Graue: rectoría precaria
Reunión con AMLO
¿Factores externos?
Rusia y el Vaticano
Si no fuera signo de debilidad, cuando menos sería de precariedad: el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Graue Wiechers, se reúne hoy con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, para hablar de un tema sus- tancialmente político, como es la necesidad de mantener estabilidad en la más importante casa pública de estudios, rumbo a la toma de protesta presidencial a la que desde distintos flancos se somete a amagos y presiones.
En dos ocasiones el rector ha estado con el tabasqueño en este tramo en el que aún no toma posesión pero ya actúa en términos de poder de facto. No se había cumplido una semana de la elección del primero de julio y ya se había producido el primer encuentro formal, cara a cara (el 7 de julio). Luego, en agosto, hubo una primera sesión con rectores de diversas universidades públicas, incluyendo a la UNAM, pero sin la asistencia de Graue, sino de un representante, para hablar de la inversión pública en ciencia y tecnología (con malos resultados para las aspiraciones de las universidades públicas, pues AMLO a lo más que se comprometió fue a mantener el presupuesto en sus términos actuales, sin agregados) y, días después, en el Palacio de Minería, encuentro ya encabezado por Graue, para presentar al futuro presidente la propuesta propia de agenda nacional de ciencia, tecnología e innovación.
Pero el motivo de la cita programada para hoy en la colonia Roma va más allá de los naturales y necesarios protocolos de entendimiento, sobre todo para fines presupuestales, entre un Presidente de la República (electo o en funciones) y el máximo funcionario de la UNAM.
El tema convocante se refiere a la inquietud, movilización y organización de protestas que generó la extraña aparición de un grupo violento (porros, se les llama genéricamente a esos peculiares personajes) que arremetió contra alumnos del Colegio de Ciencias y Humanidades, unidad Azcapotzalco, que se encontraban frente a las oficinas del citado Graue en demanda de atención que, de no haber sido por la violenta agresión de los porros, probablemente se habría sumado a la larga lista de movilizaciones y exigencias de la comunidad estudiantil, usualmente desatendidas en lo fundamental y medianamente atendidas en aspectos menores.
Graue ha reconocido que no tuvo la información suficiente y oportuna para prevenir y contener el ataque porril, que no se hizo con sigilo. Al contrario, el traslado de los atacantes hacia Ciudad Universitaria se realizó de manera abierta, y la llegada al campus fue registrada por el servicio de vigilancia, con el responsable de esta tarea en plan dialogante con el grupo violento. Luego se produjo la agresión, que incluyó la detonación de petardos y bombas molotov, además de golpes.
Y cuchilladas.
A diferencia de algunos de sus antecesores, Graue no ha logrado establecer una imagen de solidez institucional. Hay segmentos de la comunidad universitaria que lo perciben distante o menos aplicado de lo que sus funciones requieren. En tales circunstancias se ha planteado la demanda de que Graue renuncie, ante lo cual han cerrado filas en torno a la institucionalidad diversos personajes y corrientes de la vida universitaria.
En ese contexto ha sido convocado hoy para hablar de un tema político, es decir, de la necesidad de que se conjure el riesgo de un desbordamiento, a menos de un mes de la conmemoración del 2 de octubre y a más de 80 días de que López Obrador tome posesión de la silla presidencial.
La preocupación no es infundada. Grupos políticos de calado mayor han sostenido y manipulado durante décadas a corrientes universitarias con capacidad de provocar conflictos. Los porros no han surgido de la nada, ni su impunidad y financiamiento pueden explicarse sin padrinazgos políticos.
Por otra parte, hoy AMLO tendrá otros dos encuentros interesantes que van más allá de la diplomacia formal: los embajadores de Rusia y el Vaticano, cada cual por separado.
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