derechos sobre el uso de la
tierra durante 30 años, con posibilidad de renovarse por otros 30 más y
poder apropiarse de las ganancias generadas pagando montos muy bajos
por la renta de cada hectárea.
La historia
comenzó en 2004, cuando la asamblea comunitaria firmó un contrato de
usufructo de 1.643 hectáreas, por 30 años, con la empresa
PRENEAL-México S.A. de CV. En 2005, PRENEAL cedió los derechos a otra
empresa eólica denominada Vientos del Istmo S.A. de C.V., que
posteriormente los transfirió a la compañía Mareña Renovables S.A de
C.V.
En 2011, siete
años después de la firma de los contratos, los comuneros de San
Dionisio del mar tuvieron acceso a esos documentos y conocieron las
verdaderas cláusulas que allí se habían registrado.
Las personas
contrarias a la instalación de nuevos parques eólicos aseguran que
dichos arreglos no tienen información transparente y veraz sobre los
derechos de las y los propietarios; que muchos de ellos están con
firmas de personas fallecidas o que no figuran en el padrón ejidal; que
carecen de cláusulas de actualización de los pagos y que no se
especifica qué sucederá finalizado el contrato.
Ante esta situación, los grupos han demandado la nulidad definitiva de los convenios de arrendamiento de tierras.
Asimismo,
solicitaron la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) y, además de medidas cautelares, pidieron que se le
ordene al Estado mexicano "la suspensión inmediata de las concesiones y
permisos federales, estatales y municipales otorgados a la empresa
eólica encargada del desarrollo del proyecto".
El clima que
reina es de preocupación: temen que nuevamente les vuelvan a mentir.
Las mujeres y hombres zapotecas dicen no tener miedo, pero afirman
haber perdido la confianza. Luego de los últimos enfrentamientos, han
pedido dialogar con el gobernador del estado de Oaxaca.
Mientras
tanto, en el Congreso del Estado, el diputado local Flavio Sosa
Villavicencio pidió al gobierno estatal dialogar con las y los
indígenas zapotecas y huaves con el fin de comprender sus razones y
llamó a la sensibilidad sobre una grave injusticia que puede estar
cometiéndose en contra de ciudadanos y ciudadanas de Oaxaca. Dijo estar
a favor de las inversiones privadas en el estado, pero no apoyar la
explotación de los pueblos originarios disfrazada como "oportunidad de
negocios".
Lo cierto es
que la empresa arrienda las tierras ejidales, comunales y de pequeña
propiedad a precios irrisorios. En un contrato por usufructo de tierras
entre comuneros de Santa María del Mar y la empresa Preneal México, se
estipula que sobre 2.000 hectáreas se pagará la cantidad de 115 pesos
anuales por hectárea, o sea 9.58 dólares al mes.
Ello significa
que, anualmente, solo invierten en tierras 230.000 pesos al año, es
decir 70 centavos de dólar por hectárea, cuando se sabe que cada
turbina llega a generar 590.400 dólares anualmente, alrededor de ocho
millones de pesos mexicanos.
Son datos que
nuevamente ponen de manifiesto que los derechos de las poblaciones
originarias siguen siendo sistemáticamente vulnerados y muy
especialmente por las empresas trasnacionales.
Dispuestas a seguir diciendo NO
Las mujeres
juchitecas también se unieron a la lucha. Todas hablan de lo que les
duele y las mantiene en vela desde casi un año, aquel 21 de enero de
2012 cuando decidieron oponerse al nuevo proyecto eólico bajo la
consigna "el aire, el mar y la tierra, no están a la venta. El istmo es
nuestro y lo vamos a defender".
- Mujeres juchitecas
Una de las
pocas periodistas de la zona, Guadalupe Ríos, que decidió relatar los
acontecimientos desde el corazón del conflicto, ha expresado que en
esta lucha las mujeres istmeñas no se han quedado calladas, ratificaron
su postura de oposición al proyecto eólico de Mareña Renovables, al
tiempo que afirman no estar dispuestas a "cambiar nuestra dignidad ni
nuestra identidad por unos miserables centavos".
Otros relatos,
como el de María Santiago, Ernestina López y otras luchadoras que no
dan sus nombres, pero sí elevan su voz en lengua zapoteca, han
manifestado a la periodista que están fastidiadas.
"Ya es mucho
tiempo de estar esperando que el gobierno arregle esta situación,
estamos cansadas de que no nos hagan caso, estamos preocupadas porque
nuestros maridos no tienen trabajo, no tienen ingresos, no tenemos
comida para alimentar a nuestros hijos, los hombres no pueden ir a
pescar porque la policía los detiene; ¿a dónde nos quieren llevar?",
declaró una de las protagonistas.
Ratifican que
el Istmo es suyo y lo van a defender. Afirman que el corredor eólico se
ha levantado mediante el engaño y la mentira y sienten que se están
enfrentando a una nueva conquista porque se les está despojando de sus
tierras.
También hacen
referencia a la destrucción del tejido social y se preguntan si el bajo
rendimiento escolar de los alumnos que acuden a las escuelas próximas a
los parques eólicos tiene relación con la proximidad de los
ventiladores. Y es que el ruido afecta y estresa a todos los vecinos.
La activista
de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en
Defensa de la Tierra y el Territorio, Maribel González Pedro, precisó
que las empresas, principalmente españolas, han obligado a las
comunidades indígenas a firmar contratos violatorios de los derechos de
los pueblos Indígenas estipulados en la Constitución mexicana y el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ese documento
establece que estas comunidades deberán ser consultadas siempre que se
considere enajenar sus tierras y que se deberá impedir que "personas
extrañas puedan aprovecharse de las costumbres de esos pueblos o de su
desconocimiento de las leyes (…) para arrogarse la propiedad, posesión
o el uso de las tierras pertenecientes a ellos".
No es oro todo lo que reluce
La energía
eólica se presenta como una de las mejores alternativas para reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio
climático global, no contamina, es inagotable y evita el uso de
combustibles fósiles. Su utilización ha aumentado 25 por ciento en los
últimos cuatro años.
Sin embargo,
pese a los beneficios ambientales, aún no existe suficiente información
y conocimiento para determinar con claridad sus ventajas y desventajas
en diferentes escalas espaciales y temporales, asegura un estudio
publicado por la revista especializada DELOS, Desarrollo Local
Sostenible, elaborado por el investigador de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) Emiliano Castillo.
El artículo
señala que el uso de este recurso se caracteriza por alto grado de
incertidumbre ética y cognitiva, complejidad respecto a sus impactos y
que esto no suele mencionarse en el discurso de promoción a la energía
eólica, ya que prevalece la creencia de que la producción de este tipo
de tecnología resolverá por sí misma el problema del cambio climático.
Al referirse a
México, Castillo afirma que los beneficios reales y potenciales de la
producción de energía eólica podrían ser menores a los estimados.
Destaca que la construcción del corredor eólico del Istmo de
Tehuantepec está provocando un conflicto entre las empresas eólicas, el
gobierno mexicano y comunidades indígenas y campesinas, debido a la
generación de impactos sociales y ambientales negativos que afectan el
territorio y la calidad de vida de su población.
Los estudios
para su instalación fueron sustentados y justificados bajo la premisa
de la superioridad del conocimiento científico por encima de otras
formas de conocimiento tradicional o agrícola, asegura. Es fundamental,
dice, que la generación de energía eólica esté respaldada por una base
de legitimidad social que asegure la distribución equitativa de sus
beneficios.
No obstante,
asegura que no hay que enfocar el debate en oponerse rotundamente a la
construcción de parques eólicos, ya que se reconocen sus ventajas
ambientales, sino que lo aconsejable es desarrollar esta energía bajo
formas diferentes, que incluyan esquemas de propiedad colectiva del
recurso eólico y sistemas de energía eléctrica descentralizados,
regidos por principios de justicia social y ambiental.
Finalmente, la
investigación remarca que los impactos más importantes generados por
los parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec están ligados al
conflicto por la propiedad de la tierra; la influencia del cambio
climático; las implicaciones en el ciclo de vida de los
aerogeneradores; la afectación de suelos y aguas; la degradación visual
y generación de ruido; el daño de la vida silvestre y los perjuicios a
las telecomunicaciones.
Foto: Archivo AmecoPress.
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