México, que ya estaba bastante mal, es otro después de las visitas de Hillary Clinton y Barack Obama. Entre las sonrisas tatuadas de la secretaria de Estado y la visita de paso del presidente de Estados Unidos venía ya la clasificación de nuestro país como un ente en descomposición, al que los estrategas del poder vecino deberían meter mano para beneficio de sus debilitados, pero todavía definitorios intereses imperiales. Antes de esas apariciones augurales, las baterías intelectuales” de la Casa Blanca y el Pentágono habían esparcido la tesis de que México es un Estado fallido, colocándolo al nivel de Irak y Afganistán en cuanto a riesgos para la seguridad nacional de los gringos y expresando calculado asombro y “temor” ante el peligro que el narcotráfico significaría a sus puertas fronterizas y que habría llegado ya a ciudades importantes de aquella nación.
La crisis concentrada de México tuvo un desarrollo tempestuoso después de esas visitas aparentemente sin gran sentido. Calderón aceleró sus planes de establecer un estado de excepción en México, magnificando una realidad sanitaria para golpear el ánimo colectivo, disfrazar y ahondar los problemas económicos y, en especial, dictaminar una suerte de punto final de la política como mecanismo para resolver los diferendos de la sociedad. Apenas salidos los mexicanos del apocalipsis porcino inventado se toparon con la terrible realidad del catarrito carstense convertido en pulmonía y, enseguida, con el mayor endurecimiento de la actividad militar en asuntos de presunto combate al narcotráfico, llegando a un punto de rompimiento de los esquemas históricos de relaciones políticas entre los poderes federal y estatales y usando abiertamente los mecanismos coercitivos del Estado para proyectos electorales inmediatos (la toma de San Lázaro) y mediatos (la continuidad grupal de la ilegítima presidencia en 2012 o, de plano, la creación de condiciones que impidan la realización de comicios o que lleven a la sustitución o la complementación casi sustitutiva de lo civil por lo militar).
Sin más proyecto que la consolidación de la fuerza como relevo de lo político y con la vista puesta en la continuación del saqueo de la riqueza nacional sin opositores al frente (es decir, anulando desde la teledictadura a los disidentes legítimos y animando a los ciudadanos a expresar votos en blanco que le ayuden a depreciar la política y sus podridas instituciones actuales) el calderonismo es la pieza de caza perfecta para la potencia vecina que ayer, de un golpe, emplazó dos escopetas contra los húmedos y amargos pinos: protocolizó el nombramiento (que debe ser aprobado todavía por instancias legislativas) de un especialista pascual en estados fallidos y sociedades en conflicto como embajador intervencionista en México y anunció la creación de un Consejo Asesor de Seguridad de la Patria que con una veintena de funcionarios y expertos en seguridad nacional tratarán de asegurar “rigurosos procesos de control en los puertos de entrada” y evaluar “las consecuencias prácticas de la violencia fronteriza y la respuesta que se debe dar a las comunidades” gringas colindantes con México. Que nadie se diga engañado o ignorante del curso que las cosas han tomado y tomarán: la debilidad del calderonismo, y sus ambiciones económicas y políticas, están colocando al país en un nivel fascistoide que será aprovechado por la potencia vecina para delinear el futuro mexicano conforme a sus intereses, en una especie de protectorado no confeso cuyos costos de instalación están siendo disimulados entre fiebres porcinas intencionalmente exageradas, crisis económicas diseñadas para la corrupción compartida entre empresarios-políticos que se chuparán los préstamos previamente asignados y la militarización desbordada que pretende anular lo cívico, lo electoral y lo político.
La crisis concentrada de México tuvo un desarrollo tempestuoso después de esas visitas aparentemente sin gran sentido. Calderón aceleró sus planes de establecer un estado de excepción en México, magnificando una realidad sanitaria para golpear el ánimo colectivo, disfrazar y ahondar los problemas económicos y, en especial, dictaminar una suerte de punto final de la política como mecanismo para resolver los diferendos de la sociedad. Apenas salidos los mexicanos del apocalipsis porcino inventado se toparon con la terrible realidad del catarrito carstense convertido en pulmonía y, enseguida, con el mayor endurecimiento de la actividad militar en asuntos de presunto combate al narcotráfico, llegando a un punto de rompimiento de los esquemas históricos de relaciones políticas entre los poderes federal y estatales y usando abiertamente los mecanismos coercitivos del Estado para proyectos electorales inmediatos (la toma de San Lázaro) y mediatos (la continuidad grupal de la ilegítima presidencia en 2012 o, de plano, la creación de condiciones que impidan la realización de comicios o que lleven a la sustitución o la complementación casi sustitutiva de lo civil por lo militar).
Sin más proyecto que la consolidación de la fuerza como relevo de lo político y con la vista puesta en la continuación del saqueo de la riqueza nacional sin opositores al frente (es decir, anulando desde la teledictadura a los disidentes legítimos y animando a los ciudadanos a expresar votos en blanco que le ayuden a depreciar la política y sus podridas instituciones actuales) el calderonismo es la pieza de caza perfecta para la potencia vecina que ayer, de un golpe, emplazó dos escopetas contra los húmedos y amargos pinos: protocolizó el nombramiento (que debe ser aprobado todavía por instancias legislativas) de un especialista pascual en estados fallidos y sociedades en conflicto como embajador intervencionista en México y anunció la creación de un Consejo Asesor de Seguridad de la Patria que con una veintena de funcionarios y expertos en seguridad nacional tratarán de asegurar “rigurosos procesos de control en los puertos de entrada” y evaluar “las consecuencias prácticas de la violencia fronteriza y la respuesta que se debe dar a las comunidades” gringas colindantes con México. Que nadie se diga engañado o ignorante del curso que las cosas han tomado y tomarán: la debilidad del calderonismo, y sus ambiciones económicas y políticas, están colocando al país en un nivel fascistoide que será aprovechado por la potencia vecina para delinear el futuro mexicano conforme a sus intereses, en una especie de protectorado no confeso cuyos costos de instalación están siendo disimulados entre fiebres porcinas intencionalmente exageradas, crisis económicas diseñadas para la corrupción compartida entre empresarios-políticos que se chuparán los préstamos previamente asignados y la militarización desbordada que pretende anular lo cívico, lo electoral y lo político.
quién va a asumir la responsabilidad de los millones de pesos invertidos –y perdidos– en la campaña de publicidad de los bonos nonatos (no nacidos, no natus)? Muy quitado de la pena, el director general de Pemex, Jesús Reyes Heroles, confirmó ayer lo que comenté en este espacio: definitivamente no serán emitidos dada la enorme turbulencia económica y financiera, al menos en 2009. Cuando lanzó la campaña de publicidad ya había signos de que venía un agudo periodo de inestabilidad, aunque se negaban a admitirlo. Querían hacernos creer que los ciudadanos mexicanos participarían de las ganancias petroleras si daban su aval a la entrega de Pemex al extranjero. En realidad ya habían hecho arreglos para que fueran manejados en la Bolsa de Valores. Lo más probable es que los bonos de 100 pesos –devaluados antes de nacer– no aparezcan en lo que resta del sexenio. Gastaron muchos millones en algo que no existía. ¿Van a descontarle algo de sus enormes ingresos al señor Reyes Heroles? No es lo mismo amañar encuestas electorales que administrar la compañía petrolera nacional.
Vendedores estrella
El karma suele ser canijo, pero intravenoso. Diez empleados de una pequeña compañía distribuidora de equipo eléctrico, ubicada en las cercanías de París, recibieron como premio un viaje a Río de Janeiro por ser los mejores vendedores. Tenían meses compitiendo por dar los mejores resultados a su empresa. Todos, y sus respectivas esposas, viajaban en el vuelo de Air France que cayó en las heladas aguas del Atlántico.
Capufe, el rescate carretero
Creada como organismo descentralizado, Caminos y Puentes Federales cumplió 50 años de vida con muchos baches. Juan Molinar Horcasitas envió al director general de Desarrollo Carretero, José San Martín Romero, a la celebración que tuvo lugar en Cuernavaca. Un capítulo negro de su historia lo constituye el rescate de autopistas concesionadas al sector privado, que dio nacimiento a la red FARAC. Salinas de Gortari las repartió entre sus amigos y Zedillo tuvo que sacarlas del hoyo, a muy alto costo. Primero destinaron 100 mil millones de pesos, no fueron suficientes; al final del sexenio del presidente que nunca traía cash, la cifra se había duplicado, luego se perdió la huella. El salvamento está siendo pagado con dinero de los contribuyentes. Los políticos aprendieron muy bien la lección. ¿Ya no las volverán a concesionar? No, al contrario, varios caminos están en proceso de licitación. Resulta buen negocio que quiebren.
Vendedores estrella
El karma suele ser canijo, pero intravenoso. Diez empleados de una pequeña compañía distribuidora de equipo eléctrico, ubicada en las cercanías de París, recibieron como premio un viaje a Río de Janeiro por ser los mejores vendedores. Tenían meses compitiendo por dar los mejores resultados a su empresa. Todos, y sus respectivas esposas, viajaban en el vuelo de Air France que cayó en las heladas aguas del Atlántico.
Capufe, el rescate carretero
Creada como organismo descentralizado, Caminos y Puentes Federales cumplió 50 años de vida con muchos baches. Juan Molinar Horcasitas envió al director general de Desarrollo Carretero, José San Martín Romero, a la celebración que tuvo lugar en Cuernavaca. Un capítulo negro de su historia lo constituye el rescate de autopistas concesionadas al sector privado, que dio nacimiento a la red FARAC. Salinas de Gortari las repartió entre sus amigos y Zedillo tuvo que sacarlas del hoyo, a muy alto costo. Primero destinaron 100 mil millones de pesos, no fueron suficientes; al final del sexenio del presidente que nunca traía cash, la cifra se había duplicado, luego se perdió la huella. El salvamento está siendo pagado con dinero de los contribuyentes. Los políticos aprendieron muy bien la lección. ¿Ya no las volverán a concesionar? No, al contrario, varios caminos están en proceso de licitación. Resulta buen negocio que quiebren.
Habiendo postulado la hipótesis sobre la superburbuja de expansión del crédito, que se habría acelerado a partir de 1980 y se habría desinflado después del estallido de la burbuja hipotecaria, lo cual analicé en la entrega del 29/05/09, Soros aborda otros temas en el libro The Crash of 2008 and What it Means (segunda edición ampliada, Nueva York, 2009) que vengo examinando; entre ellos: una historia financiera-económica vista desde su perspectiva de especulador exitoso; en tiempo real, analiza las finanzas entre el primero de enero y el 23 de marzo de 2008 (cuando envió la primera edición del libro a la imprenta); escribiendo ya en 2009 (segunda edición enviada a la imprenta en abril de 2009) analiza la recesión; esboza un programa de recuperación económica; y termina analizando las perspectivas para 2009 y el destino de su nuevo paradigma (de la reflexividad). Hoy comento el programa de recuperación económica (pp. 171-191).
El estallido de burbujas, dice, causa contracción del crédito, deflación y destrucción catastrófica de riqueza, el peso de la deuda acumulada puede hundir al sistema bancario y empujar la economía a la depresión (en la gráfica se muestra la estrepitosa caída de la formación bruta de capital fijo estimada entre 2008 y 2009 por el FMI). Para evitarlo se requieren medidas heterodoxas y radicales de política, pues la única manera de escapar de la deflación y la recesión globales es induciendo su opuesto: la inflación, y luego reduciéndola. El paquete de recuperación comprende cinco elementos: estímulos fiscales; re-estructuración radical del sistema hipotecario; recapitalización (y reforma) del sistema bancario; innovativa política energética; y reforma del sistema financiero internacional. Abordo sólo algunos de ellos. Sobre el primer punto, dice que el paquete fiscal se encuentra ya bien avanzado.
Se requiere un cambio sistémico en el sistema hipotecario, mismo que las condiciones actuales hacen necesario y posible. Reitera que la causa de la crisis hipotecaria de EU radica en la posibilidad que tiene quien otorga el crédito de trasladar totalmente el riesgo (riesgo moral), con lo cual predomina la motivación de maximizar el cobro de comisiones. Propone que se adopte el sistema danés en el cual el acreedor original retiene el riesgo crediticio sobre el principal y los tenedores de bonos hipotecarios sólo asumen el riesgo sobre los intereses.
El estallido de burbujas, dice, causa contracción del crédito, deflación y destrucción catastrófica de riqueza, el peso de la deuda acumulada puede hundir al sistema bancario y empujar la economía a la depresión (en la gráfica se muestra la estrepitosa caída de la formación bruta de capital fijo estimada entre 2008 y 2009 por el FMI). Para evitarlo se requieren medidas heterodoxas y radicales de política, pues la única manera de escapar de la deflación y la recesión globales es induciendo su opuesto: la inflación, y luego reduciéndola. El paquete de recuperación comprende cinco elementos: estímulos fiscales; re-estructuración radical del sistema hipotecario; recapitalización (y reforma) del sistema bancario; innovativa política energética; y reforma del sistema financiero internacional. Abordo sólo algunos de ellos. Sobre el primer punto, dice que el paquete fiscal se encuentra ya bien avanzado.
Se requiere un cambio sistémico en el sistema hipotecario, mismo que las condiciones actuales hacen necesario y posible. Reitera que la causa de la crisis hipotecaria de EU radica en la posibilidad que tiene quien otorga el crédito de trasladar totalmente el riesgo (riesgo moral), con lo cual predomina la motivación de maximizar el cobro de comisiones. Propone que se adopte el sistema danés en el cual el acreedor original retiene el riesgo crediticio sobre el principal y los tenedores de bonos hipotecarios sólo asumen el riesgo sobre los intereses.
Un mes atrás el secretario de Hacienda se quejó amargamente con los diputados y senadores porque, dijo, las finanzas nacionales reportarán un boquete” de 300 mil millones de pesos en 2009, y que la circunstancia es tan drástica que “ya no hay más recursos para implementar nuevos programas para enfrentar la crisis”. Pero eso no fue todo, ya que adelantó que en 2010 la “la situación será más complicada”, de allí que la “solución” al problema, en su muy fondomonetarista entender, sólo tendría de tres sopas: mayor endeudamiento, recorte al gasto público o más impuestos para los de siempre.
Qué dolor, qué pena, pero resulta que el “boquete” financiero podría entenderse como una vil maniobra del gobierno calderonista, como antes del foxista, no sólo para inyectar en la sociedad más miedo del existente, sino para tapar una de las prácticas más oscuras de la administración pública federal, filosóficamente sustentada en aquel viejo juego de “dónde quedó la bolita”, o lo que es lo mismo, el indiscriminado uso de fideicomisos privados con recursos públicos, totalmente alejados de la supervisión del Legislativo, y demás trucos de esa naturaleza para esconder los dineros públicos (en un país urgido de inversión productiva y, consecuentemente, de generación de empleo) y “alejarlos” del gasto público.
Lo anterior, con base en la denuncia que ayer hizo pública el auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón: “a finales del 2007 se detectaron aproximadamente 120 mil millones de pesos provenientes de subejercicios (presupuestales) en 28 transferencias, las cuales fueron trasladadas a cuentas dentro de la Tesorería de la Federación y transferidos a distintos fideicomisos, fondos, mandatos, cuentas y contratos análogos... La ASF detectó esa cantidad; había dinero disponible, y al haber esa disponibilidad, producto de subejercicios, se tomó la decisión de transferir los recursos a fideicomisos, mandatos y contratos análogos” y “sacarlos” de circulación o destinarlos a otros fines.
Qué dolor, qué pena, pero resulta que el “boquete” financiero podría entenderse como una vil maniobra del gobierno calderonista, como antes del foxista, no sólo para inyectar en la sociedad más miedo del existente, sino para tapar una de las prácticas más oscuras de la administración pública federal, filosóficamente sustentada en aquel viejo juego de “dónde quedó la bolita”, o lo que es lo mismo, el indiscriminado uso de fideicomisos privados con recursos públicos, totalmente alejados de la supervisión del Legislativo, y demás trucos de esa naturaleza para esconder los dineros públicos (en un país urgido de inversión productiva y, consecuentemente, de generación de empleo) y “alejarlos” del gasto público.
Lo anterior, con base en la denuncia que ayer hizo pública el auditor Superior de la Federación, Arturo González de Aragón: “a finales del 2007 se detectaron aproximadamente 120 mil millones de pesos provenientes de subejercicios (presupuestales) en 28 transferencias, las cuales fueron trasladadas a cuentas dentro de la Tesorería de la Federación y transferidos a distintos fideicomisos, fondos, mandatos, cuentas y contratos análogos... La ASF detectó esa cantidad; había dinero disponible, y al haber esa disponibilidad, producto de subejercicios, se tomó la decisión de transferir los recursos a fideicomisos, mandatos y contratos análogos” y “sacarlos” de circulación o destinarlos a otros fines.
Antes lo fue el estado de México, luego Jalisco. Ahora es Chiapas la entidad escogida por Televisa para grabar sus telenovelas. Así, con la misa acostumbrada para que tenga un alto rating, se realiza Pasión morena, en la que abunda “el drama, la emoción y el amor”, y un mensaje “ecologista” que define el actor Víctor González, protagonista masculino de la historia. Y es que Víctor trabaja en un aserradero. Asegura que en Chiapas ya no hay jaguares y “realmente se acabaron los árboles y la selva, porque hay mucha tala ilegal. Mi personaje trabaja en un aserradero y trata de demostrar que sí se puede cortar árboles, mientras sigas las reglas del juego”. El actor no aclaró si esas reglas las fijan los talamontes, como en todo el país.
