6/24/2023

Sí, llegó el tiempo de las mujeres


Es verdad que los actuales son tiempos de las mujeres, que influyen en forma determinante en la vida social y política del país, aún cuando todavía prevalecen muchos de los prejuicios que estaban vivos en el debate que fue preámbulo de las reformas legales de 1953 a los artículos 34 y 115 de la Constitución General de la República.

Pedro Mellado Rodríguez

Más allá de una simple arenga, de un promocional de campaña, de un eslogan de propaganda político electoral, tuvieron que transcurrir 70 años, desde la fecha en que fue reconocido jurídicamente el voto de las mujeres en México, para que verdaderamente una de ellas esté en posibilidades de aspirar a la Presidencia de la República.

Es verdad que los actuales son tiempos de las mujeres, que influyen en forma determinante en la vida social y política del país, aún cuando todavía prevalecen muchos de los prejuicios que estaban vivos en el debate que fue preámbulo de las reformas legales de 1953 a los artículos 34 y 115 de la Constitución General de la República.

Nadie podría negar que la fuerza de las mujeres es real y podría ser definitoria en los comicios presidenciales del domingo 2 de junio del 2024.

Es relevante el dato que aporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, conocido como Inegi, con respecto a la importancia y fuerza de las mujeres en México. 

Habla el Inegi de las personas que son referencia en los hogares: “Es la persona reconocida por los demás habitantes de la vivienda como jefa o jefe”. La información del Censo de Población y Vivienda 2020, muestra que, a nivel nacional en 33 de cada 100 hogares, las mujeres son reconocidas como jefas de la vivienda, esto significa que en 11 millones 474 mil hogares, las mujeres son una presencia poderosa. Este porcentaje aumentó entre los censos generales de población 2010 y 2020, pues pasó de 25 a 33 millones de mujeres jefas de familia.

El avance de las mujeres en la conquista de sus derechos políticos ha sido frenado por los prejuicios, la discriminación, el machismo y la misoginia.

La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres describe el machismo como “ciertas conductas, comportamientos y creencias que promueven, reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. Se construye a través de la polarización de los roles y estereotipos que definen lo masculino de lo femenino. Su principal característica es la degradación de lo femenino; su mayor forma de expresión, la violencia en cualquiera de sus tipos y modalidades en contra de las mujeres”.

Cataloga algunas conductas machistas: alejamiento del cuidado de los hijos e hijas; no involucrarse en las labores del hogar, excepto para dictar normas y ejercer castigos; mantener una postura vertical en las relaciones familiares; no permitirse expresar sus emociones y sentimientos.

En tanto que la misoginia es considerada un sentimiento irracional de desprecio hacia las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, que atribuye rasgos de inferioridad a las mujeres, que asocia todo lo femenino con una actitud pasiva, subordinada, secundaria, de sometimiento a la voluntad del varón, en todos los campos de la actividad social, laboral, académica o profesional, que suele derivar en violencia sexual y de género. 

En un estudio denominado “Democracia y género. Historia del debate público en torno al sufragio femenino en México”, de la colección Cuadernos de Divulgación de la Cultura Democrática, editado por el Instituto Nacional Electoral en 2019, la doctora en historia por la Universidad Nacional Autónoma de México, Gabriela Cano Ortega, refiere el clima social y político en el cual se estableció en México, en el año de 1953, el derecho de las mujeres a votar y ser votadas, mediante reformas a los artículos 34 y 115 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que está vigente desde 1917. 

Fueron seis renglones que cambiaron la historia y se publicaron en el Diario Oficial de la Federación el sábado 17 de octubre de 1953: “Artículo 34.- Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: I.- Haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no lo son, y II.- Tener un modo honesto de vivir”. Era Presidente de la República Adolfo Ruiz Cortínez y Secretario de Gobernación Ángel Carvajal.  

Señala la doctora Gabriela Cano Ortega que “fue una reforma tardía en comparación con otros países de América Latina que implantaron el sufragio femenino en los años previos o posteriores a la Segunda Guerra Mundial: Brasil, en 1932; Argentina, en 1947, y Chile, en 1949. En México, el sufragio femenino se otorgó en 1947, sólo en el ámbito municipal. El poder del municipio era limitado en un país presidencialista y las elecciones municipales eran las de menor trascendencia”.

