Mujeres [ Brasil ]
Agência Pública
Adital
*Por Ismael Machado, Diario do Pará/ Agencia Pública
#MarcadasParaMorrer
La frase de esposa del terrateniente resume la serie de amenazas sufridas por Nadia Pinho da Silva, dirigente rural en Santana do Araguaia, Pará.
En el municipio de Santana do Araguaia, a 1.255 km de Belém, situado en la frontera de Pará con Mato Grosso, Nadia Pinho da Silva, de 44 años, duerme poco, atenta a los pequeños ruidos de la calle. Si alguien llama a la puerta, chequea todo con cuidado antes de abrir la puerta. Ha sido así desde enero de 2007. En la mañana del día 8, aquel mes, Nadia era una de las líderes que estaban al frente de las 55 familias de trabajadores rurales que acamparon delante la hacienda Ouro Verde, en la zona rural del Municipio, y ahí permanecieron dos años, hasta ser expulsados en forma definitiva por una orden judicial de desalojo del Juzgado Agrario del vecino municipio de Redenção, cumplida con apoyo ostensivo de la Policía Militar de Belém. La acción generó una serie de ocupaciones. Y Nadia comenzó a vivir entre amenazas y enfrentamientos.
Si no fue por casualidad, tampoco fue por inclinación personal que Nadia Pinho se convirtió en una de las líderes de los trabajadores rurales. Su padre, cearense, trabajaba en una granja y tenía una pequeña parcela de tierra en un poblado que estaba a 80 kilómetros del centro de Santana do Araguaia, en Pará. Nadia nació y se crió en el medio rural – la tierra de la familia, fue perdida con ocasión de la muerte de su padre, en 2003, e incorporada por grileiros (ocupantes ilegales) a otras propiedades.
En 2006, Nadia recibió una oferta inusual. Si trabajase cocinando para los ocupantes que acamparon en la hacienda, Vitória Regia, recibiría un lote de tierra. Para quien había crecido soñando con un pedazo de tierra, la propuesta sonaba como una bella música. Diez alqueires* fue la parte del latifundio, ocupado por 27 familias, que le correspondió. La mañana del Jueves Santo de 2007, vio una camioneta acercándose y un hombre preguntando si sabían dónde estaban. Aquí era la Hacienda Nobel, anunció, sin que nadie hubiera oído hablar de eso con anterioridad.
El impasse llegó a Brasilia. El oidor agrario Gersino Filho se dispuso a mediar en la situación. Nadia nunca había pisado la capital federal. En la reunión se tejió un acuerdo con el dueño de la hacienda: las familias acampadas desocuparían el lugar y el Incra haría una revisión de la situación de esa la tierra. Los trabajadores rurales aceptaron y se quedaron en un lidero de la hacienda ‘Victoria Regia’. Para defender sus intereses crearon una asociación, la Asociación de los Trabajadores Sin Tierra Brasil Nuevo.
Al final del año el acuerdo empezó a ser incumplido. Un administrador de la hacienda apareció en el área de los sin tierra llevando pistoleros. Pasaron el tractor sobre las tierras sembradas, destruyendo lo plantado, quemaron las champas. Con las lluvias de fin de año y el comienzo de la temporada de siembra en Pará, los trabajadores rurales habían hecho sus plantaciones, incluso en tierras de la [hacienda] Nobel. "Esto generó polémica porque fuimos acusados de incumplir el acuerdo", recuerda Nadia.
De esta controversia resultó el primer desalojo, en 2008, y las familias tuvieron que acampar en los márgenes de la carretera BR-158. Fueron más de nueve meses de resistir en el campamento, hasta recuperar la hacienda nuevamente. Durante este período Nadia Pinho comenzó a acercarse de la Comisión Pastoral de la Tierra. En 2010 disputó y ganó un espacio en la dirección del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Santana do Araguaia.
El primer desafío fue organizar un grupo que quería retomar las tierras de una Colonia llamada Verde-Bandera, expropiada por el Incra y ‘grilada’ (ocupada ilegalmente) por un hacendado. Al reivindicar ante el Incra, la tierra conquistada, Nadia comenzó a sufrir amenazas.
"Un hombre llamado Amaral me detuvo una vez y dijo: 'Yá sé quién eres tú. Eres quien conduce el sindicato". Y le dio como plazo hasta el día siguiente para que ella retirase una denuncia por la golpiza a un grupo de sin tierra, ocurrida días antes, en una de las ocupaciones desencadenadas por el sindicato. Según Nadia, el emisario estaba al servicio del hacendado João Moreira, una de cuyas haciendas fue ocupada por el campamento ‘Pé da Serra’. Días antes había ocurrido un desalojo del campamento, con un agricultor acampado herido de bala. La hacienda estaba en proceso de expropiación por el Incra y el granjero fue acusado de asalto.
"La mujer del hacendado, Regina, me dijo: 'Tú sabes que si nosotros perdemos la tierra, vas a perder la vida", expresa Nadia.
Los enfrentamientos con pistoleros al servicio de hacendados produjeron otro dolor de cabeza a Nadia Pinho. En una de las acciones de desalojo de hacienda Nobel, uno de los ocupantes, de 55 años, fue púbicamente humillado ante todos por un pistolero. La víctima juró venganza. El 14 de febrero de ese año, cumplió su promesa y mató al pistolero.
"Cuando la policía detuvo a ‘seu’ Pedro, [autor de la venganza], le dijeron que si me acusaba de ser la autora intelectual, le aliviarían la pena. Y él aceptó”, dice Nadia.
El 22 de mayo, salió la orden de detención contra Nadia Pinho y otra trabajadora, Késia Furtado. Orientada por la CPT, Nadia se entregó a la policía y permaneció encarcelada durante 12 días. La mujer del pistolero envió un mensaje amenazando a Nadia, y su hermano comenzó a pasar lentamente varias veces frente a su casa. El hacendado dice que no aceptará perder las tierras. "Son tres líneas de tiro cercándome”, expresa Nadia Pinho.
Con tres hijos, viuda, Nadia trata de no involucrar a la familia en los conflictos. "Para mí esto no es vida, no sé qué va a pasar. No tengo planes para irme de aquí, porque estas son mis raíces, he vivido aquí toda mi vida. Incluso con miedo, voy a permanecer. Es lo que puedo hacer", concluye.
Alqueire: antigua medida de superficie, que varía según la región, en el Norte y Nordeste es equivalente a 27.400 metros cuadrados.
Fotos: Ney Marcondes
*La serie Marcadas para morir es una colaboración entre la Agencia Pública y el Diário do Pará, con reportajes de Ismael Machado y fotos de Ney Marcondes. Adital las reproduce con la autorización de la Agencia Pública.
Traducción:ricazuga51@yahoo.com
La frase de esposa del terrateniente resume la serie de amenazas sufridas por Nadia Pinho da Silva, dirigente rural en Santana do Araguaia, Pará.
En el municipio de Santana do Araguaia, a 1.255 km de Belém, situado en la frontera de Pará con Mato Grosso, Nadia Pinho da Silva, de 44 años, duerme poco, atenta a los pequeños ruidos de la calle. Si alguien llama a la puerta, chequea todo con cuidado antes de abrir la puerta. Ha sido así desde enero de 2007. En la mañana del día 8, aquel mes, Nadia era una de las líderes que estaban al frente de las 55 familias de trabajadores rurales que acamparon delante la hacienda Ouro Verde, en la zona rural del Municipio, y ahí permanecieron dos años, hasta ser expulsados en forma definitiva por una orden judicial de desalojo del Juzgado Agrario del vecino municipio de Redenção, cumplida con apoyo ostensivo de la Policía Militar de Belém. La acción generó una serie de ocupaciones. Y Nadia comenzó a vivir entre amenazas y enfrentamientos.
Si no fue por casualidad, tampoco fue por inclinación personal que Nadia Pinho se convirtió en una de las líderes de los trabajadores rurales. Su padre, cearense, trabajaba en una granja y tenía una pequeña parcela de tierra en un poblado que estaba a 80 kilómetros del centro de Santana do Araguaia, en Pará. Nadia nació y se crió en el medio rural – la tierra de la familia, fue perdida con ocasión de la muerte de su padre, en 2003, e incorporada por grileiros (ocupantes ilegales) a otras propiedades.
En 2006, Nadia recibió una oferta inusual. Si trabajase cocinando para los ocupantes que acamparon en la hacienda, Vitória Regia, recibiría un lote de tierra. Para quien había crecido soñando con un pedazo de tierra, la propuesta sonaba como una bella música. Diez alqueires* fue la parte del latifundio, ocupado por 27 familias, que le correspondió. La mañana del Jueves Santo de 2007, vio una camioneta acercándose y un hombre preguntando si sabían dónde estaban. Aquí era la Hacienda Nobel, anunció, sin que nadie hubiera oído hablar de eso con anterioridad.
El impasse llegó a Brasilia. El oidor agrario Gersino Filho se dispuso a mediar en la situación. Nadia nunca había pisado la capital federal. En la reunión se tejió un acuerdo con el dueño de la hacienda: las familias acampadas desocuparían el lugar y el Incra haría una revisión de la situación de esa la tierra. Los trabajadores rurales aceptaron y se quedaron en un lidero de la hacienda ‘Victoria Regia’. Para defender sus intereses crearon una asociación, la Asociación de los Trabajadores Sin Tierra Brasil Nuevo.
Al final del año el acuerdo empezó a ser incumplido. Un administrador de la hacienda apareció en el área de los sin tierra llevando pistoleros. Pasaron el tractor sobre las tierras sembradas, destruyendo lo plantado, quemaron las champas. Con las lluvias de fin de año y el comienzo de la temporada de siembra en Pará, los trabajadores rurales habían hecho sus plantaciones, incluso en tierras de la [hacienda] Nobel. "Esto generó polémica porque fuimos acusados de incumplir el acuerdo", recuerda Nadia.
De esta controversia resultó el primer desalojo, en 2008, y las familias tuvieron que acampar en los márgenes de la carretera BR-158. Fueron más de nueve meses de resistir en el campamento, hasta recuperar la hacienda nuevamente. Durante este período Nadia Pinho comenzó a acercarse de la Comisión Pastoral de la Tierra. En 2010 disputó y ganó un espacio en la dirección del Sindicato de los Trabajadores Rurales de Santana do Araguaia.
El primer desafío fue organizar un grupo que quería retomar las tierras de una Colonia llamada Verde-Bandera, expropiada por el Incra y ‘grilada’ (ocupada ilegalmente) por un hacendado. Al reivindicar ante el Incra, la tierra conquistada, Nadia comenzó a sufrir amenazas.
"Un hombre llamado Amaral me detuvo una vez y dijo: 'Yá sé quién eres tú. Eres quien conduce el sindicato". Y le dio como plazo hasta el día siguiente para que ella retirase una denuncia por la golpiza a un grupo de sin tierra, ocurrida días antes, en una de las ocupaciones desencadenadas por el sindicato. Según Nadia, el emisario estaba al servicio del hacendado João Moreira, una de cuyas haciendas fue ocupada por el campamento ‘Pé da Serra’. Días antes había ocurrido un desalojo del campamento, con un agricultor acampado herido de bala. La hacienda estaba en proceso de expropiación por el Incra y el granjero fue acusado de asalto.
"La mujer del hacendado, Regina, me dijo: 'Tú sabes que si nosotros perdemos la tierra, vas a perder la vida", expresa Nadia.
Los enfrentamientos con pistoleros al servicio de hacendados produjeron otro dolor de cabeza a Nadia Pinho. En una de las acciones de desalojo de hacienda Nobel, uno de los ocupantes, de 55 años, fue púbicamente humillado ante todos por un pistolero. La víctima juró venganza. El 14 de febrero de ese año, cumplió su promesa y mató al pistolero.
"Cuando la policía detuvo a ‘seu’ Pedro, [autor de la venganza], le dijeron que si me acusaba de ser la autora intelectual, le aliviarían la pena. Y él aceptó”, dice Nadia.
El 22 de mayo, salió la orden de detención contra Nadia Pinho y otra trabajadora, Késia Furtado. Orientada por la CPT, Nadia se entregó a la policía y permaneció encarcelada durante 12 días. La mujer del pistolero envió un mensaje amenazando a Nadia, y su hermano comenzó a pasar lentamente varias veces frente a su casa. El hacendado dice que no aceptará perder las tierras. "Son tres líneas de tiro cercándome”, expresa Nadia Pinho.
Con tres hijos, viuda, Nadia trata de no involucrar a la familia en los conflictos. "Para mí esto no es vida, no sé qué va a pasar. No tengo planes para irme de aquí, porque estas son mis raíces, he vivido aquí toda mi vida. Incluso con miedo, voy a permanecer. Es lo que puedo hacer", concluye.
Alqueire: antigua medida de superficie, que varía según la región, en el Norte y Nordeste es equivalente a 27.400 metros cuadrados.
Fotos: Ney Marcondes
*La serie Marcadas para morir es una colaboración entre la Agencia Pública y el Diário do Pará, con reportajes de Ismael Machado y fotos de Ney Marcondes. Adital las reproduce con la autorización de la Agencia Pública.
Traducción:ricazuga51@yahoo.com
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