Una segunda telenovela con sello chiapaneco se topó con la Iglesia, la que administra los templos católicos de San Cristóbal de las Casas. Los de las vírgenes del Carmen y de las Mercedes, así como el edificio de la curia diocesana, serían escenarios para Mi pecado, dramón con el sello de Juan Osorio. Pero el obispo de la ciudad, Luis Felipe Arizmendi, negó el permiso porque al leer el guión de Mi pecado encontró “una trama de infidelidades matrimoniales y de intrigas entre unos y otros. De triángulos amorosos, de relaciones inconvenientes”. Agregó que “a Televisa lo que le interesa es vender, el dinero, no evangelizar”. Puede ser que el obispo se haya dejado llevar por el personaje central de la telenovela, a cargo del actor Eugenio Siller, y a quien en la historia desde pequeño le dicen El Chamuco, pues por circunstancias de la vida pasan desgracias a su alrededor. Y eso que, aclara Siller, Mi pecado “presenta una relación llena de pasión e intriga, todo es muy al estilo Shakespeare: es una comparación muy fuerte, me atrevería a decir que es como Romeo y Julieta, pero muy mexicana”. Este pecado se estrena por el canal de las estrellas el lunes próximo.
Y hablando de la televisión, se supo que ni Televisa ni Tv Azteca, y menos el nuevo sistema Dish (de Telmex y Multivisión) se interesan en contratar a Palín. Se trata del payaso que utilizaba en las misas el sacerdote Rafael Muñiz para atraer niños a la liturgia en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Jalapa, donde oficiaba el ahora detenido por las autoridades acusado, junto con su hermano, de participar en una red de distribución de pornografía infantil. Se pensó que a Palín le armarían un programa especial para animar la barra infantil, tan de capa caída desde que nos abandonaron para siempre los tíos Gamboín y Herminio, y desde que Chabuelo cumplió sus primeros 60 años como niño. Mientras, el clero de Jalapa, encabezado por su obispo, llevará hasta sus últimas consecuencias la lucha por liberar al padre Muñiz, al que algunos feligreses consideran un mártir.
Una segunda telenovela con sello chiapaneco se topó con la Iglesia, la que administra los templos católicos de San Cristóbal de las Casas. Los de las vírgenes del Carmen y de las Mercedes, así como el edificio de la curia diocesana, serían escenarios para Mi pecado, dramón con el sello de Juan Osorio. Pero el obispo de la ciudad, Luis Felipe Arizmendi, negó el permiso porque al leer el guión de Mi pecado encontró “una trama de infidelidades matrimoniales y de intrigas entre unos y otros. De triángulos amorosos, de relaciones inconvenientes”. Agregó que “a Televisa lo que le interesa es vender, el dinero, no evangelizar”. Puede ser que el obispo se haya dejado llevar por el personaje central de la telenovela, a cargo del actor Eugenio Siller, y a quien en la historia desde pequeño le dicen El Chamuco, pues por circunstancias de la vida pasan desgracias a su alrededor. Y eso que, aclara Siller, Mi pecado “presenta una relación llena de pasión e intriga, todo es muy al estilo Shakespeare: es una comparación muy fuerte, me atrevería a decir que es como Romeo y Julieta, pero muy mexicana”. Este pecado se estrena por el canal de las estrellas el lunes próximo.
Y hablando de la televisión, se supo que ni Televisa ni Tv Azteca, y menos el nuevo sistema Dish (de Telmex y Multivisión) se interesan en contratar a Palín. Se trata del payaso que utilizaba en las misas el sacerdote Rafael Muñiz para atraer niños a la liturgia en la iglesia de San Pedro Apóstol, en Jalapa, donde oficiaba el ahora detenido por las autoridades acusado, junto con su hermano, de participar en una red de distribución de pornografía infantil. Se pensó que a Palín le armarían un programa especial para animar la barra infantil, tan de capa caída desde que nos abandonaron para siempre los tíos Gamboín y Herminio, y desde que Chabuelo cumplió sus primeros 60 años como niño. Mientras, el clero de Jalapa, encabezado por su obispo, llevará hasta sus últimas consecuencias la lucha por liberar al padre Muñiz, al que algunos feligreses consideran un mártir.
EU y el Islam: gestos de distensión
Ayer en El Cairo, el presidente estadunidense, Barack Obama, pronunció un discurso histórico, orientado a la reconciliación entre su país y el mundo islámico, y fue al grano: empezó por reconocer la gran tensión que existe entre ambas partes como consecuencia de la política belicista, criminal e ilegal implantada en los ocho años de gobierno de su predecesor, George W. Bush, que incluyó el arrasamiento y la ocupación de dos naciones predominantemente musulmanas –Afganistán e Irak–, el apoyo a las expresiones políticas más retrógadas y antidemocráticas del mundo árabe, y la tolerancia y hasta el respaldo a las políticas genocidas y depredadoras de Israel en los territorios palestinos. Esa política tuvo como soporte ideológico el discurso racista y supremacista del que salieron las nociones falsas del choque de civilizaciones y de un inexistente islamofascismo, entre otras, por más que los neoconservadores del gobierno de Bush y sus simpatizantes nunca hayan reconocido de manera abierta que se habían embarcado, literalmente, en una cruzada –es decir, en una agresión procedente del Occidente cristiano contra el oriente islámico–, y hayan tratado de disimular su desprecio, por mera política pragmática, hacia los pueblos árabes.
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El Correo Ilustrado
Precisiones de Carlos Monsiváis
La tarea de un redactor de balazos, los complementos de las cabezas en las notas, exige espíritu de síntesis y sentido del humor, lo que suelo encontrar en las páginas culturales de este diario. Sin embargo, y para mi desdicha, no sucedió así con el balazo de la nota sobre las exposiciones del artista Vicente Rojo en el Centro Cultural Estación Indianilla, dirigido con entusiasmo y acierto por Isaac Masri (4 de junio). Según este balazo, yo dije: Desde hace décadas el artista es indispensable por su modestia, algo notoriamente inadmisible y absurdo. En la nota de Yanet Aguilar Sosa (El Universal, 4 de junio) está lo que sí dije: Vicente Rojo ha sido esencial (en la tarea cultural) desde hace décadas y su humildad, que no su modestia, le han permitido ser indispensable sin que este término se le venga encima y lo sepulte. Y señalé algunos de los campos en donde su creatividad y su generosidad han sido muy importantes: la pintura, el diseño gráfico, el arte de vanguardia, el impulso a otros pintores y otros intelectuales... Situar a un creador como indispensable por su modestia es abracadabrante (hace mucho que no usaba esta palabra), lo que sabe muy bien La Jornada, donde la colaboración de Rojo ha sido fundamental desde el primer número, hace 25 años.
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Precisiones de Carlos Monsiváis
La tarea de un redactor de balazos, los complementos de las cabezas en las notas, exige espíritu de síntesis y sentido del humor, lo que suelo encontrar en las páginas culturales de este diario. Sin embargo, y para mi desdicha, no sucedió así con el balazo de la nota sobre las exposiciones del artista Vicente Rojo en el Centro Cultural Estación Indianilla, dirigido con entusiasmo y acierto por Isaac Masri (4 de junio). Según este balazo, yo dije: Desde hace décadas el artista es indispensable por su modestia, algo notoriamente inadmisible y absurdo. En la nota de Yanet Aguilar Sosa (El Universal, 4 de junio) está lo que sí dije: Vicente Rojo ha sido esencial (en la tarea cultural) desde hace décadas y su humildad, que no su modestia, le han permitido ser indispensable sin que este término se le venga encima y lo sepulte. Y señalé algunos de los campos en donde su creatividad y su generosidad han sido muy importantes: la pintura, el diseño gráfico, el arte de vanguardia, el impulso a otros pintores y otros intelectuales... Situar a un creador como indispensable por su modestia es abracadabrante (hace mucho que no usaba esta palabra), lo que sabe muy bien La Jornada, donde la colaboración de Rojo ha sido fundamental desde el primer número, hace 25 años.
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Es un hecho que en México estamos viviendo la reacción de frustración de los grupos contra el aborto frente al derecho a decidir que están ejerciendo las mujeres de la ciudad de México, aunque por fortuna no han pasado más allá de cambiar 13 constituciones estatales comprando a diputados del PRIAN y persigiendo a médicos y mujeres que se han practicado abortos. Ante estos retrocesos, una organización de derechos sexuales y reproductivos, Balance, empezará a instrumentar una estrategia llamada MARIA, para garantizar la maternidad voluntaria, ayudando a las mujeres de esas entidades para que puedan acudir a los hospitales de la capital a interrumpir un embarazo de manera segura y legal. Alerta, amigas de todo el país.
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Las decisiones políticas tienen también repercusiones económicas y el gobierno panista de facto de Felipe Calderón parece ignorarlo.
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La actual crisis económica, por su profundidad y su carácter sistémico, parece llamada a modificar las características y el lugar que ocupan en el mundo los más diversos actores, desde la clase poseedora del capital y sus referentes estatales nacionales, hasta los propios trabajadores y sus organizaciones sindicales. Algunos hechos relevantes ocurridos en las últimas semanas pueden indicar rumbos que confirman tendencias de larga duración en la relación entre trabajo y capital.
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Jaime Martínez Veloz: EZLN: el fantasma del 9 de febrero de 1995
Cuando las cosas no les salen bien a los gobiernos, éstos recurren al manualito del escándalo y al show mediático del discurso justiciero, para apuntalar sus deslavadas figuras como gobernantes y reposicionarse públicamente ante el respetable.
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Cuando las cosas no les salen bien a los gobiernos, éstos recurren al manualito del escándalo y al show mediático del discurso justiciero, para apuntalar sus deslavadas figuras como gobernantes y reposicionarse públicamente ante el respetable.
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José Luis González Chagoyán, José Luis, como cariñosamente lo llamábamos sus amigos, quien fue pionero del sicoanálisis en México y líder indiscutible de la especialidad en sicoterapia de grupo, dejó de existir el martes de la semana pasada a los 93 años de fructífera vida.
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Porfirio Muñoz Ledo
Ciclo histórico
La toma de posesión de Mauricio Funes cerró un ciclo prolongado de transición hacia la democracia en El Salvador. Fue sin duda una victoria histórica y moral de la izquierda y una derrota política de la derecha. Lejos se encuentran todavía de remontar los estragos económicos del periodo neoliberal, casi tan desastrosos como en México.
Finalmente se cumplieron los acuerdos “para una paz justa y duradera” signados en el Castillo de Chapultepec en enero de 1992. Éstos no pretendían sólo cancelar la guerra civil y emprender la reconstrucción económica y social. Instauraban la vía electoral para dirimir la contienda y suponían el triunfo de cualquiera de los bandos. A diferencia de lo ocurrido aquí durante 20 años, la izquierda no fue excluida por métodos fraudulentos del ejercicio del poder. Quedó atrás la “democracia hemipléjica”, que sólo puede voltear hacia la derecha. Fue obra de la organización, la paciencia y la determinación. También de la auténtica civilidad.
Como había presagiado el nuevo mandatario, llegaría el momento en que “un presidente conservador entregara la banda a un presidente socialista”. La dura reacción sabía que la falsificación del sufragio, por cualquier procedimiento, implicaría el retorno a la violencia. Así se lo hizo saber al gobierno la dirigencia del FMLN, de modo inapelable, el día de los comicios.
El mensaje de inauguración fue categórico en la denuncia de los errores del pasado y el fin de la impunidad. Prometedor en las medidas correctivas de la crisis, con acento en la política social y la atención a los pobres. Moderado en los referentes ideológicos con que busca ubicarse en la cartografía política del continente.
