Gustavo Esteva
Mal comienza la semana cuando te ahorcan el lunes. O bien, te dan opción: te pueden ahorcar el lunes o el viernes. Elige.
La consulta vinculatoria relacionada con la construcción del Nuevo
Aeropuerto de Ciudad de México puede ser la primera de las grandes
decisiones del nuevo gobierno. Empezó a gobernar desde el primero de
julio, al acentuarse la deserción de las funciones de gobierno de la
actual administración, la cual empezó mucho antes. Pero esta sería una
de sus primeras decisiones importantes. Tal como está planteada, es una
pésima forma de empezar la gestión.
Raúl Zibechi puso correctamente en perspectiva consultas y plebiscitos (La Jornada,
31/8/18). Se han puesto de moda y pueden ser instrumentos útiles de
lucha, dentro del marco muy limitado de la democracia de representación,
pero también están llenos de riesgos. Crean la ilusión de que la gente
toma en sus manos decisiones importantes de gobierno, cuando sólo baila
al son que otros tocan. Todo depende de qué se consulta y la manera en
que se hace, lo cual depende del gobierno.
California y Suiza usan más que nadie el procedimiento. La
experiencia es ambigua. Parece útil la consulta que permitió a los
suizos limitar los salarios de los directivos de corporaciones, pero ya
sólo 40 por ciento de ellos responde a lo que se les consulta. Votantes
de California también están hartos. En noviembre de 2016 tuvieron que
contestar más de 30 preguntas sobre asuntos locales, regionales y
estatales. Quienes lo hicieron responsablemente desde sus casas, al
votar por correo, tuvieron que dedicar varias horas al asunto. En muchos
casos no sabían qué pensar; tenían que
decidirsobre algo que no conocían, por lo que reaccionaban en forma emocional, no por argumentos bien fundamentados. Sienten ahora que las consultas les exigen hacer las tareas técnicas para las que eligieron a un funcionario.
Debemos discutir seriamente el valor de la consulta vinculatoria. Los
pueblos originarios deben ser consultados en todo lo que los afecta,
particularmente cuando están en juego sus territorios. Lo importante en
ese caso es cuidar las condiciones en que se realiza la consulta. Hay
otros casos en que la consulta puede ser útil. Pero el instrumento debe
usarse con cuidado. Puede ser no sólo inútil, sino contraproducente.
No es sensato someter a consulta nacional la decisión sobre la
ubicación del aeropuerto; será imposible que toda la gente pueda tener
acceso a la información que permita comparar adecuadamente el proyecto
en curso con la ubicación en Santa Lucía. Tendría sentido que todas y
todos los mexicanos participaran en esta consulta si se les planteara en
términos que correspondieran a sus intereses e información, como los
que acaba de plantear el próximo titular de la Secretaría de
Comunicaciones y Transportes. Tendrían que decidir si deben dedicarse
considerables recursos públicos
al aeropuerto más fantástico, grande y caprichoso del mundoo a obras necesarias,
como escuelas y hospitales( La Jornada, 7/9/18).
Para que la gente se pronuncie con información apropiada, debería
quedar claro en la consulta que el nuevo aeropuerto tendría un efecto
devastador en el suelo, el agua y el aire de Ciudad de México, tanto por
la construcción misma como por el aumento continuo en el tráfico aéreo,
altamente contaminante. También debería estar claro que se afectarían
gravemente los territorios y las condiciones de vida de muchas
comunidades de la zona. Que la vida de todos los habitantes del área
metropolitana sería negativamente afectada. Por todo eso, la consulta
debe abrir la posibilidad de decir que no.
Lo más importante sería presentar con claridad las opciones. Todo
mundo puede entender que en vez de seguir concentrando el tráfico aéreo
en Ciudad de México hay que sacarlo de ahí. Es posible compartir
información que muestre cuán fácil y barato sería hacerlo, si contaran
más los intereses de la gente que los de las corporaciones. Carece de
sentido que deban pasar por la capital de México quienes vuelan de una
ciudad a otra en el país, que por ejemplo deban pasar por ella quienes
viajan de Oaxaca a Tuxtla. Es irracional que se tenga subutilizado el
sistema metropolitano aeroportuario, que enlaza los aeropuertos de
Cuernavaca, Puebla, Querétaro y Toluca con el capitalino, cuyo
aprovechamiento podría reducir por lo menos la quinta parte de los
vuelos actuales a éste. Para decidir, la gente debería saber que frente a
los ingenieros y las corporaciones que se pronuncian en favor del
proyecto en curso, muchos otros especialistas lo critican con sólidas
bases. También debería saber que menos de 2 por ciento de la población
de México usa transporte aéreo.
El nuevo gobierno necesita pensar de nuevo lo que ha propuesto. Es
muy mala manera de empezar una aventura que se pretende democrática
hacerlo con un ejercicio engañoso y ciegamente autoritario. Si ha
decidido ya someter la decisión a consulta, tiene que repensar sus
términos.
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