La supuesta “profecía maya del fin del mundo en 2012” ha dado lugar a programas turísticos, pero no a soluciones a los graves problemas sociales de los mayas de carne y hueso.
Bajo lo que ha terminado por ser una tergiversación de las mal llamadas “profecías mayas”, la ola de expectativas generadas por el año 2012 alcanzó a los gobiernos federal y de los estados del sureste de México que, a través de declaratorias y de programas turísticos, pretenden explotar el legado de una cultura cuyos actuales descendientes sobreviven en la pobreza, la marginación, el subempleo y la discriminación.
Si bien los proyectos que tienen como objetivo “rescatar lo maya” evitan abonar directamente a la visión apocalíptica de 2012, tampoco apelan a una apreciación correcta del legado histórico de una cultura presente y viva: programas como la declaratoria de 2012 como Año de la Cultura Maya y el proyecto turístico recién presentado por la Presidencia de la República, denominado Mundo Maya, bajo el lema “Con la Cultura Maya México se fortalece”, soslayan la realidad de una comunidad que, en términos económicos, subsiste en su mayoría con apenas un salario mínimo diario.
El argumento no ha pasado de aprovechar la coyuntura que la idea del “fin de una era” ha generado internacionalmente para atraer más visitantes al sureste del país, y con ello crear empleos en restaurantes, hoteles, zonas arqueológicas y espacios naturales que, además de a los empresarios del ramo, beneficiarían indirectamente a los habitantes de las comunidades rurales. La declaratoria del Año de la Cultura Maya, promovida por el Congreso del Estado de Yucatán, prevé incluso promocionar las comunidades rurales de mayahablantes como zonas interpretativas donde los turistas, ávidos de aventura y exotismo, podrían pasar días “conviviendo con nuestra gente maya en sus condiciones originales, con sus casas tradicionales, su comida y sus costumbres”.
2012, AÑO DE LA CULTURA MAYA
El 10 de marzo pasado, el Congreso de Yucatán aprobó por unanimidad el dictamen de la iniciativa propuesta por el diputado priista integrante de la Comisión de Desarrollo Económico y Fomento al Empleo, Roberto Rodríguez Asaf, cuya principal intención es difundir el legado histórico de la cultura maya como atractivo turístico, mediante el aprovechamiento de la moda apocalíptica. Pero aparte de la creación de un Comité para la Planeación, Desarrollo y Difusión de 2012, Año de la Cultura Maya, y la delimitación de sus funciones y objetivos, la propuesta legislativa no establece ningún programa relacionado directamente con la mejoría de las condiciones de los pobladores de las comunidades mayas yucatecas.
“Nos cayó de perlas el 2012”, expuso al respecto el diputado Rodríguez Asaf, quien consideró que Yucatán ha sabido aprovecharlo al ser el primero en generar un decreto de esta naturaleza. En charla con M Semanal señala que si bien se trata de detonar un proyecto turístico, éste también traerá beneficios para los mayas yucatecos. “Es una gran oportunidad, es trascendental a nivel internacional, por eso es necesario hacer las gestiones gubernamentales para aprovecharla… es una oportunidad para crear conciencia, se trata de un tema de nuestra mexicanidad”, expuso. Cerca de la mitad de los habitantes de Yucatán son mayas, y Asaf señala que reconoce la presencia de una población que vive en condiciones severas de marginación social y de discriminación: “Tenemos que llevarlo al punto en que Yucatán promueve a una cultura viva, que necesita ser atendida, que está ahí”. Por eso, agregó, “vamos a difundir rutas de turismo solidario, aprovechando grupos de viajeros europeos que disfrutan esos esquemas, llevándolos a las comunidades (rurales) donde la población haga artesanías para que vean cómo se urden hamacas, cómo se vive en los pueblos. Con el aumento de la afluencia turística se mejorará la calidad de vida”, aseguró. E insistió: “Hay un amplio mercado de empleos: camareras, electricistas, técnicos y diversos servicios que incluso pueden fomentarse creando una universidad del turismo, donde se capacite en esas áreas a la gente de las comunidades”.
A la fecha, el Congreso de Zacatecas ha aprobado sumarse a la declaratoria impulsada por el Poder Legislativo de Yucatán y, a decir de Rodríguez Asaf, continuará la difusión el resto del año y se espera que el Congreso de la Unión y la Presidencia de la República se sumen a la iniciativa.
LAS “PROFECÍAS” DEL CHILAM BALAM
El estand de la Secretaría de Fomento Turístico de Yucatán (Sefotur) destacaba en grandes letras el eslogan de la Feria del Mundo Maya, realizada del 18 al 20 de junio pasados: “Amanecerá para aquellos que vean, dentro del Katún que sigue (profecías del Chilam Balam)”. Pese a que dicha cultura nunca expuso profecías sino que describió vaticinios en su forma cíclica de medir el tiempo, el término erróneamente usado para referir su interpretación apocalíptica o de “nueva era de la humanidad” se ha convertido en la principal arma de la estrategia turística yucateca que ya fue retomada nacionalmente. La idea ha sido manejada principalmente por la Sefotur, y se han sumado sus pares de Chiapas, Tabasco, Quintana Roo y Campeche, los cuales conjuntaron una serie de paquetes y ofertas turísticas que ofrecieron durante dos días en citas de negocios a operadores mayoristas de agencias de viajes y empresarios turísticos de 149 compañías de México, Estados Unidos, Canadá y Europa que asistieron a la Feria del Mundo Maya.
El impulso a la iniciativa fue retomado por el gobierno federal, cuyo titular, Felipe Calderón Hinojosa, lanzó el día 21 pasado el programa internacional Mundo Maya, con el lema “Con la Cultura Maya México se fortalece”, donde “lo maya” como cultura y comunidad no existe más allá de su legado histórico y arquitectónico. La secretaria de Turismo federal, Gloria Guevara Manzo, consideró las expresiones sobre lo que ocurriría en 2012 y el exotismo de una cultura antigua mesoamericana como una “oportunidad única para promocionar este producto cultural y turístico”: “Las aportaciones de la civilización maya y la cuenta larga que hicieron del tiempo han logrado captar la atención del mundo, al grado que cuatro millones de páginas de internet hablan acerca de esta gran cultura y del 21 de diciembre de 2012 (fecha en que se presume que concluirá un ciclo e iniciará otro, bajo la cosmovisión maya)”, expuso.
En la feria turística se destacó la construcción, iniciada el 16 de junio pasado, del Gran Museo de la Cultura Maya, cuya edificación obtuvo en licitación un grupo creado ex profeso para el caso: Promotora Cultural Yaxché, presidido por Arturo Olvera Vega, e integrado por empresas como Hermes Infraestructura, entre cuyos socios destaca el empresario Carlos Hank Rhon. En dicha obra el gobierno yucateco invertirá 143 millones de pesos. Aparte, mediante la firma de un convenio de Proyectos de Prestación de Servicios (PPS), se otorgó la operación del museo a la Promotora Cultural Yaxché por 20 años o hasta concluir la liquidación de los 400 millones de pesos que tiene como costo final la edificación y equipamiento del sitio.
OCURRENCIAS Y MALAS INTERPRETACIONES
Para investigadores y especialistas en antropología social, arqueología y etnolingüística del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la expectativa creada a partir del calendario maya parte de visiones erróneas, revestidas de exotismo, que se atreven a cruzar creencias como la astrología y el esoterismo con la historia, la astronomía e incluso con las matemáticas, y califican de “ocurrencias” los programas turísticos mencionados porque refieren una cultura cuyo conocimiento y desarrollo social enarbolan, pero no se preocupan por identificarla y exponerla correctamente, sino cubriéndola de un manto de atractivos idealizados, relegando su verdadero sentido y dejando a un lado a quienes todavía están presentes en las comunidades mayas actuales.