Los mayores elogios para los presidentes Obama y Lula da Silva. Fuentes de “inspiración política” y presumiblemente de soporte económico, que lo deslindan de las corrientes más radicales de la región. El contrapunto obligado: la reanudación de relaciones con Cuba el día mismo de su arribo al poder.
La más grata sorpresa: la incorporación esperanzada de los jóvenes a la lucha cívica, muchos de los cuales no habían nacido en los años del fragor bélico. La noticia más triste: la continua referencia a Sudamérica y Centroamérica —con exclusión explícita de México, tanto como la deslucida presencia de su gobierno, repudiada por los militantes.
Cómo no recordar el papel jugado por nuestra diplomacia en la pacificación del istmo. Cuando las hostilidades estallaron en 1980 presentamos ante la ONU —pese a resistencias internas— la primera resolución sobre violaciones a los derechos humanos en El Salvador. Al año siguiente suscribíamos el comunicado franco-mexicano, por el que pedíamos reconocer a los rebeldes como “fuerzas políticas representativas”. Creamos, junto con Colombia, Panamá y Venezuela, el Grupo Contadora, dirigido a detener la intervención de EU y terminar los conflictos armados en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. También para promover la democratización, afianzar la seguridad regional, restaurar el desarrollo económico y establecer vínculos institucionales de cooperación.
Ese esfuerzo —ampliado por los países “amigos” que luego se sumaron— cumplió un trayecto memorable con respaldo unánime de la comunidad internacional. Más tarde se convertiría en Grupo de Río, el esquema integrador —nunca consumado— de las democracias nacientes a una plataforma política latinoamericana.
Hoy se nos mira en el rincón de la historia y en el limbo de la geografía. Nuestro pecado mayor: el abandono de una transición necesaria y la consecuente ilegitimidad de los gobernantes. La ruptura de los pactos democráticos y su reemplazo por las complicidades oligárquicas.
En el trasfondo: la clausura de la identidad nacional por las élites y el extravío de los intereses trascendentes del país. La negación de la vía pacífica para el cambio puede empujarnos al abismo. Estamos frente a la última oportunidad para devolver constitucionalmente el poder al pueblo soberano.
Ex embajador de México ante la Unión Europea
Finalmente se cumplieron los acuerdos “para una paz justa y duradera” signados en el Castillo de Chapultepec en enero de 1992. Éstos no pretendían sólo cancelar la guerra civil y emprender la reconstrucción económica y social. Instauraban la vía electoral para dirimir la contienda y suponían el triunfo de cualquiera de los bandos. A diferencia de lo ocurrido aquí durante 20 años, la izquierda no fue excluida por métodos fraudulentos del ejercicio del poder. Quedó atrás la “democracia hemipléjica”, que sólo puede voltear hacia la derecha. Fue obra de la organización, la paciencia y la determinación. También de la auténtica civilidad.
Como había presagiado el nuevo mandatario, llegaría el momento en que “un presidente conservador entregara la banda a un presidente socialista”. La dura reacción sabía que la falsificación del sufragio, por cualquier procedimiento, implicaría el retorno a la violencia. Así se lo hizo saber al gobierno la dirigencia del FMLN, de modo inapelable, el día de los comicios.
El mensaje de inauguración fue categórico en la denuncia de los errores del pasado y el fin de la impunidad. Prometedor en las medidas correctivas de la crisis, con acento en la política social y la atención a los pobres. Moderado en los referentes ideológicos con que busca ubicarse en la cartografía política del continente.
Los mayores elogios para los presidentes Obama y Lula da Silva. Fuentes de “inspiración política” y presumiblemente de soporte económico, que lo deslindan de las corrientes más radicales de la región. El contrapunto obligado: la reanudación de relaciones con Cuba el día mismo de su arribo al poder.
La más grata sorpresa: la incorporación esperanzada de los jóvenes a la lucha cívica, muchos de los cuales no habían nacido en los años del fragor bélico. La noticia más triste: la continua referencia a Sudamérica y Centroamérica —con exclusión explícita de México, tanto como la deslucida presencia de su gobierno, repudiada por los militantes.
Cómo no recordar el papel jugado por nuestra diplomacia en la pacificación del istmo. Cuando las hostilidades estallaron en 1980 presentamos ante la ONU —pese a resistencias internas— la primera resolución sobre violaciones a los derechos humanos en El Salvador. Al año siguiente suscribíamos el comunicado franco-mexicano, por el que pedíamos reconocer a los rebeldes como “fuerzas políticas representativas”. Creamos, junto con Colombia, Panamá y Venezuela, el Grupo Contadora, dirigido a detener la intervención de EU y terminar los conflictos armados en El Salvador, Nicaragua y Guatemala. También para promover la democratización, afianzar la seguridad regional, restaurar el desarrollo económico y establecer vínculos institucionales de cooperación.
Ese esfuerzo —ampliado por los países “amigos” que luego se sumaron— cumplió un trayecto memorable con respaldo unánime de la comunidad internacional. Más tarde se convertiría en Grupo de Río, el esquema integrador —nunca consumado— de las democracias nacientes a una plataforma política latinoamericana.
Hoy se nos mira en el rincón de la historia y en el limbo de la geografía. Nuestro pecado mayor: el abandono de una transición necesaria y la consecuente ilegitimidad de los gobernantes. La ruptura de los pactos democráticos y su reemplazo por las complicidades oligárquicas.
En el trasfondo: la clausura de la identidad nacional por las élites y el extravío de los intereses trascendentes del país. La negación de la vía pacífica para el cambio puede empujarnos al abismo. Estamos frente a la última oportunidad para devolver constitucionalmente el poder al pueblo soberano.
