Lo conocí en noviembre de 2003 en una cena en su casa en La Villita, al acompañar a Susan Gzesch, abogada de derechos humanos de la Universidad de Chicago. Fue una noche memorable en más de un sentido. A la cena asistieron también dos personajes del mundo político mexicano de Chicago, el Rojo Raúl Ross, activista, político y posteriormente editor de MX Sin Fronteras, y Juan Andrés Mora, en ese tiempo corresponsal de La Jornada. La plática derivó en política local y para mí fue una verdadera introducción a la manera en que hacen política los mexicanos en Estados Unidos.
A las 10 de la noche nos retiramos, porque Chui tenía que trabajar temprano y Susan debía regresar a Hide Park. Pero a la salida, el Rojo me propuso dar la vuelta para conocer el barrio y tener una verdadera experiencia antropológica. Susan esbozó una sonrisa y me dejó en manos de dos expertos guías, conocedores del entorno, sus cuevas y profundos vericuetos.
En efecto, nos dirigimos a La Cueva, en la calle 26 Oeste, y según me informaron había un show muy especial, aunque un poco tarde. Al entrar a La Cueva, nos cacharon para ver si traíamos armas, lo que ya me dio un primer indicio del lugar. La guarida estaba vacía y al sentarnos en una mesa nos vimos rodeados de chicas todas muy bien arregladas y pintadas. Estábamos en el bar travesti más conocido del barrio mexicano de Chicago (ver La Cueva Chicago en YouTube)
Después de un rato la charla derivó en política y ahuyentó a las muchachas, que se fueron a otra mesa, donde un solitario cliente recién llegado, con tejana negra y chaleco, pidió una botella de tequila. El tema del momento era el voto remoto, como suelen decirle al voto de los mexicanos en el exterior, que tuvo a varios de sus protagonistas, promotores y activistas radicados en la ciudad de Chicago.
Eran las 10 y media de la noche y el famoso show empezaba a las cuatro de la mañana. Poco a poco se fueron llenando las mesas y de vez en cuando salía alguien a bailar con alguna de las chicas. Llegaba la clase obrera mexicana de Chicago, algunos con cachuchas con nombres de las fábricas donde trabajaban, otros con uniformes y ropa de fajina. El ambiente gay y travesti de los mexicanos en Chicago es abierto, expuesto y militante.
Pero así como hay bares, antros, changarros y restaurantes mexicanos también hay bibliotecas, museos y centros culturales. En el barrio de Pilsen está ubicada la biblioteca Rudy Lozano, en honor a un joven y carismático líder local asesinado a quemarropa en su propia casa, por un gatillero mexicano, justo cuando estaba a punto de convertirse en una figura clave en el escenario político de la ciudad. Allí se reúnen decenas de jóvenes y adultos del barrio a leer, trabajar y estudiar.
El National Museun of Mexican Art, ubicado también en Pilsen, es una rara excepción en el panorama mexicano de Estados Unidos. Todos los años se hacen exposiciones de primer nivel y se realizan numerosas actividades culturales. Tiene una vasta colección de arte pero también realizan numerosas exposiciones temporales. Los concursos de altares por el Día de Muertos son actos que reúnen multitudes y se exhiben desde los tradicionales altares con flores y papel picado a cargo de Rita Arias, hasta montajes e instalaciones muy atrevidas y sofisticadas. Hay un gran dinamismo cultural, artístico, pictórico y escultórico. Me llamó especialmente la atención una exposición sobre la negritud en México, que atraía muchos afroamericanos de barrios vecinos interesados en conocer esta raíz medio oculta y desdeñada de nuestra multiculturalidad.
Los mexicanos en Chicago, son una comunidad bravía. Muy diferente a la de otros lugares de destino tradicionales. En Chicago los cónsules mexicanos pueden ser depuestos por la comunidad: ya se ha dado el caso y sólo pueden detentar el cargo personas con notables habilidades personales y un manejo muy cuidadoso de la relación con la comunidad y sus distintas organizaciones. Hay una estirpe de mexicanos marcada por la conciencia de clase obrera que se acuñó desde los años 20 en las grandes factorías de Chicago, Indiana y Detroit.
Es en Chicago donde se marca la pauta de las grandes movilizaciones sociales de migrantes en 2006 en respuesta a la propuesta de ley HR4437, del legislador republicano Sensenbrenner. La respuesta masiva a una movilización en la que se esperaban 50 mil personas y llegaron más de 300 mil cimbró a la ciudad y al país entero. Y luego volvieron a repetir otra manifestación masiva el primero de mayo e inauguraron por primera vez el Día del Trabajo, del trabajador migrante, en Chicago y en Estados Unidos.
Chicago es también tierra de oportunidades y de empresarios. También es tierra de sueños, como el del senador Richard Durdin, con su propuesta del Dream Act, para legalizar a la generación 1 ?, que son aquellos migrantes que llegaron de niños, estudiaron y se socializaron en Estados Unidos, pero no les permiten continuar con sus estudios universitarios por su condición de ilegalidad
. Esta propuesta ha sido rechazada ene veces en el Congreso, ni siquiera ha podido ser discutida. Pero así como hay una ley Arizona y sus copias, en Illinois, el congreso local aprobó la Dream Act, que les da derecho a estudiar a muchos jóvenes. Bien por ellos y por esta ciudad tan excepcional como mexicana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario