Gabriela Rodríguez
Si un joven o un hombre mayor está leyendo estas líneas es muy probable que no se identifique como macho, y que tampoco lo sea. Porque los hombres prepotentes esquivan el término y no están dispuestos a reflexionar al respecto. Diría que tampoco las mujeres prepotentes, porque el machismo es un rasgo cultural que reproducen los hombres y las mujeres.
Quienes siguen leyendo y llegaron a este segundo párrafo son personas que repudian el machismo, gente que quisiera erradicarlo. No parece tarea fácil, se trata de relaciones de poder verticales y de un conjunto de creencias que minimizan y desprecian lo femenino y que están enraizadas en la historia. Ideas que la cultura nos introyecta desde que nacemos: en las instituciones y en los espacios públicos y privados se procura que ellos dominen las posiciones de poder, se espera que sean activos, agresivos y heterosexuales, que sean más fuertes, ambiciosos y deseantes que las mujeres.
En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) nadie es más macho que los porros. Ellos encarnan el machismo, el orgullo viril de agredir, sólo hay que ver los videos de la trifulca del 3 de septiembre en la explanada de Ciudad Universitaria. Los desplantes corporales de los agresores parecen querer lucirse ante las cámaras, portan palos con la arrogancia del guerrero que presenta su sable, corrigen posición erguida antes de aventar una bomba molotov, recurren a la camiseta de pumas no sólo por identidad, sino para exhibir grandes colmillos mientras patean con todo a quien yace sobre el piso, casi echan espuma por la boca. Como dice Oscar Lewis, el macho quiere mostrarse grande y poderoso porque teme que descubran que tiene miedo, se siente ninguneado: hay alguien que lo manda, que le paga por hacerlo, algún poderoso caballero con dinero y con poder.
En vez de una venganza agresiva y viril, la respuesta de la comunidad estudiantil fue antimachista y más, ha sido femenina: optan por la manifestación pacífica y la organización. Las y los estudiantes convocan a asambleas, deliberan y construyen pliegos petitorios de manera colectiva. Exigen seguridad y alto a la violencia ¡Fuera porros! A la asamblea del CCH Azcapotzalco asistieron más de 500 alumnos, profesores y padres de familia y se llevó a cabo en un orden ejemplar, mostrando actitudes de atención y respeto. Entre los puntos de su pliego destaca la solución a los problemas de acoso e inseguridad contra los miembros de la comunidad universitaria, pero también les preocupa la calidad educativa, la correcta asignación de docentes a cada asignatura, acorde con el número de grupos y salones. Muchos de los y las jóvenes estudiantes han llegado al nivel medio superior después de grandes sacrificios personales y de la familia, no están ahí para desperdiciar la oportunidad de movilidad social.
Los feminicidios de estudiantes universitarias forman parte de las causas de movilización de los CCH. El conjunto de planteles está organizándose, en Azcapotzalco se prepara un homenaje a la compañera Miranda Mendoza Flores, la estudiante del plantel Oriente que fue asesinada y calcinada el 20 de agosto, exigen esclarecer el crimen y castigar a los responsables. Saben que es una más de las cifras de feminicidio que ocurren diariamente en el país, y parte de la naturalización que busca deslindar de responsabilidad al Estado. El cruel asesinato de mujeres y niñas cobra un perfil inédito ante el crecimiento del crimen organizado y la corrupción de autoridades, hoy se acompaña de secuestro, tortura, violación y disposición del cadáver.
El nuevo gobierno está ante un gran desafío y una gran oportunidad, con gran acierto ha colocado a la juventud en el centro de la Cuarta Transformación del país, para poder pacificarlo hay que sumar la visión del estudiantado y apoyar un gran cambio cultural, que busque erradicar el machismo.
Twitter: Gabrielarodr108
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