ENTREVISTA
Segunda de dos partes
Así habrá políticas contra el rezago social en las mujeres
Por Anayeli García Martínez
México, DF, 22 ago 11 (CIMAC).- Combatir la pobreza, reducir la desigualdad y aumentar el nivel de satisfacción de las necesidades básicas es posible, pero requiere una medición integral que contemple las diferencias entre los hogares encabezados por mujeres y por hombres, asegura la investigadora de El Colegio de México, Araceli Damián González.
La doctora en economía afirma que sólo el dos por ciento de la población tiene ingresos suficientes para solventar sus gastos y para acceder a servicios de calidad, por ello considera que, para abatir esa situación, primero se deben ampliar los índices de medición de la pobreza e incluir la perspectiva de género.
Asimismo señala que es necesario definir una nueva política económica que no sólo se enfoque a aumentar la cobertura de los programas sociales.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) informó recientemente que el número de población en condiciones de pobreza pasó de 48.8 millones de personas en 2008 a 52 millones para 2010; mientras que la población en pobreza extrema se mantuvo en 11.7 millones.
Las mexicanas representan más de la mitad de la población total del país; suman 57 millones mientras que hay poco menos de 55 millones de varones, y son ellas quienes tienen una precaria posición en el mercado de trabajo, por ello se infiere que la pobreza afectaría más las mujeres.
MEDICIÓN EXCLUYENTE
–Hay estudios que afirman que la pobreza la sufren más las mujeres. ¿Qué hay de la feminización de la pobreza?
–El problema es que la pobreza se mide a nivel de hogar y no de persona. En un hogar encabezado por un hombre se asume que la mujer comparte los recursos de manera altruista y equitativa, cuestión que, sabemos, no necesariamente es cierta.
–¿Faltarían estudios de la pobreza con enfoque de género?
–En México existen ciertas condiciones, por ejemplo, no sabemos cuántas personas dependen de un sólo ingreso ni se observa la desigualdad en el hogar. Otra cuestión compleja es la pobreza de tiempo (es decir el tiempo dedicado a labores domésticas y extradomésticas), en la que los hogares encabezados por mujeres son los más afectados.
–¿Tendría que cambiar la metodología para saber este dato?
–Con la medición multidimensional –utilizada por el Coneval–, cinco personas que viven en un dormitorio tienen satisfecha su necesidad de vivienda, y los jóvenes de 15 o 16 años que van a la escuela tienen satisfecha su necesidad de educación aunque estén en la primaria.
“Nosotros (en nuestras investigaciones en El Colmex) utilizamos el Método de Medición Integrada de la Pobreza (MMIP), que incorpora variables que consideran a las mujeres y su calidad de vida. En este método se mide la pobreza de tiempo, entre otras variables”.
–Además de una visión sobre este flagelo ¿qué se puede hacer para combatir la pobreza y las carencias sociales en las mujeres?
–Tendría que volverse a la promoción de la actividad económica que se abandonó en los 80, en el contexto de la crisis y la deuda. En ese entonces se adoptó una economía de libre mercado bajo el argumento de que el problema de la falta de crecimiento se debía a la excesiva intervención del Estado en la economía.
“Sin embargo, el país se fue al otro extremo: a una economía sin condiciones para desarrollar un mercado competitivo. Un aspecto medular es volver a recuperar el poder adquisitivo de la población y eso se puede hacer coordinadamente con los empresarios”.
–¿Se deberían fortalecer los programas sociales?
–No se puede suponer que estos programas van a solucionar el problema de la pobreza extrema. El Seguro Popular no debería ser el sistema de salud en México, lo que está provocando es que los empresarios ya no afilien a sus trabajadores al ISSSTE o al IMSS.
“Se tiene que hacer una política en la que el empleo esté ligado a la cobertura de la seguridad social. Tampoco podemos sobrevivir con programas como el de ‘70 y Más’, porque es una bomba de tiempo en una población que está envejeciendo. La seguridad social no se está construyendo ahora que tenemos población joven.”.
“Además hay evaluaciones del Coneval sobre el programa Oportunidades que muestran que una vez que las personas se gradúan no salen de la pobreza porque se enfrentan a un mercado laboral que sólo da empleo a jornaleros o recolectores”.
–¿Habría que repensar el papel de la política social?
–Claro, no se puede hablar de un programa eficiente que mantiene pobres a la gran mayoría de quienes lo reciben. Ése es uno de los riesgos del método del Coneval: que dice que hay 11 millones de pobres extremos y por otro lado tenemos más de 20 millones de personas en el Oportunidades.
“Ahora van a venir a decirnos que se está desperdiciando el dinero en los que ya no son pobres, pero no son pobres porque mágicamente el Coneval los desaparezca de la lista”.
Por ello, la académica recalca que es necesario desarrollar una nueva política social. Señala que una de las grandes reformas neoliberales fue pasar de la construcción de un Estado de bienestar con una cobertura amplia y suficiente en ciertos derechos como educación y salud, a hacer únicamente una política de ayuda a los pobres extremos.
En este contexto, Damián González advierte que la pobreza es la violación más contundente de los derechos socioeconómicos y culturales, y critica que el Estado mexicano dejó de reconocer derechos sociales y ahora su política de combate a la pobreza se ha reducido a la ayuda a los pobres extremos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario