Entrevista a Luz Méndez, investigadora y activista guatemalteca
Revista Pueblos
Luz
Méndez explica, seria y esperanzada, las posibilidades de la justicia
guatemalteca, pero se le llenan las manos y el rostro de gestos cada
vez que ocupan la conversación determinadas palabras: violencia sexual,
despojo del territorio, impunidad y desprecio hacia los pueblos
indígenas. Investigadora, con gran experiencia en negociaciones de paz
y violencia sexual hacia las mujeres en conflictos, Luz preside en la
actualidad el Consejo Asesor de la Unión Nacional de Mujeres
Guatemaltecas (UNAMG). Hablamos con ella con motivo de su
participación, como parte del jurado, en el Tribunal de Derechos de las
Mujeres, celebrado el pasado mes de junio en Bilbao.- Este juicio
por genocidio y crímenes de lesa humanidad fue un gran acontecimiento
jurídico y político. En Guatemala hay una disputa por la verdad muy
importante y ésta fue una oportunidad muy grande para que las víctimas
pudieran hablar. En 1998 la Comisión para el Esclarecimiento Histórico
emitió el reporte Guatemala, memoria del silencio, un documento valiosísimo. También la iglesia católica hizo público el informe Guatemala: Nunca Más,
lo que generó mucho debate en torno a las atrocidades que habían sido
cometidas durante el conflicto armado. Sin embargo, con el asesinato
del obispo Juan Gerardi, ese proceso se truncó totalmente: no es hasta
ahora que nuevamente la verdad emergió a la superficie.
Es muy
importante desde el punto de vista pedagógico para los jóvenes, para
que puedan conocer lo que ocurrió. El conflicto armado, sus causas, su
desarrollo, su desenlace, es un capítulo de la historia de Guatemala
que lamentablemente no se imparte en las escuelas. Durante los días que
las víctimas estuvieron presentando sus testimonios, los medios de
comunicación dieron mucha difusión y pude darme cuenta de cómo
impactaba. Lo que más rechazo provocó fueron los testimonios de las
mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado. Una
podía escuchar en diferentes medios, en las redes sociales, que la
gente decía: “pero cómo es posible, no sabíamos eso tan grave”. Lo que
estas mujeres relataron, que fueron víctimas de todas las formas de
violencia sexual, violación masiva, violación múltiple, en sus casas,
en destacamentos militares, la brutalidad con que fueron tratados sus
cuerpos…, todo esto salió a flote. Desde el punto de vista de la
construcción de la memoria histórica es un hecho muy relevante.
Ha
tenido también un efecto reparador para mucha gente, porque esto fue un
juicio que fue presentado por víctimas del pueblo ixil, pero las
masacres y las otras graves violaciones a los derechos humanos fueron
cometidos en todo el país. Para la gente fue también un juicio por sus
familiares desaparecidos, torturados. La sala de vistas estuvo llena
todo el tiempo, no sólo por la gente que llegaba a mostrar su
solidaridad al pueblo ixil, sino también por sus propios muertos, sus
propios familiares desaparecidos.
- Al parecer los grupos de poder empresariales en Guatemala realizaron mucha presión para que se anulase la sentencia.
-
Efectivamente, la sentencia se emitió el 10 de mayo y al día siguiente
se declararon en sesión permanente el Comité Coordinador de
Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras
(CACIF), la élite económica. Exigieron a la Corte Constitucional anular
ese juicio, de manera totalmente ilegal, no mediante el sistema de
justicia. Lo hicieron como una expresión de dominio, reafirmando el
poder que siempre han tenido en Guatemala. Usaron la “lógica de
propietario de finca”: “ésta es mi finca y aquí se hace lo que yo
digo”. Fue muy grave, pero la anulación de la sentencia finalmente se
debió a que todos los grandes poderes, en lo económico, político y
militar, se unieron. ¿Por qué? No lo hicieron sólo porque no quisieran
que se sentenciara a un ex dictador, sino porque este juicio demostró
que los pueblos no olvidan ni perdonan y que, en medio de una impunidad
tan grande, los pueblos, y particularmente el ixil, se organizaron y
lucharon durante muchos años por llevar al banquillo de los acusados a
un hombre que no es el único responsable, pero sí el que representa la
represión política del Estado, la política contrainsurgente, durante el
conflicto armado. Esta élite económica ha sido profundamente
racista, como se manifestó durante el juicio. Un peritaje analizó el
racismo histórico contra los pueblos indígenas que afloró durante el
conflicto armado y precisamente de ahí se deriva la demanda por
genocidio. Para estos grupos dominantes es inconcebible que los pueblos
indígenas, a quienes han discriminado, a quienes han despreciado, hayan
llevado a uno de los suyos al banquillo de los acusados. Los poderes
han tenido una política de tal nivel de violación de derechos humanos
porque han tenido la certeza de inmunidad e impunidad, porque han
tenido el control del sistema de justicia. Darse cuenta de que el
sistema de justicia sí podía enjuiciar a uno de los suyos los hizo
reaccionar y pensar que esta sentencia no era sólo una sentencia contra
Ríos Montt, sino que se estaba quebrantando su certeza de inmunidad e
impunidad. Actuaron por ellos, por defender sus propios intereses. Por
eso es que se unen y logran revertir la sentencia, aunque el juicio en
su conjunto no ha sido anulado.
- ¿Tienes esperanza en la justicia ordinaria?
-
Tenemos que seguir luchando, ha sido un proceso muy difícil, desde la
firma de los Acuerdos de Paz se han invertido millones de dólares de la
cooperación internacional para fortalecer las instituciones del sistema
de seguridad y justicia. Muchos han ido a la corrupción, a los poderes
ocultos, como se llama en Guatemala a los cuerpos ilegales y aparatos
clandestinos. Pero pese a la anulación de la sentencia, el juicio me
genera esperanzas. Evidenció que hay funcionarios del sistema de
justicia honestos y que la gente no se queda callada, exige justicia y
se organiza para obtener justicia. Otro elemento muy positivo que
demostró el juicio fue la capacidad de alianzas de la sociedad civil:
como en todos los países hay posicionamientos diversos, pero con el
objetivo de manifestar apoyo y solidaridad con el pueblo ixil nos
unimos todos y todas. Es posible construir alianzas fuertes alrededor
de un objetivo común para hacer avanzar las justas causas sociales.
- Antes nombraste la violencia sexual durante el conflicto. ¿En qué consiste la violencia sexual como estrategia de guerra?
-
En Guatemala la violencia sexual contra las mujeres, principalmente
indígenas, fue utilizada como arma de guerra y fue un delito
constitutivo de genocidio. Fueron atacadas sexualmente no sólo para
dañarlas a ellas. El objetivo de las fuerzas estales era derrotar a la
insurgencia, porque era la insurgencia la que estaba poniendo en riesgo
los intereses económicos y políticos de la élite dominante. En esa
lucha hubo importantes sectores de los pueblos indígenas que se
incorporaron a la insurgencia, porque pensaban que era un camino para
su liberación como pueblos, y otros que no. La mayoría de los pueblos
indígenas fueron población civil no combatiente. Pero debido al racismo
profundo de las clases dominantes, que trasladaron a los altos mandos
del ejército, se homologó al indígena con la insurgencia.
No estaba
sólo presente el acabar con un enemigo de un conflicto armado, sino muy
en el fondo estaba el objetivo de acabar con los pueblos indígenas,
desde siglos considerados seres inferiores que hacían daño al
desarrollo del país. Las mujeres fueron violadas sexualmente de forma
masiva y múltiple, con una atrocidad sin límites, porque era una forma
de atacar al enemigo del ejército, de desmoralizar a las comunidades
indígenas, porque el 89 por ciento de las víctimas de violencia sexual
fueron mujeres indígenas, para que no se incorporaran a la insurgencia.
A través de los cuerpos de las mujeres se querían lanzar mensajes. Las
mujeres no sólo fueron violadas sexualmente, sino que fueron violadas
de forma masiva, generalmente de forma pública, frente a la comunidad,
y con mucha frecuencia se atacó las partes del cuerpo relacionadas con
su capacidad reproductiva. Hubo especial saña contra los órganos
genitales de las mujeres, contra sus pechos, hasta el extremo de abrir
el vientre de las embarazadas y extraer los fetos. Por supuesto que
había misoginia, había racismo, había un odio de clase, pero lo que
buscaban era acabar con la semilla. Esto lo evidencia la atrocidad con
que fueron atacados los fetos y también los niños. - Es terrible.
- Es muy fuerte, pero debe saberse la verdad. De esto estamos hablando, y de muchas cosas más.
- ¿Existen elementos comunes en cuanto a la violencia sexual contra las mujeres en conflictos armados?
-
Sí, es un patrón que se origina en la causa primigenia de la violencia
contra las mujeres, que se halla anclada en el sistema de dominación,
el sistema patriarcal. La violencia contra las mujeres, con especial
énfasis la violencia sexual, ha sido utilizada para perpetuar y
reproducir el sistema. En todas las sociedades a las mujeres se nos
considera seres inferiores, y normalmente se cree que las mujeres son
propiedad de los hombres. Es la causa que se halla como sustento de los
ataques contra las mujeres con el fin de vencer al enemigo. La lógica
es “voy a apropiarme de los cuerpos de esas mujeres para atacar a los
propietarios de los cuerpos de esas mujeres”. Encontramos entonces
patrones en los conflictos armados actuales de África, en los de los
Balcanes, en la violencia sexual cometida contra las mujeres en la II
Guerra Mundial, que fue expuesta en el Tribunal de Tokio, o en el
conflicto armado de Guatemala. Participé en el proceso de incidencia
política para la aprobación de la resolución 1325 de Naciones Unidas,
que precisamente tiene como propósito lograr la protección de los
derechos de las mujeres durante conflictos armados y su participación
en los procesos de paz. Cuando nos reuníamos con compañeras de África,
de Asia, de América Latina, nos dábamos cuenta de que eran los mismos
patrones.
- Del Tribunal de Conciencia contra la Violencia
Sexual hacia las Mujeres durante del Conflicto Armado Interno hasta la
fecha, ¿qué avances ha habido en este sentido?
- El Tribunal
de Conciencia de 2010 fue un acto político de enorme trascendencia para
las mujeres que pudieron testificar. Tuvo un sentido de reparación para
ellas pero, además, poco tiempo después, uno de los grupos quiso ir más
allá. Hay diferentes interpretaciones de justicia para los grupos de
mujeres que hemos ido acompañando: para unas, con el Tribunal de
Conciencia fue suficiente; para otras, justicia es que se sepa la
verdad.
Para un grupo de mujeres q´eqchís no fue suficiente.
Quizás fueron las mujeres que más sufrieron las consecuencias de la
violación sexual, porque no fueron víctimas sólo de violencia sexual
sino también de esclavitud sexual y doméstica durante seis meses en el
destacamento militar de Sepur Zarco. Las esclavizaron después de que
sus esposos fueran asesinados y desaparecidos por el ejército. Lo que
los esposos estaban haciendo era organizarse de manera legal para
obtener el registro de propiedad de las tierras donde vivían, y por eso
los desapa-recieron. Después de que las mujeres quedaron viudas y, por
lo tanto, convertidas en “mujeres disponibles”, las concentraron a
todas en los alrededores del destacamento militar instalado en la
comunidad Sepur Zarco y las obligaron a hacer turnos, es decir, a
prestar servicios sexuales y domésticos cada dos o tres días. Luego la
esclavitud cambió de modalidad. Las mujeres ya no tenían que hacer
turnos en el destacamento, pero continuaron siendo violadas sexualmente
y explotadas económicamente por los soldados del destacamento durante
seis años. Pero cuando se cierra el destacamento, esto les implicó
estigmatización y rechazo social en sus comunidades. Ellas no vivían
permanentemente en el destacamento, entraban y salían, obligadas,
porque a la que se oponía la mataban, pero la gente las veía y las
acusaba de ser responsables de lo que les había ocurrido. En general,
es una conducta muy común hacía víctimas de violencia sexual, en
tiempos de guerra o de paz, ser consideradas responsables de la
violación sexual. En su caso, fue tan fuerte la estigmatización que
pidieron justicia formal. En 2011 un grupo de 15 mujeres de Sepur Zarco
presentó una demanda penal por violencia sexual y esclavitud sexual
ante el sistema de justicia de Guatemala. En 2012 ellas fueron
escuchadas por un tribunal de alto riesgo, como anticipo de prueba. En
esta lucha han contado con la solidaridad de otras mujeres, plasmada en
la Alianza Rompiendo el Silencio y la Impunidad. Éste es el primer
proceso penal sobre esclavitud sexual durante el conflicto armado que
se presenta ante un tribunal nacional.
- En la actualidad
Guatemala está sufriendo un auge en cuanto a proyectos extractivos y
disputa por los recursos naturales, sobre todo en los sectores minero e
hidroeléctrico. ¿Está habiendo casos relacionados de violencia contra
las mujeres?
- Sí, la manera en la que se está imponiendo en
Guatemala la industria extractiva ha generado conflictividad social y
violencia contra las mujeres, incluyendo violencia sexual. La base del
problema reside en que no se ha tomado en cuenta la opinión de las
comunidades donde se están instalando estas empresas, y cuando la gente
se organiza y quiere dar su opinión sobre el desarrollo al cual
aspiran, la respuesta es de represión y militarización del territorio.
Quisiera contar la experiencia de 11 mujeres del pueblo q´eqchí que
fueron víctimas de violencia sexual por la guardia privada de una
empresa transnacional.
En Izabal se encuentra la Compañía
Guatemalteca de Níquel, que es empresa subsidiaria de transnacionales
canadienses. En 2007 los guardias privados llevaron a cabo un desalojo
violento de tierras contra campesinos q´eqchís, que habitan el
territorio en el que han vivido ancestralmente y que esta empresa
reclama como propio. Los guardias privados llegan en compañía de
agentes de la Policía Nacional Civil y de soldados del ejército a
ejecutar estos desalojos violentos. Los hombres estaban trabajando y
las mujeres estaban solas con sus hijos pequeños. Fueron violadas,
destruyeron y quemaron sus casas… No sabemos exactamente cuántas
mujeres fueron violadas, incluso inmediatamente después de que se
conocieran los hechos, ellas no reportaron la violación sexual. Fue
años después, en procesos de acompañamiento de organizaciones de
derechos humanos, que empezaron a hablar. Han presentado una demanda
civil en Canadá contra la empresa transnacional, que era propietaria de
esta compañía extractora de níquel, HudBay Minerals, junto con otras
dos demandas civiles.
Se presentaron las demandas por
negligencia, porque la legislación canadiense no permite otra cosa.
Pero lo que se está buscando es que en el propio país de origen de la
transnacional se sancione a estas empresas por las violaciones a los
derechos humanos que cometan en terceros países. Nunca se habían
presentado demandas de este tipo. En Guatemala desde las organizaciones
de mujeres hemos respaldado esa demanda porque vemos que se está
gestando un precedente de búsqueda de justicia fuera del país. Las 11
mujeres q´eqchís no quisieron presentar una demanda penal en Guatemala
porque no confían en el sistema de justicia del país.
Por tanto,
hay ahora dos procesos legales paradigmáticos en Guatemala de mujeres
indígenas que buscan justicia por violencia sexual, una violencia
sexual muy vinculada al despojo de tierras. El despojo de tierras y la
violencia sexual han ido de la mano en las grandes violaciones a los
derechos humanos de las mujeres en Guatemala en el pasado y en el
presente. Está la demanda penal en Guatemala, en curso, por las 15
mujeres de Sepur Zarco, y la demanda civil, de las 11 mujeres también
quechíes, presentada en Canadá. Las mujeres están luchando en
Guatemala, no aceptan con pasividad estos grandes crímenes cometidos
contra ellas, sino que se organizan y exigen justicia.
Ane Garay es investigadora del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL)-Paz con Dignidad. Andrea Gago Menor es editora de Pueblos – Revista de Información y Debate. Artículo publicado en el número 57 de Pueblos – Revista de Información y Debate, tercer trimestre de 2013.
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