2/20/2013

México: El poder del viento


Las mujeres juchitecas también se unieron a la lucha. Todas hablan de lo que les duele… cuando decidieron oponerse al nuevo proyecto eólico bajo la consigna "el aire, el mar y la tierra, no están a la venta. El istmo es nuestro y lo vamos a defender".


México, 19 feb. 13. AmecoPress/SEMlac.- No pasa un solo día en el mundo que no se oiga hablar de acontecimientos ligados a empresas trasnacionales: compras y fusiones, despidos, corrupción, enfrentamientos o contaminación.
México no escapa a esta premisa. En el istmo de Tehuantepec, la región del estado de Oaxaca con mayor presencia indígena del país, donde conviven huaves, zapotecos y zoques, más de un centenar de mujeres y hombres realizaron una protesta para impedir que la compañía multinacional Mereña Renovables construya un nuevo parque eólico en San Dionisio del Mar.
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Parque eólico en Oaxaka - Mexico
Llevan más de un año con esta lucha. Aseguran que la instalación de los parques eólicos con sus molinos de viento modernos solo les ha traído conflictos intercomunitarios, la pérdida de miles de hectáreas de cultivo y afectaciones al medio ambiente.
Unidos por la defensa de su territorio reiteraron que, aunque se les acuse de oponerse al progreso, no permitirán la entrada de la empresa hasta tanto se resuelvan los históricos litigios de tierras, despojos, violaciones a derechos humanos e intimidaciones.
Denunciaron también que el lugar en donde se quiere construir este nuevo proyecto es una zona sagrada, de una gran biodiversidad, donde hay cientos de hectáreas de manglares, selva, laguna, peces y aves.
La aspiración de la trasnacional Mereña Renovables es montar allí el parque eólico más colosal de México y uno de los más grandes de América Latina.
Unas 132 turbinas servirán, fundamentalmente, para proporcionar electricidad a las mayores empresas de bebidas de América Latina: Femsa y Cuauhtémoc Moctezuma, que se ahorrarían así 10 por ciento en sus gastos energéticos y aumentarían sus beneficios, según declaraciones de representantes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), entidad que apoya proyectos de generación de energía limpia.
Debido a su elevado potencial de vientos, el Istmo de Tehuantepec, la parte más estrecha de la República Mexicana, es el principal sitio de operación de parques eólicos en México, en particular en los municipios de Juchitán de Zaragoza, El Espinal, San Dionisio del Mar, Asunción Ixtaltepec, Unión Hidalgo, Santo Domingo Ingenio, entre otros.
Las empresas eólicas trasnacionales, junto con el apoyo del gobierno mexicano e instituciones financieras internacionales, pretenden avanzar a marcha forzada y tienen contemplada la instalación de más de 5.000 ventiladores en una extensión de 130.000 hectáreas de tierras ejidales y comunales.
Carlos Bea Torres, coordinador de Programas de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), denunció que ese proyecto de desarrollo provocará prácticamente la desaparición de la agricultura en la zona.
En La Venta, ejemplificó, los aerogeneradores se instalaron en tierras donde se obtenían anualmente alrededor de 12.000 toneladas de alimentos y hoy solo se produce electricidad barata y limpia para una industria cementera.
Los beneficios, "un mito"
Desde que se instalaron los primeros aerogeneradores surgieron tensiones entre las empresas inversionistas y los propietarios de la tierra, en su mayoría ejidatarios y comuneros. Las principales disputas se centraron en conflictos por las tierras y el pago por su usufructo.
Hubo además un cambio de tenencia de la tierra colectiva a privada y se realizaron contratos con clara desventaja para los propietarios de terrenos, ya que les permitieron a las empresas obtener derechos sobre el uso de la tierra durante 30 años, con posibilidad de renovarse por otros 30 más y poder apropiarse de las ganancias generadas pagando montos muy bajos por la renta de cada hectárea.