Ex embajador de México ante la Unión Europea
Horizonte político
José A. Crespo
PAN y PRI: contraste democrático
Viene un debate entre los dirigentes nacionales del PAN y del PRI, en el cual seguramente lloverán nuevas y viejas descalificaciones. En la confrontación entre los dos principales punteros de la elección federal, el primero busca recordar el pasado autoritario del segundo, para alejarle votantes que quizás hayan decidido volver a sufragar por él (al considerarlo más capaz en las lides de gobierno de lo que resultó el PAN). Las encuestas siguen poniendo al PRI por encima, pese a todo. Y es cierto, el PRI llegó a representar todo aquello que asociamos con el autoritarismo: fraudes, corrupción, censura, represión e impunidad. Cuando uno recuerda que el PAN en el gobierno no ha sido radicalmente distinto del PRI, algunos panistas mencionan que no hay comparación entre el daño político provocado por el tricolor con respecto al que se le pueda adjudicar al PAN. Lo que me lleva a pensar que, quizá, eso se deba a que estamos evaluando los 70 años de régimen priísta frente a sólo nueve de gobiernos panistas. Pero, de quedarse el PAN setenta años consecutivos como lo hizo el PRI, quién sabe cómo resultaría el balance del blanquiazul.
Y si bien es más cómodo hacer una evaluación general de los gobiernos en cuestión (meter a todos los del PRI en una misma bolsa), la verdad es que también hubo diferencias entre unos y otros. Los perredistas lo saben bien y lo destacan en lo posible, pues su modelo favorito es el nacionalismo revolucionario que prevaleció antes de ser relegado por los tecnócratas del PRI. Los calderonistas también buscan la diferenciación, cuando así conviene; dicen, por ejemplo, que su guerra contra el narcotráfico es novedosa, para lo cual advierten las “omisiones” del gobierno de Vicente Fox. En esa misma lógica, ¿qué pasaría si hiciéramos una evaluación de contraste entre, por ejemplo, el último gobierno del PRI y el primero del PAN? ¿Cuál de los dos resultaría más democrático?
Me parece que quedaría bastante mejor parado el gobierno de Ernesto Zedillo que el de Fox. ¿Razones? Zedillo recibió un país agitado políticamente, lo que detonó la mayor crisis económica que se hubiera experimentado en décadas. Eso llevó a Zedillo a la conclusión de que, para evitar nuevos quiebres políticos o económicos, no quedaba sino una genuina apertura política, no simulada o cosmética como las de sus antecesores. Convocó a un pacto democrático con todos los partidos (los llamados “acuerdos de Barcelona”). El IFE obtuvo autonomía (con respecto al gobierno) y consenso partidario y alcanzó una enorme credibilidad. Hubo una nueva ley electoral que nos llevó a la plena competitividad. Se aceptaron triunfos del sol azteca en la capital y Zacatecas, así como otros del PAN en Yucatán, Jalisco y Querétaro. Zedillo admitió la derrota del PRI en la Cámara baja en 1997. Y, en 2000, la alternancia pacífica tuvo lugar por primera vez en nuestra historia.
En ese sexenio se avanzó de forma decisiva en la democratización, la cual, sin embargo, no estaba ni de lejos concluida, sino que requería consolidarse. Tarea encomendada a Fox con el claro voto que lo llevó a Los Pinos. Pero Fox muy pronto decidió echar reversa en la democratización, en lugar de “meter segunda”. No llamó a cuentas a ningún corrupto de los gobiernos priistas, sino que les extendió carta de impunidad. Después, habiendo identificado como enemigo (más que como adversario) al PRD y su seguro candidato presidencial, utilizó al Estado con fines político-electorales y violó así una regla primordial de la democracia; usó políticamente a la PGR durante los episodios de los videoescándalos y del “desafuero” a Andrés López Obrador (por una nimiedad, mientras se soslayaban faltas mucho mayores cometidas por políticos panistas o priistas). El PRI decidió excluir al PRD de la conformación del IFE en 2003, sin que el PAN (o el gobierno) lo evitaran, habiendo podido hacerlo, lo que implicó un duro golpe a la fortaleza y credibilidad del Instituto. Fox “metió las manos” en la elección presidencial, pese a haber exigido seis años antes a Zedillo que no lo hiciera, y aceptó la alianza corporativa y mapacheril de Elba Esther Gordillo, que heredó Felipe Calderón. La democracia electoral, en general, sufrió grave retroceso. Compárese la claridad y el consenso electoral de 2000, el del último gobierno priista, con el opaco, incierto y cuestionado proceso de 2006, bajo el primer gobierno panista.
El contraste exige también comparar el país que recibió Fox con el que entregó: recogió un país entusiasmado, unido en torno al avance político, con un acuerdo democrático hasta entonces respetado y un sistema electoral confiable y prestigiado. Entregó un país dividido, confrontado, desencantado, un sistema electoral cuestionado y desacreditado, la impunidad fortalecida y el pacto democrático violentado. ¿Cuál resultó ser más democrático: el último gobierno del PRI o el primero del PAN? ¿Cuál impulsó la democracia y cuál la relegó? Las encuestas de Gobernación, desde 2001, reflejan justamente una caída gradual en la confianza en nuestras instituciones políticas, misma que se había incrementado a raíz de la alternancia. ¿Por qué será?
Muestrario. El presidente del IFE, Leonardo Valdés, con miras a promover el voto, asocia a éste con la batalla contra el crimen organizado, al declarar que, “si los mexicanos participamos en el proceso electoral… estaremos haciendo una aportación para combatir la delincuencia organizada” (2/VI/09). Más allá de que estemos o no de acuerdo con ello (yo esencialmente sí lo estoy y en parte por eso concurriré a las urnas), resulta que ese es el eje de la campaña del PAN, en consonancia con el gobierno. No sería raro, entonces, que algún partido opositor acuse al IFE de promover (así sea involuntariamente) la campaña del blanquiazul.
Compárese la claridad y el consenso electoral de 2000, bajo el último gobierno priista, con el opaco, incierto y cuestionado proceso de 2006.
