La red de “Promotoras para la prevención de la violencia de género” se presentó en el Tercer Encuentro que la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe celebró bajo el lema “Por nuestro derecho a vivir una vida libre de violencias”
Madrid, 22 septiembre. 15, AmecoPress. El
momento de tomar la decisión de salir de la espiral del maltrato,
separarse del agresor y denunciar la violencia es muy complicado. Tal
vez el más frágil en todo el proceso que sigue una mujer para volver a
tomar las riendas de su vida. Los agresores huelen el fin de su imperio y
suelen acrecentar los signos de su dominio. Ellas se enfrentan a
trámites y cambios que desconocen y para los que no se sienten
preparadas. Si además, se trata de mujeres inmigrantes, la
vulnerabilidad aumenta. Por ello, es fundamental la promoción de redes
sociales de apoyo para el acompañamiento de mujeres inmigrantes que
sufren violencia de género.
“En muchos de
nuestros diagnósticos, constatamos que faltan redes sociales para apoyar
la decisión de denunciar”, afirma Tatiana Retamozo para explicar una
iniciativa reciente, impulsada desde la asociación de mujeres Amalgama
–incluida en la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España-:
una red de “Promotoras para la prevención de la violencia de género”.
Las redes
sociales de apoyo son indispensables para apoyar a mujeres que sufren
violencia de género, dispositivos de atención afables que brinden
garantías de protección y prevención que les permita transitar con
seguridad en el laberinto que representa la justicia.
Se trata de una
iniciativa incipiente. “Pretendemos construir una red de apoyo mutuo y
acompañamiento entre nosotras. Dotar a las participantes de
conocimiento, información y herramientas acerca de la violencia de
género, que permita detectarla, ofrecer apoyo, información y
acompañamiento a las mujeres que la sufren, con el fin de acompañarlas y
facilitarles su proceso de autonomía”, asegura Tatiana.
En el caso de
Madrid, la acción formativa es coordinada por Amalgama, en Barcelona,
por la asociación de Mujeres Pa’lante. Participan integrantes de SEDOAC,
Rumiñahui, Amalgama – Entrenos, Casa Colombia, entre otras
organizaciones, y también mujeres a título individual.
La formación se
desarrolla a través de la metodología “senso-aprendizajes”, propuesta
por Ana Camargo. “Es una metodología que parte de las experiencias
personales. Todas, por ser mujeres, hemos sufrido violencia. Partimos de
ahí para meternos en la piel de las mujeres a las que vamos a ayudar”,
comparte Tatiana. De momento, la formación incluye cinco módulos
presenciales y prácticas con acción comunitaria. Esta experiencia
pedagógica se sistematizará y elaborará una guía como instrumento de
trabajo.
Apoyo en una larga travesía
Tatiana aclara
que “no queremos sustituir a las abogadas, psicólogas, ni a ningún campo
especializado de atención” y que el hecho de ser “pares” de estas
mujeres fortalece la confianza y anima a que “mujeres sobrevivientes”
quieran “ayudar a otras a salir de la violencia”. Van acompañando a
mujeres que sufren maltrato, las orientan –“aunque nos surgen muchas
dudas por el camino”-, las animan, están a su lado en la a menudo larga
travesía que siguen las mujeres cuando se atreven a denunciar.
Las mujeres
migrantes, por su situación de subordinación como migrantes y como
mujeres, están expuestas a la explotación y los malos tratos. De total
de mujeres asesinadas en España (766) del 2003 al 2013, un 15,8% fueron
mujeres inmigrantes con documentación en regla y un 2,6% inmigrantes sin
regularizar. Según la macroencuesta sobre violencia contra la mujer
2015 realizada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de
Género, las mujeres que han nacido fuera de España afirman haber sufrido
violencia física, sexual o miedo de sus parejas o exparejas en mayor
medida (27,7%) que las nacidas en España (14%), diferencias
significativas.
Las inmigrantes
ocupan un eslabón inferior en la cadena de discriminaciones de género
en la sociedad que se interrelacionan con categorías como la etnia,
clase, edad, discapacidad, idioma, religión, situación administrativa y
laboral, o el racismo institucional y social. Lo que puede incrementar
las condiciones de vulnerabilidad, invisibilidad, menor acceso a la
información y a dispositivos de protección para las víctimas de
violencia de género.
“Solo podemos
superar este flagelo, promoviendo la igualdad de condiciones y de
derechos que elimine todas las discriminaciones estructurales,
históricas y culturales”, sostiene Retamozo. Y para ello es fundamental
“promover el empoderamiento de las mujeres”.
La activista
insiste en que las mujeres inmigrantes cuentan con un escaso o débil
tejido familiar y social en el lugar de residencia. Además, el acceso a
los recursos de protección y a la justicia es complicado. “Todas las
víctimas de violencia machista se encuentran con las carencias de falta
de formación de los profesionales que las atienden en la policía, en los
juzgados, etc.”, argumenta, “pero en el caso de las mujeres inmigrantes
esto se agudiza y si, además, están en situación irregular, aunque en
principio la ley las protege, ellas tienen miedo. Creen que las
expulsarán, no saben qué pasará con ellas y con sus hijos si sus papeles
dependen del agresor, arrastran también muchos estereotipos del país de
origen”. En algunos casos, esto se complica por el desconocimiento del
idioma.
Normativas como
la Ley de Extranjería, el endurecimiento de los requisitos de
reagrupación familiar, el Decreto que excluye a las personas en
situación irregular de la sanidad pública y universal, la precarización
del sector del servicio doméstico –en el que trabajan muchas
inmigrantes- como consecuencia de la crisis, el aumento de las redes de
trata con fines de explotación sexual o la amenaza de los centros de de
Internamiento para Extranjeros (CIEs), no hace sino agudizar las
condiciones de vulnerabilidad de las mujeres inmigrantes y acrecentar
las barreras para que las víctimas de violencia de género accedan a los
recursos previstos por la ley integral.
El proyecto
“Promotoras para la prevención de la violencia de género” fue presentado
el viernes en el Tercer Encuentro que la Red de Mujeres
Latinoamericanas y del Caribe celebró bajo el lema “Por nuestro derecho a
vivir una vida libre de violencias”. “Tenemos la convicción que será un
espacio de empoderamiento, complicidades y apropiación de nuestro
enfoque de trabajo. Nos sentimos reconocidas en el compromiso de las
mujeres por participar en esta travesía formativa”.
Foto: Archivo AmecoPress, cedidas por la Red de Mujeres Latinoamericanas y del Caribe en España
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