Esta ilusión de un cambio en la forma de hacer política y en las
acciones de gobierno estaría en riesgo si el gobierno del tabasqueño y
su partido, Morena –mayoritario en el Congreso de la Unión–, no cumplen
con las expectativas que crearon en la campaña aprovechando el enorme
descrédito de sus adversarios.
Como nunca antes en la historia política nacional, hay expectación
por la llegada de un presidente de la república como López Obrador. Las
filas de personas y agrupaciones afuera de sus oficinas provisionales en
la colonia Roma, pidiendo ayuda o demandando que sean escuchadas, son
muestra clara de la esperanza de millones de mexicanos desatendidos o
marginados de las políticas gubernamentales.
Pero, así como es tan alto el anhelo social de un cambio en las
políticas del gobierno y en los resultados, de ese mismo tamaño son las
críticas que ya se expresan hacia López Obrador y Morena, muchas de
ellas estridentes, por contradicciones entre las promesas de campaña y
la concretización de las mismas.
El reto de López Obrador y de Morena es enorme porque tiene detrás de
si dos grandes fracasos que han generado el enojo ciudadano y la
decepción ante los partidos, autoridades e instituciones de gobierno: la
supuesta transición a la democracia que nunca realizaron los panistas
Vicente Fox y Felipe Calderón, y la modernización prometida por el
priista Enrique Peña Nieto con sus reformas estructurales.
La calidad de vida y de bienestar social se han deteriorado en los
últimos tres sexenios hasta llegar a niveles peligrosos para la salud
pública. El fracaso del combate a la pobreza, la violencia generada por
la guerra contra el narcotráfico, la tragedia de los miles de
desaparecidos, la inseguridad, el desempleo, la corrupción y la
impunidad, han generado un rompimiento del tejido social que tardará
varias generaciones en rehacerse si es que hay gobiernos que se ocupen
de ello.
La carga de expectativas para López Obrador es enorme y los ojos de
sus principales críticos ya están atentos desde ahora en cualquier falla
que cometa, para magnificarla hasta lo irracional, como esa expresión
muy tabasqueña de “corazoncito” que le hizo a una reportera y que es el
ejemplo más claro del nivel de cuestionamientos que le harán al futuro
presidente de México y a los integrantes de su gobierno.
Las elecciones intermedias de 2021, en las que se renovará la
integración de la Cámara de Diputados, será un referéndum para el
gobierno de López Obrador y Morena. Si no cumple un mínimo de las
expectativas depositadas, la desilusión se pronunciará una vez más en
las urnas.
Por cierto… a pesar de los yerros de López Obrador y
de los morenistas, la confianza de que habrán de actuar con rectitud y
honestidad se mantiene en un buen porcentaje de la población. Si cometen
algún error en este sentido, la confianza se desmoronará y el gobierno
de la “honestidad valiente” recibirá de la ciudadanía un enorme castigo
que los partidos opositores habrán de capitalizar. A eso le apuestan.
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