La historia comenzó en 2004, cuando la asamblea comunitaria firmó un contrato de usufructo de 1.643 hectáreas, por 30 años, con la empresa PRENEAL-México S.A. de CV. En 2005, PRENEAL cedió los derechos a otra empresa eólica denominada Vientos del Istmo S.A. de C.V., que posteriormente los transfirió a la compañía Mareña Renovables S.A de C.V.
En 2011, siete años después de la firma de los contratos, los comuneros de San Dionisio del mar tuvieron acceso a esos documentos y conocieron las verdaderas cláusulas que allí se habían registrado.
Las personas contrarias a la instalación de nuevos parques eólicos aseguran que dichos arreglos no tienen información transparente y veraz sobre los derechos de las y los propietarios; que muchos de ellos están con firmas de personas fallecidas o que no figuran en el padrón ejidal; que carecen de cláusulas de actualización de los pagos y que no se especifica qué sucederá finalizado el contrato.
Ante esta situación, los grupos han demandado la nulidad definitiva de los convenios de arrendamiento de tierras.
Asimismo, solicitaron la intervención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y, además de medidas cautelares, pidieron que se le ordene al Estado mexicano "la suspensión inmediata de las concesiones y permisos federales, estatales y municipales otorgados a la empresa eólica encargada del desarrollo del proyecto".
El clima que reina es de preocupación: temen que nuevamente les vuelvan a mentir. Las mujeres y hombres zapotecas dicen no tener miedo, pero afirman haber perdido la confianza. Luego de los últimos enfrentamientos, han pedido dialogar con el gobernador del estado de Oaxaca.
Mientras tanto, en el Congreso del Estado, el diputado local Flavio Sosa Villavicencio pidió al gobierno estatal dialogar con las y los indígenas zapotecas y huaves con el fin de comprender sus razones y llamó a la sensibilidad sobre una grave injusticia que puede estar cometiéndose en contra de ciudadanos y ciudadanas de Oaxaca. Dijo estar a favor de las inversiones privadas en el estado, pero no apoyar la explotación de los pueblos originarios disfrazada como "oportunidad de negocios".
Lo cierto es que la empresa arrienda las tierras ejidales, comunales y de pequeña propiedad a precios irrisorios. En un contrato por usufructo de tierras entre comuneros de Santa María del Mar y la empresa Preneal México, se estipula que sobre 2.000 hectáreas se pagará la cantidad de 115 pesos anuales por hectárea, o sea 9.58 dólares al mes.
Ello significa que, anualmente, solo invierten en tierras 230.000 pesos al año, es decir 70 centavos de dólar por hectárea, cuando se sabe que cada turbina llega a generar 590.400 dólares anualmente, alrededor de ocho millones de pesos mexicanos.
Son datos que nuevamente ponen de manifiesto que los derechos de las poblaciones originarias siguen siendo sistemáticamente vulnerados y muy especialmente por las empresas trasnacionales.
Dispuestas a seguir diciendo NO
Las mujeres juchitecas también se unieron a la lucha. Todas hablan de lo que les duele y las mantiene en vela desde casi un año, aquel 21 de enero de 2012 cuando decidieron oponerse al nuevo proyecto eólico bajo la consigna "el aire, el mar y la tierra, no están a la venta. El istmo es nuestro y lo vamos a defender".
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Mujeres juchitecas
Una de las pocas periodistas de la zona, Guadalupe Ríos, que decidió relatar los acontecimientos desde el corazón del conflicto, ha expresado que en esta lucha las mujeres istmeñas no se han quedado calladas, ratificaron su postura de oposición al proyecto eólico de Mareña Renovables, al tiempo que afirman no estar dispuestas a "cambiar nuestra dignidad ni nuestra identidad por unos miserables centavos".
Otros relatos, como el de María Santiago, Ernestina López y otras luchadoras que no dan sus nombres, pero sí elevan su voz en lengua zapoteca, han manifestado a la periodista que están fastidiadas.
"Ya es mucho tiempo de estar esperando que el gobierno arregle esta situación, estamos cansadas de que no nos hagan caso, estamos preocupadas porque nuestros maridos no tienen trabajo, no tienen ingresos, no tenemos comida para alimentar a nuestros hijos, los hombres no pueden ir a pescar porque la policía los detiene; ¿a dónde nos quieren llevar?", declaró una de las protagonistas.
Ratifican que el Istmo es suyo y lo van a defender. Afirman que el corredor eólico se ha levantado mediante el engaño y la mentira y sienten que se están enfrentando a una nueva conquista porque se les está despojando de sus tierras.
También hacen referencia a la destrucción del tejido social y se preguntan si el bajo rendimiento escolar de los alumnos que acuden a las escuelas próximas a los parques eólicos tiene relación con la proximidad de los ventiladores. Y es que el ruido afecta y estresa a todos los vecinos.
La activista de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo de Tehuantepec en Defensa de la Tierra y el Territorio, Maribel González Pedro, precisó que las empresas, principalmente españolas, han obligado a las comunidades indígenas a firmar contratos violatorios de los derechos de los pueblos Indígenas estipulados en la Constitución mexicana y el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Ese documento establece que estas comunidades deberán ser consultadas siempre que se considere enajenar sus tierras y que se deberá impedir que "personas extrañas puedan aprovecharse de las costumbres de esos pueblos o de su desconocimiento de las leyes (…) para arrogarse la propiedad, posesión o el uso de las tierras pertenecientes a ellos".
No es oro todo lo que reluce
La energía eólica se presenta como una de las mejores alternativas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causan el cambio climático global, no contamina, es inagotable y evita el uso de combustibles fósiles. Su utilización ha aumentado 25 por ciento en los últimos cuatro años.
Sin embargo, pese a los beneficios ambientales, aún no existe suficiente información y conocimiento para determinar con claridad sus ventajas y desventajas en diferentes escalas espaciales y temporales, asegura un estudio publicado por la revista especializada DELOS, Desarrollo Local Sostenible, elaborado por el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Emiliano Castillo.
El artículo señala que el uso de este recurso se caracteriza por alto grado de incertidumbre ética y cognitiva, complejidad respecto a sus impactos y que esto no suele mencionarse en el discurso de promoción a la energía eólica, ya que prevalece la creencia de que la producción de este tipo de tecnología resolverá por sí misma el problema del cambio climático.
Al referirse a México, Castillo afirma que los beneficios reales y potenciales de la producción de energía eólica podrían ser menores a los estimados. Destaca que la construcción del corredor eólico del Istmo de Tehuantepec está provocando un conflicto entre las empresas eólicas, el gobierno mexicano y comunidades indígenas y campesinas, debido a la generación de impactos sociales y ambientales negativos que afectan el territorio y la calidad de vida de su población.
Los estudios para su instalación fueron sustentados y justificados bajo la premisa de la superioridad del conocimiento científico por encima de otras formas de conocimiento tradicional o agrícola, asegura. Es fundamental, dice, que la generación de energía eólica esté respaldada por una base de legitimidad social que asegure la distribución equitativa de sus beneficios.
No obstante, asegura que no hay que enfocar el debate en oponerse rotundamente a la construcción de parques eólicos, ya que se reconocen sus ventajas ambientales, sino que lo aconsejable es desarrollar esta energía bajo formas diferentes, que incluyan esquemas de propiedad colectiva del recurso eólico y sistemas de energía eléctrica descentralizados, regidos por principios de justicia social y ambiental.
Finalmente, la investigación remarca que los impactos más importantes generados por los parques eólicos en el Istmo de Tehuantepec están ligados al conflicto por la propiedad de la tierra; la influencia del cambio climático; las implicaciones en el ciclo de vida de los aerogeneradores; la afectación de suelos y aguas; la degradación visual y generación de ruido; el daño de la vida silvestre y los perjuicios a las telecomunicaciones.
Foto: Archivo AmecoPress. 

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