José A. Crespo
PAN y PRI: contraste democrático
Viene un debate entre los dirigentes nacionales del PAN y del PRI, en el cual seguramente lloverán nuevas y viejas descalificaciones. En la confrontación entre los dos principales punteros de la elección federal, el primero busca recordar el pasado autoritario del segundo, para alejarle votantes que quizás hayan decidido volver a sufragar por él (al considerarlo más capaz en las lides de gobierno de lo que resultó el PAN). Las encuestas siguen poniendo al PRI por encima, pese a todo. Y es cierto, el PRI llegó a representar todo aquello que asociamos con el autoritarismo: fraudes, corrupción, censura, represión e impunidad. Cuando uno recuerda que el PAN en el gobierno no ha sido radicalmente distinto del PRI, algunos panistas mencionan que no hay comparación entre el daño político provocado por el tricolor con respecto al que se le pueda adjudicar al PAN. Lo que me lleva a pensar que, quizá, eso se deba a que estamos evaluando los 70 años de régimen priísta frente a sólo nueve de gobiernos panistas. Pero, de quedarse el PAN setenta años consecutivos como lo hizo el PRI, quién sabe cómo resultaría el balance del blanquiazul.
Y si bien es más cómodo hacer una evaluación general de los gobiernos en cuestión (meter a todos los del PRI en una misma bolsa), la verdad es que también hubo diferencias entre unos y otros. Los perredistas lo saben bien y lo destacan en lo posible, pues su modelo favorito es el nacionalismo revolucionario que prevaleció antes de ser relegado por los tecnócratas del PRI. Los calderonistas también buscan la diferenciación, cuando así conviene; dicen, por ejemplo, que su guerra contra el narcotráfico es novedosa, para lo cual advierten las “omisiones” del gobierno de Vicente Fox. En esa misma lógica, ¿qué pasaría si hiciéramos una evaluación de contraste entre, por ejemplo, el último gobierno del PRI y el primero del PAN? ¿Cuál de los dos resultaría más democrático?
Me parece que quedaría bastante mejor parado el gobierno de Ernesto Zedillo que el de Fox. ¿Razones? Zedillo recibió un país agitado políticamente, lo que detonó la mayor crisis económica que se hubiera experimentado en décadas. Eso llevó a Zedillo a la conclusión de que, para evitar nuevos quiebres políticos o económicos, no quedaba sino una genuina apertura política, no simulada o cosmética como las de sus antecesores. Convocó a un pacto democrático con todos los partidos (los llamados “acuerdos de Barcelona”). El IFE obtuvo autonomía (con respecto al gobierno) y consenso partidario y alcanzó una enorme credibilidad. Hubo una nueva ley electoral que nos llevó a la plena competitividad. Se aceptaron triunfos del sol azteca en la capital y Zacatecas, así como otros del PAN en Yucatán, Jalisco y Querétaro. Zedillo admitió la derrota del PRI en la Cámara baja en 1997. Y, en 2000, la alternancia pacífica tuvo lugar por primera vez en nuestra historia.
En ese sexenio se avanzó de forma decisiva en la democratización, la cual, sin embargo, no estaba ni de lejos concluida, sino que requería consolidarse. Tarea encomendada a Fox con el claro voto que lo llevó a Los Pinos. Pero Fox muy pronto decidió echar reversa en la democratización, en lugar de “meter segunda”. No llamó a cuentas a ningún corrupto de los gobiernos priistas, sino que les extendió carta de impunidad. Después, habiendo identificado como enemigo (más que como adversario) al PRD y su seguro candidato presidencial, utilizó al Estado con fines político-electorales y violó así una regla primordial de la democracia; usó políticamente a la PGR durante los episodios de los videoescándalos y del “desafuero” a Andrés López Obrador (por una nimiedad, mientras se soslayaban faltas mucho mayores cometidas por políticos panistas o priistas). El PRI decidió excluir al PRD de la conformación del IFE en 2003, sin que el PAN (o el gobierno) lo evitaran, habiendo podido hacerlo, lo que implicó un duro golpe a la fortaleza y credibilidad del Instituto. Fox “metió las manos” en la elección presidencial, pese a haber exigido seis años antes a Zedillo que no lo hiciera, y aceptó la alianza corporativa y mapacheril de Elba Esther Gordillo, que heredó Felipe Calderón. La democracia electoral, en general, sufrió grave retroceso. Compárese la claridad y el consenso electoral de 2000, el del último gobierno priista, con el opaco, incierto y cuestionado proceso de 2006, bajo el primer gobierno panista.
El contraste exige también comparar el país que recibió Fox con el que entregó: recogió un país entusiasmado, unido en torno al avance político, con un acuerdo democrático hasta entonces respetado y un sistema electoral confiable y prestigiado. Entregó un país dividido, confrontado, desencantado, un sistema electoral cuestionado y desacreditado, la impunidad fortalecida y el pacto democrático violentado. ¿Cuál resultó ser más democrático: el último gobierno del PRI o el primero del PAN? ¿Cuál impulsó la democracia y cuál la relegó? Las encuestas de Gobernación, desde 2001, reflejan justamente una caída gradual en la confianza en nuestras instituciones políticas, misma que se había incrementado a raíz de la alternancia. ¿Por qué será?
Muestrario. El presidente del IFE, Leonardo Valdés, con miras a promover el voto, asocia a éste con la batalla contra el crimen organizado, al declarar que, “si los mexicanos participamos en el proceso electoral… estaremos haciendo una aportación para combatir la delincuencia organizada” (2/VI/09). Más allá de que estemos o no de acuerdo con ello (yo esencialmente sí lo estoy y en parte por eso concurriré a las urnas), resulta que ese es el eje de la campaña del PAN, en consonancia con el gobierno. No sería raro, entonces, que algún partido opositor acuse al IFE de promover (así sea involuntariamente) la campaña del blanquiazul.
Compárese la claridad y el consenso electoral de 2000, bajo el último gobierno priista, con el opaco, incierto y cuestionado proceso de 2006.
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