Tanto el académico del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIF) de la UNAM, Guillermo Bernal Romero, como el investigador del Centro INAH-Yucatán, Alfredo Barrera Rubio, así como el director de la Unidad Peninsular del CIESAS, Pedro Bracamonte y Sosa, coinciden en que el mayor error es querer representar el pensamiento maya vía la forma de concepción de la sociedad occidental contemporánea. De acuerdo con Bernal Romero, primero hay que referir que el sistema cíclico del calendario maya tiene su origen en la cultura olmeca tardía, en la zona de la costa del Golfo de México, y que fue posteriormente adoptado y perfeccionado por los mayas, quienes fijaron un punto determinado en el tiempo y establecieron una cuenta larga y ciclos rotativos. Lo señalado hoy en día como “un final”, explicó, es solamente el cierre de un ciclo después del cual iniciará otro. “Hay datos confiables en los registros y estudios que permiten ver la continuidad del calendario, el cual está construido incluso matemáticamente”. Agregó que los textos del Chilam Balam refieren cambios en la creación, en el orden del cosmos, y lo relacionan con hechos de su presente donde pueden encontrarse elementos de fatalidad que han estado cubiertos de lecturas incorrectas. “No hay nada serio en todas esas interpretaciones. El pensamiento maya prehispánico no consideraba las condiciones que establece el pensamiento actual porque incluso sus conocimientos de la naturaleza, matemáticos y astronómicos, no tenían los alcances de ahora”, reiteró. “Son meras ocurrencias, pero son atractivas porque tienen un ropaje exótico. Hoy lo maya es totalmente exótico; le hemos puesto más de lo que es y no hemos terminado de entender su mundo. Lo que necesitamos es difundir información legítima de su cultura, no inventarles atribuciones sobrehumanas ni usarlos como un filón del momento porque, cuando pase 2012 sin que ocurra nada sorprendente, quizá muchos se preguntarán: ‘¿Y entonces a qué vamos a Yucatán?’”, aseveró.
A su vez, Barrera Rubio destacó que todo el fenómeno y la expectativa de un final catastrófico no es reciente, ya que al menos data, aseguró, del libro publicado en 1995 por el novelista Adrian Gilbert, quien inició una corriente de textos de autores que no eran ni mayistas ni arqueólogos, y cuya difusión mercantil ha terminado por generar una creencia. “Ya lo ha señalado el epigrafista David Stewart —uno de los más destacados a nivel mundial—: no hay sustento académico ni científico; son propuestas sin validez en el medio de los estudios sobre lo maya. Por eso es importante, en lugar de usarlo como propaganda, ubicarlo en su sentido adecuado, no confundir ni distorsionar la realidad”, reiteró.
Quienes han expuesto estas seudoprofecías, abundó el investigador, mezclan textos de la cuenta larga con la cuenta corta del calendario de esta cultura, y además los interpretan bajo la concepción de nuestro tiempo actual, no del maya; citó como ejemplo que el punto de partida de la llamada cuenta larga lo establecen hacia agosto del año 3114 antes de Cristo, pero que en realidad ese acontecimiento refiere una fecha mítica para el inicio de su existencia. También mencionó que estos autores utilizan textos del Popol Vuh, hablan de las cuatro creaciones y mezclan términos de textos asociados arbitrariamente y relacionados con cuentas astronómicas y con movimientos esotéricos y astrológicos, donde no existe ningún elemento científicamente válido. “Llegan incluso a asociarlos con acontecimientos astronómicos previstos ahora, pero que los mayas antiguos no conocían ni tenían forma o capacidad para prever en su momento”. Citó que estas ideas “venden mucho y no dicen nada; son ruido sin contenido, sin sustento real, que sólo perjudican al distorsionar la cosmovisión de los mayas y su cultura, que está presente, viva, y que no es sólo códices y vestigios”.
Para Bracamonte y Sosa, la principal preocupación está en cómo se soslaya a las comunidades mayas actuales, que viven en condiciones de pobreza y marginación, discriminadas por ideas de etnicidad que acentúan la diferenciación en el trato, las cuales ahora serán vistas como objetos de admiración exótica y turística sin que ello abone a su derecho a desarrollarse con igualdad de oportunidades ni a la comprensión de su cosmovisión. Lo maya es una forma de pensamiento que se contrapone al occidental actual y que se asienta en dos líneas específicas: el uso del tiempo cíclico y la construcción de vaticinios, que no es lo mismo que profecías: los mayas no tienen ni tenían profetas en la concepción de su realidad. El investigador del CIESAS expuso que los mayas alcanzaron un nivel de protociencia que integró el pensamiento en un solo espacio interrelacionado, y sus vaticinios se basan en la superposición de cada periodo del calendario, compuesto por una serie de variables resultantes en hechos varios; la lectura de éstos de forma cíclica permitía esperar que si las variables se repetían, ocurrieran situaciones similares.
También destacó que al mezclarse con el judeocristianismo esta forma de pensamiento se mantuvo, e incluso hoy puede constatarse en la conversación con mayas yucatecos, quienes, al hablar del tema del final de una era hacen referencia al Dios judeocristiano y a señales o conocimientos transmitidos vía oral, siempre lo hacen sobre la estructura cíclica, aclarando que no existe una fecha determinada para lo que pueda ocurrir. “Todo este exotismo actual no es más que cuentos y superchería. Entiendo que los empresarios quieran tomar ganancias de lo que queda de los mayas, prometiéndoles trabajo, pero no sin un salario digno. Los mayas y los vaticinios auténticos no deberían ser sujetos de comercialización con base en en una mala interpretación de lo que realmente es su forma de pensamiento y cultura; si bien es un pensamiento ingente, dañado o destruido porque no ha tenido las motivaciones sociales que lo reproduzcan y reconozcan como válido más allá de su entorno familiar y comunitario, en el fondo están en su derecho, como seres humanos, de construir su realidad y su forma de existir”, aseveró Bracamonte y Sosa.
LA REALIDAD EN NÚMEROS
Fuera de los lemas promocionales, la comunidad maya enfrenta hoy como ayer una situación de pobreza, desigualdad en oportunidades educativas, menosprecio por su lengua y costumbres, e ingresos ínfimos, todo lo que configura un entorno de marginalidad y discriminación donde tienen que subsistir. El último estudio realizado por el CIESAS en 2010 en la región maya yucateca expone, por ejemplo, su bajo nivel educativo: 22.3 por ciento de los jefes de familia encuestados no tienen ninguna escolaridad; 22.9 apenas logró terminar la primaria; 13.2 la secundaria; 3.4 terminó el bachillerato, y apenas el dos por ciento concluyó una licenciatura.
La educación está íntimamente relacionada con el uso de su lengua originaria, el maya, la cual entiende sin problemas 99 por ciento de los jefes de familia que respondieron el estudio. Sin embargo, apenas 24.6 por ciento, menos de tres de cada 10, la puede leer, y apenas uno de cada 10 —9.8 por ciento— la escribe. En tanto que ocho de cada 10 pueden leer o escribir en español.
Pero el uso de la lengua originaria, rasgo intrínseco de su reconocimiento como cultura, tiende a la baja. El uso de la lengua nativa entre los jefes de familia se considera “muy importante” en apenas 60 por ciento de los casos, pero casi 95 por ciento considera que ambas lenguas, maya y español, deberían enseñarse en las escuelas, lo cual no ocurre: han fracasado los intentos de generar una educación bilingüe e intercultural.
La investigación expone una prevaleciente actividad agrícola de la población, en este caso maicera. En la ganadería se ubica 1.8 por ciento; en la apicultura, 2.21; en la construcción, 9.4 por ciento; en servicios generales, 24 por ciento; técnicos, tres por ciento, y profesionales apenas dos de cada 100. Destaca el caso de las artesanías, ampliamente promocionadas en el discurso gubernamental sobre turismo y empleo, pero donde el porcentaje es apenas 1.5 por ciento, es decir, mucho menos de uno de cada 10 habitantes se dedica a ello.
En el caso de los ingresos percibidos entre los mayas yucatecos, de cada 10 encuestados, cuatro reportaron no tener ninguno; uno, gana apenas medio salario mínimo, y dos ganan de medio a un salario mínimo. Asimismo, 23.3 por ciento percibe de uno a dos salarios mínimos; 8.2 por ciento, de dos a tres; 1.6, de tres a cuatro, y uno de cada 10 (0.73 por ciento) ni siquiera llega a ganar más de seis salarios mínimos.
Respecto al equipamiento de las viviendas revisadas en el estudio, 81 por ciento de los mayas yucatecos tienen televisión, y entre éstos 33 por ciento tiene sistema de cable o antena. Además, tres de cada 10 tienen estufa; 48.4 por ciento tiene refrigerador; 53.9 lavadora y 31.3 por ciento reproductor de dvd. Para comunicarse, 3.5 por ciento tiene teléfono fijo, y casi cuatro de cada 10 cuentan con celular o móvil. Sólo 6.1 por ciento tiene automóvil o camioneta, 16 por ciento motocicleta, y casi siete de cada 10 cuentan y utilizan como medio de transporte la bicicleta. De los encuestados, 5.5 por ciento tienen computadora, y apenas 1.8 por ciento cuenta con internet.
En cuestión de salud, los registros revelan que si bien no terminan por incorporarse de manera efectiva al crecimiento económico y social, sí son afectados por algunas tendencias de las sociedades contemporáneas, como los hábitos alimenticios. De los encuestados atendidos en centros de salud públicos, 70.6 por ciento presentan síntomas de diabetes, y nueve de cada 10, de hipertensión.
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