Prostitución & Debate
Rosa Hermoso es la funcionaria que puso en marcha en 1989 el primer
centro institucional del mundo de atención a mujeres prostitutas /Foto: Raúl Solís
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Entrevista
a la psicóloga Rosa Hermoso experta en prostitución que puso en marcha
en 1989 el primer centro institucional de España de atención a mujeres
prostitutas dependiente del Ayuntamiento de Sevilla (y uno de los
primeros del mundo).
La andaluza, de ideología abolicionista, afirma que la prostitución destruye psicológica y físicamente a las mujeres |
"Un Estado democrático no puede ser un Estado proxeneta que cobre impuestos porque las mujeres vendan sus cuerpos"
"Sevilla es una referencia mundial en la abolición de la prostitución"
Rosa Hermoso (San Fernando, Cádiz, 1960) en
1989 era una joven psicóloga de 29 años que acababa de aprobar las
oposiciones para trabajar en el Ayuntamiento de Sevilla. Nada más
entrar, la destinaron a un lugar donde no quería ir nadie, a dirigir un
centro recién creado por el alcalde socialista Manuel del Valle
que no tenía recursos y que sólo contaba con una trabajadora social,
una educadora y una conserje en la puerta de una de las zonas más
degradadas entonces de la capital andaluza. En la calle Leonor Dávalos
de la Alameda de Hércules, antiguo enclave de la prostitución en la
capital andaluza, la ternura de esta feminista locuaz y combativa
levantó el primer centro institucional de España (y uno de los primeros
del mundo) de asistencia a las mujeres prostitutas, de ideología
abolicionista, y situó a Andalucía en la vanguardia en lucha contra la
esclavitud sexual.
La violencia extrema, la heroína, el sida, la llegada de
las primeras extranjeras víctimas de trata, la pobreza de la que se
nutre la industria del sexo, la sordidez de los prostíbulos donde las
mujeres vivían hacinadas, entre malos olores y en condiciones de miseria
y el recuerdo de las prostitutas que se le murieron en sus brazos le
cortan el aliento y le provocan el llanto a esta andaluza menuda que es
un referente clave del abolicionismo español. Ella ha rescatado a
cientos de mujeres de la prostitución y las ha recuperado psicológica y
físicamente para una vida sin violencia, sin chulos, sin proxenetas, sin
prostíbulos y sin precio.
¿Estamos hablando del comienzo de la trata de mujeres para la explotación sexual?
Sí, pero en esos momentos no se hablaba de trata, era todo
prostitución. La palabra trata ni siquiera la usábamos porque no
sabíamos ni que existía. El lenguaje ha cambiado mucho en estos años. No
éramos conscientes de que fueran víctimas de trata, ni ellas tampoco lo
decían. Justo en ese momento es cuando empieza a entrar mucha droga en
la prostitución. A las mujeres las empezaron a drogar cuando ellas nunca
habían tomado droga; empezaron a pincharles heroína cuando nunca lo
habían hecho. Muchas de ellas mueren de sida o por sobredosis. En la
Alameda hubo muchas muertes de sida. Lo que en un principio fue
explotación sexual ‘controlada’, se convirtió en un boom que nos
desbordó y al que tuvimos que adaptarnos.
¿Por dónde empezáis a trabajar sin apenas presupuesto, sin experiencia y sin otros experiencias institucionales de referencia?
Lo primero que hicimos fue crear un díptico para decir quiénes éramos,
qué ofrecíamos y dónde estábamos. Los repartíamos por la calle a las
mujeres y no nos hacían ni caso. Al principio tenían mucha desconfianza
porque éramos el primer centro institucional del mundo de atención a las
mujeres prostituidas y pensaban que íbamos a avisar a la policía.
Nosotras trabajamos incluso por las noches, íbamos de dos en dos, entrábamos en los prostíbulos, contactamos con todas las madames porque
jamás denunciamos nada ni cuestionamos lo que hacían. Ofertábamos ayuda
a las mujeres y en ese trabajo de atención social y psicológica
podíamos conocer sus historias. Otra de las cosas que funcionó muy bien
fue poner un recipiente de preservativos en la puerta. Muchas venían a
recogerlos y de paso nos conocían. Con tesón, pudimos ganarnos la
confianza de las usuarias y ser un recurso de referencia para todas
ellas y otros lugares del mundo se fijaron en nosotras y nos invitaban
para asesorarles y poner en marcha centros similares.
¿Cómo eran los prostíbulos?
Olían fatal, dormían hacinadas, comían mal y había todo un negocio
inmenso a su alrededor. Compraban fiado en tiendecitas y luego les
cobraban más de lo que debían. Había algún médico privado impresentable
que les cobraba un dineral por decirles si tenían sida o no. Todo ese
mundo de personas que les rodeaban las fuimos eliminando ofreciéndoles
recursos gratuitos y asesoramiento que ellas necesitaban. Incluso les
cobraban hasta por tramitar pensiones no contributivas a las más mayores
o por sacarles el DNI a sus hijos.
