Por Guadalupe López García
Periodista con Maestría en Estudios de la Mujer por la UAM y especialización en Estudios de la Mujer por el PIEM de El Colegio de México, se ha desempeñado como guionista y productora de radio; colaboradora, editora y coordinadora editorial en diversos medios como el IMER y la SEP, La Jornada, El Día, Uno más uno, Fem y Notimex. Trabajó en el Centro Integral de Apoyo a la Mujer "Esperanza Brito de Martí" en el DF y fue coordinadora de la Unidad Delegacional de Iztacalco del Inmujeres-DF. Ha recibido reconocimientos a su labor periodística y en defensa de los derechos de las mujeres por parte de la AMMPE, Conmujer, Cimac y la delegacion Iztacalco del DF.
Si eres zorro, eres justiciero y audaz; pero si eres zorra, eres puta; si eres callejero, eres de la calle; si eres callejera, eres puta; si eres hombre público, eres un personaje o un político; si eres mujer pública, eres puta; si eres puto, eres homosexual; si eres puta, sólo eres una puta.
Así se lee en un correo electrónico que ha circulado desde hace tiempo, al asegurar que la Real Academia de la Lengua Española tiene alguna influencia machista, más cuando en ese amplio listado se olvidó señalar que si eres hombre, eres humanidad, y si eres mujer, eres puta.
El Diccionario de la Lengua Española [1], editado por esa institución, señala que hombre es un "ser animado racional, varón o mujer", el varón es el "ser humano del sexo masculino" y la mujer, la "persona del sexo femenino". Con esto quiere decir que si hablamos de "hombre" estaríamos incluyendo a las mujeres, y para no confundirnos, para hablar sólo de "hombres", tenemos que hablar de "varones".
Pero al hablar de distintos tipos de hombres, y no de varones, la Academia menciona entre estos a los de "armas", de "guerra", de "letras" y al "público", que es "el que tiene presencia e influjo en la vida social"; pero si es una mujer "mundana", de "arte", de "partido", "perdida" o "pública", es una prostituta, y una prostituta es una puta.
De acuerdo con la Academia, encargada de marcar las reglas para el idioma español, el origen del vocablo es incierto; aunque en una página web se señala que procede del latín putta, que significa muchacha [2]. Esta palabra tomó amplia relevancia en la opinión pública, luego de que la "Marcha de las putas" se llevó a cabo en varias ciudades del país en junio pasado.
El movimiento que surgió en Canadá se apropió del término ligado no sólo al trabajo sexual, sino al rechazo social de mujeres que viven y gozan de su sexualidad sin culpa ni miedo y transgreden normas morales y sociales al salirse de los moldes en los que se quiere encerrar, castigar y vigilar su cuerpo, por lo que las culpabilizan de la violencia, las violaciones, discriminación u hostigamiento ejercido en su contra.
No es extraño que grupos conservadores, religiosos o moralistas nos llamen de esa forma; pero si el gobierno y sus instituciones, elementos de Estado, nos califican así, entonces estamos hablando de una política estatal discriminatoria y misógina. De hecho, lo es, cuando escuchamos a los funcionarios "justificar" el asesinato de una mujer, como ya se ha denunciado con insistencia [3]. Sólo les falta decir: "a las mujeres las están matando por putas".
Existen otros conceptos para nombrar a las mujeres "decentes", las que asumen �con o sin su voluntad- esas normas sociales: "señora", la casada; "señorita", la "virgen" o la soltera, y "dama", la "respetable"; pero todos tienen que ver con la sexualidad y el placer.
En estos casos, se hablaría de una sexualidad autorizada para el primero, una contenida para el segundo, y una sometida para el tercero. Sobre las mujeres putas no hay control, sobre las segundas sí; pero a ambas se les puede matar, pues son mujeres, luego entonces putas.
En la nueva terminología derivada de la perspectiva de género, los asesinatos de mujeres por el hecho de serlo son la manifestación extrema de la violencia de género; y para definirla se recurrió al concepto de feminicidio, el cual no aparece en el diccionario citado, pero ha sido motivo de una amplia discusión dentro de la academia y el feminismo, y cada vez va tomando relevancia en los medios de comunicación y en los discursos de políticos(as).
Ahora que en algunos estados de la República y el Distrito Federal, el feminicidio se ha tipificado, es importante atender a sus definiciones, pues no basta con castigar ese delito, sino la forma en que será interpretado, pues en el caso de las mujeres, predomina una visión misógina, como lo demuestran las declaraciones de funcionarios(as) encargados de la impartición de justicia.
Más que hablar de la Marcha y de la tipificación del feminicidio, acciones por demás trascendentes, me interesé en las minucias del lenguaje "políticamente correcto" y el gramátical, pues al ser éste un producto de prácticas y manifestaciones culturales y sociales, se convierte en un instrumento poderoso para justificar el control del cuerpo de las mujeres.
La Academia Mexicana de la Lengua asegura que "las lenguas cambian de continuo, y lo hacen de modo especial en su componente léxico. Por ello los diccionarios nunca están terminados: son una obra viva que se esfuerza en reflejar la evolución registrando nuevas formas y atendiendo a las mutaciones de significado". [4]
En esos cambios demasiado lentos, parece que será difícil incorporar la perspectiva de género en los diccionarios oficiales, y contar con un lenguaje ni sexista, machista, misógino, ni androcéntrico, pues ya se vio que incluir la "a" no es suficiente [5], ni incorporar o transformar nuevos conceptos si estos son definidos a través de valores o normas morales.
Lo mismo pasó con expresión lesbiana , con la cual se define la homosexualidad femenina; mientras a los hombres homosexuales se les denomina así, o gay. De igual forma se ha visto que no basta tener sólo dos palabras para nombrar a las distintas manifestaciones de la sexualidad de las personas, como se constató en la Marcha del Orgullo llevada a cabo también en junio pasado.
Anteriormente era denominada marcha LGBT (lesbianas, gay, bisexuales y transexuales), pero ahora ya se reconoce a las personas Travestí, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI), movimiento que parte de la diversidad sexual "entendida ésta como las infinitas posibilidades de identidad de género y de orientación o preferencia sexual". [6]
Ya hay glosarios feministas y no sexistas, pero el reto sería pugnar porque el diccionario de la lengua española deje de definir a las mujeres como seres inferiores o malvados y restituirles esa sexualidad expropiada y trasladada a la palabra "puta". Para ello, esta putísima columna presenta la siguiente propuesta:
Mujer: Ser animado racional, parte de la humanidad, con cualidades a sus similares hombres. Definida por sus genitales externos, las hormonas, los cromosomas y las gónadas que determinan uno de los múltiples sexos de los seres humanos.
Puta/o: Palabra descontinuada que en siglos anteriores y principios del XXI se utilizaba para descalificar a las mujeres y a otros seres humanos que reivindicaban el derecho al placer y a su sexualidad. Como ya no se utiliza, su origen no importa.
[2] http://etimologias.dechile.net/?puta
[3] El tema lo he abordado en otras ocasiones: http://www.mujeresnet.info/2011/01/asesinato-chavez-cosa-personal.html
[4] Retomado de su página web: www.academia.org.mx
[5] Un comentario al respecto lo pueden encontrar en mi colaboración del mes de junio del año pasado.
[6] http://orgullo.com.mx
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