Michelle Bachelet
Las mujeres de todo el mundo disfrutan de mayores oportunidades y libertades que nunca antes en la historia. Se trata de una revolución pacífica, apoyada en una extraordinaria transformación de los derechos legales. Casi todos los países han firmado los acuerdos internacionales que marcan su compromiso para prohibir la discriminación contra las mujeres. Cerca de 140 constituciones nacionales garantizan específicamente la igualdad de género. Pero la promesa de la igualdad, por supuesto, no es lo mismo que hacerla realidad a pie de tierra. A pesar de los avances reales, lamentablemente sigue existiendo una inmensa brecha entre estas esperadas garantías legales y la vida cotidiana de las mujeres.
Se trata de un déficit de justicia que se puede encontrar en los países ricos y pobres por igual, y en todos los aspectos de nuestras sociedades. Sin embargo, no son sólo las mujeres las que sufren este fracaso de la justicia. Todos lo sufrimos, sea cual sea nuestro sexo. Sin lugar a dudas, la fuerza, la habilidad y la sabiduría de la mujer son el mayor recurso que la humanidad no han aún explotado. Es un potencial que simplemente no podemos permitirnos el lujo de seguir perdiendo. Fue este reconocimiento el que llevó a la creación de ONU Mujeres, que reúne a todas las agencias de la ONU con competencias sobre la igualdad de género bajo mi dirección.
Fue nuestro reconocimiento de que la brecha de la justicia era fundamental para eliminar las barreras para la igualdad lo que se convirtió en el tema de nuestro primer informe, “Progreso de las mujeres del mundo: en busca de la justicia”. Falta protección Se trata de un informe exhaustivo y preocupante que cataloga a la vez la falta de protección legal de las mujeres y las razones de este fracaso. En algunos casos, puede ocurrir que sean las mismas leyes las que sean injustas. El embarazo precoz y el parto siguen siendo las causas principales de muerte entre las jóvenes de 15 a 19 años en países en vías de desarrollo.
Sin embargo, en no menos de 50 países, la edad del matrimonio para las niñas sigue siendo inferior a la de los niños. En más de 40 economías, también, las mujeres siguen siendo excluidas de determinados puestos de trabajo y sectores. Pero en muchos casos, se les niega a las mujeres un trato justo a causa del fallo en la defensa de los derechos legales que se les ha concedido, ya sea por falta de recursos, de voluntad o por obstáculos culturales. Hemos descubierto que las mujeres tienen tres veces menos probabilidades de informar de un ataque sexual que de un robo. Es muy fácil entender porqué. Un estudio europeo encontró que sólo un promedio del 14% o de las violaciones denunciadas terminó en una condena.
En otros países, la cifra es aún menor. Hemos encontrado una brecha similar en la esfera económica. Pese a que 117 países tienen leyes de igualdad de remuneración, a las mujeres se les sigue pagando, en todos los sectores y regiones, entre 10% y 30% menos que a los hombres. Sin embargo, no todo son malas noticias. Además de identificar dónde no se hace justicia a la mujer, el informe también identifica dónde y cómo se están haciendo progresos. Esto demuestra, por ejemplo, cómo la propia ley, a través de casos históricos, ha ayudado a impulsar el cambio y a modificar las actitudes. Más representación Vemos así cuán vital es un aumento de la representación femenina en los congresos, la judicatura y en las fuerzas de seguridad para promover los derechos de las mujeres.
Me resulta alentador que el número de países donde las mujeres constituyen más de 30% de los congresistas es ahora de 28, entre los que se pueden encontrar desde Tanzania a Costa Rica, desde Ruanda a España. Son todavía muy pocos, por supuesto, pero es un aumento de siete veces respecto a la situación de 1997. Estamos avanzando lentamente en la dirección correcta. Hemos comprobado cómo medidas prácticas y factibles pueden marcar una gran diferencia. Un aumento en el número de mujeres policía ayuda a superar la reticencia a denunciar las agresiones sexuales. Las condenas se incrementan cuando la policía se une a los servicios forenses, sanitarios y legales en una ventanilla única. En Suecia, el permiso de paternidad mejorado ha reducido la brecha salarial de género.
En Nepal, las exenciones fiscales han incentivado a que las familias transfieran sus tierras a hijas, hermanas y esposas. Pero todavía hay mucho por hacer. Por ejemplo, está claro que necesitamos una acción decidida para proteger y promover los derechos de las mujeres en las sociedades postconflicto. La focalización de las mujeres como víctimas de la violencia sexual se ha convertido en un hecho inaceptable de la guerra moderna. Son las mujeres, también, las que han demostrado ser esenciales en la curación de las heridas de estas sociedades y en el aseguramiento de una paz duradera y justa. Por todo ello, nuestro informe es una llamada a la acción: fijar retos para los gobiernos nacionales, la sociedad civil y la comunidad internacional. En él se esboza una agenda que, al garantizar que las leyes y el sistema legal abordarán las desigualdades contra la mujer, acelerará el progreso hacia nuestros objetivos de un mundo mejor. ONU Mujeres trabajará para apoyar esta agenda, cuyos beneficios serán sentidos por todo el mundo. Ganamos todos —hombres y mujeres, niñas y niños— si ganamos esta batalla por la justicia.
* La autora es subsecretaria general adjunta y directora ejecutiva de ONU Mujeres
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