Vuestra llegada a la zona provocaría oposición en quienes se enriquecían a costa de las prostitutas, ¿no?
Claro. Éramos muy criticadas. A mí me llamaban la señora de la ley
seca, porque decían que yo era como la época en la que prohibieron el
alcohol. Contactamos con el grupo policial que había entonces en la
Alameda, que luego resultó ser el Grupo 7, para que nos protegieran y
garantizaran la seguridad, la de las mujeres que denunciaban o a
nosotras cuando denunciábamos a través de ellas. La verdad es que nunca
tuvimos mayores problemas.
¿En qué estado acudían las mujeres al centro?
Estaban muy deterioradas. Muchas estaban enfermas de VIH, sífilis y de
otras infecciones de transmisión sexual. Había una que decía que ella
lavaba los preservativos y los volvía a usar con otros clientes.
Imagínate el riesgo. Esa señora terminó enferma de sida. Las historias
de vida de casi todas ellas eran terribles. Son historias de abandono,
abusos sexuales, violencia, pobreza severa, mujeres violadas. Mujeres
que eran agredidas por sus clientes, casi todas con
cicatrices denavajazos. Eso es lo que era la Alameda de Hércules en los
90, un sitio sórdido, con poca luz, inhóspito. Yo he visto rodar a
mujeres y por encima pasarle un barril de cerveza que le tiraban los
chulos o los clientes.
¿Qué recursos ofrecía el centro para atender a las mujeres prostitutas?
Aparte de la terapia psicológica, tanto colectiva como individual,
creamos un espacio de encuentro, tres días a la semana donde nos
sentábamos con ellas a merendar. Nos contaban sus experiencias y así
íbamos rompiendo la desconfianza. También creamos una cadena de
producción textil, llamado proyecto lunares, un curso de formación en el
que ellas cobraban del Ayuntamiento de Sevilla. La gran mayoría de
ellas salió de la prostitución. Lo importante no era que fueran
costureras, sino que se diesen cuenta de que valían y merecían otra cosa
en sus vidas. Se habla muy poco de la anulación psicológica en la
prostitución y es brutal.
¿Cuáles son los efectos psicológicos que sufren las mujeres en situación de prostitución?
El deterioro es tan grave que hablamos de muerte psicológica. Tienen
una dualidad. Lo que ellas sienten y lo que tienen que manifestar que
sienten. Sufren un estrés continuo. Cuando están con un putero tienen
que hacer un esfuerzo por anular sus deseos, su placer. No tienen nunca
placer y eso las va destruyendo psicológicamente. Yo he visto a muchas
mujeres con psicosis, histeria, brotes psicóticos. Ella sufren malos
tratos, violaciones, desprecios y además están instaladas en que son
putas. La sociedad las divide en las putas y las honradas y eso las
anula para la vida civil y las mata psicológicamente.
¿ Y no cree que para evitar eso sería deseable la regulación de la prostitución para luchar contra el estigma?
La legalización o regulación de la prostitución supone legalizar la
destrucción física y psicológica de las mujeres; supone que el 50%, que
somos las mujeres, tengamos un precio. Eso no ayuda. ¿Qué plan de
prevención de riesgos laborales aplicas tú en el ejercicio de la
prostitución cuando las mujeres están obligadas a no usar preservativo
si el cliente no quiere? Si el cliente quiere defecar sobre ellas, ellas
tienen que tragarlo; si el cliente quiere que le penetre un perro, si
el cliente les pega, ellas tienen que soportarlo. ¿Qué plan de
prevención de riesgos laborales aplicaríamos en la prostitución?
¿No sería posible humanizar los prostíbulos?
No. La barbarie hay que abolirla porque es imposible humanizarla. Los
puteros y proxenetas sólo se preocupan de las mujeres cuando están
muertas, para enterrarlas y que no les huela el cadáver en el
prostíbulo. A nosotras nos han aparecido mujeres muertas en descampados y
decían que era por sobredosis cuando en realidad era por violencia
ejercida por los puteros y proxenetas. El índice de mortalidad de
mujeres prostituidas es muchísimo más alto que en mujeres que no están
en situación de prostitución; el índice de mujeres enfermas mentales es
muchísimo más alto; los brotes psicóticos y la depresión donde más se da
es en el ámbito de la prostitución. De día les dan cocaína para que
estén alerta, de noche les dan porros para que se duerman. La
prostitución invalida psicológicamente a las mujeres.
¿Cómo os afectaba a las profesionales esta realidad tan dura?
Éramos tres mujeres, no teníamos ni treinta años, y para nosotras
supuso un terremoto. Yo, que soy muy charlatana, llegaba a mi casa y no
hablaba. Me ahogaba ver el horror, la miseria. Todavía lloro cuando me
acuerdo porque se nos murieron muchas allí delante. La violencia más
brutal, algo de lo que no se habla mucho, yo la he visto en mujeres
transexuales. He visto horrores, mujeres sangrando que nos esperaban en
la puerta del centro a que abriéramos. Me acuerdo todos los días de
aquellas escenas y muchas noches me quitan el sueño.
¿Qué ha aportado a la sociedad el Centro Leonor Dávalos?
Nuestro centro se convirtió en un laboratorio porque, dada la
experiencia, la cantidad de información y de historias de vida que nos
llegaron, fuimos construyendo cómo era el fenómeno de la prostitución,
cómo destruía a las mujeres, cómo las dejaba enfermas y psicológicamente
muertas y la necesidad de tomar medidas. Si no hubiera existido ese
centro, el movimiento abolicionista hoy no estaríamos donde estamos.
¿Qué medidas necesita tomar España para acabar con la explotación sexual?
La explotación sexual no va a terminar nunca hasta que los gobiernos no
se lo tomen en serio, como una razón de Estado. Es una cuestión de
género, que nos afecta a las mujeres. Un Estado democrático no puede ser
un Estado proxeneta que cobre impuestos porque las mujeres vendan sus
cuerpos.
¿Es posible abolir la prostitución en España?
Es posible como lo fue en Suecia. Nosotras tenemos un encuentro cada
año con los suecos en su embajada en Madrid y no dan crédito de que en
España no estemos haciendo nada. Después de abolir la prostitución en
Suecia, sólo hay cinco mujeres prostituidas por cada millón de personas.
Si lo ha hecho Francia, ¿cómo no va a ser posible aquí? España es un
país democrático, progresista, donde ahora gobierna la izquierda. La
izquierda no puede tolerar que el capitalismo, que está aliado con la
industria del sexo, se enriquezca con el cuerpo de las mujeres.
Pero en la izquierda no hay consenso…
No hay consenso porque hay una falsa interpretación en este tema.
Hablan de la libertad, cuando la libertad en la industria del sexo sólo
la disfrutan los proxenetas, que son libres para explotar. Lo que los
proxenetas quieren es ser bendecidos por los gobiernos para ser tratados
como empresarios. ¿Cómo puede Ada Colau, que se dice de izquierdas y
defensora de los derechos humanos, subvencionar cursos de formación a
mujeres novatas en la prostitución? Es decir, a mujeres que aún no se
han iniciado. En lugar de hacer políticas de prevención, la alcaldesa de
Barcelona está empujando a las mujeres a la prostitución. Yo no
entiendo a esa izquierda que se llama anticapitalista y que está a favor
de la prostitución. Pero si es el capital el que se enriquece con el
cuerpo de las mujeres, si es el capital el que es dueño de los clubes de
alternes.
¿Dónde está el movimiento abolicionista?
A punto de abolir la prostitución, ganando espacios mediáticos que
antes se nos negaban, convenciendo cada día a más personas y demostrando
que la trata de mujeres para la explotación sexual existe porque no hay
suficientes mujeres para abastecer la demanda de los prostíbulos.
¿Por dónde empezaría usted a abolir la prostitución?
En esta guerrilla tienen que existir las teóricas, que son
fundamentales, la prevención y la línea de recursos tiene que ser vital.
Tiene que haber un plan integral contra la prostitución a nivel estatal
y ahí debe existir una partida presupuestaria destinada a la creación
de recursos de empleo y de reconstrucción personal. A estas mujeres tú
no les puedes decir: ¡Mira, mañana te voy a dar un trabajo! No, tú
primero las tienes que reconstruir porque están destrozadas. Hay que
incluirlas en la sociedad.
Los colectivos pro-prostitución critican con mucha dureza las políticas abolicionistas del Ayuntamiento de Sevilla
A mí eso me alegra profundamente. Eso es señal de que nosotras hemos
hecho algo. Es un orgullo. Efectivamente, Sevilla está ocupada por una
ideología abolicionista porque el Ayuntamiento de Sevilla, en 1989,
apostó por esto y lo ha mantenido. Todos los partidos que han gobernado
la ciudad (PSOE, PP y Partido Andalucista) han mantenido este compromiso
de apoyo a las mujeres y a mí eso me hace sentirme muy orgullosa de mi
ciudad. Es un orgullo que Sevilla sea una referencia mundial en la
abolición de la prostitución y en la inclusión de las mujeres
prostituidas.
Otra crítica de
los colectivos pro-prostitución o regulacionistas es que el discurso
abolicionista estigmatiza a las prostitutas
Nosotras no estigmatizamos a las prostitutas, al contrario.
Estigmatizamos a los puteros y a los proxenetas. Nunca hemos ido contra
ellas. Las ordenanzas municipales del Ayuntamiento de Sevilla, que
fuimos nosotras quienes redactamos el primer borrador desde el Centro
Leonor Dávalos, en ningún caso multan o criminalizan a las mujeres.
Nosotras consideramos víctimas a las mujeres, mientras los puteros las
tratan como objetos que producen dinero. Las ordenanzas de Sevilla
persiguen a los puteros y proxenetas, en ningún caso a las mujeres en
situación de prostitución.
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