Considera la investigadora de la UNAM que “la participación política de las mujeres –como votantes, candidatas, regidoras, diputadas– tocaba fibras sensibles de la sociedad porque ponía en tela de juicio el modelo liberal de la separación de las esferas pública y privada: el mundo público del ciudadano era considerado un ámbito masculino, y la esfera privada era vista como el ámbito femenino por excelencia. La separación de los espacios masculino y femenino entrañaba una relación de poder: la dedicación a lo doméstico, al cuidado de la familia y a las labores del hogar iba de la mano de la subordinación de las mujeres a sus maridos, padres y hermanos”. 

“Los opositores al sufragio femenino consideraban que adquirir los derechos de ciudadanía llevaría a las mujeres a descuidar el hogar, dejando a su familia en el abandono. El argumento antisufragista relacionaba el desorden social, la inestabilidad en el hogar y la pérdida de la autoridad masculina en la familia. Esos temores no eran nuevos: habían salido a relucir desde principios del siglo XX, a propósito del ingreso de las mujeres a la educación intelectual y a las profesiones liberales, y resurgieron en el México revolucionario con nuevos bríos”, agrega la historiadora.

Explica la doctora Cano Ortega: “Pero el argumento más poderoso y perdurable en contra del voto femenino fue de carácter político: se asentaba en el prejuicio de que las mujeres mexicanas eran más susceptibles que los hombres de caer bajo la influencia de la iglesia católica. Si llegaban a votar, las mujeres utilizarían su voto para favorecer los intereses del clero y del conservadurismo”. 

“El sufragio femenino –de acuerdo con esa preconcepción– tenía el potencial de poner en riesgo no sólo la separación entre la Iglesia y el Estado, sino también el orden republicano liberal, la reforma agraria y los derechos laborales establecidos en la Constitución de 1917. La carta constitucional había profundizado el carácter laico del Estado, prohibió la participación del clero en la educación básica y en la vida política en general. La élite en el poder temía que la inconformidad de la Iglesia llevara a los sacerdotes a usar su influencia espiritual para movilizar a la población, en especial a las mujeres, en contra del Gobierno”, advierte la historiadora de la UNAM.

Rumbo a las elecciones presidenciales del 2024 hay varias mujeres, de fuerte personalidad, apuntadas para buscar la postulación de sus partidos o de las coaliciones que pudieran formarse para los comicios del domingo 2 de junio del año próximo. Claudia Sheinbaum, de Morena, exjefa de Gobierno de la Ciudad de México, tiene el perfil más consolidado rumbo a la candidatura presidencial. En la oposición que integran PAN-PRI-PRD hay dos panistas perfiladas: la Senadora autodeclarada de extrema derecha, María Lilly del Carmen Téllez García y en la misma corriente se inscribe la también senadora Xóchil Gálvez Ruiz.

Con menos posibilidades, pero sin renunciar aún a su esperanza de ser postuladas por la coalición opositora están las senadoras priistas Claudia Ruiz Massieu Salinas y Beatriz Elena Paredes Rangel.

¿Quién tendría mayores posibilidades de éxito? Eso tendrán que decidirlo, primero, los simpatizantes de su partido o coalición, en el momento en que decidan postularlas, y segundo, el pueblo en general, si alguna o algunas de ellas están en la boleta electoral el año próximo.

Hay un dato que respalda el optimismo de estas mujeres: la más reciente Lista Nominal de Electores actualizada por el Instituto Nacional Electoral el viernes 16 de junio del 2023, tiene inscritos 45 millones 927 mil hombres y 49 millones 709 mil mujeres. La diferencia en favor de las mujeres es de tres millones 782 mil votos potenciales. Suficiente diferencia para definir una contienda. Sí, si las mujeres lo deciden, habrán llegado, en plenitud, tiempos muy venturosos para ellas en la historia del país.

Pedro Mellado Rodríguez

Periodista que durante más de cuatro décadas ha sido un acucioso y crítico observador de la vida pública en el país. Ha cubierto todas las fuentes informativas y ha desempeñado todas las responsabilidades posibles en medios de comunicación. Su columna Puntos y Contrapuntos se ha publicado desde hace más de tres décadas, en periódicos como El Occidental, Siglo 21 y Mural, en Guadalajara, Jalisco. Es profesor de periodismo en el ITESO, la Universidad jesuita de Guadalajara.

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